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martes, 26 de marzo de 2013

COFRADÍA DE LA SANTA VERA CRUZ: La Coronación de Espinas (Gregorio Fernández, ca. 1620)


El paso de la Coronación de espinas es el paso menos conocido documentalmente de cuantos aún subsisten de la Cofradía de la Santa Vera Cruz. No se conocen ni los autores ni las fechas de ejecución, aunque se tienen teorías bastante aproximadas. En lo concerniente a la fecha de ejecución hay dos caminos. Por un lado los que cree que su datación debería situarse entre las fechas de ejecución del paso del a Azotamiento (1619) y el del Descendimiento (1623-1624). En cambio Martin González pensaba que, a partir del Cristo, se podría fechar el conjunto en la década de 1630. La primera de las dos teorías cuenta en su contra con un hecho, ya apuntado por José Ignacio Hernández Redondo, y se trata de que es extraño que al contratar el paso del Descendimiento sólo se mencione el paso del Azotamiento, por lo que no se debe descartar que sea algo más tardío a 1624.
 
Al igual que ocurrió con el paso de la Flagelación, el declive de la Semana Santa determinó que el conjunto quedara reducido a la imagen titular en los desfiles procesionales, pasando a los fondos del Museo creado tras la desamortización el resto de las figuras que se conservaban. Según se ha señalado en múltiples ocasiones, la descripción contenida en el contrato suscrito en 1675 entre la cofradía de Jesús Nazareno de León y el escultor vallisoletano Francisco Díez de Tudanca, por el cual este último se obligaba a realizar una copia del paso de la Coronación de espinas de la Vera Cruz de Valladolid, permite conocer el número e identidad de las figuras del paso de Fernández. El contrato parece dejar claro que la escena se componía de cinco figuras: “Christo en su tórculo sentado con vestidura purpura como esta el de Valladolid, dos sayones que le estan coronando con sus orquillas, otro sayon que esta delante de rodillas dándole la caña, otra figura detrás que está mirando la ejecución del castigo, este representa un juez del senado”. A partir de dicha descripción se identificaron tres de las cuatro figuras que acompañaban a la talla titular y se propuso un montaje. Para el dicho montaje es conveniente, según Luis Luna, situar la acción en las escalinatas del Pretorio: así, el sayón que ofrece la caña se situaría abajo y Cristo y las figuras que le coronan, arriba, junto al primer escalón. Además de que en todos los paralelos iconográficos la escena se dispone así, se logra que la escultura de primer término no tapa la de Cristo; al fondo del paso, Pilatos, contempla la escena.
La aparición en numerosas composiciones, tanto en escultura como en pintura y grabado, de la figura de un sayón ofreciendo a Cristo de forma burlesca una simple caña como cetro, dejaba pocas dudas de la pertenencia de dicha escultura al paso de la Coronación de espinas. Por fotografías de la década de 1950 sabemos que durante algún tiempo la escena se compuso con dos sayones pertenecientes al paso de la Oración en el huerto y la figura arrodillada ofreciendo la caña. Con toda probabilidad el mal estado de conservación obligó a rehacer las piernas que ahora tiene, completamente desproporcionadas con el resto del cuerpo. Incluso es posible que en origen su postura fuera más la de una reverencia, sin llegar a estar completamente arrodillado ante Cristo. En la misma intervención y posiblemente por razones de estabilidad, se decidió sustituir el original brazo derecho extendido por otro nuevo que caía horizontal al cuerpo. En una reciente restauración realizada en el taller del Museo Nacional de Escultura se ha decidido reintegrar el brazo original, con el que quizás se aludía a la anterior entrega a los verdugos de la corona de espinas, el otro atributo de rey con el que se realizaba la burla.
El montaje del paso de la "Coronación" cuando incluía dos sayones del paso de la "Oración en el Huerto"
No era tan evidente el paso al que pertenecía el sayón que se encuentra de pie, popularmente conocido como “el bizco”. La incorporación de unas nuevas manos y el giro de su brazo izquierdo, determinó que se perdiera su primitiva postura en la que sujetaba unas largas varas con las que clavaba, ayudado por otro sayón que no se ha conservado, la corona de espinas en la cabeza de Cristo. Por este motivo la talla fue utilizada al resurgir los desfiles procesionales primero acompañando al Cristo atado a la columna de la Vera Cruz, posteriormente en el paso Camino del Calvario llevando una lanza, y, por último, en una moderna escena de la “primera palabra”, Padre perdónalos porque no saben lo que hacen, en la que sujetaba una cuerda.
El grupo lo completa la figura identificada como Pilatos, que en la actualidad se monta también en la referida “primera palabra” portando un papiro. Al ser citado en la copia para León como “un juez del senado” se han suscitado dudas sobre su identificación con Pilatos, que sin embargo se ha mantenido dado que existen precedentes en los que se representa al gobernador romano con traje y gorro oriental.
Como antes se mencionó, se han conservado todas las figuras excepto un sayón perdido antes de la llegada de las esculturas al museo. Quizás sea una de las dos piezas que se enviaron a Madrid en 1797, aunque lo cierto es que en el informe que la Cofradía manda a la Academia de Valladolid seis años más tarde se dice que se trataba de la figura “llamada de la Higa” y ese gesto en los grabados lo suele realizar el sayón que ofrece la caña.
También apunta Hernández Redondo que Gregorio Fernández, o Andrés Solanes, pudo utilizar como fuente de inspiración un grabado realizado por Johan Sadeler I en 1583 sobre dibujo de Maarten de Vos en el que se aprecia el mismo esquema, con los tres sayones martirizando a Cristo y Pilatos en la parte posterior acompañado en el grabado por otro personaje y dos soldados. La cercanía en algunos detalles como los gorros del sayón de la caña y del supuesto Pilatos parece reafirmar dicha posibilidad.

