El
origen de esta iglesia se halla en la bula fundacional del Hospital de San Juan
de Letrán obtenida en 1550 por el sacerdote cordobés Hernando de Dios del Papa
Julio III. Aquel primer edificio constaba de iglesia y asilo para albergar a
trece ancianos pobres y enfermos sin medios, en recuerdo de Cristo y sus doce
apóstoles. En estos primeros momentos actuaron de patronos Alonso Berdugo y
Bernardino Velázquez; si bien posteriormente, el emperador Carlos V aceptó el
patronazgo de la Corona, motivo por el cual las armas reales aparecen en la
fachada, en el retablo mayor y en las yeserías.
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Localización del Hospital de San Juan de Letrán en el mapa que Diego Pérez realizó de los alrededores del Campo Grande (1787) |
En
1641 la primitiva iglesia, ya ruinosa, sufrió un hundimiento importante, y en
1675 Juan de Naveda y Antonio del Solar se comprometieron a construir un templo
nuevo, el actual, conforme a la planta y traza de Juan Tejedor Lozano.
Suscribió el documento el regidor perpetuo de Valladolid don Simón de
Contreras, actuando en nombre del Rey, por la razón del patronato. Sin embargo,
las obras debieron de paralizarse bastante tiempo. Fue en el año 1729 cuando
recibieron un nuevo, ocupándose de las obras Matías Machuca, tal y como explica
Canesi: “Y es tan
superior la idea que ha formado Matías Machuca para la fachada, que es toda de
piedra, con el adorno de varias columnas y estatuas, que bien examinada han
declarado los peritos en arquitectura que es de lo mejor que hay en Castilla y
lo mismo el pulimento de la iglesia”.
Machuca
se comprometió el 30 de junio de 1732 a “proseguir, hacer y
fabricar la obra de la iglesia hasta cerrarla y coger las aguas”. El
edificio se inauguró el 10 de septiembre de 1739, con las fiestas de ritual,
tanto religiosas como profanas, que detalla Ventura Pérez: “Año de 1739, día 10
de septiembre, se colocó el Santísimo Sacramento en la iglesia de San Juan de
Letrán, nuevamente ejecutada y acabada. A las cinco de la tarde se ordenó una
procesión en que asistieron todas las cofradías sacramentales que están bajo la
campana de San Ildefonso: salió la procesión de la iglesia vieja y fue a la
fuente del Campo, en donde habían hecho un coliseo ochavado y un jardín, y
pintaron las bolas de colorado, y encima de cada una estaba de medio cuerpo, de
yeso, una estatua de bulto, y cantaron su villancico, y desde allí fueron al
hospital, en donde a la puerta de la iglesia había otro altar, y prosiguieron
adelante; en los Recoletos, en Jesús María, en el Corpus, en los Capuchinos y
en la Laura hicieron sus altares y cantaron sus villancicos. Llevaban a San
Juan de Letrán en sus andas, y después llevaba el señor arcediano de la Santa
Iglesia a S.M. Hubo cuatro danzas, dos de niños forasteros, una de los de la manzana
y los gigantones. Hubo tres días de fiesta; tuvieron pulpito y altar los
señores prebendados de particular; predicó el primer día el Sr. D. Francisco de
Barredo, canónigo lectoral; el segundo el Sr. D. Francisco Pérez Baroja,
canónigo magistral; el tercero el Sr. D. Ignacio Canseco, dignidad tesorero,
todos prebendados de esta Santa Iglesia: asistió la música de ella; estuvieron
las paredes del Campo muy bien colgadas y el retablo adornado de cornucopias.
Se publicaron para estas funciones dos corridas de toros, y por motivos que no
supimos de la ciudad con el presidente, se detuvieron; vino del consejo, a
petición del presidente, que se desarmasen los tablados estando ya armados: se
alborotaron todos porque habían concedido a la cofradía los balcones altos y
las portadas; en fin, se compuso todo, y los toros que se habían de haber
corrido el día 22 y 24 del dicho, se trasladaron al día 5 y 7 de Octubre: no
concurrió gente y se perdieron los de los tablados, que no sacaron la mitad del
dinero que los tenia de costa, y no quisieron dejar desamar los tablados, y
hubo tablado que estuvo quince días armado, y dieron fiadores y no lo pudieron
cobrar de provecho y perdieron mucho, y el señor presidente hizo alguna
refracción a los de los tablados”.
