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domingo, 26 de mayo de 2013

LAS PINTURAS MURALES DE LA IGLESIA PARROQUIAL DE FRESNO EL VIEJO


Hoy vamos a hablar de uno de los conjuntos más importantes de pintura mural tardogótica en la provincia de Valladolid. Aunque en otra ocasión ya se habló de pintura mural, concretamente las de la antigua colegiata de Valladolid, esta vez quiero dar a descubrir algunas de las pinturas murales medievales y renacentistas existentes en la actual provincia de Valladolid. Espero que os lleguen a gustar, y si se puede concienciar de su conservación mejor, puesto que en pleno siglo XXI me parece una barbaridad que se lleguen a picar o eliminar con el pretexto de dejar limpia la iglesia. Para mí las pinturas murales han sido un grato descubrimiento en los últimos años, así que os pido que si conoceis alguna que se haya descubierto ya sea en Valladolid, en particular, o en Castilla y León, en general, me lo comenteis, porque como he dicho me apasionan. Empecemos hoy por uno de los conjuntos más importantes de la provincia:

En la iglesia parroquial de San Juan Bautista, de la localidad de Fresno el Viejo (Valladolid), con ocasión de las obras de restauración del edificio, terminadas en 2003, se descubrieron en su interior varios conjuntos de pinturas murales, las cuales fueron limpiadas, consolidadas y restauradas para su posterior puesta en valor. En dicha iglesia existen dos conjuntos, uno localizado en la capilla mayor y otro en el muro de la nave del evangelio. Hoy vamos a hablar de las pinturas localizadas en la capilla mayor, las cuales se sitúan en el hemiciclo, en el cuarto de esfera absidal y en el arco de separación entre la bóveda de cascarón y el tramo recto absidal. Mientras que las del hemiciclo absidal aparecieron detrás de una capa de cal tras efectuarse el desmontaje de un retablo neoclásico, las de la bóveda de horno y el arco de separación se localizaron detrás de unas yeserías barrocas.

Iglesia parroquial de San Juan Bautista, de Fresno el Viejo
Interior de la iglesia. Vista de la capilla mayor y sus pinturas murales
Vista de la cabecera de la iglesia antes del descubrimiento de las pinturas murales
A- HEMICICLO ABSIDAL
En él se sitúa un conjunto mural en el que se narra la vida de San Juan Bautista, titular del templo. Ubicado entre una línea de imposta de taqueado jaqués, en la parte inferior y un friso de ladrillo en esquinilla ornamentado por medio de una decoración a base de ajedrezado, en la parte superior, dicho conjunto está limitado por dos vanos, uno en el lado del Evangelio y otro en el lado de la Epístola. Junto a esta delimitación, las siete escenas que subsisten, las cuales se superponen y se suceden por medio de una mera yuxtaposición, renunciando a cualquier tipo de compartimentación, se encuentran separadas por medio de un vano central, cuyo extradós también se encuentra ornamentado por medio de motivos de ajedrezado. En ese sentido y, siguiendo el orden de lectura correcto (de izquierda a derecha), los pasajes narrados son los siguientes:

En primer lugar, la Visitación se sitúa en el registro superior de la parte izquierda. La composición muestra, de manera sencilla, el encuentro entre la Virgen María identificada con un nimbo de color rojo, alusivo a su santidad, y su prima Santa Isabel, con la cabeza y cuello cubiertos con una toca. Con la intención de mostrar su estado de buena esperanza, ambas visten sayas y mantos holgados en la zona del vientre y no aparecen fundidas en un abrazo cercano, sino que muestran una actitud distante y contenida.

La Visitación
Debajo se encuentra el episodio del Nacimiento de San Juan Bautista. Santa Isabel tumbada en la cama, está acompañada por la Virgen que, ataviada de la misma manera que en la Visitación, sostiene al recién nacido. Acompañando la escena aparecen dos doncellas. Quizá, la más interesante, por lo que lleva en la mano derecha, es la más próxima a la cabecera de la cama donde yace Santa Isabel. Dicha doncella porta una bandeja en la que se pueden apreciar unas pequeñas formas circulares. Si se atiende al estudio realizado por Pilar Silva Maroto sobre el Retablo del Bautismo de Juan de Flandes para la Cartuja de Miraflores, éstas pudieran ser cerezas, pues indica Federico Revilla, son anunciadoras de la prosperidad, de la abundancia y de la felicidad material, por lo que podrían ser una metáfora del carácter de San Juan Bautista como Precursor de Cristo, quien traerá una nueva vida.

