El
rasgo que mejor define el arte barroco hispano es su profundo sentido
decorativo en contraste con la sencillez de las estructuras. Parte esencial de
esta decoración lo constituyen, por su variedad y riqueza de invención, las
yeserías polícromas que tapizan interiores de bóvedas y las cúpulas, siguiendo
diseños que evolucionan desde lo puramente lineal hasta motivos figurados muy
diversos.
Las
labores en yeso, de tradición mudéjar fuertemente arraigada, se cultivaron de
modo aislado durante el renacimiento –no podemos olvidar la capilla de los
Benavente en la iglesia de Santa María, de Medina de Rioseco–, para resurgir
con los albores del siglo XVII y desarrollarse durante esa centuria y la
siguiente, dando lugar a múltiples y fastuosas creaciones barrocas.
Yeserías de la Capilla de los Benavente en la iglesia de Santa María, de Medina de Rioseco. Fotografía tomada de: http://www.montorocastro.es |
Fotografía tomada de: http://rutastranquilas.blogspot.com.es/2013/06/medina-de-rioseco-2.html |
El
yeso cuenta a su favor con la facilidad para su modelaje y además un precio más
que económico. Gracias a ello la arquitectura más ambiciosa pero también, y
sobre todo, la más modesta, pudo revestirse de una exuberante ornamentación,
acorde con el sentido español de la estética, que se hace especialmente patente
en la región andaluza. Las yeserías de la bóveda de la catedral de Córdoba se
consideran el punto de partida del gran desarrollo que el arte del estuco
figurado polícromo alcanzaría en las distintas ciudades andaluzas.
Pero
si el gusto por lo decorativo es característico de lo hispano, parece fuera de
duda que la gran mayoría de los modelos ornamentales utilizados aquí y allá
proceden de repertorios europeos, del manierismo italiano primero al que se
unen más tarde los diseños de tratadistas nórdicos. Guirnaldas, acantos,
grutescos de muy variadas formas, tarjas, roleos, cintas, cartuchos, etc.,
formas, en suma, como las que aparecen en la Arquitectura de Dietterlin, con su
carga de fantasía e incluso de irracionalidad, penetran en España a través de
grabados y, sobre todo, del libro impreso y por la misma vía llegan a las
provincias americanas. Los prototipos manieristas perviven en ambos casos
durante todo el barroco, junto a otros motivos vegetales, heráldicos y de
rocallas, a los que se unen en América, aunque en mucho menor grado, otros
surgidos de la flora y fauna local.
Los
más notables ejemplos de yeserías figurativas revisten los interiores de
edificios de reducidas dimensiones: capillas sacramentales, hospitales, ermitas
y, sobre todo, capillas y camarines dedicados al culto mariano, en los que
arquitectura y decoración se funden creando ámbitos de gran barroquismo donde
se desarrollan complejos programas iconográficos.
El
barroco vallisoletano es rico en cubiertas adornadas con yeserías si bien los
motivos más usuales son abstractos y, frecuentemente, sin policromar. En la
primera mitad del siglo XVII aparecen exclusivamente formas geométricas,
singularmente las puntas de diamantes. Más tarde los modelos van
enriqueciéndose y abultándose, con inclusión también de rameados y tarjetas
hasta llegar al hito que supone la decoración
de las bóvedas de la iglesia de Santiago, en Medina de Rioseco, realizadas
entre 1672-1673 por el arquitecto Felipe Berrojo, en las que aparecen tarjetas
vegetales, escudos e incluso decoración figurada con motivos santiaguistas que
incluyen el relieve del apóstol titular, que además se policroman. No obstante,
los motivos se disponen de forma aislada, sin ocultar las líneas
arquitectónicas, rasgo éste que, con muy pocas excepciones, será constante del
estilo local.
