En
la capilla mayor de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de
Geria, localidad muy próxima a Valladolid capital, existe un interesantísimo
retablo de finales del siglo XVI que será el protagonista del presente post, esperando
que un día os acerquéis a verlo en vivo y en directo dado que tanto el retablo
como el pueblo bien merecen una visita. Entrada dedicada a una geriana de pro,
Laura.
Como
la inmensa mayoría de los retablos resulta ser una obra de colaboración de
diversos maestros pertenecientes a diferentes artes. Así, los encargados de
ejecutar la parte arquitectónica, es decir la mazonería, fueron los
entalladores palentinos Cobos de Flandes, Jerónimo de Amberes, Antón de Santa
Clara y Juan Ortiz el Viejo II, los cuales realizaron su trabajo hacia 1574, no
efectuándose la tasación de esta parte hasta 1580, momento en el que se estimó
la obra en unos 920 ducados. Casi dos décadas después, 1598-1604, el dorador
Luis Aguirre de Villoldo procedió a dorar el retablo y policromar sus imágenes.
Hasta aquí llega la documentación, la cual guarda silencia acerca de quienes
fueron los maestros que llevaron a cabo la escultura y la pintura. Actualmente,
se viene atribuyendo la escultura al palentino Manuel Álvarez, el gran factótum
de imaginería palentina de la segunda mitad del siglo XVI; y la pintura al
segoviano Alonso de Herrera.
Como
datos generales, lo primero que debemos saber es que es un retablo renacentista
plateresco de tipo purista con influencias romanistas en su traza. El retablo,
que se adapta perfectamente a la altura del templo y a la disposición poligonal
de la cabecera, posee una concepción ascensional, es decir verticalista. Se
compone de un banco, dos cuerpos con cinco calles y un ático. Esta disposición
es muy similar a la de los retablos mayores de las parroquiales de Villaprovedo
y Melgar de Yuso.
A
continuación veremos el programa iconográfico que compone el retablo: en el
banco observamos una serie de relieves de personajes sagrados (los cuatro Evangelistas
y otras cuatro figuras femeninas que quizás pudieran ser virtudes), así como de
la Adoración de
los Pastores y de la Epifanía;
completan el banco dos esculturas de San Pedro y San Pablo en sendas
hornacinas. A finales del siglo XVIII o comienzos del XIX se procedería a
renovar el tabernáculo, cambiándose quizás uno contemporáneo del retablo por el
actual neoclásico.
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La Adoración de los Pastores |
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San Pablo |
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Epifanía |
Los dos siguientes cuerpos combinan escultura en relieve y
en bulto redondo, y tablas pintadas. Así, el primer cuerpo lo preside una
graciosa representación de la Asunción de la Virgen, en la que figura una
ingenua María rodeada de ocho angelitos; en las hornacinas inmediatas, que son
bastante estrechas y están flanqueadas por columnas figuran las esculturas de San Gregorio y San Agustín;
mientras que las calles laterales las copan las pinturas de la Anunciación y la Visitación.
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San Agustín |
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Asunción |
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San Gregorio |
Pasando
al segundo cuerpo, en el centro se dispone un relieve de la Transfiguración del
Señor en el monte Tabor, el cual como sucedía en el cuerpo inferior se haya
flanqueado por los otros dos Padres de la Iglesia San Ambrosio y San Jerónimo;
finalmente en los extremos figuran las otras dos pinturas: los Desposorios y la Huida a Egipto.
Estos dos cuerpos se hayan animados por dos pulseras con decoraciones
renacentistas en los laterales.
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San Ambrosio |
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La Transfiguración |
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San Jerónimo |
Ya
en el ático centra la composición un Calvario, que
tiene a sus lados dos hornacinas con las imágenes en escultura de San Sebastián y
un Santo Obispo (¿San
Blas?), concebidas en una escala inferior al resto. Justo encima del
Calvario, en el tímpano, se halla un busto del Padre Eterno
bendiciendo; mientras que a los lados tenemos dos clípeos en los que figuran
bustos femeninos. Todo el ático se halla animado con niños recostados que
juguetean con guirnaldas de frutas.
