La Virgen de la Piedad o Quinta Angustia, una de las obras maestras de Gregorio Fernández, es quizás una de las imágenes icónicas de la Semana Santa de Valladolid, si bien en origen no fue una obra hecha para tal propósito sino todo lo contrario ya que se talló en relieve ex profeso para que presidiera un retablo.
Efectivamente,
la Piedad fue realizada por Gregorio Fernández hacia el año 1625 para la
capilla de Nuestra Señora de la Soledad del desaparecido convento de San
Francisco de Valladolid. Esta capilla, que había sido fundada por don Juan de
Sevilla y su mujer doña Ana de la Vega para sí y para sus herederos, estaba
situada en el lado de la epístola de la iglesia conventual. Con el tiempo el
patronato pasó a manos de don Francisco de Cárdenas, que fue quien en 1627
encargó un retablo para que contuviera la efigie de la Piedad, la cual debió de
ser esculpida poco tiempo antes. Así, el retablo fue construido en el citado
año por el ensamblador Xaques del Castillo y dorado por el pintor Diego de la
Peña, a quien también correspondió el policromado del grupo de la Piedad,
aunque bajo la atenta supervisión del propio Gregorio Fernández.
Gracias
al franciscano padre Sobremonte conocemos ligeramente el aspecto de esta
capilla: "Está
muy bien adornada de reja de hierro grande, y retablo que es en el espacio de
columnas y frontispicio de estatura natural, una imagen de bulto de la Madre de
Dios, con su hijo muerto en el gremio, que en nuestro idioma decimos regazo; es
obra primorosísima del insigne Gregorio Fernández a lo que entendemos".
Asimismo, en la capilla había una inscripción que aludía a sus fundadores:
"Esta capilla es de Juan de Sevilla y doña Ana de la Vega, su mujer, y
herederos, 1590".
Tras
la desamortización del convento en 1836 y la consiguiente desaparición o
dispersión de buena parte de sus bienes artísticos, la imagen de la Piedad se
creyó perdida, pero Agapito y Revilla demostró que había sido reclamada por los
descendientes directos de los patronos de la capilla. Estos eran los Salcedo y
Rivas que continuaban ostentando el patronato de la capilla y que eran también
patronos de la capilla fundada en la iglesia de San Martín por el obispo Fresno
de Galdo. El hecho de que tanto el retablo como la imagen de la Piedad fueran
de patronato privado las salvó de la destrucción, y por ello se trasladaron a
la iglesia de San Martín, templo en el que han ocupado tres lugares diferentes:
primeramente la tercera capilla del evangelio, es decir en la capilla de los Galdo,
después en el brazo de la epístola del crucero y por último se colocó en su
actual emplazamiento: la segunda capilla del lado del evangelio.
La
Virgen de la Piedad (146 cm), aunque en origen estaba puesta bajo la advocación
“de la Soledad”, por llamarse así su capilla, fue realizada alrededor del año
1625, y con anterioridad a 1627 como ya se ha dicho. La Virgen es harto similar
a la Virgen de la Vera Cruz que perteneció en origen al paso del
Descendimiento. Así, vemos el mismo rostro, manos, vestimenta e incluso
pliegues. No cabe duda de que Fernández para realizar sus Piedades se inspiró
en la que su colega Francisco de Rincón esculpió para el retablo mayor de la
iglesia penitencial de Nuestra Señora de las Angustias.
FRANCISCO DE RINCÓN. Detalle de la Piedad del retablo mayor de la iglesia penitencial de las Angustias |
El
cuerpo muerto de Cristo se organiza en atrevido escorzo y está echado sobre el sudario
blanco con el que fue descendido de la cruz, de suerte que la Virgen no llega a
tocar directamente su cuerpo. El brazo derecho le cuelga de la pierna de la
Virgen, mientras que el izquierdo es sujetado por su Madre. El cuerpo desnudo y
su consiguiente estudio de calidades es magnífico: se observan perfectamente los
diferentes huesos, músculos y venas. La cabeza se encuentra ladeada, con la
boca entreabierta, los ojos cerrados y la frente con abundantes gotas de
sangre. Los ojos están hundidos, la barba muy poblada y con rizos menudos
individualizados, lo que demuestra que la obra se engloba dentro de su última
etapa. Posee la habitual herida en el hombro izquierdo. Por su parte, María
está sentada sobre una roca, la cual se ve bajo su zapato. Eleva los brazos expresando
un dolor inconmensurable ante la reciente pérdida de su hijo. Ese hondo pesar
queda también patente mediante en el rostro. Es sin duda la pieza más clásica
de Fernández.
