miércoles, 31 de octubre de 2018

EL RETABLO MAYOR DE LA CATEDRAL DE EL BURGO DE OSMA (1550-1554)


El gigantesco retablo mayor de la Catedral del Burgo de Osma (11,80 x 9,60 m) es uno de los más espectaculares del Renacimiento castellano merced a su curiosa traza, a que se trata de un retablo-escenario y a que se resulta ser una obra de colaboración, ya que fue ejecutado entre 1550-1554 por Juan de Juni y Juan Picardo. El retablo, construido en madera de roble (ensamblaje) y de nogal (esculturas) a expensas del obispo don Pedro Álvarez de Acosta, que puso sus armas en el mismo, fue contratado por Juan de Juni y Juan Picardo el 13 de marzo de 1550. La decisión del obispo de hacer este retablo fue debida a "la falta que en ella [la catedral], hay de un retablo en la capilla mayor", por lo que determinó “mandar hacer en la dicha capilla mayor a sus propias expensas y costa un retablo muy suntuoso”. Previamente, se había convocado un concurso de proyectos al que se presentaron diversas trazas resultando elegida la de Juni, pero aceptando algunas modificaciones de la presentada por Juan Picardo y su yerno Pedro Andrés, y adjudicando la realización del retablo a ambas partes por mitades. El retablo ya estaba terminado en agosto de 1554 cuando se firma la carta de pago y finiquito, recibiendo Juni 1.000 ducados, la misma que se repartieron los otros escultores. Ambos artistas se dividieron la tarea escultórica verticalmente, de forma que Juni se quedó con la imaginería del lado del evangelio, y Picardo la de la epístola. Cabe una salvedad, se trata de las esculturas que rematan lateralmente el retablo, de modo que la Iglesia, en el lado del evangelio, corresponde a Picardo, y la Sinagoga, en el de la epístola, es obra de Juni.
El retablo, que se encuentra dedicado a la vida de la Virgen, se adapta a la forma del presbiterio, se articula en tres calles, tres cuerpos y un potente ático. El mueble asienta sobre un basamento de piedra de Ciruelos de Navares con los escudos del obispo donante. Descansa sobre una predela con pintura de estilo pompeyano y el impresionante conjunto está enmarcado por dos robustas columnas cuya ornamentación enramada con personajes bíblicos del Antiguo Testamento, como Roboán e Isaías, simbolizan con su dinamismo ascensional la genealogía de la Virgen a quien está consagrado. En la cúspide de estas dos columnas se sitúan la Iglesia y la Sinagoga, alusivas al Nuevo y al Antiguo Testamento. La Sinagoga es quizás la obra maestra de Juni en este retablo. La representa como una mujer madura de cuerpo fuerte y cuello potente, figura contorsionada y rebuscado contraposto, que ejemplifica muy bien, como dijo Martín González, “el espíritu desazonado” que impregna el hacer de Juni.

JUAN PICARDO. La Iglesia
JUAN DE JUNI. La Sinagoga
El primer cuerpo del retablo es el más imaginativo. Sin que exista banco propiamente dicho las figuras recostadas de David y Jesé o Abraham, situadas respectivamente en el arranque de las calles del evangelio y la epístola, cumplen casi esta función. Jesé figura en actitud naturalista de descanso, asiendo el manto para cubrir su cuerpo, y tiene a los pies a David con la cabeza de Goliat; mientras tanto, Abraham está con Isaac, a sus pies, que lleva un hatillo de leña para el sacrificio. Hay que recordar que de la "raíz de Jesé" y de la estirpe de Abraham viene la Virgen María. Sobre estas figuras hay dos grandes relieves, flanqueados por columnas jónicas, que representan El Abrazo ante la Puerta Dorada (Juni) –realiza una composición similar a las que concibió para el retablo mayor de la Antigua de Valladolid, y para la capilla de los Benavente de Medina de Rioseco–, y La Anunciación (Picardo). En la primera escena, San Joaquín y Santa Ana se abrazan, con sus cuerpos retorcidos, delante de la famosa Puerta Dorada, que no deja de ser una arquitectura renaciente con pilastras con decoración a candelieri. La angustia espacial de Juni se refleja en la pareja situada bajo el arco de medio punto rebajado. A la izquierda, un joven oferente lleva un cordero. Por su parte, en la Anunciación, la Virgen figura bajo un cortinaje descorrido, gira la cabeza sorprendida ante la súbita llegada de San Gabriel, que se dirige a ella, levantando la mano para señalarle la Paloma del Espíritu Santo, y por lo tanto para enunciarle la Buena Nueva.