La
parte escultórica posee en su mayor parte bastante calidad, aunque se observan
distintos estilos. Como señala Parrado: los relieves y esculturas del banco son
de gran calidad. Se trata de esculturas de canon alargado, con mucho
movimiento. Los tipos y la tensión existente en esta obra proceden del estilo
de Alonso Berruguete: los cabellos echados hacia atrás y pegados del estilo de
Cobos de Flandes, las barbas alargadas. Sin embargo, los plegados son pesados,
dispuestos de manera elegante, enrollados al cuerpo, en lo que se advierte la
influencia de Manuel Álvarez. Se relacionan con estos relieves del banco, la
Asunción, elegante figura femenina y el relieve de la Transfiguración, en donde
algunos tipos recuerdan los de algunas figuras del retablo de Melgar de Yuso.
Por
su parte, las esculturas de los Padres de la Iglesia y en las del ático se
eliminan las influencias de Berruguete, y se destacan por una fuerte
monumentalidad y una fijación en los tipos avanzados de Álvarez, relacionados
con figuras del retablo de Tudela de Duero, aunque tienen menor fuerza que
aquéllas y el plegado es menos elegante. En cambio, el San Jerónimo presenta
una técnica de pliegues pesados, cayendo de forma desigual, muy similar al San
Sebastián del ático. Un estilo más vulgar, con menor gracia, se observa en las
esculturas de San Ambrosio y el Santo Obispo del ático.
Pasando
a la parte pictórica, las cuatro tablas que hoy se pueden ver, y que son las
originales del retablo, estuvieron ocultas hasta 1973 por cuatro lienzos de
idénticas medidas y temáticas realizados en el siglo XVIII. Desconocemos el
motivo para tapar las originales, y más si tenemos en cuenta de que estos
lienzos dieciochescos, que actualmente se encuentran colgados en las paredes de
la capilla mayor, son de una calidad pésima. Posiblemente la razón fuera de que
las tablas originales estuvieran bastante deterioradas y se quiso preservarlas
lo mejor posible.
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El retablo mayor cuando aún conservaba las pinturas del siglo XVIII tapando las originales. Fotografía propiedad del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid |
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La Anunciación del siglo XVIII que sirvió para tapar la homónima del siglo XVI |
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La Visitación del siglo XVIII que sirvió para tapar la homónima del siglo XVI |
Señala
Urrea que en un principio se consideró que las tablas podrían haber sido
pintadas por Luis Aguirre de Villoldo en 1598. Sin embargo, tras la consulta de
los libros de cuentas de la iglesia parece claro que este maestro se ocupó de
dorar el retablo. En una visita parroquial se alude a que “el retablo de esta
iglesia está dado a dorar a Luis Aguirre de Villoldo escultor vecino de
Valladolid”. El proceso de dorado del retablo y policromado del mismo y de
las esculturas se demoró entre 1598-1603, año este último en el que los
pintores Pedro Díaz Minaya y Gabriel Vázquez de Barreda dieron el visto bueno
al dorado y policromado efectuado por Aguirre de Villoldo, el cual no llegaría
a cobrar sus emolumentos.
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La Visitación |
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La Huida a Egipto |
Finalmente,
en cuanto a la calidad de las tablas, que es excelente, refiere Urrea que pueden
“relacionarse con la de una personalidad de formación muy italiana, tanto por
su elegancia y colorido como por su composición, conociéndose aún muy poco
sobre los pintores que trabajan en Valladolid durante el último tercio del
siglo XVI si se exceptúa la figura de Gregorio Martínez de cuya primera
creativa no se conocen obras documentadas. No obstante es muy probable que su
autor sea el segoviano Alonso de Herrera que por estas mismas fechas pintaba
las tablas del retablo de Santa María de Mojados”. Por mi parte, me gustaría
señalar que algunos tipos físicos y colores parecen recordar muy lejanamente al arte
de El Greco.
BIBLIOGRAFÍA
- PARRADO DEL OLMO, Jesús María: Los escultores
seguidores de Berruguete en Palencia, Universidad de Valladolid, Valladolid,
1981.
- URREA FERNÁNDEZ, Jesús (coord.): Retablos:
Patrimonio restaurado de la provincia de Valladolid. 1, Diputación de
Valladolid, Valladolid, 2008.