Hoy
viernes 3 de julio de 2020 se ha inaugurado en la Sala Roja del Museo Nacional
de Escultura la exposición "Nuevas obras, distintas miradas" en la
que se pueden admirar algunas de las más recientes adquisiciones de la
institución museística. A pesar de que en lo cuantitativo es una muestra un
tanto escasa, por ser tan solo cinco piezas, en lo cualitativo posee muchos
quilates puesto que se trata de obras exquisitas de algunos y algunas de los
mejores maestros y maestras de la escultura barroca española. Estamos hablando
de Juan de Mesa y Luisa Roldán "la Roldana", miembros de la escuela
sevillana; Pedro de Mena, figura descollante de la granadina; y, finalmente,
Francisco Salzillo, el cénit de la murciana. Aparte de la calidad de las piezas
su adquisición es importante a causa de la escasez con la que están
representadas estas escuelas en la colección del Museo, no en el caso de Pedro
de Mena puesto que, en palabras de una persona autorizada en la materia, se posee
la mejor colección del escultor conservada en España. A continuación os dejo
con unas pequeñas explicaciones de las cinco piezas elaboradas por el conservador
del museo, Miguel Ángel Marcos Villán, para la exposición:
Juan
de Mesa y Velasco (Córdoba, 1583 - Sevilla, 1627)
Su
figura, oculta tras la arrolladora personalidad de Montañés, fue recuperada a
comienzos del siglo XX, situándolo al mismo nivel que su maestro. Su personal
progresión hacia el barroquismo se truncó por su temprana muerte, por lo que el
número de sus creaciones no es muy amplio. inspirada en la que Montañés realizó
entre 1606 y 1608 para El Pedroso (Sevilla), esta excepcional Inmaculada,
repolicromada a mediados del siglo XVIII por un experto pintor, muestra las
características propias de las obras tempranas del maestro cordobés siguiendo
el modelo de la que realizó en 1610 para el convento de San José de Sevilla.
JUAN DE MESA Y VELASCO. Inmaculada Concepcióm (Hacia 1610). Madera policromada. Oferta de venta, 2019: 250.000 euros |
Pedro
de Mena (Granada, 1628 - Málaga, 1688)
Aunque
es en parte deudor de los modelos de su maestro, Alonso Cano, cuya sombra
oscureció sus logros en el siglo XIX, su producción lo define como uno de los
mejores y más prolíficos intérpretes del tema inmaculista. Esta esmerada imagen
de vistosa policromía es un referente en su obra, pues como atestigua el escudo
de su peana fue realizada para fray Alonso de Salizanes, obispo de Córdoba
entre 1675 y 1685, que también encargó a Mena otras esculturas para su capilla
en la catedral. Fechada en 1680 posiblemente fue ésta la que talló en oposición
a otra encargada a Pedro Roldán en el concurso que el prelado patrocinó entre
ambos escultores y de cuya existencia dio noticia Palomino en su Parnaso
Español de 1724.
PEDRO DE MENA. Inmaculada Concepción (1680). Madera polciromada, vidrio, encaje metálico, carey y plata. Solicitud de exportación, 2015-2019: OVI 111.200 euros |
Luisa
Roldán (Sevilla, 1652 – Madrid, 1706)
Formada
en el taller escultórico dirigido por su padre, Pedro Roldán, tras sus trabajos
iniciales en Sevilla y luego en Cádiz, su estancia en Madrid entre 1689 y 1706,
una época convulsa con un cambio dinástico y una guerra sucesoria, significó
una modificación fundamental en su producción. Orientada ahora a la realización
de pequeños grupos escultóricos modelados en barro y policromados con un
vibrante colorido, con ellos obtuvo un gran éxito en los círculos cortesanos
granjeándola el puesto de escultora de cámara de Carlos II y de Felipe V.
Un
magnífico ejemplo es esta Virgen con el Niño y San Juan Bautista, que actualiza
en clave intimista un tema bien conocido por las interpretaciones renacentistas
de las Sagradas Familias de Rafael, altamente estimadas en la corte española, renovadas
para el mundo barroco gracias a las visiones de Rubens o de Murillo, fuentes en
las que se inspira para este conjunto que aúna igualmente una compleja
significación teológica que trasciende su tierna apariencia.
Junto
a éste el pequeño relieve sin policromar que muestra a una de las patronas
madrileñas, la Virgen de Atocha, constituye toda una novedad en su producción.
Concebida como pieza de devoción íntima y cercana, es la traducción
tridimensional de una estampa de amplia circulación, en una suerte de paso
adelante en el género de los denominados trampantojos a lo divino, retratos
realistas de las imágenes religiosas en los altares en los que eran veneradas,
muy solicitados por los devotos.
LUISA ROLDÁN. La Virgen con el Niño y San Juan Bautista (Hacia 1689-1706). Barro cocido y policromado. Solicitud de exportación, 2019: OVI 280.000 euros |
Luisa Roldán. Virgen de Atocha (Hacia 1689-1706). Barro cocido. Solicitud de exportación, 2017: OVI 24.000 reales |
Francisco
Salzillo (Murcia, 1707-1783)
Excepcional
intérprete del tema inmaculista, curiosamente las esculturas pertenecientes a
la etapa final de su producción, influidas ya por los nuevos aires
neoclasicistas, han sido durante mucho tiempo consideradas de menor valía. En
realidad son obras de especial empeño como atestigua esta delicada escultura de
minucioso modelado y cuidada policromía que posee, además, un especial interés
histórico ya que ésta imagen pudo ser boceto o modelo de presentación de la
monumental Inmaculada realizada por Salzillo para los franciscanos de Murcia
entre 1766 y 1770, trágicamente perdida en 1931 y que se convirtió en el
prototipo de las de sus últimos años, menos barrocos pero igualmente
magistrales.
FRANCISCO SALZILLO. Inmaculada Concepción (hacia 1766-1770). Barro cocido y policromado. Oferta de venta, 2015: 150.000 euros |
Una entrada encantadora para aprender
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