El
pasado viernes día 18 de marzo se inauguró la exposición que anualmente se
viene celebrando acerca de la Semana Santa de Valladolid en la Sala Municipal
de Exposiciones del Teatro Calderón. En esta ocasión se trata del tercer
capítulo de la serie de exposiciones comisariadas por Alejandro Rebollo: “Vera
Icon” (en 2015 “Signa Christi", en 2016 “Nazarenus").
La
exposición, como viene siendo habitual en estas últimas ediciones, es una verdadera
fiesta para los ojos. Hay obras de arte de todo tipo y de todas las épocas,
desde esculturas del siglo XIII hasta pinturas realizadas este mismo año. En
definitiva, mucha variedad. El más de medio centenar de piezas expuestas forra
por completo los muros de la sala, de manera que estaríamos hablando de “horror
vacui”. Tal es así que algunas pinturas no han podido traerse debido a que ya
no había sitio.
Hay
muchísimas piezas destacadas, tanto de acreditados artistas, o de su círculo
más inmediato, como de maestros anónimos. Así, para empezar, podemos destacar
el Rostro del Señor Atado a la columna
realizado este mismo año por el pintor búlgaro, aunque radicado en Valladolid,
Daniel Yurdanov, y que el comisario Rebollo quiso desde el principio que fuera
la imagen que promocionara la exposición. Gran acierto por cuánto una imagen
icónica de nuestra Semana Santa es retratada por un pintor y no por la manida
fotografía de turno. Gran belleza atesora, asimismo, el Icono de la Transfiguración (siglo XVII) de Escuela Cretense que
procede del Museo de Valladolid. Entre las pinturas, las más destacadas son la Verónica con la Santa Faz Tríplex
(mediados del siglo XVII) de Felipe Gil de Mena; la Santa Faz (mediados del siglo XVII) atribuida a Mateo Cerezo,
pintor burgalés aunque perteneciente a la escuela madrileña que durante unos
años de su corta vida fue vecino de nuestra ciudad, en la cual dejó algunas de
sus obras maestras; el Cristo coronado de
espinas (siglo XVI), obra de un maestro anónimo flamenco; el impresionante Retrato del Salvador (siglo XVI) procedente
del Museo de San Joaquín y Santa Ana; el Ecce
Homo (siglo XVI) del círculo de Luis de Morales, pintor del que poseemos en
las clausuras de la ciudad numerosas obras tanto autógrafas como sobre todo de
su círculo e imitadores; el Cristo
sacerdote vestido de jesuita (primera mitad del siglo XVII) de Diego
Valentín Díaz, el cual presenta una iconografía propia de la escuela vallisoletana
y que tuvo gran predicamento durante la segunda mitad del siglo XVII, llegando
a haber ejemplares hasta en la Ribera burgalesa; la Salomé con la cabeza del Bautista (siglo XVII), anónima copia de
Tiziano; el Ángel Custodio o Vanitas de los dos caminos (siglo XVII),
obra anónima procedente del Convento de Santa Isabel; y también las dos Vanitas
realizadas por Francisco Velázquez Vaca: la Vanitas
del Ángel (1639) y la Vanitas de la
vela. Dejo para lo último la pintura que más me ha gustado, y de la cual
desconocía su existencia. Se trata de la delicada pintura sobre cobre Scala Coeli, el sueño de Jacob (h. 1630),
de Frans Francken II.
