El
Palacio-Fortaleza de los Estúñiga (declarado Bien de Interés Cultural el 22 de
abril de 1949) en la localidad de Curiel de Duero, antiguamente citada como
Curiel de los Ajos, fue uno de los más enteros y mejor conservados de España
hasta bien entrado el siglo XX, por lo que su ruina provocó una gran
indignación. La villa de Curiel no era
una población cualquiera puesto que desde el siglo XII, hasta comienzos del XIX,
fue cabeza de comunidad de Villa y Tierra.
El
palacio fue mandado levantar por don Diego López de Estúñiga, nombrado en 1386
Justicia Mayor de Castilla por Juan I, y en el desempeño del mismo cargo bajo
el reinado de Enrique III. Curiel era el solar del linaje, casa fuerte y "casa
de morada", como él mismo la define, donde residió varios años, hasta
1412, y donde debió de morir su esposa.
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Vista del Palacio-Fortaleza de Curiel en 1867 |
Según
Martínez Alcubilla, habilitó importantes obras en el palacio entre 1386 y 1412
de las que había constancia epigráfica en una inscripción sobre la puerta
principal, hoy desaparecida, la cual rezaba así: “ESTA OBRA MANDÓ FACER DIEGO
LOPE / S DE STUÑIGA IUSTICIA MAYOR / DEL REY… VILLA E ACABOSE EN EL ANNO DEL
NACIMIENTO / DEL NUESTRO SENNOR JESUCRISTO DE / MILL E CCC E X ANNOS”. Hasta
ese año de 1410, el castillo fue engalanado con soberbios artesonados, con
galerías de piedra y, muy sobre todo, con decoraciones de yesería mudéjar, todo
ello más o menos distante, dentro del siglo, de la dicha fe de conclusión del
exterior.
Este
modelo de alcázar-palacio que desarrolló la nobleza castellana Trastámara a
imitación de sus soberanos, solía combinar estructuras fortificadas propias del
gótico europeo, con frecuencia de buena cantería, e interiores muy lujosos de
ambiente mudéjar directamente inspirados en los palacios andalusíes; de esta
forma demostraban nuestros aristócratas su calidad social y la ostentación de
su linaje. Muy comunes en el siglo XV, se conocen también algunas casas
señoriales de fines del siglo XIV; la de los Tovar construida en Cevico de la
Torre (Palencia) hacia 1390 que conserva dos alfarjes con decoración pintada;
la de los Fernández de Velasco en Medina de Pomar (Burgos), entre 1367 y 1385, con
restos de yesería con inscripciones en árabe y latín y la que nos ocupa de
Curiel, de pérdida si cabe más dolorosa pues se conserva íntegra hasta 1920.
En
fecha tan tardía, la construcción adoptó mayor empaque de palacio que de
fortaleza, pero simultaneando ambos oficios, uno en el interior, otro en el
aspecto externo. Por fuera, el castillo de Curiel era una robusta y sobria mesa
de sillería, muy cúbica de líneas, con matacanes y ventanas geminadas con
arquitos – recortados en un mismo sillar– sobre parteluz. Su planta, prácticamente
cuadrada, con torres en los ángulos, la más importante y sólida la del Oeste.
Las puertas, de arcos apuntados, situada la principal en el muro septentrional,
y, sobre ella, con blasón del fundador, la inscripción copiada. La distribución
del castillo era ingeniosa, descentrado su patio hacia el Sur y dispuesto de manera
que por este lado se lograse una vista escalonada del paisaje. Este patio era
de columnas ochavadas, bajo zapatas y modillones de madera, de indudable sabor
morisco. Al sur llevaba dos puertas ojivales sin adornos, con matacanes de
defensa superiores, la principal, de "estilo árabe, forrada con cuero
de buey y encima barrotes de yerro y grandes clavos", al decir de
Martínez Alcubilla. Los huecos de mayor interés, al sur, dos pertenecientes al
gran salón de la casa, ajimezados, otro abierto en la torre suroeste que domina
el conjunto, más pequeño e igualmente geminado. Las restantes ventanas,
rectangulares, con rejas, son posteriores.
En
el interior del palacio contrastaba la solidez del sillarejo granítico empleado
en el exterior con una indudable modestia de materiales –adobe y ladrillo– en
la organización interna. Lo destinado a palacio se organizaba en tres crujías a
lo largo de otros tantos lados del patio. Eran tres los salones decorados, y el
más importante o de honor, uno de 60 x 25 pies, cubierto por artesonado y
decorado con yeserías moriscas, bellísimas en el molduraje de sus cuatro
puertas.
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Patio del Palacio-Fortaleza |
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Portada con yeserías del Gran Salón |
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Puerta principal del Gran Salón |
Al
inmueble se accedía a través de un zaguán en cuyas puertas y frisos, como en
los de un aposento a la izquierda. Antón recuerda yeserías mudéjares muy
dañadas, con alfiz e inscripciones arábigas. Similar ornato presentaba el
ingreso que del portal daba al patio, elemento ordenador de la casa, que no
debía de encontrarse en buen estado en 1862 cuando adquiere el inmueble
Martínez Alcubilla pues "extrajo más de quinientos carros de escombros".
