El paso de la Coronación de espinas es el paso menos conocido documentalmente de
cuantos aún subsisten de la Cofradía de la Santa Vera Cruz. No se conocen ni
los autores ni las fechas de ejecución, aunque se tienen teorías bastante
aproximadas. En lo concerniente a la fecha de
ejecución hay dos caminos. Por un lado los que cree que su datación debería
situarse entre las fechas de ejecución del paso del a Azotamiento (1619) y el del Descendimiento (1623-1624).
En cambio Martin González pensaba que, a partir del Cristo, se podría fechar el
conjunto en la década de 1630. La primera de las dos teorías cuenta en su
contra con un hecho, ya apuntado por José Ignacio Hernández Redondo, y se trata
de que es extraño que al contratar el paso del Descendimiento sólo se mencione el paso del Azotamiento, por lo que no se debe descartar que sea algo más
tardío a 1624.
Al igual que ocurrió con el paso de la Flagelación, el declive de la Semana
Santa determinó que el conjunto quedara reducido a la imagen titular en los
desfiles procesionales, pasando a los fondos del Museo creado tras la
desamortización el resto de las figuras que se conservaban. Según se ha señalado
en múltiples ocasiones, la descripción contenida en el contrato suscrito en
1675 entre la cofradía de Jesús Nazareno de León y el escultor vallisoletano
Francisco Díez de Tudanca, por el cual este último se obligaba a realizar una
copia del paso de la Coronación de
espinas de la Vera Cruz de Valladolid, permite conocer el número e
identidad de las figuras del paso de Fernández. El contrato parece dejar claro
que la escena se componía de cinco figuras: “Christo en su tórculo sentado con vestidura purpura como esta el de
Valladolid, dos sayones que le estan coronando con sus orquillas, otro sayon
que esta delante de rodillas dándole la caña, otra figura detrás que está
mirando la ejecución del castigo, este representa un juez del senado”. A
partir de dicha descripción se identificaron tres de las cuatro figuras que
acompañaban a la talla titular y se propuso un montaje. Para el dicho montaje es
conveniente, según Luis Luna, situar la acción en las escalinatas del Pretorio:
así, el sayón que ofrece la caña se situaría abajo y Cristo y las figuras que
le coronan, arriba, junto al primer escalón. Además de que en todos los
paralelos iconográficos la escena se dispone así, se logra que la escultura de
primer término no tapa la de Cristo; al fondo del paso, Pilatos, contempla la
escena.
La aparición en numerosas composiciones,
tanto en escultura como en pintura y grabado, de la figura de un sayón
ofreciendo a Cristo de forma burlesca una simple caña como cetro, dejaba pocas
dudas de la pertenencia de dicha escultura al paso de la Coronación de espinas. Por fotografías de la década de 1950 sabemos
que durante algún tiempo la escena se compuso con dos sayones pertenecientes al
paso de la Oración en el huerto y la
figura arrodillada ofreciendo la caña. Con toda probabilidad el mal estado de
conservación obligó a rehacer las piernas que ahora tiene, completamente
desproporcionadas con el resto del cuerpo. Incluso es posible que en origen su
postura fuera más la de una reverencia, sin llegar a estar completamente
arrodillado ante Cristo. En la misma intervención y posiblemente por razones de
estabilidad, se decidió sustituir el original brazo derecho extendido por otro
nuevo que caía horizontal al cuerpo. En una reciente restauración realizada en
el taller del Museo Nacional de Escultura se ha decidido reintegrar el brazo
original, con el que quizás se aludía a la anterior entrega a los verdugos de
la corona de espinas, el otro atributo de rey con el que se realizaba la burla.
El montaje del paso de la "Coronación" cuando incluía dos sayones del paso de la "Oración en el Huerto" |
No era tan evidente el paso al que
pertenecía el sayón que se encuentra de pie, popularmente conocido como “el
bizco”. La incorporación de unas nuevas manos y el giro de su brazo izquierdo,
determinó que se perdiera su primitiva postura en la que sujetaba unas largas
varas con las que clavaba, ayudado por otro sayón que no se ha conservado, la
corona de espinas en la cabeza de Cristo. Por este motivo la talla fue
utilizada al resurgir los desfiles procesionales primero acompañando al Cristo atado a la columna de la Vera
Cruz, posteriormente en el paso Camino
del Calvario llevando una lanza, y, por último, en una moderna escena de la
“primera palabra”, Padre perdónalos
porque no saben lo que hacen, en la que sujetaba una cuerda.
