Miguel Jadraque es un artista que
siempre ha gozado de cierta fama entre los numerosos pintores que cultivaron el
género histórico en la segunda mitad del siglo XIX, no sólo por su dedicación a
ese oficialista género de la pintura de historia, sino porque algunos de sus
cuadros de historia obtuvieron cierto éxito en las Exposiciones Nacionales de
Bellas Artes, como la tercera medalla en la de 1871 con Presentación de Cisneros a Isabel la Católica, o la segunda medalla
en la de 1878 con Carlos V en Yuste
que constituyó el mayor éxito en su carrera artística. A pesar de todo esto,
como ocurre con otros pintores de la segunda mitad del siglo XIX, esta cierta
fama o mediana vigencia historiográfica que conservan, no ha servido para
animar a alguien a abordar su estudio monográfico, con la suficiente
profundidad como para no tener que repetir siempre los mismos tópicos cada vez
que necesitamos referirnos tanto al artista como a su obra.
Miguel Jadraque fue junto con Montero
Calvo el más dotado de los pintores de historia vallisoletanos, y el que gozó
de mayor prestigio en el panorama artístico de la época, obteniendo el mayor
número de medallas en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. Dibujante
minucioso y hábil, reproduce en sus cuadros todos los pormenores de la
indumentaria y ambientación de sus escenas históricas. Su estilo pulcro y
detallista, que nos evoca la pintura “pompier” de la época, su gusto por lo
anecdótico y literario, así como la fidelidad con que estudia las vestimentas y
escenarios de sus cuadros, le convierten en uno de los pintores de historia más
característicos y representativos de la pintura decimonónica española.
Aunque es más conocido por sus obras de
tema histórico a las que, además de las citadas, se pueden añadir la Visita del Cardenal Tavera a Berruguete.
Cultivo, sin embargo, todos los géneros pictóricos con gran profusión: las
obras de “casaca” como El brindis, Una lección de violín (0,46 x 0,58 m.
Colección particular. Madrid), Curioso
diálogo y Un pintor del siglo XVII;
los interiores de iglesia, con Sillería
de San Benito (dos versiones), Un
monaguillo, etc. Entre los temas orientas es notable
una Cabeza de árabe (0,27 x 0,21 m.
Colección particular. Valladolid), obra de pequeño formato realizada sobre una
paleta de pintor. También cultivó el
retrato destacando el del Conde de
Puñonrostro.
Cabeza de árabe |
Conde de Puñonrostro |
Los cuadros de historia de Miguel
Jadraque suelen tener como asuntos escenas de la época de los Reyes Católicos y
Carlos V, perfectamente ambientadas en todos sus detalles. Pero no suele
tratarse de temas referentes a grandes hechos históricos, ya sean de tipo
militar o político, sino que el artista gusta más de representar escenas
alusivas a anécdotas intrascendentes de estas etapas históricas, lo que sin
duda representa otro apoyo más a la calificación, por parte de Brasas, al
carácter de Jadraque como pintor “pompier”- Y precisamente dos de sus cuadros
más conocidos representan escenas anécdotas de dicha etapa histórica; cuadros
que, asimismo, guardan una gran semejanza compositiva entre sí. Se trata de los
titulados Carlos V en Yuste y Visita del cardenal Tavera al célebre Alonso
Berruguete.
Una lección de violín |
Miguel
de los Santos Jadraque y Sánchez de Ocaña nace en Valladolid el 5 de julio de
1840, siendo bautizado por sus padres, Lorenzo Jadraque e Ildefonsa Sánchez de Ocaña,
el día 10 de ese mismo mes en la parroquia de la Santa Iglesia Catedral, es
decir, en la de San Juan Evangelista. Miguel Jadraque y Sánchez de Ocaña nace
en Valladolid el 5 de julio de 1840.
Aficionado
desde pequeño al mundo de la pintura, asistirá siendo muy joven a las clases de
la Escuela de Bellas Artes vallisoletana, en donde recibe las enseñanzas del
pintor Agapito López San Román, completando más tarde su formación en la Real Academia
de San Fernando de Madrid, al lado de Joaquín Espalter, en donde –a decir de
Ossorio y Bernard – “mereció por su
aplicación diferentes premios”.
El Sagrado Corazón de Jesús |
El Sagrado Corazón de María |
Asiduo de las Exposiciones Nacionales de
Bellas Artes en 1862 concurre por primera vez a ellas, no obteniendo premio
alguno por su obra La muerte de Aarón.