FRANS FRANCKEN II. Scala Coeli, el sueño de Jacob (h. 1630) |
En
cuanto a las esculturas, que hay muchas menos que en ocasiones anteriores, cabe
reseñar el Cristo moribundo realizado
en marfil por un anónimo maestro chino (siglo XVII); un evocador Crucificado gótico del siglo XIII; el
rotundo Crucificado de bronce de la escuela
de Pompeo Leoni; el Busto de Ecce Homo,
atribuido a Alonso de Rozas (tercer cuarto del siglo XVII); los Bustos de Ecce Homo y Dolorosa que
proceden del retablo de la Buena Muerte de la iglesia de San Miguel, el de
Cristo de escuela granadina (siglo XVII) y el de la Virgen atribuible al vallisoletano
Antonio de Gautúa (primer cuarto del siglo XVIII); la excelsa Magdalena (1720) de Pedro de Ávila
conservada en el Museo Diocesano, y que sería deseable que volviera junto a
otras piezas al Oratorio de San Felipe Neri, su lugar original, de tal forma
que se restableciera una de las pocas construcciones puramente barrocas, tanto
de arquitectura como de amueblamiento interior, que nos quedan; la no menos
impresionante Cabeza de San Juan Bautista
(1773) de Felipe Espinabete, patetismo castellano en estado puro; o la triada
angelical formada por un San Miguel
(h. 1700) procedente de la iglesia de San Miguel, y las efigies de San Gabriel y San Rafael, propiedad del
Colegio de los Ingleses, y que a buen seguro serán obras de un novato José de
Rozas.
Entre
el resto de piezas hay dos que sobresalen por encima del resto, el Cristo Resucitado (2015) de Santiago
Bellido, y el paño de la Verónica que
durante mucho tiempo portó la Verónica del paso “Camino del Calvario”. A
continuación, se disponen parte de los textos presentes en la exposición, y que
narran perfectamente el discurso expositivo. Son obra del comisario, Alejandro
Rebollo, al que vuelvo a agradecer la confianza por haberme vuelto a consignar
la elaboración de una serie de fichas y fotografías.
1- SANTA FAZ Y SANTO
ROSTRO
De
Israel a Bizancio. Del arte clásico al cristiano. Las Actas de Pilatos, con la
leyenda del rey Agbar y el apócrifo evangelio de Nicodemo, nos hablan de Berenice
o Verónica, mujer que limpia el rostro de Cristo camino del Calvario con un
paño en donde queda impreso el santo rostro.
Se
impone así el rostro siríaco de Cristo en toda la iconografía a partir de entonces.
Luego se produce la abstracción y la espiritualización del rostro a través de
los iconos bizantinos y las imágenes medievales: el Mandylion de Edesa y del
Vaticano, el Santo Rostro de Jaén… En general la Santa Faz se prodigará por
toda Europa; Durero lo reflejará magistralmente, y en España El Greco y
Zurbarán.
DANIEL YURDANOV. Rostro del Señor Atado a la Columna (2017) |
MATEO CEREZO (atr.). Santa Faz (mediados del siglo XVII) |
Vera
Icon. Mandylion
Esta
tradición fue difundida en Occidente y en España a través del icono de la Santa
Faz o del Santo Rostro de Jaén. El origen de la imagen triple de este lienzo
doblado se atribuye al gesto de la Verónica que enjuga el rostro de Jesús en el
camino del Calvario. Aunque no aparece en los Evangelios, seguramente, expresa
lo que esa mujer hizo y la impronta del rostro: Vera Icon (Verdadera Imagen).
La
tradición oriental se inclina a considerar como el “verdadero” rostro de
Cristo, no sólo la tela de la Verónica, sino la imagen que, el mismo Jesús a
través de un discípulo envió para curar de la lepra al rey Agbar de Edesa
(Urfa, Turquía). En realidad, este lienzo de lino se refiere al Mandylion como
“Tetradyplon”, que significa “doblado cuatro veces en dos”; pues, al
doblarlo, sólo quedaría visible la cabeza. Debido a la reliquia Edesa fue
librada de los persas en el 544 d.C. Luego pasó a Constantinopla.
Así
considerada, dicha tela no sería obra de un artista ni de mano humana sino
divina (en griego “aqueiropoietos”. De ahí que se difunta el rostro vivo de
Cristo en Oriente y Occidente a través de Bizancio primero y de la Roma papal
después. Tras las cruzadas el Vaticano poseyó el Mandylion de Edesa del que se
hicieron copias al conceder los Papas numerosas indulgencias durante la Edad
Media y siglos posteriores. El sudario de Manopello parece derivar de éste, así
como otras copias recogidas en Génova, Turín, Madrid, Jaén, Alicante… Su
reproducción en cobre o lienzo llegará durante el barroco a conventos,
monasterios y cofradías de Valladolid.
