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miércoles, 29 de octubre de 2014

MONUMENTOS DESAPARECIDOS: LA CASA DE LA FAMILIA CARRILLO Y BERNALT (La Casa de las Conchas)


La Casa de las Veneras o de las Conchas fue, según Martín González, “una de las más prestigiosas viviendas nobles del Valladolid renacentista. Su situación, frente al Colegio Mayor de Santa Cruz, obligaba al propietario a esa competencia de imagen, que dio origen a tantas glorias de nuestra arquitectura. El hecho de que su larga fachada estuviera decorada con veneras y de que su patio venga a imitar el de Santa Cruz, revela jactancioso enfrentamiento. Por desgracia la casa ha llegado a nosotros a través de escasos restos, en la práctica dos lados del claustro y aún reducidos”. El apodo de “casa de las conchas” le venía por las que seguramente decoraban su fachada y así se la cita aún a mediados del siglo XVIII, cuando se redacta el Catastro del Marqués de la Ensenada. Es decir, era un ejemplo más de casa de las Conchas, símbolo de los caballeros santiaguistas, confirmando, junto con la casa que por fortuna se ha conservado en Salamanca, la repetición de tal motivo decorativo.

Vista de la acera de la Universidad hacia principios del siglo XX. La Casa de las Conchas lo formarían los edificios segundo y tercero más cercanos a la capilla universitaria. Ver foto inferior
Reconstrucción de la fachada oeste de la Plaza de Santa Cruz realizada por María Aranda y Jesús Urrea. Fotografía tomada de http://domuspucelae.blogspot.com.es/2010/02/historias-de-valladolid-la-casa-de-las.html
Ubicación de la Casa de las Conchas en el plano de Ventura Seco (1738)
La casa, edificada en el último tercio del siglo XV, perteneció hasta muy avanzado el siglo XIX a la familia Morales tuvo su origen en la que edificó el matrimonio formado por el capitán Bernal Francés y la dama de la reina Isabel la Católica, doña Juana Carrillo de Córdoba, descendiente el primero de los condes de Foix y ella de los señores de Villavicencio.
Su hija Catalina Carrillo se casó con el licenciado Rodrigo de Morales, descendiente de don Luis de Morales, tesorero que fue del monarca Juan II, y miembro de una de las familias integrada en los más antiguos linajes de Soria. De esta manera la casa entró a formar parte de las propiedades de la familia Morales. Situada “en la plaza que está delante de la placeta del Colegio del Cardenal que es en la calle que va de la plaza de Santa María y Escuelas Mayores a la iglesia de señor San Esteban”, colindaba con los antiguos edificios de la Universidad mediante una casa propiedad de ésta que ocupaba en 1547 el doctor Santander. A su izquierda se encontraba la casa del tesorero de la iglesia colegial Fabián Justiniano, con su vergel y corral, que en 1536 tenía por linderos “de un lado toda la larga casas y huertas del licenciado Rodrigo de Morales y del otro casas de la dicha iglesia y cabildo y casas y vergel del bachiller Antonio de Aguilar, relator… y por la parte de atrás huerta del licenciado Rodrigo de Morales”. En esta última fecha la casa de Justiniano pasó a ser del obispo de Ávila don Rodrigo Mercado (fallecido en 1548).

A principios del siglo XX una reforma hizo desaparecer la fachada y gran parte del claustro, aunque los elementos decorativos del exterior ya hacía tiempo que habían sido quitados. El arco de la puerta del zaguán caía en la dirección del corredor del Norte. El claustro era exquisito: constaba de galerías porticadas en sus cuatro lados y en los dos pisos, pero actualmente existen solamente las de los lados Norte y Oeste y aún reducidas. Las columnas son de una notable solidez. El fuste es de sección ovalada con un estrangulamiento en el centro, con lo que su corte se aproxima a la forma de un ocho. Las basas y los capiteles, de bolas, y, en general, toda la columnata es del tipo de Santa Cruz ya aludido. Para aumentar la resistencia en las esquinas, se colocan machones en lugar de columnas. Por encima voltean arcos escarzanos de perfil curvo, en cuyas enjutas hay escudos. La galería alta lleva pretiles formados de tres piezas de claraboyas góticas, cuyos intersticios están cegados para evitar la entrada de frío, y aprovechar los corredores para habitación. Sobre estos dos cuerpos hay un tercero reentrado, cuya galería tenía balaustres de madera.

No hay duda de que el conjunto, a pesar del agobio de fuerzas a que está sometido y que le hacía algo pesado, tendría un carácter de seriedad y de firmeza, a que debe en no escasa medida su conservación. Conocemos en Valladolid obras parecidas y aun de mayor importancia si se juzga por los restos, como el patio de Santa Cruz, cuyos arcos de medio punto le dan aspecto más renacentista; el del Convento de Santa Catalina y del Convento de Dominicas Francesas de Santa Cruz. Desconocemos a su autor. En cambio se conoce el del Colegio de Santa Cruz, Pedro Polido, y el de las Comendadoras de Santa Cruz, Fernando de Entrambasaguas. Alguno de ellos, o por lo menos oficiales de su taller, debieron de trazar la obra.