Ecce Homo (Iglesia de la Vera Cruz) 1,59 m. x 0,68 m. x 0,74 m.
Cristo aparece sentado sobre un cajón. Posición recto, en actitud de descanso y aspecto de contemplación. El escultor ha logrado una sorprendente sensación de naturalidad: las piernas en distintos planos, los brazos formando arco y la mirada hacia un lado, es decir, esquivando el frontalismo. Hay detalles que revelan la intervención genial del escultor, incidiendo en el patetismo de la imagen; así, la diversidad de las manos dispuestas a sujetar la caña; la boca entreabierta; el tratamiento perfecto de los cabellos y de la barba, ordenada en dos puntas y similar a la de su Cristo atado a la columna en la misma iglesia; los regueros de sangre que caen sobre la frente y el cuerpo, etc.

El manto forma una fina lámina. Los quiebros son amplios y angulosos, es un estilo muy plástico. En la anatomía luce la habilidad del maestro, matizando sobre todo los finos vasos de las manos. Poderoso es su pecho y firme la expresión del rostro. El cabello se ordena con simetría, formando amplia melena ondulada, que oculta las orejas, debido a la falta de movimiento. En décadas pasadas tuvo una corona de espinas metálica, siendo la actual trenzada. Regueros de sangre caen por la frente. Los ojos de cristal dan mayor viveza a la mirada. La boca se mantiene entreabierta. Barba ordenada, en dos puntas, todo en técnica muy próxima al Cristo atado a la columna de la misma iglesia. La ceja izquierda se encuentra atravesada por una espina, detalle muy típico de Fernández.

Todos los autores que han estudiado la obra de Gregorio Fernández han creído oportuno atribuir el Ecce Homo al gran maestro gallego, tanto por la constitución de un tipo de Cristo luego repetido en copias tardías, una de ellas en la ermita de la Vera Cruz de Nava del Rey (Valladolid), como por la propia calidad de la talla. Según Hernández Redondo no se puede descartar una posible colaboración con Andrés Solanes, que por otro lado sabemos se produjo en otras ocasiones. Su tesis la fundamenta en que el resto del Cristo de la Oración del Huerto, obra documentada de Solanes, se aprecian notables similitudes con el del Cristo de la Coronación de espinas.
La escultura se encuentra colocada en un retablo barroco, obra del ensamblador Alonso de Manzano, situado en un colateral del lado del evangelio de la iglesia de la Vera Cruz.
Fotografía del Ecce Homo de mediados del siglo XX

Pilatos (CE0748) 1,78 m. x 1,04 m. x 0,80 m.
En la escena de la coronación de espinas se suele incluir, tanto en grabados como en representaciones de escultura, un personaje que representa a la autoridad que ordena el castigo vestido con traje y gorro orientales. A pesar de dicho atuendo y que en otros pasos del mismo tema ha sido identificado como un juez del senado, se ha mantenido en este caso la identificación con Pilatos dado que es también habitual que se represente al gobernador romano con dicho atuendo. En la actualidad el Cristo coronado de espinas sale en procesión en solitario y esta figura se utiliza en el paso Padre, perdónales porque no saben lo que hacen portando un documento enrollado.
Turbante blanco. Rostro fruncido. Perilla. Vestido largo sin pliegues hasta la pantorrilla con línea de botones en el centro y dibujos dorados a pincel. Brazo derecho hacia adelante mientras del izquierdo le cuelga una capa roja. Botas bajo el vestido que le ocultan la pierna.
 
