El
“Octógono”, el antiguo cuartel de caballería, no fue el primer intento de
establecer un cuartel de este tipo en nuestra ciudad. Ya en 1736 se formaron
planos para la construcción de dos cuarteles, uno destinado a la Infantería y
otro a tropas de Caballería. En 1748, el rey Fernando VI deseaba que, aún en
tiempos de paz, se acuartelasen en Valladolid, “de pie fixo”, cuatro escuadros de Caballería, y, debido a que no
existía edificio adecuado, público o real, para transformarlo en cuartel, se
acudió al proyecto elaborado en el reinado de su padre. El tema quedó en nada
hasta el año 1764, en que el asunto del cuartel vuelve a plantearse de nuevo.
Es entonces cuando se piensa levantar un cuartel de acuerdo con el proyecto
elaborado en 1736, y lo que es más: el lugar elegido para levantarlo era el que
hoy ocupa la Academia de Caballería.
Todo
el terreno presentaba un frente de 220 pasos (= 143 m.), de los cuales 180 (=
117 m.) ocuparía la fachada principal, frontera al Campo Grande, mientras que
la parte posterior asomaría al Pisuerga, coincidiendo con el paraje denominado
por entonces “Espolón Viejo”. Las fachadas laterales originaban con los
edificios fronteros preexistentes dos calles de 20 pasos (= 13 m.) cada una. El
espacio en que había de levantarse el cuartel pertenecía a la ciudad, libre,
por tanto, de todo tipo de indemnización.
Proyecto de Academia de Caballería (1736) |
El
Corregidor vallisoletano llegó a comentar que, en el caso de construirse, el
cuartel “será el más hermoso que haya en
España y competirá con todas las casernas de Francia, por su situación, por
adornarle la circunstancia de tener a su frente el Campo Grande que pueden
maniobrar en él a un tiempo 20 escuadros de caballería y a su espalda el río a
80 pasos (= 52 m.), con su bajada
hecha a la perfección y fuera de todo riesgo de avenidas”.
Un
siglo después de este fallido intento iba a realizarse en gran parte aquel
proyecto con la construcción de la Academia de Caballería. Pese a que el
edificio que se construyó en el entonces llamado Campo de la Feria, a partir de
1846, no fue originariamente una construcción militar sino civil, un Presidio,
nunca fue utilizado como tal, convirtiéndose en 1852 en sede del Colegio del
Arma de Caballería. La instalación del Presidio Modelo en Valladolid contó
desde el principio con la oposición de la ciudad, y la elección de su lugar de
ubicación constituyó una larga historia de tiras y aflojas entre la ciudad y el
gobierno nacional. Si a la larga la ciudad logró su propósito de alejar el
Presidio del Campo Grande, en un principio se vio obligada a tolerar su
construcción.
Diferentes vistas de la visita del Rey Alfonso XIII al cuartel en 1914 |
Cuando
se anunció el deseo del gobierno de instalar el Presidio Peninsular en
Valladolid, la ciudad ofreció como mejor emplazamiento el monasterio de Prado,
que por su alejamiento parecía el ideal, pero el gobierno lo rechazó,
propugnando el ex convento de San pablo, cosas que no aceptó la Corporación.
Otros lugares propuestos por ésta eran los ex conventos de Corpus Christi y
Sancti Spiritus y, en último término y como mal menor, una zona del Campo de la
Feria, cerca de San Juan de Dios pero próxima al río. Sin embargo, el 18 de
mayo de 1846 ya se había trazado en el Campo de la Feria, el plano sobre el que
iba a construirse el Presidio y dado principio a las excavaciones. Por tal
motivo la Corporación comenzó a estudiar la estrategia necesaria para paralizar
unas obras que se habían iniciado sin su permiso, aunque nada se logró. En mayo
de 1847, la Reina decretó que, dado lo avanzado de la construcción, no procedía
la oposición municipal y exigió del Ayuntamiento la cesión del terreno y del
agua necesaria para abastecer el Presidio. Aquel puso como condiciones para la
cesión, que se tasase el terreno por peritos, levantando un plan topográfico de
su figura y extensión, y que sobre el valor del terreno se constituyera un
censo perpetuo. Asimismo, los gastos originados por estos trámites serían por
cuenta de la Dirección General de Presidios. Pocos meses después, la Reina
insistió en que se hiciera la escritura de donación sin más condiciones, y en
el momento. El Ayuntamiento decidió en votación, conceder el terreno pero no el
agua.