El grupo lo completa la figura
identificada como Pilatos, que en la actualidad se monta también en la referida
“primera palabra” portando un papiro. Al ser citado en la copia para León como
“un juez del senado” se han suscitado
dudas sobre su identificación con Pilatos, que sin embargo se ha mantenido dado
que existen precedentes en los que se representa al gobernador romano con traje
y gorro oriental.
Como antes se mencionó, se han
conservado todas las figuras excepto un sayón perdido antes de la llegada de
las esculturas al museo. Quizás sea una de las dos piezas que se enviaron a
Madrid en 1797, aunque lo cierto es que en el informe que la Cofradía manda a
la Academia de Valladolid seis años más tarde se dice que se trataba de la
figura “llamada de la Higa” y ese
gesto en los grabados lo suele realizar el sayón que ofrece la caña.
También apunta Hernández Redondo que
Gregorio Fernández, o Andrés Solanes, pudo utilizar como fuente de inspiración un
grabado realizado por Johan Sadeler I en 1583 sobre dibujo de Maarten de Vos en
el que se aprecia el mismo esquema, con los tres sayones martirizando a Cristo
y Pilatos en la parte posterior acompañado en el grabado por otro personaje y
dos soldados. La cercanía en algunos detalles como los gorros del sayón de la
caña y del supuesto Pilatos parece reafirmar dicha posibilidad.
Ecce Homo
(Iglesia de la Vera Cruz) 1,59 m. x 0,68 m. x 0,74 m.
Cristo aparece sentado sobre un cajón.
Posición recto, en actitud de descanso y aspecto de contemplación. El escultor
ha logrado una sorprendente sensación de naturalidad: las piernas en distintos
planos, los brazos formando arco y la mirada hacia un lado, es decir,
esquivando el frontalismo. Hay detalles que revelan la intervención genial del
escultor, incidiendo en el patetismo de la imagen; así, la diversidad de las
manos dispuestas a sujetar la caña; la boca entreabierta; el tratamiento
perfecto de los cabellos y de la barba, ordenada en dos puntas y similar a la
de su Cristo atado a la columna en la
misma iglesia; los regueros de sangre que caen sobre la frente y el cuerpo,
etc.
El manto forma una fina lámina. Los
quiebros son amplios y angulosos, es un estilo muy plástico. En la anatomía
luce la habilidad del maestro, matizando sobre todo los finos vasos de las
manos. Poderoso es su pecho y firme la expresión del rostro. El cabello se
ordena con simetría, formando amplia melena ondulada, que oculta las orejas,
debido a la falta de movimiento. En décadas pasadas tuvo una corona de espinas
metálica, siendo la actual trenzada. Regueros de sangre caen por la frente. Los
ojos de cristal dan mayor viveza a la mirada. La boca se mantiene entreabierta.
Barba ordenada, en dos puntas, todo en técnica muy próxima al Cristo atado a la columna de la misma
iglesia. La ceja izquierda se encuentra atravesada por una espina, detalle muy
típico de Fernández.
Todos los autores que han estudiado la
obra de Gregorio Fernández han creído oportuno atribuir el Ecce Homo al gran
maestro gallego, tanto por la constitución de un tipo de Cristo luego repetido
en copias tardías, una de ellas en la ermita de la Vera Cruz de Nava del Rey
(Valladolid), como por la propia calidad de la talla. Según Hernández Redondo
no se puede descartar una posible colaboración con Andrés Solanes, que por otro
lado sabemos se produjo en otras ocasiones. Su tesis la fundamenta en que el
resto del Cristo de la Oración del Huerto,
obra documentada de Solanes, se aprecian notables similitudes con el del Cristo
de la Coronación de espinas.
La escultura se encuentra colocada en un
retablo barroco, obra del ensamblador Alonso de Manzano, situado en un
colateral del lado del evangelio de la iglesia de la Vera Cruz.
