Hoy
vamos a dar otra propuesta para visitar en estos últimos días del mes de
agosto. Se trata de dos exposiciones de fotografía: “W. Eugene Smith. Capturar la
esencia” en la Sala de San Benito, y “Frida Kahlo. Fotografías de Leo Matiz en
la Casa Azul” en la Sala de las Francesas. Nunca tuve gran interés por la
fotografía hasta que se cruzó en mi camino la asignatura de Historia de la
Fotografía y un gran profesor, desde entonces acudo puntualmente a las
exposiciones que de este arte se celebran en la Sala de San Benito. La que
actualmente está “en cartelera”, la de W. Eugene Smith, es de las que más me
han gustado y sorprendido en estos últimos años. Pienso que este interés se ha visto
incrementado por el hecho de que W. Eugene Smith era para mí un completo
desconocido. Por su parte, la exposición fotográfica de Frida Kahlo me ha
dejado igual que estaba, ni frío ni calor, es una pintora que no me entusiasma
en absoluto. Creo que su popularidad es un tanto exagerada en relación a su
obra. Una coetánea española suya sí que me merece mayor interés a pesar de
no ser tan renombrada: Maruja Mallo. La exposición de Frida no consta
únicamente de fotografías, sino que también tienen cabida pequeñas
esculturas y dibujos de su amigo Germán Cueto; e, incluso, un pequeño video.
A
continuación, vamos a reseñar brevemente ambas exposiciones mediante los textos
que han redactado sus comisarios (Enrica Viganò – W. Eugene Smith; Angustias
Freijo y Mario Martín Pareja – Frida Kahlo ). Ambas muestras pueden visitarse
en sus respectivas salas hasta el domingo 28 de agosto.
EUGENE
SMITH. CAPTURAR LA ESENCIA
La
exposición “Capturar la esencia” quiere mostrar la obra de Eugene Smith, un
mito de la historia de la fotografía y del periodismo, y lo hace a través de
algunas de sus series fotográficas más conocidas: Segunda Guerra Mundial (1943-1945), Médico rural (1948), Vida sin
gérmenes (1949), Gales (1950), El pueblo español (1951), La comadrona (1951), El reino de la química (1953), Un hombre piadoso (1954), Pittsburgh (1955-1958), Minimata (1972-1975)
William Eugene Smith |
Un
hombre que vivía y sufría para sus pasiones, pero que sin duda ha dejado
huellas en todo momento y en todos los continentes, aunque enseñando sin velos
las aristas de su personalidad y las ansiedades de su mente, siempre amparado
por un ego convencido y convincente.
En
la muestra se pueden apreciar extractos de los reportajes más importantes. 60
fotografías juntas que constituyen un documento único, con copias originales de
Life, apuntes autógrafos del artista o lay-out de proyectos en
desarrollo. Todas las magníficas obras que forman parte de la exposición están
positivadas por Eugene Smith mismo. Es decir, elegidas, cortadas, manipuladas,
mejoradas en su resultado final, según su obsesión en crear imágenes
emblemáticas, que pudieran contar un hecho, pero tocando el alma.
¿Quién
fue W. Eugene Smith?
William
Eugene Smith fue un reportero fotográfico estadounidense nacido en 1918 en
Wichita (Kansas). Se graduó en la Alta Escuela del Norte de Wichita, en 1936.
Empezó su carrera realizando fotografías para dos periódicos locales, “The
Eagle” y “The Beacon”. Se mudó a New York y comenzó a trabajar para
el Newsweek y comenzó a ser conocido por su incesante perfeccionismo y
su personalidad. Eugene Smith salió de Newsweek por negarse a usar
cámaras de formado medio, uniéndose a la revista Life en 1939. Pronto
dimitió de su puesto en la revisita Life y fue herido en 1942 mientras
simulaba una pelea para la revista Parode.