Claustro del Colegio de Santa Cruz
Claustro del Convento de Santa Catalina
Claustro de las Comendadoras de Santa Cruz
Un pozo con su brocal indicaba aproximadamente el centro del patio completo. El claustro Este, situado a nivel inferior al del patio conserva viguería de madera. De dicho corredor salía un conducto casi subterráneo que llevaba al jardín y parte posterior de la casa.
La estructura original de la casa se vio alterada en 1548 al repartirse su propiedad los hijos del licenciado Morales: el doctor Juan de Morales, el doctor Luis Carrillo, Pedro, Bartolomé y su hermana María de Zúñiga. Mediante un tabique, que atravesaba el corral, el patio principal y el zaguán, dividieron la casa en dos mitades, reservándose el doctor Juan de Morales la parte que colindaba con la Universidad y pasando a ser del doctor Luis Carrillo el resto del edificio.
En 1570 la parte de la casa que había correspondido al doctor Carrillo y a su mujer, doña María Ovando, pasó a pertenecer al licenciado Francisco de Vera, quien estaría gustoso de residir en un edificio cuya fachada ostentaba tan visiblemente el motivo principal de sus propias armas. Con posterioridad esta parte del primitivo edificio perteneció al monasterio premostratense de La Vid que la vendió en 1663 a la familia Lugo y Montalvo, de quienes se transfiere en 1687 a los marqueses de Olivares con quienes habían emparentado, hasta que en la segunda mitad del siglo XVIII revirtió al cabildo de la catedral al que pertenecía originalmente todo el terreno.

La propiedad de la otra mitad de la casa, que había correspondido al doctor Juan de Morales, juez de bienes confiscados del Santo Oficio de la Inquisición, se subdividió a su vez en 1591 pasando a su hijo Juan una parte de la vivienda y correspondiendo la restante al mayorazgo de su hijo Miguel. Los nietos de este último, Antonio, Miguel y Ana María, vendieron en 1614 al doctor Miguel Polanco, catedrático de medicina de la Universidad, la mitad de la casa que poseían entre los tres como bienes libres, estando a la espera de recibir facultad real para venderle la otra mitad, que era vinculada y correspondía exclusivamente a Miguel.
A causa de las numerosas particiones que experimentó la propiedad es difícil precisar la posterior trayectoria de las casas, sin embargo se sabe que en 1848 el vecino de Peñafiel don Diego Morales Doménech era dueño de la casa nº 3 de la plazuela del Colegio de Santa Cruz, que lindaba por su derecha con la casa nº 1, propiedad de doña Carlota de Ceballos López, lindante a su vez con la Universidad Literaria. En 1863 el Ayuntamiento aprobó la reparación de la fachada de la casa nº 2 de la plaza de Santa Cruz, propia de don Diego Morales, propuesta por el arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina. Todavía en 1881 aparece aún don Francisco de Paula Morales como propietario de la vivienda.

En 1985 la finca fue adquirida por la Universidad para la ampliación de sus dependencias. De este modo se han salvado las arquerías de los lados norte y oeste de su antiguo patio, en las que se puede apreciar la clara influencia de modelos contemporáneos. En la actualidad, una vez asegurada su permanencia, aquel sitio sirve de sala de exposiciones temporales del MUVa, contando entre ellas con la organizada anualmene por REUNART.

BIBLIOGRAFÍA
  • MARTÍN GONZALEZ, Juan José: La arquitectura doméstica del renacimiento en Valladolid, Imprenta Castellana, Valladolid, 1948.
  • MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: “La casa de las Veneras de Valladolid”, B.S.A.A., Tomo LI, 1985, pp. 293-304.
  • URREA, Jesús: Arquitectura y nobleza: casas y palacios de Valladolid, IV Centenario Ciudad de Valladolid, Valladolid, 1996.

sábado, 25 de octubre de 2014

EL RETABLO MAYOR DE LA IGLESIA DE SAN PEDRO DE -MONTEALEGRE DE CAMPOS-


En el presbiterio de la iglesia de San Pedro de la localidad de Montealegre, en plena Tierra de Campos, encontramos un maravilloso retablo que data de los albores del renacimiento en Castilla. Parado del Olmo lo fecha en el primer cuarto del siglo XVI, tildándolo de “buen retablo”. El retablo se desarrolla mediante un banco, tres cuerpos, separados por la propia mazonería del retablo, y cinco calles. En las diferentes hornacinas nos encontramos con doce maravillosas tablas y una serie de esculturas, habiendo desaparecido otras. Tanto las hornacinas del banco, como las de la calle central se rematan en forma de venera, solución que también adopta el remate superior del retablo.