Los
historiadores sitúan la colocación de la primera piedra del edificio el 25 de
agosto de 1847, si bien, como hemos visto, las obras de infraestructura habían
empezado un año antes. En ellas tomaron parte los penados de Valencia, Toledo y
Madrid, y en la construcción se utilizaron las propias piedras del derribo del
ex convento de San Pablo.
El
plano de la construcción era un doble octógono con pabellones interiores
radiales, en cuyo interior existía un patio central también octogonal y ocho
más pequeños trapezoidales. Responde al tipo de planta radial, derivado de los
de los Hospitales, ideados para prisiones a fines del siglo XVIII por Jeremías
Bentham, en el que confluyen las teorías de aislamiento del recluso y de
humanización de las prisiones. La idea de una estructura central que facilitara
la vigilancia de las celdas desde un solo punto, estaba ya extendida desde el
siglo XVII –la prisión de Gante, construida en 1773, era octogonal–, y fue
adoptada por Bentham en su célebre “panóptico”. Sus teorías tuvieron gran
difusión en España, construyéndose cárceles de acuerdo con ellas; una de éstas
fue el Presidio Modelo de Valladolid.
El
cuerpo principal del edificio estaba formado por ocho trapecios enlazados entre
sí aunque independientes unos de otros. Su distribución interna estaba hecha a
base de celdas, con luces a las caras interiores de los lados trapezoidales. El
exterior del edificio era de gran severidad. “De las ocho fachadas exteriores –decía Madoz en 1849, estando
todavía en construcción el edificio– siete
están sin hueco a la calle y su ornamento es liso; la principal tiene 18 huecos
por ser más aparente para el servicio de los jefes. Esta fachada de orden
dórico, todo de yesería en el piso principal y de imposta abajo, presenta un
frente de cantería con guardapolvos, jambas y tarjetón en la puerta principal,
habiendo a su entrada dos garitas de centinela también octogonales”.
Posteriormente se abrirían huecos en otras fachadas. Asimismo seguía
describiendo Madoz: “Cada lado del
octógono tiene 159 pies de línea por 39 de altura, en dos pisos, bajo y
principal. Tiene ocho ochavos, cada uno independiente de por sí por su patio
respectivo por donde reciben luces los dos pisos; su ornamento es sencillo y su
figura es trapezoidal El patio interno tiene también ocho lados de 55 pies por
39; también su ornato es dórico, formando una galería con pilastras y arco”.
La
construcción del Presidio duró de 1847 a 1850. En 1849, cuando se llevaban gastados
en las obras 80.000 duros, se nombró por Real Orden una comisión de inspección
que dictaminó favorablemente a la terminación del edificio. Pero una segunda
comisión, nombrada en 1850 cuando las obras estaban a punto de concluirse,
formada por el Gobernador de Valladolid, el Vicepresidente del Consejo de
Provincias, el Ingeniero Jefe del Distrito y el Visitador de Prisiones del
Reino, que debía reconocer el edificio y entregarlo al gobierno, informó en
contra, rechazándolo por “su mal
entendida construcción, su perjudicial situación dentro de la ciudad, su mala
distribución interior, falta de luces y ventilación…”. El responsable de
tal decisión era el Visitador, Manuel Montesinos y Molina, Coronel de
Caballería y prestigioso jurista, famoso por sus estudios sobre sistemas
penitenciarios. Quedando el edificio sin destino, el propio Montesinos informó
de ello al General Shelley, Director General del Arma de Caballería. El Colegio
de dicha Arma estaba entonces instalado, en precarias condiciones, en unas dependencias
de la Universidad de Alcalá de Henares, por lo que la Caballería gestionó en la
Corte la concesión del edificio abandonado para instalar su Colegio. En 1852,
tras hacerse en él las necesarias obras de acomodación, se verificó la
instalación.