Nacimiento de San Juan Bautista
A la derecha de la escena de la Visitación se sitúa la Imposición del nombre al Bautista. A la izquierda aparece Zacarías, quien, tras haber perdido la voz ante la incredulidad mostrada hacia el designio divino que le indicaba que tendría un hijo llamado Juan, sentado y con un bonete, escribe en un trozo de papel “Ioanes voca/bitur”. A su izquierda y, de forma poco habitual, siguiendo, con toda probabilidad el pasaje de La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, está la Virgen sosteniendo el niño, cuyo atavío se corresponde con el visto en las dos escenas anteriores. A su lado aparece una doncella y Santa Isabel con el tocado ya visto en las escenas de la Visitación o la Natividad.
A la derecha de este pasaje se disponen dos personas en actitud de conversación, los cuales no se tiene identificados. Estos dos personajes pudieran estar vinculados con el episodio de la Imposición del nombre, pues tan solo hay que ver la disposición que ocupan dentro del conjunto mural. Además, su atuendo, una loba talar negra, y su tocado, indicarían su vínculo con el Templo, lugar donde se está produciendo el acontecimiento.

Imposición del nombre al Bautista
A la derecha de la escena de la Natividad del Bautista y debajo de la de la Imposición del nombre, aparece un paisaje que si bien pudiera ser el episodio del Bautismo de Cristo, sería más bien, como ya indicó Javier Castán Lanaspa, el Bautismo de San Juan Bautista por Cristo. En el centro se sitúa San Juan Bautista, el cual recibe los dos tipos de bautismo: el de inmersión y el de aspersión. Cristo se distingue por su nimbo crucífero y va ataviado con una vestimenta compuesta por una saya de color rojo cubierta por un manto gris. La figura de la derecha pudiera ser uno de los ángeles que con asiduidad se representa cuando se narra este episodio. Aunque existen pocos programas iconográficos que contengan este capítulo, tenemos otro ejemplo en un relieve del siglo XVI conservado en la Colegiata de Medinaceli (Soria).

Bautismo de San Juan Bautista por Cristo
Entre el vano central y el del lado de la Epístola se sitúan los siguientes pasajes:
En el registro superior aparece la Reprimenda de San Juan Bautista a Herodías. Este episodio no es muy común en las representaciones del ciclo iconográfico relativo a la vida del Precursor. El pasaje narra el momento en que San Juan Bautista reprocha a Herodes su matrimonio con Herodías, ya que ésta era la mujer de su hermano Filipo. En esta ocasión es Herodías y no Herodes quien recibe de parte de San Juan Bautista, a la izquierda y vestido con el sayo de pelo de camello, la recriminación por su unión ilícita.

Reprimenda de San Juan Bautista a Herodías
Como consecuencia del episodio anterior se representa el Prendimiento y encarcelamiento de San Juan Bautista en una de las torres de la fortaleza de Herodes en Maqueronte. Si se tiene en cuenta lo indicado por Réau, el artista en este caso, a diferencia de lo visto en las escenas del Bautismo y la Reprimenda, ha plasmado el pasaje de la forma habitual: San Juan Bautista siendo llevado a la cárcel, generalmente representada de forma cilíndrica y almenada.

Prendimiento y encarcelamiento de San Juan Bautista
Por último, para terminar con el ciclo de la vida de San Juan Bautista, aparece el pasaje dedicado al Banquete de Herodes y la danza de Salomé. Según la leyenda, Herodes, tras observar el baile realizado por su hijastra Salomé ante él, le prometió satisfacer cualquier deseo que ella quisiere. Salomé, de acuerdo con la promesa que había hecho a su madre Herodías, que quería vengarse de San Juan Bautista, pidió a Herodes la cabeza del Precursor. La escena aparece representada de la forma habitual, es decir, Herodes presidiendo la mesa, tocado con una corona, sentado junto a su mujer. Delante de la mesa Salomé aparece danzando, entreteniendo a los comensales tocando un instrumento de cuerda. Al lado de Salomé aparece el característico sirviente disponiendo los diferentes utensilios sobre la mesa.

Banquete de Herodes y la danza de Salomé
Extraña que en este ciclo sobre la vida de San Juan Bautista no aparezcan algunas escenas importantes como fueron la Decapitación o el Entierro por parte de sus discípulos. Probablemente, si es que existieron, éstas estuvieron localizadas tanto a la izquierda del vano del lado del Evangelio como a la derecha del vano del lado de la Epístola.

B- EL CUARTO DE ESFERA ABSIDAL
En este ámbito y sobre un fondo cubierto de estrellas blancas y con el sol y la luna representados en la parte superior, se ubica la Maiestas Domini rodeada por el Tetramorfos y por ángeles que portan los “Arma Christi”. La figura de Cristo en Majestad ocupa el lugar preferente de la composición, afectado por una serie de lagunas que dificultan su visión. Cristo aparece sentado, con el torso desnudo mostrando la llaga del costado y el brazo izquierdo levantado, con la mano abierta, enseñando las llagas de la crucifixión. Con la mano derecha agarra una cruz, la cual emerge de un orbe, que a su vez descansa sobre una columna.