Tanto las calles del banco como las de los dos primer cuerpos se encuentran separadas mediante pilastras con decoración a candelieri, en el último cuerpo esta separación se hace mediante columna con la misma ornamentación. Las decoraciones utilizadas tanto en estos elementos como en las chambranas y demás son típicamente platerescos: roleos, flameros, aves, motivos que nos llevan a pensar en que Pedro de Guadalupe pudo ser su autor, dada la similitud de decoraciones y de traza con el retablo mayor de la catedral de Palencia, tesis que ya fue defendida por el insigne investigador riosecano Esteban García Chico. Para Parrado del Olmo, el retablo presenta “rasgos más avanzados en la decoración, muy similar al estilo del entallador palentino Pedro Manso, que trabaja en el ático del citado retablo de la catedral palentina”.

Retablo Mayor de la Catedral de Palencia
En la actualidad, de las cinco hornacinas del banco tan solo vemos ocupadas por esculturas las extremas y la central, motivo que lleva a pensar que desaparecerían tres piezas, puesto que la central, una Virgen gótica pienso que no pertenecería al conjunto. En el extremo izquierdo observaos una escultura de San Andrés, posiblemente hecha ex profeso para el retablo, como también se haría la de San Antón, sita en el lado contrario. Ambas tallas, de taller palentino presenta un canon regordete y algo achaparrado. San Andrés porta la cruz, de la que faltan dos aspas, y un libro; mientras que San Antonio tiene en una mano un bastón y en la otra un libro, a sus pies se sitúa el típico marrano. En la hornacina central el banco, como ya hemos dicho, se sitúa una imagen gótica de la Virgen con el Niño, conocida como Virgen de Carraquintanilla o de Quintanilla, en relación con un pago despoblado del término municipal, en el que consta que existía una ermita advocada de Santa María. La Madre, entronizada, sirve, asimismo, de trono al Hijo. El trono tiene forma de banco decorado con molduras y con un cojín. El Niño hace el gesto de bendecir, mientras que en la mano derecha porta un libro. Dadas las vestimentas se le podrían fechar en la primera mitad del siglo XIV.

San Andrés
Virgen de Carraquintanilla
San Antón
En la hornacina central del primer cuerpo se sitúa San Pedro in cátedra, patrón de la iglesia, y por lo tanto a quien está dedicado el retablo. Justo encima de este, ocupando los dos cuerpos superiores se desarrolla un Calvario. Tanto las imágenes de la Virgen y San Juan de este Calvario, como las de San Pedro, San Andrés y San Antón se relacionan con el escultor Juan Ortiz el Viejo I, mientras que el Crucifijo está atribuido a Francisco Giralte, seguidor de Alonso Berruguete. Se las pueden fechar en torno a 1540-1547. Este Crucifijo no es el original del retablo, sino que fue colocado ahí tras la restauración del retablo, el anterior se conserva encima de la cajonería de la sacristía.

San Pedro in Cátedra
Calvario
Sin duda lo más interesante del retablo, al menos para mí, es la serie de doce tablas que completan la decoración del retablo. De abajo a arriba y de izquierda a derecha representan los siguientes temas: Primer cuerpo: Liberación de San Pedro por un ángel, Quo Vadis, Crucifixión de San Pedro, Decapitación de San Pablo. Segundo cuerpo: la Anunciación, la Visitación, la Natividad, la Epifanía. Tercer cuerpo: Oración del Huerto, el Beso de Judas, el Descendimiento y la Resurrección. Como podemos ver se desarrollan tres ciclos: en el primer cuerpo la vida de San Pedro, completada con una escena de San Pablo; en el segundo cuerpo la Vida de la Virgen y en el tercer la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

Liberación de prisión de San Pedro por un ángel
Quo Vadis
Crucifixión de San Pedro
Decapitación de San Pablo
Las pinturas han sido estudiadas por el profesor Martín González. Según Parrado del Olmo “son de apreciable calidad, aunque se detectan dos estilos”: las seis del lado del Evangelio nos muestran a un maestro muy influido por la obra de Juan de Flandes, con tipos dulces y composiciones estáticas. Este maestro pudiera ser Juan de Tejerina, discípulo del referido Flandes, que trabaja al servicio de éste en algunas de las pinturas del retablo mayor de la catedral de Palencia.

La Anunciación
La Visitación
El Nacimiento

La Epifanía
Las seis del lado de la Epístola son mucho más nerviosas, y con mayores sutilezas lumínicas han sido relacionadas con algunas de las pinturas del retablo mayor de San Pelayo de Olivares de Duero. En todo caso, este segundo maestro también será palentino.

La Oración en el Huerto
El Beso de Judas
El Descendimiento
La Resurrección

BIBLIOGRAFÍA
  • PARRADO DEL OLMO, Jesús María: Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo XVI. Antiguo partido judicial de Medina de Rioseco, Diputación de Valladolid, Valladolid, 2002.