En
la nave de la epístola de la iglesia parroquia de San Martín, de Traspinedo,
localidad famosa por sus riquísimos pinchos de lechazo se encuentra uno de los
más bellos bultos funerarios de la provincia; siendo su autor, asimismo, uno de
los mejores escultores del último tercio del siglo XVI: Francisco de la Maza. Algún día hablaremos sobre este interesantísimo seguidor de Juan de Juni.
La
escultura funeraria, realizada en alabastro, efigia al chantre de Valladolid
don Antonio Romero, tal y como podemos leer en una inscripción que se conserva
en la imagen: “En este bulto yace Don Antonio Romero,
chantre de Valladolid, el qual dexó toda su hazyenda a la capilla de San
Gregorio. Hizo mucho bien a esta iglesia. Libertó esta villa del servicio real…
Falleció a cinco de septiembre, año de 1577”. ¿Y, quién era este personaje?
Antonio Romero fue patrono de la capilla de San Gregorio en la parroquia de
Traspinedo y libertó a esta villa del servicio Real. Ocupó la dignidad de
chantre de la Colegiata vallisoletana desde el año 1554 hasta el día 5 de
septiembre de 1577 en que falleció, dejando en ella dotado un responso después
de Completas del día 21 de enero y la misa de Prima del día siguiente. En
Valladolid había vivido en sus casas de la plazuela de Santa Cruz.
Como ya hemos dicho, su autor fue el acreditado
artífice Francisco de la Maza, natural de Meruelo (Cantabria), si bien realizó
la mayor parte de su obra desde su taller vallisoletano. Sabemos que fue el
autor de esta escultura de manera indirecta, no porque conservemos la escritura
de obligación o una anotación en los libros parroquiales, sino gracias al
documento escriturado para realizar la reja que aislaría la escultura
funeraria. Efectivamente, el 4 de octubre de 1578 el rejero Gabriel Hernández
se comprometía a labrar una reja para don Antonio Romero, con objeto de dejar
aislado al sepulcro, y se comprometía a ejecutar esta reja “de la forma que Francisco de la Maza, que
hace el dicho bulto, dijese es necesario de alto y largo”, compareciendo el
mismo artista como fiador del rejero Gabriel Hernández. La reja no se conserva.
Sin duda, el sepulcro debió de estar situado en el centro de la iglesia, de ahí
la necesidad de la reja.
Con posterioridad se localizó el documento por el
cual los testamentarios del chantre, antes de concertar la reja, firmaron el
contrato de ejecución del bulto yacente con el escultor. El día 4 de marzo de
1578 Francisco de la Maza se comprometió a realizar el bulto para el entierro
del chantre difunto conforme a las siguientes condiciones: La cama y escudo y
cornisa donde se había de poner “ha de
ser toda la cama e cornisa de piedra de Albar, limpia y el bulto, con sus dos
almohadas, de piedra de Navares, de una pieza y un león a los pies y un escudo
con las armas de dicho chantre en la delantera de la dicha cama de piedra de
Navares, que ha de ser la cama de 8 pies y medio de largo (= 2,38 m.) y 3 pies de ancho (= 0,98 m.) ante más que menos y de alto la cama 4 pies
(= 1,12 m.) (…) y el bulto ha de ser con
sus manos puestas”. Se obligó a tenerlo finalizado y colocado en la iglesia
para el día de Nuestra Señora del mes de septiembre de aquel mismo año,
recibiendo a cambio 50.000 maravedíes (= 133 ducados), debiéndose trasladar a
Traspinedo para labrar y asentar la obra, en donde se le daría posada y cama
además de seis cántaros de vino y una carga de trigo.
San Pedro |
San Pablo |
San Andrés |
El bulto funerario está hecho de dos bloques,
tallado como se ha dicho en piedra de alabastro. El chantre, que aparece
yacente y con las manos adorantes, está representado como un sacerdote vestido
“como cuando sale a decir misa y echado
encima de la dicha cama y sus manos juntas, con su bonete en la cabeza, muy
bien labrado y dado su pulimento”. A los pies llevaría un león de alabastro,
con aspecto irritado. En el frente de la urna se divisa el escudo, envuelto en
tarja. Está dividido en tres campos y se ven tres barras, seis flores de lis y
águila explayada. Endosa el chantre casulla, adornada con los relieves de San
Pedro, San Pablo y San Andrés. Finalmente, el bulto tuvo unas medidas de “6 pies (= 1,68 m.) poco más o menos conforme al natural de un hombre y de ancho conforme a
la proporción que requiere conforme al alto y ha de llevar dos almohadas de
alabastro y ha de ser el bulto de dos piezas además del león”. Si el
escultor lo labraba en Valladolid, el traslado hasta Traspinedo sería a cargo
de los testamentarios del chantre y, además de seis cantaras de vino, Francisco
de la Maza recibiría 300 ducados previa tasación, obligándose el escultor a
darlo por acabado y asentado el día 1 de noviembre. Las condiciones estipuladas
se cumplieron y el escultor finalizó en 1579 el cobro de su obra.
BIBLIOGRAFÍA
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo VI. Antiguo partido judicial de Valladolid, Diputación de Valladolid, Valladolid, 1973.
- URREA FERNÁNDEZ, Jesús: “El chantre de Traspinedo esculpido por Francisco de la Maza”, B.S.A.A., Tomo LXII, 1996, pp. 355-358. Lo podéis descargar aquí.
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