María de Magdala, la Magdalenense,
la Magdalena. Tomás de Aquino le otorgó el título de “apostolorum apostola”, es
decir, "apóstola de los apóstoles" (lectura super Ioannem).
ANGELICA KAUFFMANN. Magdalena |
Cuando estamos ante una obra que
representa a María Magdalena o en la que ella aparece, pensamos automáticamente
en la imagen que hemos creado de ella que, normalmente, es la de una prostituta
arrepentida a la que Jesús ayudó y perdonó y ella siguió hasta la crucifixión.
El problema es que en el Nuevo Testamento aparecen varias mujeres, algunas,
anónimas, que no siempre coinciden en los diferentes evangelios y que crean
confusión a la hora de identificarla. ¿Quién es María Magdalena? Veamos qué nos
dicen tanto las fuentes como la Iglesia católica y cómo ha sido representada en
el arte.
El problema de las tres Marías y
los errores sobre su identidad.
Santa María Magdalena es una fusión
de tres mujeres distintas que seguían a Jesús en los Evangelios. Éstas son:
María de Magdala, la Magdalena. Esta mujer de Magdala, un pueblo
de pescadores situado en la orilla occidental del lago Tiberiades, había sido
curada por Jesús.
«Le acompañaban los doce y algunas
mujeres que habían sido curadas de enfermedades y espíritus malignos: María,
llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios" (Lucas,
8:1-2).
PAOLO VERONESE. Conversión de María Magdalena (Santificación de Magdalena) (1548). National Gallery, Londres |
Magdalena alojó a Jesús y sus
discípulos mientras predicaba en Galilea y le acompañó antes, durante y después
de la crucifixión. En los Evangelios aparece en el Calvario (Marcos 15:40) y
junto a la cruz (Juan 19:25).
También estuvo presente cuando José
de Arimatea depositó el cuerpo de Jesús en el sepulcro y lo cerró (Marcos
15:47).
Fue al sepulcro a acompañar el
cuerpo y a ungirle con especias aromáticas (Marcos 16:1).
Como vemos, Magdalena está presente
en los momentos más importantes de la Pasión de Cristo, siendo incluso la
primera persona a la que se le apareció resucitado. Después del sábado, siendo
aún muy temprano, Magdalena regresó al sepulcro y descubrió que el cuerpo no
estaba, por lo que corrió a avisar a los discípulos. Cuando éstos se volvieron
a casa, Magdalena se quedó sola llorando junto al sepulcro.
11 Pero María estaba fuera llorando
junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del
sepulcro;
12 y vio a dos ángeles con
vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los
pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué
lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han
puesto.
14 Cuando había dicho esto, se
volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.
15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué
lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor,
si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
16 Jesús le dijo: ¡María!
Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).
17 Jesús le dijo: No me toques, porque
aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y
a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
18 Fue entonces María Magdalena
para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le
había dicho estas cosas.
(Marcos 16:11-18)
LAVINIA FONTANA. Noli me tangere (1581). Galleria degli Uffizi, Florencia |
FEDE GALIZIA. Noli me tangere (1616). Chiesa di Santo Stefano, Milán |
Según el Evangelio de María
Magdalena, tres apóstoles discutieron acerca de su testimonio sobre Jesús:
Andrés y Pedro desconfiaban de su testimonio mientras Leví (el apóstol Mateo)
la defendía.
La pecadora. Una mujer conocida por todos como
pecadora o mujer pública, oyó hablar de Jesús y sabiendo que se encontraba en
en Galilea, predicando y comiendo en la casa de un fariseo, se presentó allí
ante él.
37 Entonces una mujer de la ciudad,
que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo,
trajo un frasco de alabastro con perfume;
38 y estando detrás de él a sus pies,
llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus
cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.
39 Cuando vio esto el fariseo que le
había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué
clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.
44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón:
¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta
ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.
47 Por lo cual te digo que sus muchos
pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona
poco, poco ama.
49 Y los que estaban juntamente
sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también
perdona pecados?