Patio de dos pisos "y buenos sótano", recompuesto el siglo
XVI, con columnas ochavadas bajo zapatas y modillones labrados de madera;
descentrado hacia el este, se disponía de forma que por este lado, más bajo, se
lograse una vista escalonada del paisaje, vista a pleno campo que se realizaba
desde una galería de arcos con antepechos abiertos en el muro de levaje. Según
Antón dicha galería -o solana- se cubría con una riquísima armadura
policromada, con las armas de Castilla y León.
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Puerta con yeserías del Gran Salón |
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Yeserías de uno de los aposentos |
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Fragmento de yesería en el Museo Etnográfico de Curiel |
En
el segundo piso y tras cruzar alguna estancia en ruinas, se entraba en el gran
salón de 58 pies de largo por 24 de ancho, verdaderamente magnífico, bien
iluminado por los antedichos ajimeces y con una soberbia techumbre, "donde
resplandece el lujo de aquel tiempo especialmente en pinturas"
(Martínez Alcubilla). Poco debía quedar de todo ello cuando escribía Antón en
1918, pues sólo describe las yeserías, de fuerte sabor toledano, de las puertas
que se conservaban "regularmente". La principal, túmida,
trasdosada de lóbulos y con ataurique y leones pasantes en las enjutas. Paños a
izquierda y derecha con círculos entrelazados y por bajo de cada uno de estos
paneles, decoración geométrica con cardinas, arquillos ciegos y apuntados. Por
cima, panel de tres registros rectangulares, el central con ataurique y
círculos entrelazados, los laterales con lacería. Enmarcándolo todo, cinta
epigráfica a guisa de alfiz con "Ave María" en caracteres góticos.
Una segunda puerta adintelada lucía el mismo panelado tripartito, el centro,
esta vez, con lazo y los laterales con círculos adornados con cardinas. En las
jambas paños con flores y pájaros revoloteando, de tradición califal. Frente a
ella se encontraba la chimenea, desaparecida ya en 1918. La techumbre parece
que fuera de par y nudillo (artesón con tirantes).
Otras
armaduras, más o menos maltrechas, registra Antón en el palacio, entre las que
destaca el alfarje de la denominada Sala Dorada que "se conserva bien"
y otro "con pinturas de pajes, caballeros y damas en el friso..."
que quizás corresponda con los aliceres polícromos de temas similares del Museo
Arqueológico Nacional. Pérez Higuera lo interpreta como una adaptación de las
galerías reales en el arrocabe de ciertas techumbres como la del Salón Real en
el Alcázar de Segovia, metáfora de la bóveda celeste asociada al poder del
soberano.
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Armadura del Palacio |
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Restos de armaduras y aliceres del Palacio |
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Foto tomada de http://ceres.mcu.es |
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Foto tomada de http://ceres.mcu.es |
El
abandono administrativo y destrucción del palacio de los Estúñiga ya en pleno
siglo XX fue uno de los mayores atropellos patrimoniales que se han producido
en Valladolid, y no es que hayan sido, y sean, pocos precisamente.
A
finales del siglo XV, los Estúñiga, señores y duques también de Béjar, fijaron
aquí definitivamente su residencia y el palacio comenzó un proceso de
fosilización que, a pesar de las inevitables reformas, se mantuvo intacto hasta
1920. La Casa de Béjar fue absorbida por la de Osuna en 1777. Mariano
Téllez-Girón, XII duque de Osuna, acabaría vendiendo el edificio en 1862
-íntegro y ricamente amueblado- a Indalecio Martínez Alcubilla que lo guardó
con esmero y escribió en 1866 una cuidadosa monografía presentada a la Academia
de la Histórica. En 1869 donó al recién creado Museo Arqueológico Nacional un
conjunto de siete aliceres pintados precedentes de una de las techumbres.
Porque, dice Alcubilla: "Los monumentos de mucha antigüedad y notables
hechos históricos que en ellos han tenido lugar, deben adquirirse por el estado
para procurar su conservación. Tiempo es todavía de ello...".
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Detalles de los aliceres y armaduras. Foto tomada de http://ceres.mcu.es |
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Foto tomada de http://ceres.mcu.es |
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Foto tomada de http://ceres.mcu.es |
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Foto tomada de http://ceres.mcu.es |
Pero
no hubo tiempo: Alcubilla enajenará sus propiedades de Curiel al valenciano
Rafael Yagüe. Yagüe muere en 1899 y sus hijos venden primero el castillo (1904)
y luego el palacio (1909), justamente el momento en que Francisco Antón lo
describe y fotografía sus yeserías para terminar diciendo que "pronto
será sólo un montón de polvo y un recuerdo más".