Llegado
el siglo XVIII se debilitó su función hospitalaria. Al beneficiarse de las
gracias espirituales de la Basílica de San Giovanni in Laterano de Roma viene a
convertirse en santuario de gran popularidad. A mediados de siglo, en el año
1746, el arquitecto Antolín Rodríguez llevó a cabo la casa del capellán y la
sala de la cofradía. El hospital, como tal, desapareció en el siglo XVIII al
incorporarse todos los existentes en Valladolid al Hospital General de la
Resurrección. En 1819 ocuparon el edificio los frailes del Convento de San José
de Mercedarios Descalzos, ya que su cenobio fue destruido por los franceses
durante la Guerra de la Independencia. Allí se mantuvieron los religiosos hasta
1834, año en que lo abandonaron en virtud de la exclaustración. Al llegar la
Desamortización, la iglesia pasó a servir como ayuda de parroquia de San
Ildefonso y vinieron sosteniendo el culto en ella las Hermandades de la Virgen
de las Mercedes y de San Ramón Nonato. Más tarde los Agustinos Filipinos
adquirieron en propiedad la parte del edificio que sirvió primero de hospital y
luego de convento.
El
2 de febrero de 1897, el cardenal arzobispo Antonio María Cascajares hizo
donación de la iglesia a las religiosas del Instituto de María Reparadora, con
objeto de que fundaran en Valladolid un convento de su Orden. El 16 de junio de
ese año se hospedaron provisionalmente en la habitación principal izquierda y
establecieron su capilla en la planta baja de la casa señalada entonces con la
letra M, y luego hechas en la iglesia las obras necesarias, y edificado de
nueva planta un convento de tres pisos a su entrada derecha, se instalaron en
él definitivamente y abrieron la iglesia al culto el día 10 de marzo de 1899.
Con tal motivo las imágenes de Nuestra Señora de las Mercedes y de San Ramón
Nonato, así como la reliquia de éste y las Hermandades de sus advocaciones,
fueron trasladadas a la parroquia de San Ildefonso. Entonces se dedicó el trono
principal del retablo mayor a colocar en él el Santísimo Sacramento, bajo
elegante pabellón de raso encarnado; y en el altar en que estaba San Ramón se
puso a San Pedro Nolasco, cerrando el crucero con una artística verja de
hierro. Entre 2011-2014 la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León la ha sometido a una profunda restauración que la ha dejado casi como nueva. Se procedió a la limpieza de la fachada, recuperación del rasante original, eliminación de la cubierta de tejas en una de las cornisas y recolocación de los remates de los chapiteles. En los los últimos años el Arzobispado ha cedido el uso de la iglesia al
Camino Neocatecumental.
IGLESIA
En
1675 el arquitecto Juan Tejedor Lozano realiza los planos de la nueva iglesia, la
cual fue llevada a cabo por Luis de Naveda y Antonio del Solar. Pero sería
Matías Machuca el que en 1732 se comprometió a construir la fachada y el
interior, ofreciendo al templo la unidad estilística que presenta,
inaugurándose el 10 de septiembre de 1739. Uno de los grandes aciertos de
Machuca fue el desviar la fachada, de manera que esta siguiera la línea del
Paseo del Campo Grande.
La
iglesia presenta planta de cruz latina, con crucero poco destacado. Su única
nave está dividida en cinco tramos cortos por pilastras cajeadas, sobre las que
corre una cornisa muy volada sobre ménsulas; en ella descansan los arcos
fajones que soportan las bóvedas de medio cañón con lunetos decoradas
profusamente con ornamentación barroca de motivos vegetales y geométricos,
quebrados y mixtilíneos; en el tramo medial se ubicó el escudo imperial de
Carlos V, con el águila de dos cabezas, para expresar el patronato regio.
Completa el conjunto un coro alto a los pies, y la sacristía, la cual, que se
abre al lado de la epístola del crucero, está cubierta con una bóveda esquifada
sobre pechinas.
Sobre
el crucero levanta una cúpula sobre pechinas decoradas con relieves en yeso
policromado que representan a los arcángeles San Miguel, San Rafael, San Gabriel y el Ángel custodio.