FELIPE GIL DE MENA (atr.). Verónica con la Santa Faz Tríplex (mediados del siglo XVII) |
ANÓNIMO FLAMENCO. Verónica y Santa Faz (siglos XVI-XVII) |
Sudario.
Sábana Santa
La
tercera imagen de Cristo atribuida a manos no humanas está constituida por el
santo lienzo hoy conservado en Turín. Se ha señalado la coincidencia del santo
lienzo con la figura generalmente hierática del Mandylion o de los primeros Pantocrátor.
Es el denominado Cristo siríaco a diferencia del Mandylion presenta un Rostro
de Cristo Muerto, con los ojos cerrados. Rastreando en estos orígenes, no ha
dejado de subrayarse la semejanza entre el santo sudario de Oviedo y la Sábana
Santa de Turín con el mismo tipo de manchas de sangre tipo AB o hebrea, y su
contorno como “quemado” por una extraña radiación. Esta reliquia para los
cristianos es un signo enigmático de la Resurrección. En Valladolid se conserva
una interesante copia pintada de la de Turín en el Convento de Porta Coeli. Es
una copia del siglo XVI donada por el Duque de Alba, don Fadrique Álvarez de
Toledo, y su mujer doña María de Toledo y Colonna al desaparecido monasterio
dominico de Las Lauras.
ANÓNIMO FLAMENCO. Cristo coronado de espinas (siglo XVI) |
ANÓNIMO ITALIANO. Salvador (siglo XVI) |
La Síndone de Turín
La
Sábana Santa se encuentra en la Capilla de la Síndone de la catedral de Turín
(Italia). Se ha relacionado con el Mandylion de Edesa o Santa Faz. Sin embargo,
aunque hay coincidencias se ha visto distinto origen.
La
Sábana Santa es una tela de lino, tejida en forma de espiga, tejido que se
utilizó en tiempo de Jesús en Oriente, mientras que en Europa no se utilizó antes
del siglo XV. Es un tejido por tanto de alta calidad de procedencia oriental.
En cuanto a sus medidas, después de que se restaurara en 2002, al quitarle los
forros que restringían la extensión completa de la tela y se eliminaran
arrugas, la Sábana mide 4.42 m. de longitud por 1.13 m. de anchura. Si nos
fijamos en el tejido veremos un montón de marcas, algunas manchas y materias
que no se terminan de identificar.
En
realidad, hay dos tipos de huellas, las que podrían ser las referidas a la
Pasión de Cristo y por otra parte las huellas que ha dejado la Historia. El
incendio del convento de Chambery, en 1532, dañó a la Sábana y alteró la
apariencia del tejido. Antes en la Sábana destacaba la huella anterior y
posterior del cuerpo de un hombre martirizado con flagelos, corona de espinas y
crucifixión con llagas en manos, pies y costado. Antes y después se añadieron
un montón de marcas a un tejido de dos mil años.
Estudios
realizados en 2008, relativos a las manchas de agua de la Síndone, que se
creían originarias del incendio de Chambery, apuntan a que estas manchas son
muy anteriores, y que la Sábana no estaba plegada con precisión, como entonces,
sino en fuelle, pudiéndose deducir, además, que ésta se encontraba guardada en
un recipiente cilíndrico que coincidiría con las vasijas encontradas en Qumrán,
como aquellas donde se han encontrado los Manuscritos del Mar
Muerto, hipótesis que explicaría donde se hallaba la reliquia en los
albores del cristianismo.
Pero,
cómo se relacionan ambas reliquias, Sábana y Mandylion. Hay
que decir que la Homilía
del Códice Vaticano griego 511, describe que el Mandylion
contenía, además del rostro, la impronta del tórax y las huellas de la lanzada.
Una versión del siglo XVI (Hechos de Tadeo)
relata que la imagen era un Sindón (del
griego “sudario”) o Síndone y que fue doblado en tetradiplon:
plegada dos veces y luego cuatro, la Sábana Santa de Turín tiene exactamente el
mismo patrón cuádruple.