En
1920, sin cortapisa alguna, fueron pulverizadas brutalmente -al decir de Gaya
Nuño- las yeserías mudéjares que hoy yacen sepultadas entre los escombros de la
fortaleza, algunos de cuyos vestigios han podido ser recuperados por Salvador
Repiso y se custodian en el Museo Etnológico de Curiel. Las armaduras, por su
parte, fueron adquiridas por el anticuario madrileño Lafora (que años antes
había protagonizado otro caso muy sonado de expolio con la venta del bote
califal de la catedral de Zamora) y actualmente se encuentran en el Alcázar de
Segovia, sala vizconde de Altamira y en sus talleres de restauración, y en
colecciones particulares de California y de Santiago Estepona (Barcelona);
restan además algunas tablas de peor calidad en el pueblo (Museo) y
reaprovechadas en casas particulares donde también se han reutilizado las
puertas. Por fin, la columnata del patio fue comprada por el conde de Las
Almenas que la montó en su finca "Canto del pico", en Torrelodones
(Madrid). Ni una sola autoridad, se duele Gaya Nuño, movió un dedo por detener
tamaño desaguisado. Aparte alguna protesta desde Valladolid, en publicaciones
dedicadas al arte, no se editaron sino póstumas lamentaciones en la revista Arquitectura,
de García Piñel en 1920 y Torres Balbás en 1923.
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Estado actual de lo que subsiste del Palacio-Fortaleza |
A
día de hoy no se conservan más que los cuatro paredones externos, se han cegado
algunos vanos y, arruinados los tejados que cubrían el conjunto, es posible
observar el parapeto de almenas en su disposición original. Hace años se
construyó intramuros la casa del maestro y médico, hoy abandonada..
Comentaba,
con toda la razón, el ilustre historiador del arte Juan Antonio Gaya Nuño que “un palacio morisco del porte y calidad del
de Curiel, no hubiera debido permanecer ignorado por las altas esferas de la
política española de Bellas Artes. Pero, aun admitiendo semejante ignorancia,
el hecho del derribo, en tiempos ya tan recientes como los años 1919 y 1920,
imposible de consumarse sin conocimiento de toda clase de autoridades
vallisoletanas, debiera haber sido parado a tiempo, con toda la firmeza y aún
dureza que el caso exigía (…)
desapareció así, no un castillo, que como tal no reunía demasiados méritos
aparte los de su buena conservación, sino un delicioso palacio cuatrocentista mudéjar
cuya finura de mano le deparaba posición preeminente en dicho momento artístico”.
BIBLIOGRAFÍA
- DUQUE
HERRERO, Carlos: Rutas del Mudéjar en la
Provincia de Valladolid, Castilla Ediciones, Valladolid, 2005.
- GAYA
NUÑO, Juan Antonio: La arquitectura
española en sus monumentos desaparecidos, Espasa-Calpe, Madrid, 1961.
- REGUERAS
GRANDE, Fernando y SÁNCHEZ DEL BARRIO, Antonio (coord.): Arte mudéjar en la provincia de Valladolid, Diputación de
Valladolid, Valladolid, 2007.
Realmente a veces me pregunto si soy masoca, pues es ésta una de las secciones que más me gustan del blog y a la vez, ver esas imágenes solo me sirve para recordar lo estúpidos que llegamos a ser cuando el dinero anda de por medio. Pero resulta incluso más doloroso pensar que hay cosas que se destruyen sin motivo, como las yeserías de las puertas. Habría sido más rentable vendérselas al V&A o a cualquier museo estadounidense pero simplemente se machacan supongo que derribar todo cuanto antes y obtener materiales de construcción.
ResponderEliminarGracias por las imágenes de un lugar que desconocía completamente aunque ya no pueda visitarlo (supongo que como se suele decir sarna con gusto no pica) y por la completa documentación que aportas, siempre acompañada de bibliografía, lo cual es muy de agradecer.
Saludos,
Boro.
Es lamentable que esto haya podido suceder.que no hubiera alguien que lo pudiera proteger
ResponderEliminarRafael Ramos pudo rehabilitarlo como Residencial Real de Curiel en el 2003 para deleite de turistas,una gran labor
ResponderEliminarmucho esfuerzo y con beneficios quizas para sus nietos.
Rafael Ramos Cerveró hizo un más que discutible pastiche con los resots del castillo de arriba, pero éste es el castillo-palacio de los Zúñiga, que está abajo, en el pueblo
ResponderEliminarDesde la D.G. de Patrimonio hace unos pocos años se promovieron diversas campañas de excavación arqueológica que permitieran documentar las zonas desaparecidas. Los datos permanecen inéditos.
ResponderEliminarhermosa coleccion de historia, grcias por compartir.
ResponderEliminarNadie paró este atropello como muchos otros realizados en Castilla y Lo más doloroso es saber que no somos ya protagonistas de nuestra historia.Nos la han arrebatado y cuando tomamos conciencia siempre hay algún memo que nos rebaja de categoría.Los castellanos debemos creer en nuestra energía, en nuestra historia. Somos una comunidad superhistórica. Deberíamos tener un día dedicado al atropello histórico sufrido
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