(Lucas 7:37-50)
María de Betania. María de Betania, Marta y Lázaro
eran tres hermanos, amigos de Jesús. María aparece en tres episodios de la
Biblia:
•
Jesús
en casa de Marta y María.
"Cuando Jesús y sus discípulos
iban de camino, llegaron a un pueblo donde una mujer llamada Marta le abrió su
casa. Sus hermanos son Lázaro y María; ésta se sentó a los pies de Jesús para
escucharle." (Lucas 10:38-42)
TINTORETTO. Jesús en casa de Marta y María (ca. 1580). Alte Pinakothek, Múnich |
•
La
resurrección de Lázaro.
Al morir Lázaro, su hermana María se tiró a los pies de Jesús diciéndole:
"Señor, si hubieras estado
aquí, mi hermano no habría muerto" (Juan 11:32).
•
La
cena de Betania.
Tras haber resucitado a Lázaro, Jesús fue invitado a una cena donde:
"María, pues, tomó una libra
de perfume muy caro, hecho de nardo puro, le ungió los pies y se los secó con
sus cabellos, mientras la casa se llenaba del olor del perfume." (Juan
12:3).
Este episodio es semejante al de la
pecadora anónima que lava los pies a Jesús, por lo que muchos identificaron a
aquella pecadora con María de Betania.
Marta y María de Betania vivían en
Galilea, posiblemente en la aldea de Magdala, por lo que María de Betania y
María Magdalena podrían tratarse del mismo personaje. No se sabe si la pecadora
anónima del Evangelio de san Lucas es Magdalena o María de Betania, o ninguna
de ellas. Tras numerosas disertaciones acerca de este tema, los teólogos no
conseguían ponerse de acuerdo. Hasta que en el año 591, en la homilía 33, el
Papa Gregorio I -el Magno- identificó a María de Betania, María Magdalena y
la pecadora como una sola persona:
«Ella, la cual Lucas llama la mujer
pecadora, la cual Juan llama María [de Betania], nosotros creemos que es María,
de quien siete demonios fueron expulsados, según Marcos».
Esta fue la teoría difundida por
los teólogos, cuya popularidad hizo que pasase a la iconografía cristiana
occidental. Por esta razón, en el arte se ha representado a María Magdalena con
ricas vestiduras, largos cabellos rubios y el vaso de perfume de la unción a
Cristo, como atributos principales.
ARTEMISIA GENTILESCHI. Magdalena como la Melancolía (ca. 1622). Catedral, Sevilla |
MARY BEALE. Magdalena penitente (1672) |
La adúltera. Para añadir más complejidad al
asunto, tradicionalmente también se ha identificado a Magdalena con aquella
mujer acusada de adulterio a la que Jesús salvó de la lapidación.
8:2 Y por la mañana volvió al
templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.
8:3 Entonces los escribas y los
fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,
8:4 le dijeron: maestro, esta mujer
ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.
8:5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear
a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
8:6 Mas esto decían tentándole,
para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra
con el dedo.
8:7 Y como insistieran en
preguntarle, se enderezó y les dijo: el que de ustedes esté sin pecado sea el
primero en arrojar la piedra contra ella.
8:8 E inclinándose de nuevo hacia
el suelo, siguió escribiendo en tierra.
8:9 Pero ellos, al oír esto, acusados
por su conciencia, salían uno a uno, comenzando por ancianos; y quedó solo
Jesús, y la mujer que estaba en medio.
8:10 Enderezándose Jesús, y no
viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: mujer, ¿dónde están los que te
acusaban? ¿Ninguno te condenó?
8:11 Ella dijo: ninguno, Señor.
Entonces Jesús le dijo: ni yo te condeno; vete, y no peques más.
(Juan 8:2-11)
Antes de su conversión.
Sobre la vida de María Magdalena
antes de su conversión no aparece nada en los evangelios. En este caso, la
fuente es El Misterio de la Pasión, de Jean Miguel, que narra
algunos momentos de la vida de la santa antes de conocer a Jesús, donde se
entregaba a los placeres mundanos, salía de cacería con un halcón sobre el puño
y bailaba.