ANÓNIMO. Cruz penitencial (siglo XVII) |
ESCUELA CRETENSE. Icono de la Transfiguración (siglo XVII) |
2- ICONOGRAFÍA Y ARTE DEL
ROSTRO DE CRISTO
Desde
el humanismo, a partir del siglo XVI, se revela de forma más próxima, a través
del arte, el rostro humano de Cristo a través de la pasión narrada en tallas de
madera, bronce o marfil, grabados, pinturas y relieves de Valladolid y
provincia.
La
Transfiguración y la Última Cena reproducen el rostro divino antes y durante su
Pasión y Muerte: Ecce Homo, Atado a la Columna, Crucifixión…
ANÓNIMO VALLISOLETANO. Última cena (h. 1700) |
POMPEO LEONI. Cruz de altar relicario (siglo XVI) |
LUIS DE MORALES (círculo). Ecce Homo (siglo XVI) |
ALONSO DE ROZAS (atr.). Busto de Ecce Homo (tercer cuarto del siglo XVII) |
3- LA IMAGEN DEL
RESUCITADO Y LA SÁBANA SANTA
La
imagen de la Resurrección a través del Santo Sudario o Sábana Santa refleja un
acontecimiento único para la fe cristiana también en Valladolid. El sudario de
las Lauras o copia de la Síndone o Sábana Santa de Turín desde el siglo XVI
impregna la devoción en la ciudad. Nuevas interpretaciones completan la imagen
de Cristo en su Pasión y Resurrección con una original visión en linoleograbado
de Santiago Bellido.
ANÓNIMO VALLISOLETANO. Cristo Resucitado (siglo XVIII) |
SANTIAGO BELLIDO. Cristo Resucitado (2015) |
4- LA MUJER EN BUSCA DEL
ROSTRO DIVINO
María
Magdalena, la Verónica o la Samaritana… son ejemplo de mujeres fuertes al
encuentro del rostro divino. El velo o sudario de la Verónica será el
denominador común de muchos conventos, templos y cofradías, pues, la devoción a
la Santa Faz o la Verónica, la hallamos desde la Edad Media hasta la Ilustración.
Imágenes y tallas con el naturalismo y el barroco se hacen cercanas y
espectáculo.
PEDRO DE ÁVILA. Magdalena (1720) |
ANÓNIMO GRANADINO. Busto de Ecce Homo (siglo XVII) |
ANTONIO DE GAUTÚA (atr.). Busto de Dolorosa (primer cuarto del siglo XVIII) |
FELIPE ESPINABETE. Cabeza de San Juan Bautista (1773) |
ANÓNIMO. Salomé con la cabeza del Bautista (siglo XVII) |
5- IMAGEN DIVINA Y
CONTRAIMAGEN
“Si el rostro es el espejo del alma” (a
la imagen de Dios los creó. Génesis, 1, 27) la imagen de lo divino y la contra
imagen se hacen también visibles a través del arte en las fuentes
iconográficas. De especial interés son las visiones angélicas y escenas
bíblicas que revelan la búsqueda del rostro divino como en la Sagrada Biblia de
Gustavo Doré o la contra imagen que Juan Toledano nos plantea en abstracto
sobre los interrogantes del mal. En el siglo de Oro se impone la visión de la
muerte y la eternidad como vanitas y novísimos: Muerte, Juicio, Infierno y
Gloria reflejan una verdad oculta en nuestro tiempo.
ANÓNIMO. Los 7 Arcángeles ante la Santísima Trinidad (siglo XVII) |
ANÓNIMO. Ángel Custodio o Vanitas de los dos caminos (siglo XVII) |
FRANCISCO VELÁZQUEZ VACA. Vanitas del Desengaño del Mundo o del Ángel (1639) |
FRANCISCO VELÁZQUEZ VACA. Vanitas del Desengaño del Mundo o de la Vela |
PEDRO VERDUGO. La Sentencia (1942) |