El
Teatro de la Comedia fue un edificio que provenía de un viejo corral de
comedias del siglo XVI instalado en la actual plaza de Martí y Monsó.
Pertenecía a la Cofradía de San José y Niños Expósitos, y funcionaba junto al
hospital del mismo nombre. En 1609 ya llevaba largo tiempo de vida (“de muchos años a esta
parte en cuyo patio se hacen y representan las comedias de los autores
comediantes que vienen a esta ciudad”), y se hallaba en malas condiciones. Por
ello, los patronos de la dicha fundación procedieron a restaurarla, y, en el
mismo año, Bartolomé de la Calzada se ocupó de ello, contratando cinco columnas
de piedra. Estas columnas serían, como veremos, las que se pusieron en la
fachada del edificio –aunque estas fueron solamente cuatro– en la parte baja,
separada de la alta por un friso, y en ésta, un balcón central flanqueado por dos
bustos (que parece que han desaparecido, algo bastante habitual en esta ciudad).
Interiormente se fue rehaciendo de acuerdo con las necesidades teatrales de la
ciudad, y una descripción correspondiente a 1787 puede encontrarse en el Diario Pinciano
de dicho año: “Valladolid tiene un teatro
de comedias muy capaz y hermoso con dos órdenes de balcones, o palcos y un
corredor que forma el tercer cuerpo: debajo de los balcones del primero hay
unas gradas espaciosas y cómodas con otro corredor descubierto: la luneta es de
dos órdenes de filas muy decentes; y en todo el patio caben hasta 20 personas.
El foro podía estar más surtido de bastidores, pero hay los necesarios para
representar cualquier faena, y cada día se irá mejorando. El Telón principal
merecía retocarse pues es una buena pintura, que representa la fábula de Fineo,
Rey de Arcadia, en el acto de venir las Arpías a ensuciar los manjares de su
mesa, y levantarse a ahuyentarlas Calais y Cetheo, que convidados a ella,
quisieron pagar el hospedaje a Fineo”.
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Situación del Teatro de la Comedia en el plano de Bentura Seco (1738) |
Este
teatro, el cual fue de las más famosos, amplios y cómodos de toda España,
estaba vinculado con San José, como ya dijimos. Tal es así que en 1746 se
decide pintar el techo de la sala con un cielo raso y un medallón con la figura
del patrón San José en el centro y en el perímetro unos jarrones con flores,
obra que es llevada a cabo por Francisco Manciles. El boceto se conserva en el
Archivo Histórico Provincial.
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Boceto del cielo raso. Fotografía tomada de http://domuspucelae.blogspot.com.es |
El
26 de agosto de 1816 se dio principio a la obra de la entrada de comedias para
hacer tres puertas y colocar entre ellas cuatro columnas con cornisa de piedra,
de bella arquitectura, cuya obra fue dirigida por el arquitecto D. Julián
Sánchez. El 30 de Diciembre de 1818 se cerró el coliseo de las comedias,
suspendiendo las representaciones por tan sensible y temprana muerte de la
Reina nuestra señora Doña María Isabel. Con el paso de los años, este espacio
se fue cubriendo y, a partir de constantes obras, llegó transformado al siglo
XIX en un teatro al siglo, aunque manifestaba en algunos aspectos su antiguo
pasado.
En
1844 El Correo de Valladolid aseguraba
que la casa-teatro tenía suficiente capacidad, que era de gustosa construcción y
que contaba con un “completo y elegante
surtido de decoraciones”. Sin embargo, parece ser que era mentira puesto
que el edificio debía encontrarse en muy mal estado, tal y como lo indican las
continuas obras que se llevan a cabo. En ese mismo año el actor José Revilla
propone al Ayuntamiento diversas reformas de importancia, asegurando que el
edificio se encontraba en un “estado deplorable”.
El actor trataba de reformar totalmente el teatro, derribando el escenario para
darle mayor anchura y altura, pintando todo el conjunto y reformando el
proscenio y palcos. El proyecto no se llevó a cabo.
La
situación llegó hasta tal punto que en enero de 1857 el gobernador civil pidió
un informe al Ayuntamiento sobre las condiciones del teatro, ya que era pública
y notoria la falta de seguridad del mismo. La Real Academia de Bellas Artes de
la Purísima Concepción emitió el informe, asegurando que eran necesarias obras
de consolidación. Llegados al 28 de enero de ese mismo año se ordena el cierre
del teatro para realizar las obras. Una vez realizadas, se volvió a abrir el 7
de febrero. A pesar de la apertura, estaba claro que era necesario un nuevo
teatro en la ciudad, cuyas gestiones se habían iniciado un año antes. No
obstante, el de la Comedia seguía dispuesto a aguantar de pie a pesar de sus
maltrechas instalaciones.
