Uno de los edificios más destacables del
Valladolid de fines del siglo XIX fue el Frontón Fiesta Alegre. Asimismo fue
uno de los ejemplos más importantes en la ciudad dentro de esa nueva
arquitectura basada en el hierro y el cristal. Los últimos años del siglo XIX
representa una repercusión de la actividad económica en Valladolid tras la
crisis padecida en las décadas anteriores. Esto conlleva la mayor importancia
de la burguesía, que va requiriendo nuevos servicio y diversiones. En este
marco será en el que se cree una nueva variedad de la cultura del ocio como es
el deporte. Pero el deporte requería de espacios concretos y especializados
tanto para su práctica como para su visión. De esta necesidad, y de un concepto
de modernidad nació el Frontón Fiesta Alegre.
La idea parte de Ángel Chamorro, un
hacendado local que acudía con frecuencia al juego de pelota de la calle
Expósitos. Chamorro llevaba tiempo con la idea de construir un gran frontón en
Valladolid, similar a los que había en Madrid y Barcelona, para lo cual decidió
asociarse con dos vecinos de Madrid, José Rodríguez y Valeriano Macuso, con
quienes llevó adelante el proyecto.
Las primeras noticias referentes a la
construcción del Fiesta Alegre son de finales de 1893, cuando La Crónica Mercantil se hace eco de esta
posibilidad haciendo referencia a que sería: “… como los de Madrid” y que el lugar elegido era los terrenos
cedidos al municipio por el Sr. Semprún, en la antigua calle de la Democracia
en las prolongaciones de Cadena y Duque de la Victoria.
El 13 de enero de 1894 se solicita la licencia
correspondiente al Ayuntamiento, para lo cual se presentan los planos del
edificio, realizados por el arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina. La prensa, que
tuvo oportunidad de verlos, alababa el proyecto de manera decidida, destacando
que “será magnífico y muy alto”. El 5 de marzo de 1894 se aprueba la totalidad
del proyecto por el Gobernador Civil y en abril están avanzadas las gestiones
de terrenos, expropiaciones, etc.
Alzado de la fachada principal y sección |
Planta |
Sección longitudinal |
Sección transversal |
Fachada lateral |
Tres meses después del inicio de las
obras, en mayo, ya se estaban colocando las primeras columnas de hierro y el
correspondiente atirantado del mismo material, lo que prueba la gran actividad
imprimida desde el principio. La estructura básica estuvo finalizada a finales
de junio, por lo que las primeras piezas de la cubierta de hierro ya comenzaban
a llegar a la obra. Este comenzó a colocarse en julio, aunque con evidentes
dificultades “por la clase de andamios
que tienen que utilizar”. Tras la febril actividad constructiva, el
edificio se concluye a finales de agosto, quedando tan sólo por realizar las
labores constructivas.
El Frontón Fiesta Alegre fue inaugurado el
7 de septiembre de ese mismo año con un partido entre Irún y Araquistain (blancos),
contra Muchacho y Sarasua (azules). El partido se jugó a cincuenta tantos, a
sacar de los siete cuadros y con doce pelotas finas de Modesto Sainz, de
Pamplona, el cual le ganaron los azules. Terminado se jugó otro segundo partido
de veinte tantos, a sacar de los seis y medio, por los jóvenes Chiquito
Aragonés y Celayeta, blancos, contra Victor Acha y Uría, azules, ganando los
primeros.
Según García Valladolid este nuevo
edificio “por las garantías de seguridad
que ofrece y la esbeltez que presenta, tiene agradable conjunto y golpe de
vista, haciendo justo honor a cuantos intervinieron en su edificación y
resultando uno de los mejores frontones cubierto que existen en España”. Esta
apreciación no es exagerada si se compara con otros frontones realizados por
los mismos años. En el proyecto de Ortiz de Urbina se especifican algunos datos
como la capacidad, de unas dos mil personas, los materiales usados: piedra,
ladrillo, hierro y cubierta de cristal y también algunas dimensiones; en el
frontón de Barcelona hecho por Francisco Rogent en 1896, no se rebasan ninguno
de estos puntos y se usa también armadura de cristales que provoca la
admiración de los contemporáneos. También se observa que excede en medidas y en
calidad a lo que consideraba como término medio en estos edificios, según
exponía Antonio Peña y Goñi en su libro La
pelota y los pelotaris”, éste era una planta de 70 a 90 m. de longitud por
30 ú 35 m. de anchura.