Son figuras extraordinariamente movidas y de calidad. En los extremos del
crucero hay grandes ventanas flanqueadas por abultados relieves en yeso
representando las personificaciones de las virtudes cardinales: Justicia, Prudencia
(izquierda), Fortaleza
y Templanza
(derecha). Toda la cornisa exhibe ménsulas de hojarasca. Hace unos años se suprimió
una ornamentación de rameados que discurría a lo largo de las pilastras. Todo
el conjunto de yeserías que puebla la iglesia pertenecen a Matías Machuca, si
bien desconocemos al escultor que modeló las interesantes efigies de los
Arcángeles y las Virtudes cardinales.
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San Miguel |
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San Gabriel |
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Las Virtudes Fortaleza y Templanza |
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Las Virtudes Justicia y Prudencia |
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La Virtud Templanza |
Según
las siempre sabias palabras del profesor Martín González se trata de una
iglesia singular, apartada de los modelos convencionales vallisoletanos,
especialmente en el diseño de la fachada y en la composición del retablo mayor,
y que presenta una gran uniformidad y suntuosidad en el interior, luminoso y
festivo.
FACHADA
La
fachada es una de las más atractivas de Valladolid y se la considera la obra
más genuinamente barroca de la ciudad, y a su vez una de las más bellas. Sin
embargo, no a todos gustó, y a los que menos a los ilustrados. Antonio Ponz
llegó a describirla como un “originalísimo aborto
de la doctrina de Churriguera: especialmente la portada, que parece cosa de
almacén de guerra, por una confusa ensalada de cañones, morteros, bombas, y
otras extravagancias; pero esto logró aplauso, y procuraban ensañar a los
forasteros; lo que no hubiera sucedido así, si desde luego se hubiera hablado
con claridad, desacreditando semejante despropósito; pues el vulgo se forma
según lo que oye, y le enseñan”. Pero no solo horrorizó a Ponz, otro
historiador dijo de ella que la “fachada ha llamado
siempre la atención por su rareza y depravado gusto. Se conoce que su autor,
cuyo nombre se ignora, era decidido partidario del libre capricho en
arquitectura; así es que puede servir de ejemplo a los que se dedican a tan
noble profesión para demostrarles los abusos que engendra la imaginación,
cuando no está contenida por los santos principios del arte”. Este tipo de
fachada alabeada supone un tardío eco de la arquitectura de Borromini. Este
movimiento no se ha podido trasladar al interior, donde Machuca sólo tuvo
libertad para revestir con yeserías bóvedas y paredes.
Matías
Machuca se obligó a construirla en piedra de Campaspero, si bien en el segundo
cuerpo se habla de que emplearía “piedra, mampostería y
ladrillo”. Teniendo en cuenta las formas tan salientes empleadas y la
prolijidad de motivos decorativos, no extraña que utilice recursos para dar
solidez a la construcción. En la primera cornisa las piedras se dispondrían a
ritmo de tizón; se embetunarían las juntas, “amachambradas a media
cola de milano embebida en el medio de la junta para que en ningún tiempo a la
obra de abajo puedan ofender las aguas”. Las columnas quedarían “juntas con almas de
hierro para seguridad y unión”.
La
fachada se estructura a través de un gran cuerpo central de dos pisos con
columnas abalaustradas y ricos capiteles tallados, ligeramente avanzado con
referencia a los laterales formados por dos cubos decorados con pilastras
cajeadas. La planta es muy movida con sus curvas y sus contracurvas. La
decoración se concentra en la calle central, pero los volúmenes aparecen
suavizados por una rica molduración cajeada. Este tipo de columna, que se
colocan al bies y se molduran en forma bulbosa, surge por evolución de la
abalaustrada del Renacimiento. La base se deforma como aplastada por el peso,
como si fuera de materia blanda que se derrite.
La
puerta es de medio punto con dovelas y enjutas valoradas con decoración floral
de mucho relieve. Las dovelas se ornamentan con abultados motivos de follaje,
sometidos al ritmo de curva y contracurva. Sobre el arco se dispone una
decoración vegetal encima de la cual campean rollizos infantes. Sobre la clave
se forma un gran penacho, que levanta la cornisa, formando un “tresavo”, un
arco de tres lados. Una imposta moldurada que se quiebra en la línea de la
clave separa los dos cuerpos. Ya en el segundo piso campea un gran escudo real,
para manifestar el patronato regio, entre una rica decoración de guirnaldas,
flores, trofeos militares y ángeles.