Sayón arrodillado ofreciendo la caña (CE0549) 1,39 m. x 0,77 m. x 1,30 m.
La repetición en numerosas composiciones, tanto en escultura como en pintura y grabado, de la figura de un sayón ofreciendo a Cristo de forma burlesca una simple caña como cetro, dejaba pocas dudas de la pertenencia de dicha escultura al paso de la Coronación de espinas. Con toda probabilidad el mal estado de conservación obligó a incorporar a la escultura las piernas que ahora tiene, completamente desproporcionadas con el resto del cuerpo. En la misma intervención y posiblemente por razones de estabilidad, se decidió sustituir el original brazo derecho extendido por otro nuevo que caía horizontal al cuerpo. Sin embargo, en la última restauración se decidió reintegrar el brazo original, con el que se alude a la anterior entrega a los verdugos de la corona de espinas, el otro atributo del rey con el que se realizaba la burla.
Probablemente estuvo situado debajo del Cristo. Actitud de ofrecerle la caña. Brazo izquierdo extendido al frente y el derecho hacia el suelo paralelo al cuerpo. Gorra roja. Jubón y pantalón corto verde. Mangas rojas. Botas hasta la pantorrilla dejando ver la pierna desnuda.

Sayón bizco (CE0548) 1,70 m. x 1,05 m. x 0,95 m.
La incorporación de manos nuevas a este sayón, popularmente conocido como “el bizco”, y el giro de su brazo izquierdo, determinó que se perdiera su primitiva postura en el que sujetaba unas largas varas con las que clavaba, ayudado por otro sayón que no se ha conservado, la corona de espinas en la cabeza de Cristo. Por este motivo la talla fue utilizada al resurgir los desfiles procesionales primero acompañando al Cristo atado a la columna de la Vera Cruz, posteriormente en el paso Camino del Calvario llevando una lanza, y, por último, en una moderna escena del Calvario titulada Padre perdónalos porque no saben lo que hacen, en la que sujeta una cuerda.
Traje militar. Gorra verde. Pantalón corto amarillo desabrochado. El pecho le cruza un correaje con hebilla. Mangas de jubón color verde. La camisa le sale por el codo roto y la cintura dándole un aspecto desaliñado. Las botas le llegan hasta la entrepierna. Martín González lo atribuye al taller de Gregorio Fernández.
BIBLIOGRAFÍA
  • AGAPITO Y REVILLA, Juan: Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid. Imprenta Castellana, Valladolid, 1925
  • HERNÁNDEZ  REDONDO, José Ignacio: “La escultura procesional de la Cofradía de la Vera Cruz de Valladolid”, Actas del IV Congreso Internacional de Hermandades y Cofradías de la Santa Vera Cruz, Zamora, 2009, pp. 149-172
  • MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: El escultor Gregorio Fernández, Ministerio de Cultura, Madrid, 1980
  • VV.AA.: Gregorio Fernández y la Semana Santa, Ministerio de Cultura, Madrid, 1986

domingo, 24 de marzo de 2013

COFRADÍA DE LA SANTA VERA CRUZ: La Flagelación del Señor (Gregorio Fernández, h. 1619)


Como ya vimos en una entrada anterior, las cofradías vallisoletanas de la Vera Cruz y la Pasión tuvieron pasos con la representación del Azotamiento de Cristo; aunque, la Penitencial de la Pasión ya lo tenía en 1584, en la descripción de la Fastiginia (Semana Santa de 1605), no se señala ningún grupo con éste tema, en ninguna de las dos cofradías.
Del paso de la Vera Cruz sólo existen referencias documentales indirectas: la primera es el documento, publicado por García Chico y puesto en relación con el Cristo de la Flagelación por Smith, en el que la cofradía solicita al Papa, en 22 de junio de 1619, indulgencias y jubileo con motivo de las llagas de  la espalda de la “santa ynsignia y Excehomo de la coluna que la dicha cofradía tiene en su altar de su yglesia”. Posteriormente, en el contrato entre Gregorio Fernández y la Vera Cruz para hacer el paso del Descendimiento (16 de junio 1623), se especifica, entre otras notas “… las figuras del paso que hice para la dicha cofradía del Azotamiento…”. Aunque no hay duda posible de la autoría del Cristo a la Columna, de la Vera Cruz son interesantes estos datos porque señalan que el paso estaba ya hecho antes de 1619.