Contrariamente a lo que sucedió con el penal, el Colegio de Caballería fue acogido en Valladolid con gran entusiasmo como lo demuestra el hecho de que las frecuentes obras de ampliación de que fue objeto el edificio desde su construcción hasta 1910, año en que fue cedido al Ramo de Guerra, fueron sufragadas por el Ayuntamiento, a veces a costa de grandes sacrificios económicos. Las cesiones de terreno se suceden también siendo las primeras de marzo de 1852.
En
julio de 1858 visitó Isabel II la Academia, prestando gran atención a cuantos
proyectos se le presentaron, entre ellos el de la construcción de un picadero
cubierto. En junio de 1860, el Comandante de Ingenieros manifestó que se le
había mandado hacer un picadero cubierto en la Academia de Caballería, para la
cual solicitaba a la Ciudad la cesión de 3.000 pies de terreno contiguo al
edificio. En julio, el Ayuntamiento acordó ceder gratuitamente 2.850 pies
superficiales, que, según el informe del arquitecto de la ciudad, eran los
necesarios para construir el picadero. Se rumoreaba por esos días que la
Academia iba a ser trasladada de Valladolid, cosa que la ciudad trató de evitar
a toda costa. El Ayuntamiento manifestaba poder ofrecer gratuitamente los
terrenos que fueran necesarios “para
nuevas oficinas, por el lado del río, dejando suficiente espacio para las vías
públicas que rodeaban el edificio”.
Diferentes vistas del "picadero" |
En
marzo de 1861 estos ofrecimientos se vieron aceptados. Se comunicó a la ciudad
la traslación a ella de la Escuela del Arma que todavía subsistía en Alcalá de
Henares y se solicitó más terreno. A petición del alcalde se hizo un croquis
del terreno cedido anteriormente para que el arquitecto municipal dictaminase
lo que podía cederse ahora. El Ayuntamiento acordó ceder el terreno necesario
detrás del Colegio. “Esta disposición –se
dice– dará nuevo realce a dicho Colegio y
también a nuestra ciudad”. Durante las obras del Picadero, fueron
encontrados varios sepulcros construidos en sillarejo, con forma de ataúd,
semicircular en la parte de la cabeza.
Las
obras del picadero estaban muy avanzadas en junio. La prensa señalaba que sería
uno de los principales de Europa. “Nos ha
sorprendido, dice El Norte de Castilla, tanto por lo espacioso del local que
ocupa, como por la elegante forma que se le ha dado”. En 1862 se introdujo
el alumbrado de gas en el edificio, mejora que se venía reclamando.
En
junio de 1868 se pensó instalar en él la Capitanía General y, tras la
Revolución de Septiembre, el Colegio fue clausurado por el General Serrano,
quedando reducido únicamente a Escuela. En junio de 1871 se gestionó la
reinstalación del Colegio cosa que se logró en julio. En los años siguientes se
sucedieron, según hemos dicho, las obras de ampliación y consolidación del
edificio, que también era engalanado e iluminado con motivo de las visitas de
Alfonso XII en 1875 y 1876. En 1879, nuevos rumores de traslado obligaron a la
Ciudad a gestionar en las Cortes su permanencia en Valladolid, al tiempo que se
trató de la conveniencia de revocar la fachada del edificio. En el invierno de
1880 éste estaba muy deteriorado y hubo de atenderse con toda rapidez a lo más
esencial, aplazando el grueso de las obras para la primavera. Se prolongaron
todo el año de 1881 y en octubre hubo de solicitarse una subvención del
ministerio de Guerra. En 1884 se hicieron obras para instalar en la Academia la
Escuela General de Equitación.