El
ático es muy airoso y de forma abierta. En los extremos se disponen los
campanarios, con su barandilla como mirador. En la parte central, como si se
tratara de un tabernáculo, está la estatua de San Juan Bautista,
en espacio perforado, para que penetre la luz. A los lados hay dos esculturas
de la Caridad
y la Fe. Todas
estas imágenes se atribuyen al escultor cortesano, aunque nacido en Íscar
(Valladolid) y con taller abierto en Salamanca, Alejandro Carnicero. Tampoco tendríamos
que perder de vista el nombre de Pedro Bahamonde, el maestro que mejor esculpía
por entonces la piedra en Pucela.
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San Juan Bautista |
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La Caridad |
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La Fe |
RETABLO
MAYOR
Actualmente
el único retablo que conserva el templo es el que preside su capilla mayor, a
la cual se adapta perfectamente, formando una gran concavidad. Responde a un
modelo arquitectónico de gran sencillez. Consta de banco, un solo cuerpo con
tres calles flanqueadas por estípites y columnas con cabezas de serafines, y
ático de remate semicircular. La calle central alberga un Crucificado (siglo
XVI) realizado en pasta de caña de maiz; mientras que las laterales contienen las tallas de San José con el Niño
y San Joaquín con
la Virgen Niña. Por encima del hueco principal se sitúa un pequeño relieve
de la Visitación,
y ya en el ático un San
Juan Bautista, y justo encima el escudo real. Desconocemos a los autores del
ensamblaje y de las esculturas, las cuales denotan la mano de dos maestros
diferentes puesto que San José y San Joaquín se realizarían ex profeso para el
retablo, es decir, hacia 1745; mientras que el San Juan Bautista, que es pieza
reutilizada, si bien el nicho se realizaría específicamente para él, datará del
último cuarto del siglo XVII, encontrándose en la órbita de escultores como
Juan Antonio de la Peña, Juan de Ávila y José de Rozas. Por su parte, el
Crucifijo de papelón se colocaría en fechas recientes pues antiguamente ocupó
ese sitio una escultura de Santiago (desconozco el motivo) y antes una Virgen
de las Mercedes, si bien ignoramos cual fue la imagen primitiva que presidió el
retablo.
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ANÓNIMO. Crucifijo (siglo XVI) |
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San José con el Niño (h. 1745) |
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San Joaquín con la Virgen Niña (h. 1745) |
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La Visitación (h. 1745) |
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San Juan Bautista (último cuarto del siglo XVII) |
Gracias
a Ventura Pérez sabemos que el retablo se terminó de dorar en el año 1745, por
lo que la arquitectura del retablo no datará de mucho antes teniendo en cuenta
los elementos que lo conforman: “Año de 1745, a
principios del mes de junio, se acabaron de dorar los retablos, sombreros de
púlpito y pechinas de San Juan de Letrán”.
MEDALLONES
DE LA VIDA DE SAN JUAN BAUTISTA
De
las paredes de la nave y del crucero cuelgan grandes medallones ovalados de
madera policromada. Tienen marcos dorados de hoja de laurel y rocallas. Realizados
hacia el año 1780 por el mediocre escultor vallisoletano Claudio Cortijo, el
último artífice barroco con el que contó la ciudad, consta que se policromaron
en 1782. Estos ocho medallones, pintados con colores planos, contiene ocho
episodios que abordan el ciclo de la vida de San Juan Bautista, patrón del
templo:
Visión
de Zacarías. Zacarías
ataviado con vestiduras sacerdotales incienso ante el Arca de la Alianza. A la
izquierda aparece el ángel anunciándole el mensaje, mientras que a la derecha
varias personas esperan su salida del templo.
Nacimiento
de San Juan Bautista. A la derecha aparece Santa Isabel
acostada en el lecho, mientras dos mujeres ricamente vestidas cuidan del recién
nacido.
Estancia
en el desierto. Está sentado acariciando un cordero con
la mano derecha, mientras mantiene levantado el brazo izquierdo. Va ataviado
con un vestido de piel y manto rojo. Conforman el fondo palmeras y árboles.
Predicación.