JUAN DE JUNI. El Abrazo ante la Puerta Dorada
JUAN PICARDO. La Anunciación
La parte central de este primer cuerpo lo ocupa un Tabernáculo, que imita la forma de templo redondo, coronado por una cúpula. A los lados hay dos pequeñas esculturas: Santa Catalina de Alejandría (Juni), figura típicamente juniana dispuesta en helicoide, y otra santa mártir ¿Santa Margarita? (Picardo), que porta la palma del martirio. Encima, dentro de un tramo serliano se representa de una forma muy teatral el Tránsito de la Virgen (Picardo), que además convierte al retablo en un retablo-escenario. A los lados dos apóstoles observan la escena central apoyados sobre barandillas. El apóstol revestido de muceta roja probablemente represente al obispo Acosta.

JUAN PICARDO. El Tránsito de la Virgen
Más despejado de motivos se encuentra el segundo cuerpo, de raigambre manierista, con relieves historiados sólo en las cajas de las calles laterales: el Nacimiento de la Virgen (Juni), y la Visitación de la Virgen (Picardo) a su prima Santa Isabel. La calle central queda suprimida por cuanto en ella irrumpen tanto el arco de la escena inferior de la Dormición, y la hornacina de la Asunción que ocupa el tercer cuerpo. Eso sí, las enjutas del arco inferior, que cuadran en este segundo cuerpo, se decoran con parejas de puttis, muy musculados, y tras de los cuales figuran unas ruedas. En este cuerpo triunfa la fantasía arquitectónica. La escena del Nacimiento está plagado de detalles costumbristas: alcoba de marquetería clásica que cobija a Santa Ana con su esposo bajo velo protector, momento del lavatorio de la recién nacida bajo la mirada sorprendente de los ángeles y, de nuevo, la presión espacial en una puerta abierta por donde sale un personaje, sin duda, a transmitir la buena nueva. Por su parte en la Visitación vemos una escena mucho menos dinámica, en la que Santa Ana se arrodilla para agarrar a su prima y demostrar así la supremacía de ésta. Completan la escena San Zacarías y una mujer que acompaña a la Virgen con un cesto.

JUAN DE JUNI. El Nacimiento de la Virgen
JUAN PICARDO. La Visitación
Ya en el tercer cuerpo tenemos nuevamente tres calles, en las laterales figuran la Presentación de la Virgen en el templo (Juni), y la Circuncisión (Picardo). Completa el conjunto, en la parte central, una especie de “tríptico” presidido por la Asunción (Juni) y flanqueada por la dinámica imagen de San Pedro de Osma (Juni), que se gira violentamente y quiere escaparse de la hornacina, y Santo Domingo de Guzmán (Picardo). El misterio de la Asunción de María es el centro del retablo y el punto de convergencia de todas las historias. La acompañan siete ángeles, en variadas y acrobáticas posturas, que la elevan hacia el cielo.

JUAN DE JUNI. La Presentación de la Virgen en el Templo
JUAN PICARDO. La Circuncisión
JUAN DE JUNI Y JUAN PICARDO. La Asunción y San Pedro de Osma (J.J.), y Santo Domingo (J.P.)
Finalmente, en el ático se dispone un gran edículo conformado por dos figuras angelicales que soportan un entablamento curvo y una bóveda de casetones, en cuyo interior se desarrolla la Coronación de la Virgen (Juni). La Virgen aparece de rodillas con las manos adorantes y el rostro lleno de complacencia. El Padre y el Hijo colocan la corona de Reina de los cielos y tierra sobre su cabeza. Sobre ella retozan los ángeles leyendo, entre los que se cierne el Espíritu Santo en forma de paloma. A los lados de esta arquitectura se encuentran otros dos relieves, de formato semicircular, coronados por dos pares de figuras masculinas desnuda y reclinadas que sostienen sobre sus hombros los escudos del obispo Acosta. En el de la izquierda se representa la Construcción de la Basílica de Santa María la Mayor (Juni) y en el de la derecha la Entrega de la Casulla a San Ildefonso (Picardo). Remata el retablo una especie de serafín con múltiples alas.

JUAN DE JUNI. La Coronación de la Virgen
JUAN DE JUNI. La construcción de la Basílica de Santa María Maggiore
JUAN PICARDO. La entrega de la casulla a San Ildefonso
El retablo se ve ensanchado en sus laterales por dos grandes paneles, de la misma altura de las columnas que sostenían a la Iglesia y a la Sinagoga, en los cuales se explayan seis medallones con relieves de los Padres de la Iglesia, el ¿Santa Margarita? y la Virgen con el Niño, y rematan, nuevamente, con las armas del obispo Acosta. Desconocemos la autoría de estos relieves, quizás pudo participar Juni.