En
1892 se creó en Valladolid un Colegio para Huérfanos del Arma de Caballería,
pensándose instalarlo en la Academia, finalmente se construyó un edificio
propio. En 1893 se precisan nuevas obras, cuyo presupuesto ascendía a 11.000
pesetas. La Corporación consideró entonces si no sería más conveniente la
cesión del edificio al Estado, con la condición de mantener en él la Academia
de Caballería. Las exigencias por parte del Ramo de Guerra aumentan al año
siguiente, pues aparte del revoque de las fachadas, se pretendió obligar al
Ayuntamiento a efectuar obras de nueva planta “que han de ser sufragadas por el municipio en razón a que el edificio
es de su propiedad”, pero éste rehusó hacerse cargo de ellas alegando que
sólo estaba obligado a subvenir a las de conservación. Idénticos problemas se
plantean en 1895.
Cadetes ingresados en la Academia (1905) |
Cadetes que recibieron los reales despachos (1867) |
En
1915, el mismo año de su desaparición, Agapito y Revilla lo ensalzaba como
modelo de su género: “A la base fundamental
de la planta se agregó una gran extensión de terrenos para múltiples servicios,
no carece de nada de lo necesario para la enseñanza militar, algunas cosas con
verdadero lujo”. Enumera a continuación las diversas dependencias,
concluyendo: “Últimamente el edificio fue
cedido al Ramo de Guerra, con fuerte subvención, que ha servido para ejecutar
importantes obras de reparación y decoro”.
El
17 de octubre de 1915 el rey Alfonso XIII visitó una vez más la Academia de
Caballería. La madrugada del 26 un incendio destruyó la mayor parte del
edificio. El fuego, que se inició a la una y media de la mañana en un almacén
adosado al muro exterior del octógono, en la parte trasera, se extendió
rápidamente a todo el edificio principal formado por los ocho cuerpos del octógono
y el que dividía el primero del segundo patio. Se salvaron las edificaciones
independientes, picaderos y dependencias situadas en los patios posteriores.
Todo lo que quedaba en pie, paredones aislados en su mayoría, fue derribado en
1917, con la excepción del picadero. En el incendio se perdieron también parte
de los fondos de la Biblioteca y Archivo. El
Norte de Castilla de los días 26, 27 y 28 de octubre de 1915 se recoge el
suceso con todo lujo de detalles: Los bomberos tardaron una hora y media en
llegar, siendo abucheados por el público. El toque de campanas de San Ildefonso
congregó al vecindario. A las cuatro y media de la madrugada el cuerpo del
edificio que miraba a la calle de San Juan de Dios se hundió. Parte de los
efectos que se lograron salvar se situaron, de momento, en el teatro Pradera,
entre ellos el cuadro de Morelli titulado La
Carga de Treviño.
Incendio de la Academia de Caballería (1915) |
Al
día siguiente del siniestro un telegrama del senador vallisoletano A. Royo Villanova
dirigido al alcalde tranquilizada a la ciudad con la promesa, que era voluntad
expresa del Rey, de que la Academia permanecería en Valladolid, y prometiendo,
asimismo, la pronta reconstrucción del edificio en el mismo solar. Tras el
incendio llegaría la construcción del actual edificio, inspirado en el
bellísimo palacio de Monterrey de Salamanca, pero eso ya es otra historia…
Os
dejo un link de un artículo muy interesante que profundiza en el conocimiento
de este curioso edificio: El primerpanóptico de España: el Presidio Modelo de Valladolid
BIBLIOGRAFÍA
- FERNÁNDEZ DEL HOYO, María Antonia: “Un proyectado cuartel de caballería en Valladolid”, B.S.A.A., Tomo XLV, 1979, pp. 498-506.
- FERNÁNDEZ DEL HOYO, María Antonia: Desarrollo urbano y proceso histórico del Campo Grande de Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 1981.