Yeserías de la iglesia de Santiago Apóstol de Medina de Rioseco |
Así
pues, lo poco compacto de los diseños, la falta de policromía y la escasez de
motivos estrictamente decorativos son las características de las yeserías
vallisoletanas. Curiosamente los casos de decoración más profusa se dan en
edificios modestos, como las ermitas de
Nuestra Señora del Carmen, de Torrecilla de la Orden, y de la Virgen de Tiedra Vieja, en Tiedra,
singularmente ésta última, con motivos vegetales, veneras, emblemas marianos y
relieves historiados en las pechinas que hacen de ella el conjunto más cercano
a la sensibilidad andaluza.
Yeserías de la ermita de Nuestra Señora de Tiedra |
Junto
a ellos contamos con dos ejemplos que bien pueden ser considerados como de los
más bellos de la provincia, puesto que además presentan una cierta originalidad
y ofrecen rasgos que pueden vincularlos con creaciones americanas. Se trata de
la Capilla de don Gaspar de Vallejo en la iglesia de San Martín de Valladolid y
la Capilla de la Virgen del Carmen de la iglesia de Santiago de la villa de
Alcazarén. Hoy trataremos sobre el primer ejemplo.
LA CAPILLA DE DON GASPAR DE VALLEJO EN LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE VALLADOLID
A
finales del siglo XVII se abre en el tramo central del muro del evangelio una
capilla perpendicular al cuerpo de la iglesia integrada en tres ámbitos: el
central, cuadrado, se cubre con cúpula sobre pechinas que presenta una
interesante decoración de yeserías figurativas. La capilla tuvo la advocación
de San Juan de Sahagún y fue fundación de don Gaspar de Vallejo, Caballero de
Santiago, del Consejo Supremo de Castilla, que tenía sus casas principales
fronteras a la iglesia aunque residía en la corte.
La
edificación de la capilla se comenzó en octubre de 1693, cuando se nombró a
varios maestros de obras “para ber y
reconozer la planta y fábrica de la capilla que se a de hazer”,
determinando la disposición que debía tener. Inmediatamente se adquirió el
terreno y se pregonó la obra, adjudicándose a los maestros de obras Pablo
Mínguez y Manuel Izquierdo en 33.000 reales de manos y materiales. La
edificación se prolongaría hasta septiembre de 1697, momento en que se
certifica “que la dha capilla estaba
acabada”. En octubre los maestros dieron carta de pago y finiquito del
precio estipulado más 5.350 rs. “que an
ynportado las mejoras que ycieron en dha capilla” y acrecentaron después
del remate de ella conforme a la traza planta y condiciones de Juan Tejedor.
La
profesa Fernández el Hoyo piensa que las citadas mejoras harían referencia a la
decoración de yeserías, corriendo por tanto el diseño de las mismas por cuenta
de Tejedor Lozano. Abona esta suposición el que el propio artista sea el autor
de las trazas de la capilla de los
Gaitán, en la iglesia de San Pedro, de Tordesillas (Valladolid), construida
en 1674 y que presenta yeserías con rameados y escudos en paredes, pechinas y
media naranja En tanto que en la capilla tordesillana aparecen únicamente
motivos vegetales y heráldicos, la cúpula vallisoletana incluye la figura
humana en contraste con los motivos estrictamente geométricos que cubren el
resto de la capilla.
Yeserías de la capilla de los Gaitán, en la iglesia de San Pedro de Tordesillas |
Pasando
ya a analizar las yeserías de San Martín, en el vértice de las pechinas un
mascarón fitomorfo sirve de punto de arranque a follajes de zarcillos de acanto
que envuelven atributos marianos: jarrón de flores, ciprés, espejo, palma
respectivamente; la policromía es de tonos oscuros. La cúpula presenta un
tambor en el que se disponen alternativamente 8 ventanas –de las cuales sólo
una está abierta– y 8 pedestales adornados con sartas de frutas. Sobre éstos, y
ya en la curva de la cúpula, figuras de apóstoles en relieve asimismo
policromados en tonos predominantemente oscuros. Es fácil reconocer a San
Pedro, San Pablo, San Andrés, San Juan y Santiago el Mayor, y, de forma más
dudosa, a San Mateo, Santo Tomás y San Felipe (?). El casquete que remata la
cúpula lleva en el centro un marco rectangular, con grandes orejeras, que encierra
la figura en relieve de la Inmaculada; uno y otra están asimismo policromados.
