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viernes, 14 de marzo de 2014

SAN GREGORIO VUELVE AL COLEGIO DE SAN GREGORIO. El regreso de un Gregorio Fernández al Museo Nacional de Escultura


¡¡Estamos de enhorabuena, San Gregorio ha vuelto a casa!!! Tras un largo periplo, que ha durado cerca de dos siglos, la portentosa escultura del Padre de la Iglesia Latina ha vuelto al lugar del que nunca debió de salir. El arte de los siglos pasados suele dar en los últimos tiempos más malas noticias que otra cosa debido a las diferentes desapariciones de obras de arte repartidas por iglesias o conventos. Por fin ocurre al revés y nos dan una gran alegría, todavía mayor al resultar ser una escultura tallada por el más grande que piso estas tierras. Bajo mi punto de vista sólo el “caballero” Bernini está por encima del “maestro de la Acera del Sancti Spiritus”.

La estatua que nos incumbe presidió durante cerca de dos siglos un retablo ubicado en la capilla del Colegio de San Gregorio, actual Museo Nacional de Escultura. Tras sobrevivir a la invasión francesa, y posterior Guerra de la Independencia, fue a parar a la iglesia parroquial de San Cipriano de la cercana villa de Fuensaldaña ;) Este hecho no es nada raro puesto que otras muchas esculturas, pinturas y ornamentos fueron a parar durante esa misma época a otros pueblos de la provincia: así, por ejemplo, un San Jerónimo penitente del Monasterio de Nuestra Señora de Prado fue a parar a la iglesia parroquial de Cubillas de Santa Marta, o algunas de las esculturas y retablos del Monasterio de la Merced llegaron a la iglesia de Villabáñez, donde todavía se conservan.

Capilla del Colegio de San Gregorio
Allí permaneció hasta el año 1970 presidiendo el retablo mayor que en 1761 habían realizado los ensambladores Miguel Sierra (1717-d.1768) y Bernabé López (a.1720-d.1772). Este Sierra no pertenece a la familia de los escultores de Rioseco (Tomás, sus hijos Francisco, José, Pedro y Fray Jacinto, y sus nietos), sino a una breve saga de ensambladores vallisoletanos formados por él y su hermano Blas Sierra (1715-1749).

Retablo mayor de la iglesia parroquial de Fuensaldaña
Posteriormente, un derrumbe del techo de la iglesia le obligo a vender la escultura para poder financiar la obra, con lo cual fue a parar a una colección privada vallisoletana, de donde fue rescatada este mismo año por el Museo Nacional de Escultura.
Al primero que llamó la atención la calidad que poseía la escultura fue a don Juan José Martín González, el cual atisbó en el rostro del santo unas “calidades de blandura”. Posteriormente insistiéndose nuevamente en “la soberbia calidad blanda del rostro” se concluyó que la escultura parecía “haberse aprovechado en el retablo de otro anterior”. Pero al que debemos la identificación de esta escultura y su posterior análisis es a Jesús Urrea. El profesor e investigador fue el primero en observar que en la suntuosísima policromía dorada existían dos elementos que podrían dar las pistas necesarias para saber el lugar de procedencia de San Gregorio.

Sobre el riquísimo manto que viste San Gregorio figura la cruz blanquinegra de la orden de Santo Domingo, algo “injustificable en la policromía de este santo de no proceder la escultura de algún convento dominico”. Existe un segundo motivo que permite una mayor precisión: “sobre los mismos hombros del santo y en otras partes del manto, aparece un emblema heráldico constituido por una flor de lis”. Estas dos pistas nos conducen sin ningún género de dudas al antiguo colegio dominico de San Gregorio fundado por el obispo palentino Fray Alonso de Burgos cuyo escudo aparece por todas partes en la decoración del edificio.

También relata Urrea que en ese mismo retablo mayor de la iglesia parroquial de Fuensaldaña existió una buena escultura de Santo Domingo cuya presencia solo es justificable por una devoción privada o porque fue adquirida de algún convento dominico. Las dimensiones de ambas difieren: San Gregorio mide 1,42 m. y Santo Domingo 1,16 m.

Hasta ahora solo tenemos una escultura que “podía” provenir del Colegio de San Gregorio. El dato definitivo que se necesitaba era un documento que avalara la presencia de la escultura en el Colegio, además de que la fecha “estuviera comprendida en los quince primeros años de siglo, coincidiendo con el estilo que Gregorio Fernández tenía en esos mismos años”. El dato se encontró: en el mes de octubre de 1609 el ensamblador Melchor de Beya se comprometió a realizar para el Colegio de San Gregorio “un retablo para el altar que está en la iglesia de dicho colegio en el altar del señor Santo Domingo el cual hará (…) de la forma y manera que hizo el dicho Melchor de Beya de señor San Gregorio (…)”. En el documento no se precisa nada sobre la realización de la escultura y menos sobre que el autor de la misma sea Gregorio Fernández, “pero la coincidencia de fecha en relación con el estilo que presenta la escultura y los detalles de policromía anteriormente apuntados” permiten a Urrea atribuir esta escultura a Gregorio Fernández, y datarla hacia el año 1609. La imagen posee cierto parecido con el busto de San Gregorio que el escultor realizó hacia 1615 para el relicario del antiguo Colegio de San Ignacio de Valladolid (actual iglesia de San Miguel).

Presentación de San Gregorio en el Museo Nacional de Escultura el día 12 de marzo de 2014. Foto sacada de https://twitter.com/MuseoEscultura
La iconografía de esta escultura es la habitual del santo. Aparece revestido de pontifical, tocado de tiara papal, portando la cruz de tres travesaños y un libro entreabierto. Su rostro imberbe dirige la mirada hacia lo alto, seguramente en busca de la inspiradora paloma del Espíritu Santo. En el pecho ostenta un hueco para reliquia. Sus modelos más cercanos son uno realizado por Francisco Rincón para el retablo de las agustinas canónigas de Palencia (1606-1608) y también de otra escultura del mismo santo que talló Fernández para el retablo mayor de la iglesia parroquial de Nava del Rey (1611-1620).

BIBLIOGRAFÍA
  • MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo VI. Antiguo partido judicial de Valladolid, Diputación de Valladolid, Valladolid, 1973.
  • URREA FERNÁNDEZ, Jesús: “Acotaciones a Gregorio Fernández y su entorno artístico”, B.S.A.A., Tomo XLVI, 1980, pp. 375-396.
  • URREA FERNÁNDEZ, Jesús (dir.): Gregorio Fernández, 1576-1636, Fundación Santander Central Hispano, Madrid, 1999.

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