El retablo de la Epifanía es la segunda gran
obra de la iglesia de Santiago que me propongo comentar. Fue concertado por
Alonso Berruguete el 21 de junio de 1537 con Diego de la Haya y su esposa, Doña
Catalina Barquete. Debía de estar concluido en octubre de 1538. El retablo, de
tipo plateresco, se sitúa en la quinta capilla del lado de la epístola de la
iglesia de Santiago. Se compone de tres cuerpos y tres calles, banco y ático.
El cuerpo central forma una única escena –la que da nombre al retablo– y que,
al ocupar todo el espacio del mismo, hace que se pueda hablar, en terminología
del profesor Martín González, de un “retablo-escenario” cuyo antecedente más
próximo es el retablo mayor de la capilla del Condestable de la catedral de
Burgos. Como anécdota hay que decir que es el único retablo de Berruguete
conservado en la capital vallisoletana que se encuentra in situ desde que fue
ejecutado por el maestro.
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Foto del retablo a comienzos del siglo XX. En la parte inferior hay dos esculturas que no están en la actualidad |
El banco del retablo está dividido en
tres calles: la central, partida por la mitad por una columna jónica, habiendo
desparecido las esculturas que habrían a cada lado; y las calles de los
extremos ocupados por altorrelieves que representan en cada uno de ellos a uno
de los patrones acompañados por un santo, estando cada escena rematada por una
venera. Pues bien, las estatuas orantes de los patrones o donantes están
vestidas según la manera de la época, y aparecen escoltados por sus santos
protectores que, en este caso, son los Santos Juanes, aunque, según Camón
Aznar, serían San Juan y la Magdalena. Las esculturas representan las figuras
del banquero Don Diego de la Haya y su mujer, Doña Catalina Barquete, quienes
el 21 de junio de 1537 contrataron con Alonso Berruguete la ejecución del
retablo.
El hecho de que el retablo se intitule “de la Epifanía” guarda relación con la
frecuencia de este tema entre las personas acaudaladas, que demostraban de esta
forma su veneración a Dios al compararse con los Magos de Oriente que
ofrecieron regalos de valor al Niño Jesús. El cuerpo central lo firma el
nombrado grupo de la Adoración de los Magos. La disposición de esta escena, la
principal del retablo, es muy novedosa y arriesgada, por cuanto a ambos lados
de la Virgen con el Niño aparecen sendos grupos en arremolinada composición.
Estamos ante figuras nerviosas, de anatomías secas, y expresiones dramáticas,
como es propio de Berruguete. Melchor aparece de rodillas rodeado de los otros
reyes y sus pajes, que parecer correr desaforadamente hacia la Virgen.
El rey Melchor es el más anciano y, por
tanto el principal de los tres. Representa la senectud del ser humano. Gaspar,
por su parte, simboliza la persona madura y es el rey de Asia.
Finalmente, el rey negro, es el más joven y, personifica a África.
La Virgen se asemeja a una matrona
romana que está sentada sobre una roca, habiéndose apuntado conexiones con el
arte italiano del aquel tiempo. Su fisionomía es voluminosa y está efigiada con
serena majestad. San José, detrás de ella, ocupa un discreto segundo plano, es
un hombre viejo y decrépito que parece ajeno a la composición. Es una persona
barbada, que apoya su barbilla sobre un bastón que sujeta con ambas manos, en
actitud pensativa y melancólica, sin relación alguna con el resto de la Sagrada
Familia. La edad que aparenta es, sin duda, muy distinta a la de la Virgen. La
Virgen muestra un ánimo diferente que contrasta con la avalancha de personajes
que la flanquean y que se dirigen impetuosamente hacia ella. El Niño, cuya
postura es un tanto forzada, parece resbalar del enfaldo de la Virgen, que le
sostiene con la mano izquierda.
El cuerpo superior lo volvemos a ver
dividido en tres partes iguales, teniendo cada una de ellas una escena. Entre
escena y escena, para separarlas, hay un par columnas abalaustradas rematadas
por un trozo de cornisa. En el relieve de la izquierda, según la visión del
espectador, vemos la historia de la Anunciación del Arcángel San Gabriel a
María, la cual aparece arrodillada ante el reclinatorio, además su cabeza
efectúa un giro pronunciado para escuchar al santo. El suceso tiene lugar en la
alcoba de la Virgen, como así lo demuestra el dosel de la cama. En el nicho
central tiene cabida una Virgen con el Niño rodeada de rayos dorados. La
Natividad ocupa el lado derecho del cuerpo. Son curiosas las posturas que
adoptan el Niño, con el cuerpo de perfil a sus padres y la cabeza vuelta en
dirección a su madre; San José aparece sentado en el suelo con las piernas
dobladas y un rictus angustiado y como dolorido en medio de un semblante
boquiabierto, con esa agitación que imprime Berruguete a sus creaciones. Existe,
además, un fondo arquitectónico en el que se divisan el buey y la mula asomando
sus cabezas por un hueco.
El ático está ocupado por un Calvario.
El crucifijo tiene un canon alargado que recuerda a los Cristos de Juan de
Valmaseda. El rostro es estrecho y afilado, con ojos y cejas inclinados. La
corona de espinas está labrada directamente en la propia cabeza. Su barba es
puntiaguda, como corresponde a los tipos de Berruguete. El grupo de figuras se
cobija bajo un arco rebajado dentro de un compartimento delimitado por marcos
con dobles columnas a cada lado.
Unas enormes columnas abalaustradas en
los extremos recorren el retablo de arriba abajo a modo de pulseras laterales.
Sus ejes están rematados por unos clípeos vegetales en cuyo interior se
encuentran los bustos de San Pedro y San Pablo decorados con motivos platerescos
y coronados por pequeños pebeteros. Todo el retablo se cubre con la típica
decoración renacentista: putti, motivos a candelieri, columnas abalaustradas,
veneras, etc…
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LA IGLESIA DE SANTIAGO III: Esculturas yacentes de la familia de D. Luis de la Serna
LA IGLESIA DE SANTIAGO IV: El relieve de Santiago Matamoros
BIBLIOGRAFÍA
- MARTÍN JIMENEZ, Carlos Manuel y MARTÍN RUIZ Abelardo: Retablos
Escultóricos: renacentistas y clasicistas, Diputación de Valladolid,
Valladolid, 2010.
- URREA, Jesús: La iglesia de Santiago de Valladolid, Parroquia de
Santiago, Valladolid, 1977.