San Juan aparece de pie, portando su típico vestido de piel con el manto rojo
en el suelo. Hay un cordero. Le escuchan dos hombres de pie y una mujer sentada
con dos niños.
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CLAUDIO CORTIJO. Visión de Zacarías |
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CLAUDIO CORTIJO. Nacimiento de San Juan Bautista |
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CLAUDIO CORTIJO. Estancia en el desierto |
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CLAUDIO CORTIJO. La predicación |
Bautismo
de Cristo. Juan está a la derecha de la escena mientras Cristo
se arrodilla para ser bautizado.
San
Juan encarcelado. Juan aparece conversando con sus
carceleros. Al fondo, tras una ventana, aparecen las caras de dos discípulos,
según la tradicional iconográfica.
La
decapitación del Bautista. Mientas Salomé espera con la
bandeja en las manos, el verdugo la entrega la cabeza que sostiene con el brazo
izquierdo, mientras con la mano derecha sostiene una espada.
Entrega
de la cabeza a Herodías. Herodes y su mujer están tras una
mesa comiendo. Salome aparece de pie con la cabeza del Bautista en una bandeja.
Un perro aparta la vista hacia el suelo para no ver la testa del Santo.
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CLAUDIO CORTIJO. Bautismo de Cristo |
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CLAUDIO CORTIJO. San Juan encarcelado |
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CLAUDIO CORTIJO. La decapitación de San Juan Bautista |
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CLAUDIO CORTIJO. Entrega de la cabeza a Herodías |
BIENES
ARTÍSTICOS DESAPARECIDOS (RETABLOS, ESCULTURAS)
En
los brazos del crucero existieron hasta no hace demasiado dos retablos
barrocos. El de la Epístola lo ocupó una buena escultura de Cristo atado a la
columna (siglo XVIII) de la que no sabemos nada, ni siquiera su aspecto.
Posteriormente fue sustituido por un excelente Ecce Homo (162
cm) que primeramente fue atribuido a Francisco Alonso de los Ríos y actualmente
a Alonso de Rozas. Figura de pie, con los brazos cruzado a la altura del pecho.
Este Ecce Homo, que hoy en día se conserva en el Museo Diocesano de Valladolid,
es muy similar al que actualmente procesiona en el paso del Despojo, el cual se
asigna a Francisco Alonso de los Ríos y se sabe que procede del altar mayor de
la capilla del Ecce Homo del Convento de Agustinos Recoletos. Este último Ecce
Homo se colocó en el paso para suplir la figura original de Cristo que, tallada
por Juan de Ávila, desapareció en un incendio acaecido en la iglesia
penitencial de Nuestro Padre Jesús Nazareno en 1799. Por su parte, el retablo
del lado del Evangelio cobijaba una Virgen de la Soledad,
de bastidores.
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ECCE HOMO. Atribuido a Alonso de Rozas (Tercer cutro del siglo XVII). Museo Diocesano de Valladolid |
Ya
en el cuerpo de la iglesia existieron otros dos altares formados por un nicho
abierto en la pared y sin retablo. Al lado de la Epístola había una magnífica
escultura barroca de la Beata Mariana de
Jesús (siglo XVIII), mientras que en el del Evangelio estaba un San Pedro Nolasco
de la misma mano. Ambas obras eran tallas de tamaño natural y cuerpo entero. A
los costados del presbiterio ocupan unas repisas dos Ángeles de
cuerpo entero, esculturas bellísimas.
También
tenemos noticia de que en el coro se hallaba un buen Crucifijo (siglo
XVII), y otro Crucifijo
(siglo XVIII) existió en la capilla privada de monasterio. Asimismo, también
encontraron asiento en la iglesia unas tallas de la Virgen de las
Mercedes y de San
Ramón Nonato que, procedentes del Convento de la Merced Descalza (hay que
recordar que los frailes mercedarios ocuparon la iglesia tras la destrucción de
su cenobio a manos de los franceses), fueron a parar posteriormente a la
iglesia de San Ildefonso, templo en el que se les perdió la pista, al igual que
a sus retablos…
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La Virgen de la Merced y San Ramón Nonato cuando se encontraban ya en la iglesia de San Ildefonso ¿Desaparecidos?. Fotografía obtenida del libro de María Antonia Fernández del Hoyo Patrimonio perdido: Conventos desaparecidos de Valladolid |
BIBLIOGRAFÍA
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