Trabajó
como corresponsal para la publicación Ziff-Davis, y de nuevo para la
revista Life; Smith fotografió la Segunda Guerra Mundial desde las
fronteras de las islas estadounidenses, realizando las fotografías de la
ofensiva estadounidense contra Japón y tomando fotos de los marines
estadounidenses y de los prisioneros de guerra japoneses en Saipán, Guam, Iwo
Jima y Okinawa. En Okinawa, Smith fue herido por un mortero. Una vez
recuperado, y profundamente desilusionado de la fotografía de guerra Smith
continuó su labor en Life y perfeccionó el ensayo fotográfico, desde
1947 hasta 1954. En 1950 viaja hasta el Reino Unido para cubrir las elecciones
generales, en las cuales sale victorioso Clement Attlee, del Partido Laborista.
La editorial de la revista Life se mostraba en contra de un gobierno
laborista, pero los ensayos de Smith sobre Attlee eran muy positivos.
Finalmente, un número limitado de fotografías de Smith de la clase obrera
británica fue publicada en Life. En la década de los 50 se une a la
Agencia Magnum.
Smith
se volvió a separar de Life porque la revista había usado sus fotos sobre
Albert Schweitzer. Empezó un proyecto documental sobre Pittsburgh, donde
profundiza su metodología de trabajo de profunda implicación con el objeto de
su documentación. El proyecto sobre Pittsburgh, encargo recibido de la Agencia
Magnum, debía realizarse en 3 semanas y Smith lo extiende por un año, sin
quedar nunca conforme con los resultados y la selección que finalmente publica
Magnum. Son muy conocidas las disputas que Smith sostiene con los editores
fotográficos con los que tiene que trabajar, y es el primer fotógrafo que abre
la discusión sobre la importancia de la participación del autor de las
fotografías en la edición final, respecto de los procesos de selección de las
fotos que finalmente se publican, su orden y disposición en la página, así como
los texto y epígrafes que las acompañan. Publica además una serie de libros de
sus ensayos fotográficos, en los cuales Smith buscaba tener el auténtico
control sobre el proceso de edición de las fotografías del libro, llegando a
tener una gran fama de inconformista. Murió en 1978 en Tucson (Arizona).
Actualmente,
la fundación William Eugene Smith promueve la “fotografía humanista”, que desde
1980 premia a los fotógrafos comprometidos en este campo.
Frases
célebres de William Eugene Smith
“Nunca he tomado ninguna imagen, buena o
mala, sin pagar por ellas un precio emocional”.
“Yo no escribí las reglas. ¿Por qué entonces
debería seguirla?”.
“Para que sirve tener una gran profundidad de
campo, si no hay una adecuada profundidad de sentimiento”.
“La pasión se encuentra en todas las grandes
búsquedas y es necesaria en todos los esfuerzos creativos”.
“Mis fotografías, cuando me salen bien, son
una pequeña contribución, pero a través de ellas procuro seguir, criticar e
iluminar y así tratar de ofrecer un entendimiento compasivo”.
FRIDA
KAHLO. FOTOGRAFÍAS DE LEO MATIZ EN LA CASA AZUL
Frida
Kahlo. Fotografías de Leo Matiz en La Casa Azul” es una exposición que recoge
las míticas fotografías que el fotógrafo colombiano Leo Matiz realizó a
Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón, popularmente conocida como Frida Kahlo
(Coyoacán, 6 de julio de 1907 – Coyoacán, 13 de julio de 1954), y casada en
1929 con Diego Rivera.
Cuando
André Bretón conoció la obra de Frida Kahlo afirmó que era una surrealista
espontánea y la invitó a exponer en Nueva York y París, ciudad esta última en
la que no tuvo gran acogida. Frida nunca se sintió cerca del Surrealismo, y al
final de sus días rechazó abiertamente que su creación artística fuera
encuadrada en esa tendencia: “Se me tomaba por una surrealista. Eso no es
correcto. Yo nunca he pintado sueños, lo que yo representaba era mi realidad”.
