Ya
hemos tratado en varias ocasiones sobre el Belén Napolitano del Museo Nacional
de Escultura, la última vez hace tan solo unos días, pues bien, ahora vamos a
hablar sobre otros belenes, ya sean o no monumentales. Valladolid cuenta con multitud
de ellos, algunos verdaderamente destacables. Hoy tan solo vamos a tratar sobre
tres: los que conservan la Diputación Provincial, el Palacio Real y mi antiguo
colegio, el de San Juan Bautista de la Salle. En el próximo post hablaremos
sobre otros que también merecen la pena reseñarse y visitarse.
En
la Diputación Provincial, además de conservarse un belén monumental que varía
sus escenarios y arquitecturas cada año, las cuales, por cierto, son
impresionantemente bellas y realistas, existen una serie de pequeños nacimientos
napolitanos que también se renuevan anualmente. Estos, que están realizados de
manera artesanal por el Taller de Nacimientos Lamm, obedecen a diversas
modalidades que van desde el napolitano clásico con fanal, hasta el regalo de
empresa con escena costumbrista personalizada, sin olvidar los belenes
tradicionales o las nuevas creaciones como el nacimiento gitano o los
nacimientos enmarcados en cuadros antiguos. Aunque con variantes, estos nacimientos
siempre suelen poseer unas figuras prototípicas: la Sagrada Familia, los
ángeles, los Reyes Magos y su cortejo, un paisaje abrupto, una fuente, un
pastor dormido, mendigos, una taberna y un mercado.
En
el Palacio Real de Valladolid se conservan muchísimos belenes, el grueso de
ellos se haya en una sala de palacio, si bien antes de entrar a ella podemos
ver uno dentro de la garita de la puerta de entrada y otro sobre el pozo del
patio. Ya en la sala de palacio hay infinidad de belenes, de todos los tamaños,
materiales y procedencias posibles. Algunos de ellos son étnicos, es decir, que
sus personajes van vestidos según la moda y costumbre del país que quieren representar
o del país del que proceden. Hay algunos verdaderamente curiosos, pero, sin
lugar, a dudas, el que a mi más me ha llamado la atención es una pequeña escena
de la corte de Carlos IV en el que se ve a la familia real contemplando el
Nacimiento que preside la sala donde se desarrolla la escena. Es una miniatura
deliciosa que recuerda las antiguas realizaciones barrocas en cera. Pero si hay
un belén que se lleva la palma por lo llamativo es uno realizado con las vainas
de las balas de los rifles. Este año estos belenes se ven complementados con
una serie de Niños Jesús que proceden de la clausura del Convento de las
Descalzas Reales. Si bien se agradece que se dé a conocer este patrimonio, no
veo demasiado clara la relación de la mayoría de ellos con el tema navideño.
Finalmente,
el Belén conservado en el colegio de San Juan Bautista de la Salle. No lo cito
aquí porque sea el de mi antiguo colegio sino porque se trata de uno de los más
antiguos, tradicionales y preciosos de cuantos se conservan en la ciudad. Cada
año se renueva, y este año se puede observar en sus casas, monumentos y
paisajes una fuerte influencia castellana: no faltan los típicos palomares de
Tierra de Campos o un Castillo que podría ser uno de los muchos que aún se conservan
en nuestra comunidad.