La
rendición de Granada resulta ser una de las obras claves de la pintura española
del siglo XIX, y su autor, el maño Francisco Pradilla, uno de los pintores más
dotados de su época, y para mí uno de los mejores de la historia de España;
asimismo, tuvo el honor de ser director tanto de la Real Academia de España en
Roma como del Museo del Prado.
Francisco
Pradilla nació el 24 de julio de 1848 en Villanueva de Gállego (Zaragoza),
formándose en la capital maña con el escenógrafo Manuel Salvador. Francisco
quiso picar más alto y por eso decide trasladarse a Madrid e ingresar en la
Real Academia de San Fernando. Obtiene en 1874 una pensión para trasladarse a
la Academia Española de Bellas Artes, fundada en Roma por Emilio Castelar, y
continuar su aprendizaje, quedándose en tierras italianas unos diez años.
Su
primer cuadro de importancia para las oposiciones a la pensión de la Academia
española en Roma fue El rapto de las sabinas (1874). En 1878 envió su Doña
Juana la Loca a la Exposición Nacional de ese año, obteniendo una Medalla de
Honor gracias a la brillantez y la fuerza de su estilo realista, en el que las
pinceladas de óleo vibran y se aprecian claramente en el lienzo. El éxito
obtenido motivó que el Senado le encargara el cuadro de La rendición de Granada
(1882). Un año este de este logro obtuvo otro: fue nombrado director de la
Academia Española en Roma, cargo que abandonó después de dos años para regresar
a Madrid. Se piensa que esta renuncia se produjo al decepcionarse por los
engorrosos trámites burocráticos que dificultaban la gestión y le impedían
dedicarse a pintar. Sin embargo, el 3 de febrero de 1896 aceptó el cargo de
director del Museo del Prado, siendo sustituido dos años después por el hasta
entonces subdirector, el pintor Luis Álvarez Catalá, que contaba con el apoyo
institucional de la reina María Cristina.
FRANCISCO PRADILLA. Autorretrato (1917) |
FRANCISCO PRADILLA. El rapto de las sabinas (1874) |
FRANCISCO PRADILLA. Doña Juana la Loca (1878) |
Francisco
Pradilla consiguió situar a las grandes composiciones históricas, que tanto
éxito tuvieron en el siglo XIX español, en lo más alto de la pintura europea.
Su Doña Juana la Loca bien puede considerarse como una de las mejores obras del
siglo, obteniendo con ella un clamoroso éxito, no sólo en España sino en las
capitales artísticas del viejo continente. Entre su amplia producción destacan
los cuadros de género y los retratos, así como la decoración del madrileño
Palacio de Linares. Pradilla falleció en Madrid en 1921.
FRANCISCO PRADILLA. La reina doña Juana la Loca, recluida en Tordesillas con su hija, la infanta doña Catalina (1906) |
HISTORIA DEL CUADRO Y PREPARACIÓN
El
éxito que obtuvo Francisco Pradilla en la Exposiciones Nacionales hizo que el Senado,
por medio de su presidente, el Marqués de Barzanallana, un encargo formal de
pintar uno de los sucesos más trascendentales de la historia de España, lo que
le obligara en 1879 a ausentarse a Roma para documentase y conocer in situ los
parajes donde ocurrieron los hechos. El tema que le solicitaba el Senado era
“La Rendición de Granada”, de gran complejidad por las numerosas figuras
necesarias en la composición y que Pradilla abordó con gran ambición.
En
los primeros días del mes de julio del mismo año partía de Roma rumbo a Madrid,
viajando desde allí a varias ciudades de Andalucía, visitando particularmente
Granada, ciudad en la que estudia y toma apuntes, y pinta acuarelas con los más
bellos paisajes granadinos y vistas de la Alhambra, el Generalife y el
Albaicín. Le interesa el estudio de los pormenores, el cual debía ser
necesariamente ímprobo y extenso, al tratarse de un asunto concreto en época y
lugar conocidos y en el que figuraban muchos personajes históricos.
En
estos primeros momentos visita la catedral, donde estudia y copia el relieve de
madera pintada del altar de la Capilla de los Reyes, obra de Felipe Bigarny,
realizada en 1521 en el zócalo del retablo en una de cuyas escenas se
interprete el instante que Pradilla traslada al lienzo: Bigarny coloca a la
reina Isabel en el centro, al cardenal Mendoza a su derecha y al Rey Fernando a
su izquierda; y Pradilla en cambio, sitúa a Fernando en el centro y a la
derecha a la reina Isabel. También en la catedral copia los retratos de los
Reyes Católicos pintados por Leal, tomando también apuntes de los cetros y
coronas de los monarcas, que se hallan conservados en la Capilla Real de la
catedral granadina. En la Alhambra toma notas de sus muros y relieves, de los
distintos tipos de escritura y signos arabescos.
