martes, 31 de diciembre de 2013

NAVIDAD EN VALLADOLID: El Belén Napolitano del Museo Nacional de Escultura


En el edificio del Palacio de Villena del Museo Nacional de Escultura se puede visitar durante estos días de Navidad el maravilloso Belén Napolitano, sin ninguna duda el más grande, bello y valioso de cuantos “Nacimientos” pueblan la capital del Pisuerga. En Valladolid se pueden visitar muchos Belenes (Diputación Provincial, garita del Palacio Real, Iglesia Penitencial de Ntra. Sra. de las Angustias, Iglesia de San Lorenzo, Academia de Caballería, Iglesia de San Francisco, Iglesia de San Isidro, Colegio de Jesús y María, por supuesto el Colegio "La Salle", en fin… la lista es inmensa), pero os lo aseguro que no hay otro como este.
A primera vista no vemos un Belén tradicional, sino que se trata de un “Nacimiento” adaptado a la época en que fue realizado (el siglo XVIII), y también al lugar en que fue confeccionado (Nápoles). Pero ya si vamos observándole poco a poco podemos ver miles de detalles que no dejarán de sorprendernos: personajes de lo más diverso, multitud de oficios, de alimentos, de instrumentos musicales, de objetos de plata… por no hablar ya de la majestuosidad y riqueza con que están confeccionadas las estatuillas del Portal de Belén o de los Reyes Magos y su séquito… Sin ninguna duda el grado de detallismo logrado nos ayuda mucho a la hora de conocer como era, en parte, la zona napolitana por entonces, y también por extensión el área mediterránea. Vamos, que es una delicia verlo. En la Navidad del año 2015 se realizó un nuevo montaje, aquí podéis verlo.

El presente Belén, donado al Museo Nacional de Escultura por los hermanos García de Castro, está realizado en multitud de materiales: hilo metálico, estopa, vidrio, barro, tejido, madera… Fue realizado, como su propio nombre indica, en Nápoles hacia 1776-1800. En una de las casas se puede leer “A. D. 1765”, ¿serán las iniciales del nombre del escultor que las realizó, y el número el año en que se talló?
Los belenes, nacimientos o pesebres son un fenómeno común a todo el mundo cristiano que, iniciado en el siglo XIII, alcanza su momento de máximo esplendor en el XVIII y en un territorio concreto; como afirma el viajero Joseph Gorani, a finales del siglo XVIII: "Es en Nápoles en particular donde se encuentran los más bellos pesebres de todo el mundo católico-apostólico-romano".

Durante los reinados en Nápoles de Carlos VII y Fernando IV el pesebre napolitano vive su etapa de mayor esplendor, éste se concibe como una compleja manifestación efímera de frecuencia anual, que se sirve de elementos variables -el guion narrativo y el montaje escenográfico- y de elementos constantes -las figuras, de todo tipo-, si bien al generalizarse el uso de maniquíes articulados, la figuras humanas son también susceptibles de ser modificadas. En su realización intervienen muy diversos artífices: arquitectos, escultores, pintores, tallistas, plateros, ceramistas, sastres, etc., pero la autoría final corresponde cada año al artista, generalmente arquitecto o pintor, encargado de proyectar el montaje escenográfico en el que todas las piezas se articulan para dar vida a la narración. En estas representaciones, de libre inspiración en los textos bíblicos y apócrifos, casi todo tiene cabida: vida popular y ceremonia nobiliaria, lo inmediato y lo remoto, la referencia culta y la fantasía, convirtiendo el acontecimiento religioso en una escena más, rescatada de la confusión por una espectacular catarata angélica. Obra coral, abierta, en constante cambio, suma de experiencias artísticas muy diversas, es la figura del comitente la que determina la unidad y continuidad de cada conjunto, y le da nombre.
Para R. Causa este tipo de belén responde a un planteamiento muy distinto al de los belenes de las iglesias, instrumentos al servicio de la devoción, unidos al rito litúrgico. Se trata de una experiencia fundamentalmente laica y festiva, un divertimento mundano y erudito; en suma, una ostentación de grandeza en la que pocos podían rivalizar: la corte, la nobleza y la burguesía más acomodada.
Las figuras humanas se suelen realizar con diversos materiales: el cuerpo es un flexible armazón de alambre forrado de estopa, que permite variar las posturas; piernas y brazos se tallan en madera; la cabeza, definidora del carácter del personaje, es de barro cocido con los ojos de cristal; se completan con los trajes y accesorios que precisan su papel en el conjunto. Los animales, partícipes en la propia escena del Nacimiento, adquieren un protagonismo creciente desde mediados del XVIII, se copian del natural y hay artífices especializados en su realización. La credibilidad final de la escena está garantizada por una suma de dispares elementos que establecen o subrayan la identidad de espacios y personajes, contribuyendo al abigarramiento y el desorden vital de la composición, los cuales reciben la denominación genérica de accesorios (finimenti).