Fotografía del Ecce Homo de mediados del siglo XX |
Pilatos
(CE0748) 1,78 m. x 1,04 m. x 0,80 m.
En la escena de la coronación de espinas
se suele incluir, tanto en grabados como en representaciones de escultura, un
personaje que representa a la autoridad que ordena el castigo vestido con traje
y gorro orientales. A pesar de dicho atuendo y que en otros pasos del mismo
tema ha sido identificado como un juez del senado, se ha mantenido en este caso
la identificación con Pilatos dado que es también habitual que se represente al
gobernador romano con dicho atuendo. En la actualidad el Cristo coronado de
espinas sale en procesión en solitario y esta figura se utiliza en el paso Padre, perdónales porque no saben lo que
hacen portando un documento enrollado.
Turbante blanco. Rostro fruncido.
Perilla. Vestido largo sin pliegues hasta la pantorrilla con línea de botones
en el centro y dibujos dorados a pincel. Brazo derecho hacia adelante mientras
del izquierdo le cuelga una capa roja. Botas bajo el vestido que le ocultan la
pierna.
Sayón arrodillado ofreciendo la caña
(CE0549) 1,39 m. x 0,77 m. x 1,30 m.
La repetición en numerosas
composiciones, tanto en escultura como en pintura y grabado, de la figura de un
sayón ofreciendo a Cristo de forma burlesca una simple caña como cetro, dejaba
pocas dudas de la pertenencia de dicha escultura al paso de la Coronación de
espinas. Con toda probabilidad el mal estado de conservación obligó a
incorporar a la escultura las piernas que ahora tiene, completamente
desproporcionadas con el resto del cuerpo. En la misma intervención y posiblemente
por razones de estabilidad, se decidió sustituir el original brazo derecho
extendido por otro nuevo que caía horizontal al cuerpo. Sin embargo, en la
última restauración se decidió reintegrar el brazo original, con el que se
alude a la anterior entrega a los verdugos de la corona de espinas, el otro
atributo del rey con el que se realizaba la burla.
Probablemente estuvo situado debajo del
Cristo. Actitud de ofrecerle la caña. Brazo izquierdo extendido al frente y el
derecho hacia el suelo paralelo al cuerpo. Gorra roja. Jubón y pantalón corto
verde. Mangas rojas. Botas hasta la pantorrilla dejando ver la pierna desnuda.
Sayón bizco
(CE0548) 1,70 m. x 1,05 m. x 0,95 m.
La incorporación de manos nuevas a este
sayón, popularmente conocido como “el bizco”, y el giro de su brazo izquierdo,
determinó que se perdiera su primitiva postura en el que sujetaba unas largas
varas con las que clavaba, ayudado por otro sayón que no se ha conservado, la
corona de espinas en la cabeza de Cristo. Por este motivo la talla fue
utilizada al resurgir los desfiles procesionales primero acompañando al Cristo atado a la columna de la Vera
Cruz, posteriormente en el paso Camino
del Calvario llevando una lanza, y, por último, en una moderna escena del
Calvario titulada Padre perdónalos porque
no saben lo que hacen, en la que sujeta una cuerda.
Traje militar. Gorra verde. Pantalón
corto amarillo desabrochado. El pecho le cruza un correaje con hebilla. Mangas
de jubón color verde. La camisa le sale por el codo roto y la cintura dándole
un aspecto desaliñado. Las botas le llegan hasta la entrepierna. Martín
González lo atribuye al taller de Gregorio Fernández.
BIBLIOGRAFÍA
- AGAPITO Y REVILLA, Juan: Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid. Imprenta Castellana, Valladolid, 1925
- HERNÁNDEZ REDONDO, José Ignacio: “La escultura procesional de la Cofradía de la Vera Cruz de Valladolid”, Actas del IV Congreso Internacional de Hermandades y Cofradías de la Santa Vera Cruz, Zamora, 2009, pp. 149-172
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: El escultor Gregorio Fernández, Ministerio de Cultura, Madrid, 1980
- VV.AA.: Gregorio Fernández y la Semana Santa, Ministerio de Cultura, Madrid, 1986