Como en otros muchos casos en la Semana Santa vallisoletana, la decadencia de las procesiones determinó que se sacaran del montaje procesional las figuras secundarias, con lo cual el paso quedaría reducido a la imagen titular, que es la que hoy sale en procesión. Hubo un tiempo en que existieron muchos problemas para identificar las figuras que acompañaron al Cristo atado a la columna, llegándose a dudar que se hubieran conservado otras piezas del mismo e incluso se produjeron ciertos problemas de identificación con los sayones del azotamiento realizado hacia 1650 para la Cofradía de la Sagrada Pasión de Cristo. Afortunadamente en la actualidad estos problemas ya han sido superados.

Maqueta de la "Flagelación" conservado en el Museo de San Francisco de Medina de Rioseco
Otro problema a la hora de reconstruir el paso, es que no se conoce el número exacto de esculturas que en origen lo formaban. Los grabados de la época muestran una composición en la que Cristo aparece azotado a ambos lados por dos sayones, con Pilatos presenciando el castigo en la parte posterior. Estos mismos personajes componen la escena de la Flagelación en la pequeña maqueta de paso que se conserva en la actualidad en el Museo de San Francisco de Medina de Rioseco, procedente del convento de San José de Madres Carmelitas de la misma localidad, obra excepcional fechada en el segundo cuarto del siglo XVII y compuesta por esculturas en madera policromada de 7 y 8 cm. de altura. Con estas pautas de comparación parece probable que el paso de la Vera Cruz contaba con cuatro o como mucho cinco figuras.

Fotos de la primera reconstrucción, realizada por Agapito y Revilla en la década de 1920
Al llevar los sayones de las Penitenciales al Museo no se especificó la procedencia y se confundieron; cuando Agapito intentó montar de nuevo los pasos, utilizó para la Flagelación todas las figuras que parecían tener relación con la escena, agrupándolas primero en torno al Cristo de la Vera Cruz (como se ve en una antigua fotografía donde hay sayones de, al menos, tres pasos distintos). Entre los sayones que se descartaron posteriormente se encuentran el llamado "Pilatos", "el bizco" y el "sayón de la soga", este último procedente de Camino del Calvario, y los otros dos de La coronación de Espinas. Muchos años después, en una reconstrucción realizada con motivo de la exposición Gregorio Fernández y la Semana Santa de Valladolid, Luna Moreno adscribió al paso un sayón que azota con el hombro y parte del torso descubierto y un “soldado con lanza y turbante”, conservados ambos en el Museo Nacional de Escultura. Posteriormente, en un montaje no publicado, el mismo investigador incorporó un segundo sayón azotando cubierto con una gorra muy ceñida y caracterizado como un personaje burdo con enorme bigote.

Sayón denominado "el bizco" de "La coronación de espinas"
Pilatos de "La coronación de espinas"
"Sayón de la soga" de Camino del Calvario
La procedencia de las tres esculturas de la Cofradía de la Vera Cruz de las tres esculturas queda demostrada por la cruz incisa con las que fueron marcadas al ser llevadas al Museo. El problema es diferenciar los que formaban cada uno de los pasos, teniendo en cuenta además que en varios de ellos, como el último de los sayones citados, se hicieron reformas cambiándolos las posturas de las manos al resurgir la Semana Santa en la década de 1920. En opinión de José Ignacio Hernández Redondo, la figura del “soldado con lanza y turbante” es más posible que perteneciera al paso de la Oración en el Huerto. Iconográficamente es más adecuado que apareciera en la escena de Pilatos en lugar de un soldado, cuya postura sujetando una lanza y con una pierna adelantada en actitud de caminar es más propia de la acción del Prendimiento. Pero sobre todo tanto la calidad de la escultura, algo inferior a la de los sayones del Azotamiento, como su canon, notablemente mayor al de las otras dos piezas, es mucho más cercano a lo que ofrecen las esculturas del mencionado paso documentado como de Andrés Solanes. A todo esto habría que añadir la policromía del traje de este soldado, que es similar a la de una de las figuras de la Oración en el Huerto.