En torno a ellos y a modo de corona se disponen 8 medias figuras, al parecer
femeninas, de rostros delicados y abundante y rizada melena, cuerpos vestidos y
cortados a la altura de los hombres como si fuesen maniquíes; de cintura para
abajo los cuerpos se convierten en follaje en tanto que los inexistentes brazos
se sustituyen por guirnaldas de flores y frutas que enlazan, sin solución de
continuidad, con la figura siguiente. Estas figuras están sin policromar.
La
iconografía es muy sencilla: la Inmaculada, a la que se refieren los emblemas
de las pechinas, aparece escoltada por los apóstoles, con una disposición para
la que pueden encontrarse abundantes paralelismos, entre los que podemos
recordar la cúpula octogonal de la capilla
del Rosario, en la iglesia de Santo Domingo, de Oaxaca (México),
contemporánea, con relieves de apóstoles en torno a la Virgen del Rosario, si
bien la desnudez de la cúpula vallisoletana contrasta abiertamente con el
abigarramiento de la mexicana.
Vistas de la cúpula de la capilla del Rosario de la iglesia de Santo Domingo de Oaxaca. Fotografía tomada de: http://cvc.cervantes.es/artes/ciudades_patrimonio/oaxaca/paseo/acc-santodomingo.htm |
Fotografía tomada de http://www.taringa.net/posts/info/12670014/Artes-de-mexico.html |
El
motivo del torso humano mezclado con vegetación, que deriva del grutesco, es
forma muy habitual desde el renacimiento. Difundida a través de grabados y
orlas de libros, prolifera como motivo decorativo en piedra, madera, metal y
estuco, recubriendo fachadas, soportes arquitectónicos, retablos y bóvedas en
la Península y América, presentando figuras variadas.
Sin
embargo no son tan frecuentes los casos de una disposición similar a la que
presentan las figuras de San Martín, entrelazadas formando círculo, aunque no
falten ejemplos relacionables. El más conocido probablemente sea pese a la
diferencia de material, el de la cúpula de la iglesia de Santiago, de Pomata (Perú), en la que tres tipos
diferentes de figuras-follaje se unen en una rítmica composición que algunos
han interpretado como corona de ángeles derivada de pinturas renacentistas
italianas y otros como una danza rítmica de estirpe indígena.
Cúpula de la iglesia de Santiago de Pomata (Perú). Fotografía tomada de https://www.flickr.com/photos/plushot/ |
La
cúpula se ha relacionado con la tradición mudéjar y sus repercusiones en el
barroco andaluz; cúpulas del camarín de
la Virgen del Rosario, en la iglesia de Santo Domingo, de Archidona
(Málaga) y de la parroquial de Herrera
(Sevilla), aunque en ésta última predominen las formas inorgánicas.
Junto
a estas realizaciones, las figuras de San Martín destacan por su elegancia si
bien no podemos obviar la irregular disposición de las cuatro que coinciden con
las orejeras del marco de la Virgen, lo que pudiera atribuirse a una torpeza
del tallista en la plasmación del diseño.
BIBLIOGRAFÍA
- FERNÁNDEZ DEL HOYO, María Antonia: “Las yeserías figurativas: apuntes para su estudio”, Actas del V Simposio hispano-portugués de historia del arte, Valladolid, 1990, pp. 113-117.
Muchas gracias por la entrada, Javier ! A ver si te pasas por Alcazarén !
ResponderEliminarVíctor G.