Kahlo
fue retratada tanto o más que cualquier estrella de cine en México y sus fotos
alimentaron su protagonismo en su entorno. Durante su primer viaje a Estados
Unidos fue fotografiada por Lucienne Bloch, Imogene Cunningham, Peter Juley,
Martin Munkacsi, Nickolas Muray, Carl van Vechten y Edward Weston. Y la lista
siguió creciendo. En México posó para Tina Modotti, Lola Álvarez Bravo, Miguel
Ángel Bravo, Miguel Covarrubias, Giselle Freund, Héctor García…, entre otros.
También
por André Breton y Dora Maar. Lola Álvarez Bravo afirmó que Kahlo era buscada
por los fotógrafos debido a su atractivo estético. Estos famosos fotógrafos y,
quizás, muchos más, realizaron series muy conocidas, como la que acoge esta
exposición de FRIDA por Leo Matiz.
Desde
muy joven, sin duda, junto a su padre, el fotógrafo Guillermo Kahlo, Frida
aprendió a posar. Complacida, permitía que otros le retrataran. Ella dominaba
por completo el instante fotogénico; una modelo que se dirigía a sí misma y que
imponía la manera en que debía ser retratada. Modelo intransigente que
manipulaba el sentido final de la placa. De los testimonios fotográficos que
quedan de esa época, que son numerosísimos, quizás el más interesante es el que
se conserva en el acervo del fotógrafo colombiano LEO MATIZ.
Leo
Matiz se sumergió con su cámara Rolleiflex en el ambiente intelectual y
artístico de la época y logro registrar en sus retratos la intensidad creativa
y personal de los hombres y mujeres que protagonizaron un papel decisivo en la
historia cultural de México en los años cuarenta. Leo Matiz fue, al ser uno de
los más allegados a la pareja Kahlo Rivera, uno de los que captaron a Frida en
la intimidad de su hogar, siendo estos los retratos más originales,
precisamente, por su sencillez.
La
Exposición
La
exposición, comisariada por Angustias Freijo y Mario Martín Pareja, muestra a
la enigmática artista Frida Kahlo en medio centenar de imágenes realizadas por
Leo Matiz, y que provienen de los fondos de la Fundación Leo Matiz, así como
publicaciones de las vanguardias de la época, algunas obras de autores que se
interrelacionan y aportan claves de la escena mexicana de la época. Concebida
como una gran instalación, la exposición se completa con obras de otros autores
de la época (German Cueto, Mathías Goeritz…), publicaciones estridentistas,
documentos, bibliografía, proyecciones y textos. Las fotografías son también un
acercamiento a uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX, el cual
expuso en el MoMA en 1949.
Esta
exposición examina, asimismo, la utilización vicaria del medio fotográfico por
parte de Kahlo, el papel de esas imágenes en su trabajo creativo y, de manera medular,
como Frida desafía tres principios básicos de la disciplina fotográfica de sus
retratos: la noción de autoría fotográfica en su trabajo, el uso que hace la
artista de la capacidad narrativa del medio y, por último, la relación de estas
fotografías con ciertas prácticas autobiográficas (“Soy el motivo que mejor
conozco”, afirmaría). O, en palabras de Margaret Hooks: “En algunas de
las fotografías de esa época, su desbordante personalidad está escondida bajo
una ajustada máscara, para sus ojos buscan al espectador con una mirada que no
ha perdido ni un ápice de su orgullo desafiante ni de su atractivo”.
También
se incluyen en “Frida Kahlo. Fotografías de Leo Matiz en La Casa Azul” las
sentimentales fotografías que Leo Matiz realizara a su regreso a México en
1997, después de 50 años de ausencia, de algunos de los rincones de esa “Casa
Azul” convertida en museo. Matiz recuerda a aquella mujer controvertida que un
día fue su amiga y que le ofreció las miradas más especiales. Él, las
inmortalizó. Y soñando y recordando su pasado y el de ella, fotografió algunos
de los objetos que la acompañaron a lo largo de su vida, como queriendo
encontrar dentro de ellos algo de Frida, algo de aquella mujer que sufrió y amó
sin tibiezas.