BIBLIOGRAFÍA
  • ARRANZ ARRANZ, José: La catedral de Burgo de Osma. Guía turística. Ilustrísimo Cabildo de la S. I. Catedral, 1995.
  • FERNÁNDEZ DEL HOYO, María Antonia: Juni de Juni, escultor, Universidad de Valladolid, Valladolid, 2012.

lunes, 22 de octubre de 2018

EXPOSICIÓN: PINTURA RELIGIOSA DE LOS SIGLOS XV AL XVIII. En la Colección Gerstenmaier


Una de las exposiciones más interesantes que pueden contemplarse actualmente en Valladolid es la que se desarrolla hasta inicios del mes de diciembre en la Sala Municipal de Exposiciones de Las Francesas: "Pintura religiosa de los siglos XV al XVIII en la Colección Gerstenmaier". La muestra contiene pinturas, ya en tabla ya en lienzo, de diversas escuelas españolas (madrileña, valenciana, castellana, etc) que van desde el Gótico hasta el Rococó pasando por el Renacimiento y el Barroco. Pintores de la talla del murciano Pedro de Orrente (1580-1645), conocido como "el Bassano español"; el valenciano Lluís Dalmau (h.1428-1461), introductor del gótico hispanoflamenco en la Corona de Aragón y pintor del rey Alfonso V el Magnánimo; el toledano Antonio de Comontes (h.1500-h.1547); el abulense Lorenzo de Ávila (h.1492-1570); el madrileño Francisco Camilo (1615-1673); o el también madrileño Luis Paret y Alcázar (1746-1799), máximo exponente de la pintura rococó española.

LLUÍS DALMAU. Juicio a San Baudelio (h. 1448)
ANÓNIMO CASTELLANO. San Gregorio Magno y San Ambrosio
ANTONIO DE COMONTES. Calvario (h. 1530-1540)
Hans Rudolf Gerstenmaier tiene una fuerte convicción de que el arte ayuda a los seres humanos. Su colección es un gesto de generosidad hacia los demás: adquiere las obras, solicita sus estudios a los mejores especialistas y las comparte con todo aquel que quiera acercarse a conocerlas. Esto ocurre con las obras presentes en esta exposición. Una selección determinada por la temática religiosa y que nos acerca a un elemento compuesto por una quincena de obras. Unas pinturas que trazan un recorrido que se inicia en el siglo XV y que finaliza con Luis Paret y donde destacan numerosas tablas como las de Antonio de Comontes o telas de Pedro de Orrente. Unas obras que completan las dos grandes colecciones de pintura de este filántropo alemán. Lejos de ser un simple acumulador de objetos, Gerstenmaier, como verdadero coleccionista, saber compartir la propiedad de sus posesiones para que estas puedan cobrar vida.

LORENZO DE ÁVILA. Epifanía (h. 1540-1550)
ANTONIO DE COMONTES. Última comunión de San Benito (h. 1540-1550)
PEDRO DE ORRENTE. Martirio de San Lorenzo (h. 1635-1640)
En el Libro de los Pasajes Walter Benjamin afirma que "la fascinación más profunda del coleccionista consiste en encerrar el objeto individual en un círculo mágico, congelándose éste mientras le atraviesa un último escalofrío (el escalofrío de ser adquirido). Todo lo recordado, pensado y sabido se convierte en el zócalo, marco, pedestal, precinto de su posesión". Ese círculo mágico para Hans Rudolf Gerstenmaier es un gran círculo abierto, en el que pueden entrar todas aquellas personas que estén dispuestas a compartir su amor por el arte y se acerquen a la Sala Municipal de Exposiciones de Las Francesas a visitar esta exposición.

ANÓNIMO. Tránsito de San Juan de Dios (Último tercio del siglo XVII)
CÍRCULOS DE LUIS TRISTÁN O JUAN BAUTISTA MAÍNO. Santo Domingo disciplinándose (Segundo cuarto del siglo XVII)
PEDRO DE ORRENTE. Regreso de San Juan Bautista del desierto (Segundo cuarto del siglo XVII)
FRANCISCO CAMILO. San Joaquín (h. 1650-1655)
LUIS PARET Y ALCÁZAR. Inmaculada Concepción (Tercer cuarto del siglo XVIII)