Debido a todo esto, en la actualidad del paso de la Flagelación sólo se conservan en el Museo los dos sayones que azotan a Cristo. Se tiene constancia documental del traslado a Madrid en 1797 de otro sayón perteneciente a este paso que al parecer no fue recuperado. Aunque no se puede descartar que existiera en origen una tercera figura azotando, parece más probable que se trata de la figura de Pilatos presidiendo el castigo que se situaría un poco desplazado en la parte posterior, dejando de este modo perfectamente visible la figura principal tanto en el frente como en la espalda.
Hernández Redondo ve  asimismo la influencia de una estampa realizada por Aegidius Sadeler II en 1607. Existen una indudable relación entre el grabado y la escultura tanto en el concepto de la anatomía, como en la colocación de la figura, un poco girada hacia el espectador, con un brazo cruzado por delante del cuerpo y una de las piernas adelantadas. Incluso la disposición del paño de pureza con una amplia caída en el lado contrario a la columna ofrece relación con el del grabado. La posición está invertida con relación al grabado de forma que la columna queda en las obras de Fernández a la derecha del espectador, sin embargo no hay que olvidar que con frecuencia se utilizaba el efecto espectador y que es relativamente habitual que se grabe el mismo motivo en las dos posiciones.


Cristo atado a la columna (Iglesia de la Vera Cruz) 1,85 m x 1,00 m. x 0,74 m.
El Cristo atado a la columna es una de las obras maestras de Gregorio Fernández, y decir eso del más grande de los escultores españoles, según mi opinión, es mucho. La imagen es una adaptación a la escultura procesional de un modelo con el que Fernández realizó una serie de obras maestras, cuyo punto de partida se sitúa en una pequeña escultura del convento del Santísimo Sacramento de Madrid, fechado hacia 1609. Con esta escultura queda popularizado y fijado el tipo del Flagelado para la escuela vallisoletana y parte de la castellana. La escultura se halla situada en la iglesia de dicha penitencial, dentro de un retablo barroco concertado en 1693 por el ensamblador Alonso de Manzano.

Aparte del tamaño, la diferencia más notable en la escultura del paso se encuentra en el gran dramatismo de la policromía de la espalda, completamente ensangrentada a partir de una herida central que desde el primero momento despertó el fervor de los vallisoletanos. La escultura posee una leyenda, recogida por Matías Sangrador, muy conocida entre los vallisoletanos, según la cual Cristo se apareció al escultor para preguntarle “¿dónde me viste, que tan bien me retrataste?”, a lo que respondió Fernández “Señor, en mi corazón”.

Cristo se encuentra apoyado en una lujosa columna troncocónica, que imita el mármol negro, con estrías, plinto, basa y capitel dórico todo dorado. Al ser una columna baja, y al estar Jesús sujeto por una argolla de hierro a la que se atan ambas manos, la figura pierde su punto de apoyo y ha de encorvarse, lo que crea mayor dramatismo a la escena. Cabeza lánguida y delgada; ojos de cristal. Paño de pureza con pliegues quebrados angulosamente; un trozo del paño aletea en un costado (nota muy característica de Fernández, algo similar se puede ver en el conocido como “Cristo de la Luz”). Desnudo muy blando, acusando las venas y las arrugas. Cabellos ordenados. Se retiran hacia atrás, para dejar visible la oreja. Abundancia de heridas en el tronco, brazos y piernas. La herida de la espalda, realizada a partir de pequeños trozos de corcho, deja caer regueros que manchan el paño de pureza. Se concibe que la imagen haya sido venerada en función de esta enorme herida.