Dos años después, en 1864, el joven pintor se da a conocer en el ambiente
pictórico de su ciudad natal, presentando al Concurso de la Academia de Bellas
Artes de Valladolid un Episodio de la
vida del Conde Ansúrez. El tema obligado del cuadro era una escena de la vida
del fundador de la ciudad, descrita de este modo en las bases de dicho
concurso: “Habiendo fallecido la Reina
Doña Costanza, mujer de Alfonso VI de Castilla y León, éste envió a su hija
Doña Urraca, que se hallaba entonces en la menor edad, a la lealtad y cuidado
de su favorito D. Pedro Ansúrez, señor de Valladolid, para que en unión de su
virtuosa esposa Doña Eylo, se encargasen de darla la educación más prudente a
su elevado nacimiento. A este fin D. Pedro se la entrega a su esposa en su
morada de Valladolid, hoy Hospital de Esgueva…”. El cuadro, conservado en
la Diputación vallisoletana, aunque muy convencional y pobre de recursos, sobre
todo por lo que respecta a la rigidez y estatismo de las figuras, muestra ya
las buenas cualidades de Jadraque como pintor de historia, utilizando en él por
primera vez un esquema compositivo que volverá a repetir en obras posteriores.
Con este cuadro ganará el primero premio del concurso convocado ese mismo año
por la Diputación vallisoletana, que consistía en una beca para perfeccionar
estudios en Roma. Allí concurre a la famosa Academia Chigi y conoce a Rosales y
Fortuny, cuyos influjos se dejarán sentir, a partir de esos momentos, en su
obra.
Episodio de la vida del Conde Ansúrez |
En 1871 se presenta de nuevo a la
Exposición Nacional de Bellas Artes con uno de sus cuadros de historia más
característicos y elogiados, la Presentación de Cisneros a Isabel la Católica,
que remitió desde Roma y que merecería tercera medalla. El asunto del cuadro se
describía así en el Catálogo del certamen: “Elevado
Tavera a la silla metropolitana de Granada, quedó vacante el puesto de confesor
de la reina católica, consultó la reina con el Cardenal Mendoza acerca de la
elección de sucesor y fue recomendado Jiménez de Cisneros, a quien el Cardenal
Mendoza había conocido en Sigüenza. Llamóle el cardenal, y sin acuerdo alguno
anterior, como por acaso, le llevó a la cámara de la reina, y al encontrarse
tan de improviso en la presencia real, lejos de manifestar timidez y el
embarazo que debían esperarse, Cisneros se presentó con dignidad y respondió
muy discretamente a varias preguntas que le dirigió la señora...”. Dos años
después, el cuadro figuró junto a otras obras de pintores españoles, en la
exposición Universal de Bellas Artes celebrada en Viena, siendo muy elogiado
por la crítica alemana. Para Tubino, el joven artista revelaba ya con esta obra
“Preciosas aptitudes; conoce los secretos del colorido y revela gusto en la
composición pero… es un ensayo, no puede calificarse de otro modo…”.
Presentación de Cisneros a Isabel la Católica |
En la Exposición Nacional de 1876
presentó la obra titulada Una lectura interesante, con la que obtuvo otra
medalla de tercera clase. El propio pintor describía así el tema de su cuadro
en el Catálogo de la Exposición: “Después de una suculenta comida, un cardenal,
que aparece sentado en ancho sillón de vaqueta, duérmese profundamente al
arrullo monótono de la cascada voz de un fraile franciscano que leía una hoja
impresa con las noticias de la semana, y el lector, al ver a Su Eminencia
sumido en profundo sueño, deja caer los brazos y se queda también dormido. La
lectura podría ser interesante, pero más interesante, por lo visto, para los
dos reverendos padres es la práctica de aquel antiguo refrán monacal que dice
Post praxum, parum dormiré”.
Una lectura interesante |
En 1878 obtuvo el mayor éxito de su
carrera artística al conseguir la segunda medalla en la Nacional de Bellas
Artes con el cuadro titulado Carlos V en
Yuste (Museo Nacional del Prado, depositado en Salamanca, Cámara de
Comercio), que figuró también en la Universal de París de ese mismo año. El
curioso asunto de esta obra lo tomaría el pintor de la Historia de Carlos V, de
Robertson, siguiendo puntualmente el siguiente párrafo: “Había invitado a Turriano, uno de los más ingeniosos mecánicos de su
siglo, a acompañarle en su soledad; trabajaba con él en construir modelos de
máquinas… componía figuras que imitaban los movimientos humanos, con gran
admiración de los monjes, que, viendo efectos superiores a su comprensión, a
veces sospechaban a Carlos y a Turriano de tener comercio con potestades
invisibles”. La composición del cuadro está inspirada en un cuadro del
pintor italiano del siglo XIX Pietro Biasutti, titulado Miguel Ángel presentando una estatua a un patrono –óleo sobre
lienzo de 1,365 x 1,80 m., firmado y fechado “P. Biasutti, 1866, Venezia”–.
Seguramente Jadraque conociera el cuadro durante su estancia, como pensionado,
en Roma. El pintor vivió allí entre 1864-1866, y el cuadro de Biasutti data de
ese mismo año de 1866, por lo que Jadraque regresó a España teniendo muy
reciente la visión del cuadro.
