Hace
apenas dos semanas que se inauguró la última exposición del Museo Nacional de
Escultura, sin duda una de las más importantes que ha ideado durante los
últimos años. Titulada “Almacén. El lugar de los invisibles” es una magnífica y
única oportunidad para hacernos una idea de la cantidad de maravillas que se
guardan en el almacén del museo. A pesar del altísimo número de obras presentes
en la muestra al parecer tan solo se está exponiendo alrededor del 15% del total.
Si bien la exposición se centra casi exclusivamente en el mundo de la
escultura, el museo también posee una extensa colección pictórica compuesta por
algunos nombres de relumbrón.
En
esta ocasión no vamos a desgranar la exposición sino que vamos a centrarnos en
mostrar fotos de algunas de las obras más destacadas pues esta vez la muestra
es más para disfrutarla visualmente que para entenderla pues tampoco tiene un nexo
común más allá de la agrupación de las piezas en una serie de apartados. Llaman
especialmente la atención la sala dedicada a conocer cómo son las esculturas y retablos por su parte trasera, esto es los vericuetos del ensamblaje e incluso comprobar como muchas imágenes están ahuecas o simplemente se han dejado sin tallar por su parte trasera ya fuera para aligerar el peso o porque como eran imágenes de retablo tampoco importaba tanto que estuvieran tallados en todo su alrededor; la sala dedicada a los Crucificados, en la que hay un
verdadero horror vacui en el que Crucifijos de todos los tamaños, épocas y materiales
tapizan las paredes; y por supuesto la sala dedicada a exponer multitud de esculturas
de santos y sayones en una serie de gradas, que constituye un verdadero acierto
museográfico. Justo delante de esta grada se haya la que sea una de las piezas estrellas
de la exposición, y quizás la que más atraiga para hacernos una foto con ella.
Se trata de una imagen gigantesca, de casi 3 metros de altura, de Santa
Clara de Montefalco procedente del desaparecido retablo mayor del Convento
de San Agustín, obra tanto en su parte arquitectónica como escultórica de Pedro
Bahamonde (1707-1748). También se presta para selfies el gran mural de
relicarios del inicio de la exposición y en el cual queda un hueco para que
podamos mostrarnos por el a la manera de busto relicario de carne y hueso.
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PEDRO BAHAMONDE. Santa Clara de Montefalco (segundo cuarto del siglo XVIII). Procede del Convento de San Agustín |
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PEDRO DE SIERRA. Un remate de la sillería del Convento de San Francisco de Valladolid (1735) |
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ANÓNIMO. Santiago el Mayor (mediados del siglo XVIII). Procede del Convento de Nuestra Señora de la Merced |
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PEDRO DE LA CUADRA. La Justicia (ca. 1599). Procede del Convento de Nuestra Señora de la Merced |
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ANÓNIMO. Señores de Mogrobejo (ca. 1500-1525) |
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ANÓNIMO MADRILEÑO. Caballero (comienzos del siglo XVII) |
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ANÓNIMO VALLISOLETANO. Virgen Comendadora de la Merced (ca. 1750-1800). Procede del Convento de Nuestra Señora de la Merced |
A
pesar de supuestamente las obras de almacén no son de tanto mérito como las que
componen la colección permanente este hecho no es así puesto que tendremos la
oportunidad de ver en la exposición, entre otras piezas, un Crucificado
de Juan de Juni, las excelsas efigies de San Agustín de Hipona y Santa
Rita de Casia de Juan Alonso Villabrille y Ron, una serie de santos
realizados por Pompeyo Leoni y su taller (más bien diseñados por el italiano y
ejecutados por su taller) para el retablo mayor del desaparecido retablo mayor
del Convento de San Diego de Valladolid, cuatro sayones que formaron
parte de tres “pasos” de la Cofradía de la Santa Vera Cruz (a saber: la Oración
del Huerto, La Flagelación, y la Coronación de Espinas) -no quiero dejar pasar
la oportunidad para desear que algún día esos pasos vuelvan a desfilar tal y
como los idearon Gregorio Fernández y Andrés de Solanes-, los magníficos retablos
gemelos dedicados a la vida de San Juan Bautista tallados por Esteban de
Rueda para el Convento de San Juan de Tordesillas, la delicada Virgen Niña
del grupo de “la Familia de la Virgen” que realizó el ilustre escultor
sevillano José Montes de Oca para el Hospital de Venerables Sacerdotes de
Sevilla, el San Bruno atribuido a Gregorio Fernández -seguramente será obra de taller o de su yerno Juan Francisco Iribarne- que procede del retablo mayor de la Cartuja de Aniago, los tres delicados y pequeñitos Profetas atribuidos a Pedro
de Sierra, o el San Francisco de Borja atribuido indubitablemente a Pedro de Ávila. Especial ilusión me ha hecho ver una imagen que creí desaparecida o destruida, se trata de una expectacular Virgen de la Merced de progenie rococó que procede del desaparecido Convento de San José de Mercedarios.