Sayón azotador (CE0524) 1,78 m x ,074 m. x 0,86 m.
Este sayón, caracterizado como un personaje burdo con enorme bigote, se utilizó en diferentes montajes de los pasos vallisoletanos llevando una lanza entre sus manos que fueron sustituidas por unas nuevas al resurgir la Semana Santa, cambiando su posición con respecto al original. Sin embargo, en la actualidad no hay ninguna duda de que era uno de los sayones que azotaban a Cristo en el paso de la Cofradía de la Vera Cruz. Martín González no debió ver la mano de maestro en la talla, por lo que se la atribuyó a su taller. Durante algunos años formó parte del montaje del paso Camino del Calvario, siendo sustituido en ocasiones por el apodado "sayón bizco".
Se cubre con gorro ceñido, a modo de cofia, de color verde. Encarnación mate. Jubón verde, con botones muy abultados. Vestido con descuido, deja asomar la camisa. Bragueta postiza. Calzón amarillo, sujeto con cintas rojas. Zapatos y calcetas. El rostro, de un feísmo notorio, a lo que se añade la zafiedad del vestido. Sería también este sayón víctima propiciatoria de la multitud.
Dos fotografías de cuando desfiló formando parte del paso "Camino del Calvario"

Sayón azotador del torso desnudo (CE0535) 1,76 m. x 0,70 m. x 0,88 m.
La postura de este sayón que azota con el hombro y parte del torso descubierto, a la vez enérgica y elegante, y el realismo alcanzando en la descripción de la anatomía y la indumentaria, lo sitúan entre las mejores tallas para uso procesional que salieron del taller de Gregorio Fernández. Durante algunos años formó parte indistintamente del paso de la Flagelación de la Cofradía de la Pasión, y de los distintos montajes del de la Vera Cruz.
Tiene todas las características del arte de Fernández. Hay elegancia en sus movimientos, apostura en la composición. No hay sino ver la curvatura de las piernas y el bello torso desnudo, a lo que tan aficionado fue Fernández. La ropa tiene blandos pliegues. Es uno de los sayones más logrados. Viste chaqueta de color verde oscuro, con vuelta roja. Una manga caída, para dejar hábil el brazo izquierdo; asoma la camisa, detalle de buscado naturalismo. Calzón rojo, asomado por los rajados del calzoncillo largo, que baja hasta la media pierna, y bota alta, medio caída, asomando la pierna. Se cubre con gorra roja, con bordillo recortado, verde. Encarnación mate. Rostro enérgico. Robusta musculatura, con conocimiento de la anatomía. Encarnación mate. Puñal colgado al cinto.
Fotografía de cuando formó parte de la "Flagelación" de la Cofradía de la Pasión

Sayón con lanza y turbante (CE0508). 1,95 m. x 1,11 m. x 0,70 m.
Este sayón que sujeta una lanza con su mano izquierda, perteneciente a uno de los pasos de la Cofradía de la Vera Cruz como demuestra la marca que tiene en el pecho, fue adjudicado a la escena del Azotamiento. Sin embargo, en una revisión más reciente de los conjuntos se ha propuesto su probable procedencia del paso de la Oración en el Huerto, tanto por la calidad de la talla como por el tamaño de la pieza y el tipo de policromía. En el caso que hubiera pertenecido a este paso, representaría al soldado que preside el Azotamiento, de modo parecido al Capitán que hace lo propio en la Flagelación de la Cofradía de la Pasión; muy posiblemente sea el origen iconográfico de esta figura si, como se supone, la Flagelación de la Pasión se hizo posteriormente y con recuerdos o imitaciones del paso de la Vera Cruz.
Durante algún tiempo se utilizó, como ya vimos en la entrada correspondiente, para completar el paso ahora denominado Todo está consumado. Ya Wattenberg lo relacionó con Gregorio Fernández, aunque después lo atribuyó a Andrés de Solanes. Este soldado muestra claros paralelos con obras conocidas del maestro, como San Isidro, de Dueñas o San Marcelo, de León; igualmente recuerda el gesto de los sayones de la esponja y del caldero del paso “Sed Tengo”.

Fotografía de cuando formaba parte de "Emissit Spiritum", actual "Todo está consumado"


BIBLIOGRAFÍA
  • AGAPITO Y REVILLA, Juan: Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid. Imprenta Castellana, Valladolid, 1925
  • HERNÁNDEZ  REDONDO, José Ignacio: “La escultura procesional de la Cofradía de la Vera Cruz de Valladolid”, Actas del IV Congreso Internacional de Hermandades y Cofradías de la Santa Vera Cruz, Zamora, 2009, pp. 149-172
  • MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: El escultor Gregorio Fernández, Ministerio de Cultura, Madrid, 1980
  • VV.AA.: Gregorio Fernández y la Semana Santa, Ministerio de Cultura, Madrid, 1986