Carlos V en Yuste |
Al término de la Exposición Nacional de
1878, el cuadro fue adquirido por el Estado, pasando al Senado, donde aún
constaba en 1903, según el catálogo de las obras de arte que guardaba dicha
institución que se editó en ese año. Sin embargo, en 1907, la Comisión de
Gobierno Interior del Senado accedió a una petición de canje de este cuadro por
otro del mismo Jadraque que representa la Visita
del cardenal Tavera al célebre Alonso Berruguete. El cuadro sería
unánimemente considerado como una de las mejores obras de la Exposición,
ponderándose su esmerada ejecución que le lleva a reproducir los más nimios
detalles. En él, Jadraque hacía gala de una extraordinaria laboriosidad y de un
dibujo obsesivamente correcto. Sobre este cuadro escribía en El Imparcial
Jacinto Octavio Picón: “el lienzo del
señor Jadraque, Carlos V en Yuste, representa en su autor un progreso
definitivo. La agrupación de las figuras, dibujadas con corrección y esmero,
produce un bellísimo resultado. Como factura, excede con mucho a cuanto dicho
artista ha pintado hasta ahora. Detenida prolija si se quiere, tiene trozos sin
embargo de verdadero mérito”.
Visita del Cardenal Tavera al célebre Alonso Berruguete |
Detalle de Alonso Berruguete y su escultura "San Sebastián" |
Instalado el pintor en Madrid, crece su
prestigio, siéndole otorgado en 1879, a propuesta del Ministerio de Fomento, la
encomienda de Isabel la Católica. A partir de ahora, concurre casi todos los
años a la Exposiciones Nacionales. En la de 1881 presentó dos Estudios del natural, y en la de 1884 un
cuadro de género titulado Pensando asunto
que en 1909 se remitió a la Academia de Bellas Artes de Oviedo. A la de 1892
concurrió con dos cuadros: un Retrato
y Busto de aldeana, D. Quijote antes de su primera salida,
pequeño lienzo tratado como una joya, en el que el pintor describía
primorosamente la indumentaria y el mobiliario de la época.
Escena del Quijote |
Su vinculación a Valladolid le motiva a
presentarse a los escasos Certámenes que se celebraron en esa ciudad por
aquellos años. Así en 1890 presentó dos obras a la exposición de Bellas Artes
del Círculo de Calderón, tituladas Recuerdos
del mundo y A la prueba del reclamo.
Ambas se distinguían fundamentalmente “por
la laboriosidad que acusan, pues no perdonan detalle por insignificante que
sea, que no lo represente en sus jutas proporciones y en su verdadero tono de
luz y color”.
En la exposición artístico-literaria de
Madrid de 1885 presentó dos obras: Momentos
de inspiración y un Fraile en oración.
Este último es una pequeña tabla al óleo en la que se representa con
extraordinaria minuciosidad a un dominico arrodillado, teniendo como fondo la
sillería gótica del Monasterio de Santo Tomás de Ávila. Acudió asimismo con
frecuencia a las exposiciones celebradas por la Sociedad de acuarelistas y el
Círculo de Bellas Artes de Madrid. Cuatro obras suyas figuraron en la muestra
que organizó el Círculo en 1894: Guadajeq-el-Rumí,
Amapola, La hija del tío Usía, y Consuelito.
Fraile en oración |
Frailes ensayando |
A la caza mayor... y menor |
La muerte de Aarón |
En 1895 es designado miembro del
Tribunal calificador de los exámenes para la Academia Española en Roma, en
representación de la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado.
Finalmente, Miguel Jadraque muere en Madrid el 10 de enero de 1919.
Entre otras obras suyas dignas de
mención, han de recordarse: el expresivo retrato
de D. José García Barbón, así como un
delicioso cuadrito de Don Quijote enfermo,
conservado en la Casa de Zorrilla de Valladolid. También se tiene noticias de
otros cuadros: Una cabeza, A la caza mayor… y menor, El estudio de un pintor, dos versiones
de la Sillería de San Benito
conservadas en el Misterio de Educación, Santa
Teresa.
Don Quijote enfermo. Versión 1 |
Don Quijote enfermo. Versión2 |
Monjes |
Sillería del coro del Monasterio de San Benito de Valladolid |
Don José García Barbón |
BIBLIOGRAFÍA
- ARIAS ANGLÉS, Enrique: “Miguel Jadraque y Pietro Biassuti” en In sapientia libertas: escritos en homenaje al profesor Alfonso E. Pérez Sánchez, Museo Nacional del Prado, Madrid, pp. 704-709.
- BRASAS EGIDO, José Carlos: La pintura del siglo XIX en Valladolid, Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 1982.
- BRASAS EGIDO, José Caros: “Dibujos de Miguel Jadraque y Aurelio Arteta en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Valladolid”, B.S.A.A., tomo LII, 1986, pp. 493-501.
- BRASAS EGIDO, José Carlos: Pintores castellanos y leoneses del siglo XIX, Junta de Castilla y León, Valladolid, 1989.
- GONZÁLEZ GARCÍA, Miguel Ángel: “Un retrato del pintor Jadraque en la parroquial de Verín”, Porta da aira: revista de historia del arte orensano, nº 4, 1991, PP. 321-323.
- VV.AA.: Fondos artísticos de la Diputación de Valladolid: siglos XIX-XX: pintura y escultura, Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 1996.