El
ansia de perfección le hace buscar fuentes más auténticas y reales, para ello
se desplaza a Marruecos. Allí busca los rasgos físicos de sus habitantes, sus
formas de vestir y sus costumbres, lo que posteriormente utilizará en la
composición de la corte mora. Para dar mayor fidelidad a los personajes del
cuadro pinta retratos de sus amigos, trasladándolos más tarde a la composición
definitiva. Como el de don Benito Hernando (catedrático de terapéutica) que
aparece vestido de monje.
FRANCISCO PRADILLA. La toma de Granada (1882) |
A
lo largo de todo el año 1880 y hasta octubre de 1881, se dedicará única y
exclusivamente a la ejecución de su boceto granadino, realizando numerosos
bocetos y estudiando cada una de sus partes, tanto en la configuración de la
escena y el realismo de los personajes como en la adecuación del paisaje en los
que se enmarca, realizando estudios aislados de cada uno de los personajes que
configuran la escena. Tras acabarlo, lo expuso en Roma y el éxito fue rotundo,
tal es así que pronto se hizo sentir en Madrid al ser expuesto en el Palacio
del Senado. A este éxito se sumó la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica
que Alfonso XII otorgó a Pradilla.
La
composición es un segmento de semicírculo en el que representa al ejército
cristiano desplegado, paralelo a la carretera. En medio del semicírculo están
colocados los caballeros, teniendo en medio a las damas de la Reina, también el
rey y sus dos hijos mayores que están situados delante y en el centro del radio
con los pajes y reyes de armas a los lados. Se estructura a través de una
diagonal de derecha a izquierda, quedando el espacio central libre para poder
contemplar al ejército. La perspectiva está conseguida gracias a las ruedas de
los carruajes.
Boabdil
avanza ligeramente inclinado al trote de su caballo negro por la carretera
hasta llegar a la presencia de los Reyes Católicos, aparece en ademán de
bajarse del caballo y hacer la entrega de las llaves de la ciudad. Junto con
Boabdil vienen a pie los caballeros de su casa y el paje negro que guía su
caballo camino inclinado confundido ante la grandeza de los Reyes cristianos.
Esta disposición permite ver a los tres reyes de manera más visible, a ello
contribuyen también las notas de color: el blanco-azul-verdastro de la Reina y
su caballo; el rojo del rey Fernando y el negro de Boabdil. Corta la
composición cerca de los reyes, el resto de los personajes se presenta según su
importancia: primero, un macero de tamaño natural, figura de gran volumen
ataviada con sayal y dalmática.
Sigue
el paje que sujeta el caballo árabe de la reina, el cual es blanco. La reina
viste saya de brocado verde-gris forrados de armiño, manto real y brocado azul
y oro con orlas de escudos y perlas, ciñendo la tradicional toca y la corona de
plata dorada que se conserva en Granada. Sigue su hija mayor Isabel que viste
de negro a causa de su reciente viudedad con el Rey de Portugal, monta en una
mula.
Después
el Príncipe Don Juan sobre caballo blanco y coronado de diadema, sigue Don
Fernando cubierto con manto veneciano de terciopelo púrpura y montando en un
potro andaluz, su paje contempla a Boabdil. Después aparece el rey de armas y
detrás aparece Torquemada y varios prelados (los cuales tienen ya disminución
perspectiva).
Los
caballeros que hay al margen del cuadro son: el Conde de Tendilla, cubierto de
hierro; el Gran Maestre de Santiago; Gonzalo de Córdoba; el Conde de
Medina-Sidonia y otros caballeros. Detrás de la reina coloca unos cipreses para
destacarla por claro y también para caracterizar el país. Aparecen también
timbaleros en el ala cristiana que a lo lejos se divisa entre Boabdil y el Rey
Fernando. Al fondo se divisa la Antequeruela con sus muros, parte de Granada,
las torres bermejas de la Vela que con parte de los adarmes es lo único que se
divisa de la Alhambra.
El
realismo define esta escena, tanto en el color como en el dibujo o la
estructura compositiva, empleando una factura suelta de gran belleza.
BIBLIOGRAFÍA
- RINCÓN GARCÍA, Wifredo: Francisco Pradilla, 1848-1921, Antiquaria, Madrid, 1987.
- GARCÍA LORANCA, Ana: Vida y obra del pintor Francisco Pradilla Ortiz, Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja, Zaragoza, 1987.
Que genial artista. Debería ser más reconocido. Gracias por este artículo.
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