Pasada la etapa más brillante de formación y enriquecimiento de los conjuntos belenísticos, se inicia su dispersión. Decadencia nobiliaria, cambios políticos, herencias, repartos y desinterés fragmentaron y desbarataron los grandes pesebres. Son raras pero afortunadas las ocasiones en que magníficos conjuntos llegaron a los museos, como los de Cucinello y Perrone en el Museo de San Martino (Nápoles) y el de Schmederer en el Bayerisches Nationalmuseum (Munich).
El belén del Museo Nacional Colegio de San Gregorio era el más notable conjunto belenístico del coleccionismo privado en España cuando fue adquirido por el Estado, en 1996, a los hermanos Carmelo y Emilio García de Castro que reunieron durante años de búsqueda paciente, apasionada y crítica, piezas procedentes del anonimato del comercio de antigüedades y de colecciones conocidas: las de los Catello, la antigua de la duquesa de Parcent, la del duque de Hernani, o la de la Casa Real española.
Lo componen ciento ochenta y cuatro figuras humanas que abarcan toda la variedad de personajes indispensables y de tipos habituales: la Sagrada Familia, el coro angélico, los Reyes Magos y su espléndido séquito oriental de georgianas, turcos, negros, dignatarios, músicos y criados; pastores con zamarras, burgueses atildados, artesanos, vendedoras, campesinos, cíngaros y un mendigo, espléndido ejemplar modelado completamente en barro.

Resulta de especial interés el conjunto identificado como parte de un envío de figuras de Francesco Celebrano que Fernando IV hace a su hermano Carlos IV en España; representaban a una pareja de cada región napolitana, cuyo nombre constan en pequeños letreros bajo los ropajes: Terlizzi, Nardo, etc. Este interés por el documento etnográfico es un nuevo rasgo del pesebre en el último cuarto del siglo XVIII, sensible una vez más a las inquietudes culturales del momento. Estilísticamente forman un grupo muy homogéneo con el rostro de facciones anchas, pómulos marcados, nariz prominente y cuadrado mentón, que se repite sin apenas variantes: jóvenes de pelo liso y compacto, largo hasta la nuca, calvos maduros y mujeres de sólidos moños, engalanadas con ricos pendientes.
Una pieza singular es la figura masculina realizada sólo en madera, en forma de maniquí articulado, solución propia de las figuras del pesebre genovés con las que comparte también rasgos estilísticos. Sommariva la considera una de las 100 figuras realizadas por Pascuale Navone (1746-1791) para el nacimiento del príncipe Carlos de Borbón, enviadas desde Génova en 1786.
Los animales están representados con notable calidad en su habitual diversidad: el variado rebaño de ovejas y cabras, el robusto ganado vacuno con un espléndido ejemplar tumbado; las caballerías de tiro, de carga y de monta; y los que corren entre los personajes, se acogen a sus corrales o cuelgan de sus manos con oscuro destino. Son escasos los procedentes de lejanos países, aunque con un protagonismo indiscutible: los camellos pacientes y ceremoniosos, el elefante en decidida marcha y los galgos de líneas estilizadas.

El conjunto de accesorios es abundante y diverso: vegetales, singulares despieces de animales, peces y mariscos exhibidos ordenadamente en cestas, vajillas, utensilios, armas, plata; algunos son delicadas miniaturas o pequeñas naturalezas muertas de acertada composición que combinan materiales, técnicas y colores, como las cestas de frutas (barro, cera, madera, mimbre). Mención especial merece el magnífico grupo de instrumentos musicales, fieles reproducciones a escala de los reales, detenidamente estudiado por Joaquín Díaz.
Lamentablemente, al igual que la mayoría de estos conjuntos, carece de elementos escenográficos de la época. Sin embargo, como señala R. Causa, separadas del contexto originario que es su razón de ser, estas figuras pierden relevancia, quedan reducidas a un objeto de adorno y su sola identidad artística, innegable, no permite experimentar la compleja realidad del espectáculo casi total que constituía el pesebre napolitano. Para salvar en la medida de lo posible esta limitación, en la exposición se ha mantenido el aparato escenográfico y el consiguiente discurso narrativo que diseñaron sus anteriores propietarios: un ámbito urbano con la arquitectura popular del sur de Italia, en el que se integran, sin solución de continuidad, la vida rural de su periferia y la arruinada grandeza de la edificación que aloja el Misterio, inspirada en un dibujo preparatorio de Luca Giordano para la escenografía de un pesebre, de los pocos documentos conservados sobre este tema.

BIBLIOGRAFÍA
  • ARBETETA MIRA, Letizia: “El Belén palaciego dieciochesco: Nápoles y España”. Ya vienen los Reyes: Belenes en Castilla y León, Valladolid, 2002, pp. 220-232.
  • DÍAZ GONZÁLEZ, Joaquín: “Instrumentos musicales en el belén napolitano del Museo Nacional de Escultura”, Boletín del Museo Nacional de Escultura. Valladolid, 2001, Nº 5, pp. 22-32.
  • FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Rosario. Belén: Museo Nacional Colegio de San Gregorio: colección / collection, Madrid, 2009, pp. 272-277.
  • URREA FERNÁNDEZ, Jesús, y FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Rosario: El Belén napolitano del Museo Nacional de Escultura, Valladolid, 2000.
  • PÁGINA DEL MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA: http://ceres.mcu.es/pages/Main

1 comentario:

  1. Muy interesante ¡felicidades! http://ramonaescarabajal.wordpress.com/2013/12/24/el-belen-en-la-navidad/

    ResponderEliminar