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JUAN ALONSO VILLABRILLE Y RON. San Agustín (ca. 1701-1733). Procede del Convento de la Magdalena de Alcalá de Henares |
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JUAN ALONSO VILLABRILLE Y RON. Santa Rita de Casia (ca. 1701-1733). Procede del Convento de la Magdalena de Alcalá de Henares |
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JOSÉ MONTES DE OCA. Virgen Niña (ca. 1740). Procede del Hospital de Venerables Sacerdotes de Sevilla |
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JUAN DE JUNI. Crucificado (ca. 1550) |
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PEDRO DE ÁVILA. San Francisco de Borja (ca. 1738). Procede del Convento de las Comendadoras de Santiago de Valladolid |
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ANÓNIMO. San Juan Bautista (ca. 1750-1800). Procede del Convento de Nuestra Señora del Carmen |
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PEDRO DE LA CUADRA. Abrazo ante la Puerta Dorada (ca. 1599). Procede del Convento de Nuestra Señora de la Merced |
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ESTEBAN DE RUEDA. Retablos del Bautismo y La Degollación de San Juan Bautista (1621-1622). Procedente del Convento de San Juan Bautista de Tordesillas |
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PEDRO DE SIERRA. Isaías, Moisés y otro profeta (segundo cuarto del siglo XVIII). Procede del Monasterio de San Benito el Real |
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PEDRO DE SIERRA. Santos franciscanos doctores (segundo cuarto del siglo XVIII). Procede del Convento de San Diego |
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FRANCISCO SALZILLO (atrib.). San Félix de Valois |
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CÍRCULO DE GREGORIO FERNÁNDEZ. San Bruno (ca. 1634). Procede de la Cartuja de Aniago |
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ANÓNIMO. Virgen de la Merced (mediados del siglo XVIII). Procede del Monasterio de San José de Mercedarios |
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La Virgen del Carmen cuando se depositó brevemente en la desaparecida iglesia de San Ildefonso. El retablo se conserva en el Santuario Nacional de la Gran Promesa |
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En el fondo se observan un sayón de la Coronación de Espinas y otro del Azotamiento de Cristo |
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También en el fondo tenemos a un sayón del paso de la Oración del Huerto y a su derecha otro perteneciente al Azotamiento |
Finalmente,
como curiosidad no quiero dejar de resaltar un busto relicario
napolitano en cuya base figura junto a la leyenda “Pusosele en el 1765 un hueso
de quixada de Sto. no conocido con otro de la quantidad de un piñón de Sta.
Deodata M” y a su lado fue pintado un curioso monigote; y un formidable Crucificado
que a pesar de pasar desapercibido formó parte de la Semana Santa de Valladolid
procesionando como la Segunda Palabra: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Procedente
de un Calvario que perteneció al Convento de San Juan de Jerusalén de Zamora,
se fecha hacia 1540 a pesar de su factura gótica.
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ANÓNIMO NAPOLITANO. Busto relicario de San Simón Apóstol (ca. 1600). Procede del Convento de San Diego o del Convento de San Pablo de Valladolid |