La
utilización de postizos como los ojos de cristal, la mirada expresiva y perdida
de la madre y un perfecto tratamiento de la anatomía son elementos que
contribuyen a realzar el realismo de la representación, acercándola a los
sentimientos de devoción y espiritualidad a que estaban destinadas estas obras
y que Fernández supo reflejar con tanto acierto. Hay un claro contraste entre
el naturalismo descarnado y la severidad atlética del cuerpo de Cristo y la
idealización del rostro de la Virgen. Como se puede observar la composición
traza una diagonal típicamente barroca que transcurre desde la mano izquierda de
la Virgen hasta los pies de Cristo.
Como
todas las iconografías creadas o popularizadas por Gregorio Fernández, éstas
las repitieron los escultores vallisoletanos durante el siglo XVII y buena
parte del XVIII. Así, por ejemplo, podemos señalar las creadas por José
Fernández para Geria, la cual actualmente se puede contemplar en la exposición “Stabat
Mater. Arte e iconografía de la Pasión” en la Sala Municipal de Exposiciones de
las Francesas, o la tallada por Pedro León Sedano para la localidad vizcaína de
Villaro (Areatza en vasco).
JOSÉ FERNÁNDEZ (atrib.). Nuestra Señora de los Dolores (h. 1773-1774). Geria (Valladolid) |
PEDRO LEÓN SEDANO. Piedad (1790). Ermita de la Piedad. Villaro (Vizcaya) |
Como
decíamos en un principio el grupo escultórico de la Piedad no se concibió en
origen como paso procesional puesto que en realidad es un altorrelieve. Cuando
se decidió procesionarlo, y al no estar tallada la parte posterior del relieve,
se la colocó una “tapa” para que simulara ser una escultura en bulto redondo.
Aunque
la Virgen de la Piedad no es propiedad de la Cofradía Penitencial de Nuestra
Señora de la Piedad sí que es su imagen más querida. La primera vez que la
cofradía procesionó el grupo escultórico fue en 1924, año del restablecimiento
de la cofradía. Fue entonces cuando, según señala Urrea, por deseo expreso del
Ordinario de la Diócesis se autorizó, por primera vez, sacar en procesión
durante la Semana Santa el grupo de la Piedad así como a rendirle culto
público, desfilando el año 1927 en la procesión titulada “de Caridad”. Cabe
señalar que durante algunos años, probablemente a partir de 1938, la Piedad
desfiló en la misma carroza junto con las imágenes de San Juan y la Magdalena de
la Cofradía de las Angustias, las cuales pertenecían al paso del “Descendimiento”
(Sexta Angustia). Actualmente el grupo de la Piedad desfila en tres ocasiones:
en la medianoche que separa el Miércoles del Jueves Santo en la procesión de la
Piedad, en la tarde del Jueves Santo en la procesión de Penitencia y Caridad, y
el Viernes Santo en la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor. Si
queréis saber más sobre estas u otras procesiones y cofradías os recomiendo
fervientemente el blog http://gloriasdevalladolid.blogspot.com.es/
BIBLIOGRAFÍA
- ÁLVAREZ VICENTE, Andrés: Gregorio Fernández: la gubia del barroco, Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 2008.
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: El escultor Gregorio Fernández, Ministerio de Cultura, Madrid, 1980.
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Escultura barroca castellana, Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, 1959.
- SAN JOSÉ C. CARREÑO, José Luis y MUÑOZ ROJO, Pedro J.: Semana Santa en Valladolid, El día de Valladolid, Valladolid, 2004.
- URREA, Jesús: “Informe sobre el grupo escultórico de la Piedad, original de Gregorio Fernández”, Boletín de la Real Academia de la Purísima Concepción, Nº 43, 2008, pp. 122-124.