Maiestas Domini en la mandorla
Detalle de la Maiestas Domini
Cristo sentado sobre dos arco iris y rodeado por la tradicional mandorla se presenta estrechamente escoltado por ángeles alados que portan los “Arma Christi”: arriba, a la derecha, la cruz; abajo, a la derecha, la columna; abajo, a la izquierda, la lanza y los clavos; arriba, a la izquierda, la corona de espinas. Junto a los ángeles, flanqueando la Maiestas Domini, están los símbolos de los evangelistas alados y en muy mal estado de conservación: arriba, a la derecha el hombre de San Mateo; abajo, a la derecha, el toro de San Lucas; abajo, a la izquierda, el león de San Marcos; arriba, a la izquierda, el águila de San Juan.

León de San Marcos
Ángel portador de la lanza y los clavos
Ángel portador de la columna
Toro de San Lucas
Ángel portador de la cruz
El presente programa iconográfico responde, aunque de forma sintética, al Juicio Final. La figura de Cristo en Majestad no tiene nada que ver con el Cristo Apocalíptico del románico, imperturbable, sino más bien con un Cristo Redentor humanizado, el cual enseña los signos de su sacrificio. Los elementos con los que está rodeado corroborarían la temática indicada: Cristo aparece sentado sobre dos arco iris. Si bien la presencia de este elemento es habitual en los episodios dedicados al Juicio final, no lo es el que representen dos, los cuales harían referencia al Antiguo y al Nuevo Testamento. El arco iris se relaciona con el simbólico pacto establecido por Dios y Noé tras el diluvio.

El Sol y la Luna
La disposición del orbe sobre la columna al lado derecho de Cristo indicaría que Dios es el único que tiene el poder de derribar las columnas que sostienen el mundo el día del Juicio final. Por el contrario, la cruz que se sitúa sobre el orbe simbolizaría cómo por medio del sufrimiento de Cristo en la cruz, el hombre alcanza la redención y la salvación. Los ángeles llevando las “Arma Christi” estarían relacionados con este último aspecto.

C- ARCO DE SEPARACIÓN ENTRE LA BÓVEDA DE CASCARÓN Y EL TRAMO RECTO ABSIDAL
Se disponen una serie de efigies, probablemente profetas, cuyo mal estado de conservación imposibilita realizar una identificación segura. El arco se organiza a partir de líneas paralelas, las cuales se entrecruzan definiendo los compartimentos hexagonales donde se ubican los profetas y encasamentos cuadrangulares en cuyo interior se dispone una forma geométrica de rombo (losange o losanje), donde se sitúa el emblema de la orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, más tarde, orden de Malta: la cruz de Malta.
Aprovechando los flancos de cada uno de los citados losanges, se disponen, utilizando una gama de grises, una serie de formas triangulares, parecidas a las de la bóveda del presbiterio de la iglesia de San Cornelio y San Cipriano en San Cebrián de Mudá (Palencia).
Las tres figuras que se conservan, aunque con toda probabilidad debieron de ser seis, están en bastante buen estado individualizadas por su caracterización física y por las diferentes tonalidades que adquieren sus vestimentas. De las tres que se conservan, una de ellas está barbada, mientras que las otras, aunque sus rostros prácticamente han desaparecido, parecen imberbes. Una de ellas, porta un libro entre sus manos, pero no se sabe si el resto también lo llevaría. Además, cada uno de los profetas va acompañado con una filacteria en la que aparecería inscrito su nombre o, quizás, algún pasaje de sus profecías.

Las pinturas del hemiciclo absidal datan de la primera mitad del siglo XV, lo que las ubica en la órbita del estilo gótico internacional, si bien con un carácter un tanto marginal, patente en sus cualidades técnicas y estilísticas, así como en sus arcaísmos y vestimentas usadas a comienzos del siglo XV, pero fruto de la revolución de la moda durante el último cuarto del siglo XIV.
Por lo que respecta a las pinturas situadas en el cascarón absidal y en el arco, lo más correcto sería situarlas también en el siglo XV, pero, a diferencia de las anteriores, habría sido realizado en una segunda fase, viéndose correspondencias con un gótico internacional más avanzado. Este conjunto mural se aleja del ubicado en el semicírculo absidal por las mayores pretensiones naturalistas, reflejadas tanto en la manera con que las figuras han sido construidas como en el tratamiento de los pliegues de las vestimentas con que van ataviadas, en la creación de una sensación de especialidad o en el predominio del color frente al carácter dibujístico o lineal.

BIBLIOGRAFÍA
  • NÚÑEZ MORCILLO, Sergio: “La pintura mural del siglo XV en Valladolid: iglesia parroquial de Fresno el Viejo”, Anales de historia del arte, Nº Extra 1, 2011, pp. 381-395.

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