MAESTRO DE LA LEYENDA DE MARÍA MAGDALENA. Magdalena antes de su conversión (ca. 1500-1524). Bode Museum, Berlín |
Y, ¿después de la Ascensión de
Jesucristo?
Según Los hechos de los
Apóstoles, tras la Ascención de Jesucristo, todos ellos se reunieron
para evangelizar por el mundo.
Después de los evangelios, la
historia de María Magdalena cuenta con varias versiones, según el interés de
justificar la presencia de sus reliquias en uno u otro lugar. Las fuentes
principales en las que ha quedado recogida su hagiografía son el Manuscrito
escurialense h-I-13 y La leyenda dorada de Santiago de la
Vorágine.
Versión greco-oriental: Según esta versión, Magdalena se
retiró a Éfeso con la Virgen María y el Apóstol Juan, donde murió.
Versión borgoñona: Esta es la versión que cuenta con
más detalles y la más representada en el arte. La Leyenda Dorada:
Al producirse la dispersión con vistas
a la evangelización del mundo pagano, San Maximino, acompañado de otros muchos
creyentes, abandonó la tierra de Judea y se dirigió a otra región, de donde a
poco de llegar fueron expulsados por los infieles que allí vivían. Estos
obligaron a subir a una barca a San Maximino, a María Magdalena, a Lázaro, a
Marta, a su criada Martila, a san Cedonio el ciego de nacimiento curado de su
ceguera por Cristo y a otros muchos cristianos, […] la maltrecha embarcación
arribara a las costas de Marsella, en cuyo puerto desembarcaron sus pasajeros.
JEAN BÉGUIN. La Magdalena y sus hermanos son obligados a subir a la barca (1536). Retablo del Rosario de la Basílica de San Maximino en Var, Francia |
[…] Viendo santa María Madalena que
los marselleses acudían continuamente a dicho templo a ofrecer sacrificios a
los ídolos, comenzó a predicar a aquellas gentes la doctrina de Cristo con
amabilidad, con sencillez, con palabras dulces y adecuadas, con la idea de
apartarlas de la idolatría y de conducirlas a la fe en el Señor.
El gobernador de Marsella lugar fue
a entregar una ofrenda a la deidad pagana del templo donde estaban instalados
los cristianos y Magdalena le habló de la doctrina que predicaba, haciendo que
el gobernador no realizase la ofrenda. Durante varias noches, aquel gobernador
y su esposa soñaban con Magdalena, quien en sueños les pedía ayuda, ropa y
cobijo a los cristianos, que morían de frío. Tras cumplir con las peticiones de
Magdalena, el gobernador le dijo que si su Dios concedía un hijo a él y a su
esposa, sucumbirían a los preceptos de su fe.
La mujer quedó embarazada y,
estando encinta, la pareja viajó a Roma para constatar las maravillas que les
había contado la santa, conocer a san Pedro y convertirse al cristianismo.
Durante el viaje sobrevino una tormenta en el mar, el parto se adelantó y la
mujer murió, siendo su cuerpo y el de la criatura abandonados en una isla.
Cuando el marido llegó a Roma, conoció a san Pedro y emprendió su peregrinaje.
Dos años después, de regreso a Marsella para predicar allí el Evangelio, se
detuvo en la isla donde había tenido que dejar el cuerpo de su mujer con su
hijo recién nacido. Milagrosamente, el niño seguía vivo y Magdalena consiguió
resucitar a la esposa.
[…] Por este mismo tiempo santa
María Magdalena, deseosa de entregarse plenamente a la contemplación de las
cosas divinas, se retiró a un desierto austerísimo, se alojó en una celda
previamente preparada para ella por los ángeles y en dicha celda vivió durante
treinta años totalmente apartada del mundo y aislada del resto de la gente.
Durante su penitencia en la Sainte
Baume (la santa gruta), los ángeles la arrebataban de la tierra siete veces
al día al Paraíso donde oía los coros celestiales y después la traían de vuelta.