En
el año 1861 el arquitecto municipal, Vicente Miranda, ordena nuevamente el
cierre del establecimiento. No obstante, en la ciudad se comienza a extender la
idea de que la decisión tenía claros tintes de prevaricación. El aguante
impertérrito del edificio, la inmediata construcción del Teatro Lope de Vega y
un oscuro asunto de una utilización fraudulenta de los enseres del teatro en el
de Lope apuntalaban esta sensación, refrendadas dos años más tarde, cuando
Martín Saracíbar, el arquitecto municipal que sustituyó Miranda, emitió
un informe en el que se aseguraba que el teatro ofrecía las medidas de
seguridad exigidas. Será el inicio de una cierta disposición en contra del Lope
de Vega, que trata de contrarrestar este estado de opinión lanzando panfletos
atacando al Teatro de la Comedia y a cuantos le apoyan, que son duramente
criticados por la prensa.
A
pesar del informe del arquitecto municipal, el teatro siguió cerrado estando a
punto de desaparecer ese mismo año. En mayo de 1863 un perito tasó el
edificio con el fin de enajenarle y construir en su lugar una bolsa de valores.
Un año después hubo un nuevo intento para convertir el edificio en una sucursal
del Banco de España, dedicada primordialmente al cambio de billetes, aunque
también resultó fallido el intento.
La
fachada, en palabras de García-Valladolid, “afecta de la una casa particular:
consta de dos pisos, ofreciendo en la planta baja tres puertas rectangulares
comprendidas dentro de cuatro columnas de piedra, de orden toscano, al que
corresponde también el interior de la sala; en el piso principal un balcón
central y en los extremos por encima de la imposta que separa ambos cuerpos,
dos bustos vaciados en yeso, leyéndose por bajo de la cornisa y sobre la puerta
del medio, la inscripción que dice: TEATRO DE LA COMEDIA”.
El
interior tenía forma de “U”, con dos pisos de palcos. En el primer piso había
16 palcos, además de uno central de mayor tamaño del Ayuntamiento, llamado
palco de Presidencia o de la Ciudad. En el segundo piso había 18 palcos desde
algunas reformas llevadas a cabo a mediados de siglo. Siempre estuvo pintado en
tonos claros, que abarcaban desde el color marfil al rosa pálido, con detalles
de oro bruñido. El escenario, por su parte, era pequeño en comparación con la sala,
con una embocadura corta en los muros laterales, lo que hacía que el actor
perdiera su voz al no servir como propagador.
Al
Teatro de la Comedia le quedaban aún años de vida. En 1865 se confirma que “el vetusto teatro (…) el feo y
desmantelado coliseo, que fue declarado ruinoso por los arquitectos y cerrado
contra la voluntad del público (…) vuelve a hacer
pinitos, hay quien quiere rehabilitarlos”. La idea de enajenar el teatro
fue calando en el Ayuntamiento vallisoletano, que veía en esta operación un
modo de desprenderse de un edificio que ya nada podía aportarle. A finales de
1865 se comienza a promover, anunciándose definitivamente la subasta para mayo
de 1866.
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Evolución sufrida por el Teatro. En la actualidad su terreno está ocupado por pisos. No recuerdo de dónde tomé esta fantástica serie, créditos a quien corresponda |
El
edificio se reabrirá en 1867 bajo el nombre de Teatro de Variedades.
En este año se constata que antes de la apertura, en mayo, se llevaron a cabo
obras de importancia en el escenario. Diez años después, en septiembre de 1877,
hubo un nuevo cambio de dueños en el teatro, recuperando el nombre de Teatro de
Comedias. A partir de este momento recuperaría su dedicación dramática –durante
el período del Teatro de Variedades se decantó por los bailes y
representaciones gimnásticas y circenses– con gran éxito. El día 11 de octubre
de 1877 se reinaugura con la obra Los Comuneros de
Ángel Medel.
A
partir de aquí, la vida del teatro fluirá sin gloria pero sin los problemas que
a punto estuvieron de hacerlo objetivo de la piqueta. Ya en el siglo XX hubo
nuevas reformas hasta el derribo definitivo, llevado a cabo en 1930 cuando se
construye el Cinema Coca, institución, que como es habitual en esta ciudad,
murió también gracias a la piqueta y a la especulación.
BIBLIOGRAFÍA
- MARTÍNEZ
MARTEL Y ABADÍA, Demetrio: Diario de Valladolid
que comprende desde Junio de 1810 hasta fin de dicho mes de 1834, precedido de
un prólogo del Director de LA CRÓNICA MERCANTIL, Imprenta y Librería
Nacional y Extranjera de Hijos de Rodríguez, Valladolid, 1887.
- GAYA
NUÑO, Juan Antonio: La arquitectura española en sus monumentos desaparecidos,
Espasa Calpe, Madrid, 1961.
- BERISTAIN,
José Mariano: Diario
pinciano. Primer periódico de Valladolid (1787-1788), Grupo Pinciano,
Valladolid, 1978.
- ORTEGA
DEL RÍO, José Miguel: El siglo en que
cambió la ciudad. Noticias artísticas de la prensa vallisoletana del XIX,
Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 2000.