El edificio se encontraba aislado y
ocupaba 1.971 m2, de los cuales 450 corresponden a las plantas de la
galería y de los pasillos y 196 al café, despacho de billetes y otras
dependencias. En el interior había un magnífico salón de juego de pelota o cancha de 1.320 m2; de 60 m.
de longitud desde la pared de juego a la de rebote y de 22 m. de latitud desde
la pared de contrajuego a la línea de localidades. La altura del salón desde el
piso de la cancha hasta la cubierta de cristales era de 24 m. Coronaba el
edificio una soberbia cubierta de cristales en número de cerca de siete mil,
sostenida por catorce formas de bastidores y correas de hierro llamado X. Esta
cubierta en su parte inferior estaba protegida por una red de alambre, y por la
superior de un corredor longitudinal con pasamanos para hacer fáciles las
reparaciones y limpiezas, y tres para-rayos de puntas múltiples.
El interior se desarrollaba a través de
tres pisos, en el bajo graderías y pasillo y en los otros los doce palcos y
graderías. El atirantado de los muros se establecía sobre el de fachada a
fachada accesoria, otro paralelo a él y fuertes columnas de fundición unidas
por carreras constituidas por hierros de doble “te”. También se hallaba dotado de todos los restantes servicios y
departamentos accesorios necesarios, como son café, contaduría, vestuario de
los pelotaris, enfermería, botiquín, habitación para el intendente y retretes
con depósitos de agua.
Vista de las calles Gamazo y Muro. Al fondo a la derecha el Frontón |
Al exterior se componía de una fachada
principal de ladrillo, que constaba de tres pisos, planta baja con ocho puertas
de arco, principal y segundo, con otros tantos balcones iguales, simétricos y
perpendiculares, cada uno, terminando en un ático dentro de cuyo fondo se halla
pintada una inscripción que dice: FRONTÓN DE FIESTA ALEGRE. La fachada
colateral izquierda, estaba formada por un arco y un balcón y luego diez y siete
arcos y otras tantas ventanas en su planta baja y pisos principal y segundo.
La cimentación era toda de piedra,
construida con una profundidad que variaba desde metro y medio hasta seis
metros. La pared del juego de pelota y gran parte de la del contrajuego, eran
de piedra sillería; el resto de ladrillo prensado, procedía de la fábrica de Eloy
Silió, habiéndose empleado en toda la edificación un millón y cuatrocientos mil
ladrillos. Las columnas que sostenían los pisos, las vigas de estos y la
armadura de la cubierta, que arrojaban un peso total de ochenta mil kilogramos,
eran todas de hierro ejecutado en los talleres de fundición de Leto Gabilondo. La
carpintería estuvo a cargo de los sobrinos de Pedro Anciles; del decorado y
pintura del interior se encargó el pintor Luis Gijón, y de la gran cubierta de
cristales Claudio Cilleruelo.
En enero de 1910 se cambia la finalidad
del edificio y se inaugura el Circo-Escuela Taurino. Años después pasaría por
diferente usos (teatro, salón de baile), hasta que es adquirido en 1914 por la “Sociedad
protectora del obrero” para sede de la Casa Social Católica. Asimismo se
decidió convertir el edificio en un teatro, para lo cual se encargaron las
obras al arquitecto Jerónimo Arroyo, inaugurándose la nueva construcción en
1915.
BIBLIOGRAFÍA
- DOMÍNGUEZ BURRIEZA, Francisco Javier: El Valladolid de los Ortiz de Urbina: arquitectura y urbanismo en Valladolid (1852-1936), Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 2010
- FERNÁNDEZ DEL HOYO, María Antonia: Desarrollo urbano y proceso histórico del Campo Grande de Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 1981
- GONZÁLEZ GARCÍA VALLADOLID, Casimiro: Valladolid, recuerdos y grandezas (1900-1902), Grupo Pinciano, Valladolid, 1980
- ORTEGA DEL RÍO, José Miguel: El siglo en que cambió la ciudad. Noticias artísticas de la prensa vallisoletana del XIX, Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 2000.
- RUBIO Y BORRÁS, Manuel: Nueva guía de Valladolid, Establecimiento Tipográfico de Julián Torés, Valladolid, 1895
El teatro que aparece en las fotografías, no tiene nada que ver con el frontón, corresponden al también desaparecido Teatro Pradera.
ResponderEliminarQué buen trabajo,!!! Como todos los tuyos. Gracias
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