No necesitaba comer ni beber, puesto que se alimentaba espiritualmente.
Siendo Domingo de Resurrección, los
ángeles transportaron a Magdalena ante san Maximino en su oratorio privado, en
Aix-en-Provence. La santa, arrodillada ante el obispo, cuyo cuerpo sujetaban
los ángeles, recibió la última comunión, su cuerpo se derrumbó ante el altar y
su alma ascendió a los cielos, dejando la habitación impregnada de un delicioso
perfume. San Maximino sepultó su cuerpo en un oratorio que construyó para ella,
llamado Saint Maximin.
LUCAS MOSER. Retablo de la Magdalena (1432). Iglesia de Santa María Magdalena, Tiefenbronn |
JOSÉ DE RIBERA. Asunción de la Magdalena (1636). Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid |
Esta leyenda de Sainte Baume,
al estar copiada de la leyenda de santa María Egipcíaca, hizo que se
fusionasen, representándose ambos personajes en el arte como una mujer desnuda
de largos cabellos dorados. A veces aparecen formando pareja.
QUENTIN MASSYS. Santa María Magdalena (ca. 1520-1530). Philadelphia Museum of Art |
QUENTIN MASSYS. Santa María Egipciaca (ca. 1520-1530). Philadelphia Museum of Art |
Magdalena en el arte español tras
el Concilio de Trento.
A finales de la Edad Media y
durante el Renacimiento, las representaciones artísticas de Magdalena como
pecadora arrepentida y como mirrófora (la que lleva el vaso) ricamente vestida
y enjoyada.
Tras el Concilio de Trento, se
publicó en 1570 el Tratado de santas imágenes, en el que se
establecieron consignas para la representación correcta de los santos. Sobre
Magdalena, la principal preocupación fue su aspecto:
«Yo obtuve sin esfuerzo la realeza
de este mundo y todo el adorno del siglo a causa de mi Señor el Cristo Jesús
[octavo responsorio]». «Tampoco tiene que ser representada indecentemente como
una pecadora, sino guardando la decencia. Esta condición fue repetida varias
veces en contra de los excesos de los pintores [...]». «No se le escapará a
nadie que un cuadro que nos enseña a María-Magdalena derramando sus lágrimas a
los pies del Señor Jesús será más útil que un cuadro exhibiéndola cuando era
esclava entregada de los siete demonios»
Siete episodios de la vida de
Magdalena, procedentes de fuentes literarias poco fiables, no se representarían
más. Mientras que veintisiete escenas se mantuvieron y aparecieron veintidós
nuevas.
La primera enseñanza sacada de la
vida de Magdalena fue el ejemplo de penitencia, Speculim poenitentiae.
Cuando se retira al desierto de la Sainte Baume, Magdalena ejemplifica el
modelo de penitencia y arrepentimiento, así como de amor y devoción hacia
Jesucristo.
Uno de los mejores ejemplos en el
arte de la expresión de esa pasión, es la Magdalena de Pedro de Mena, con su
delgadez, su mirada triste y concentrada en la cruz, con los cabellos sueltos y
ondulados, caminando descalza y vestida con un hábito de palma, rígido y
áspero. No hay nada más a su alrededor, como no hubo nada que la distrajese de
su contemplación. Una única pieza, tan potente, que no necesita de más atrezzo
para reflejar, simplemente a través de su anatomía, sus gestos y su vestimenta,
la tristeza, la contemplación, la devoción y la rigidez de su penitencia.
La Iglesia católica ya reconoció
oficialmente los errores sobre su identidad, por lo tanto ya no se admite la
interpretación de Magdalena como la prostituta arrepentida.
En su carta apostólica Mulieris
Dignitatem ("Sobre la dignidad y la vocación de las mujeres")
el Papa Juan Pablo II recordó que Magdalena fue el primer testigo de la
resurrección de Cristo y la primera en ser llamada a anunciar esta verdad.
Para subrayar la relevancia de la
santa, el Papa Francisco elevó su memoria litúrgica del 22 de julio al grado de
fiesta.