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jueves, 30 de julio de 2015

EXPOSICIÓN: GALERIE LELONG


Durante las próximas semanas se desarrolla en las Salas Municipales de Exposiciones de “Las Francesas” y de “La Pasión” una brillante muestra que recoge una serie de obras de arte de la Galerie Lelong, una de las galerías de arte más prestigiosas de París. En la exposición podremos ver obra de algunos de los artistas más importantes de finales del siglo XX y de la actualidad. A los que os guste el arte contemporáneo tan solo deciros que os acerquéis, que no os defraudará; y a los que receláis algo del arte actual pues os recomiendo que vayáis a ver la exposición con la mente abierta. Bien es cierto que cuando uno ve la muestra se pregunta al ver alguna de las obras si eso es arte, yo no voy a responderos a esa pregunta, pero seguramente pensemos de la misma manera. Finalmente, antes mostraros las piezas que conforman la exposición e insertar los textos redactados por María Toral, comisaria de la exposición, y Jean Frémon, deseo dar la enhorabuena por la brillante muestra que nos ofrece. Ojalá las futuras exposiciones puedan ser tan interesantes como las que actualmente conforman el plantel de las cuatro salas municipales.
Texto de Jean Frémon
Todos los artistas presentes en esta exposición han tenido, en distintos grados, la oportunidad de tener importantes exposiciones personales en grandes museos o fundaciones en todo el mundo. En este momento hay una retrospectiva de Tàpies en el Pérez Museum de Miami, Etel Adnan está en el Irish Museum of Modern Art de Dublín, Pierre Alechinsky en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, Kounellis en Milán, Rebecca Horn en Palma de Mallorca, David Nash en Corea, Sean Scully, se encuentra en el Palazzo Falier en Venecia y en la National Gallery de Dublín, Nalini Malani en el M.O.M.A. de Nueva York, Jaume Plensa está en San Giorgio Maggiore de Venecia, en los museos de Nashville y Céres, Barthélémy Toguo en la Bienal de Venecia.
Todos estos artistas han expuesto ampliamente y no necesitan en realidad una exposición suplementaria. A pesar de ello, Jean Frémon ha sentido a menudo que los artistas prefieren formar parte de una exposición colectiva más que gozar de una exposición personal –aventura en solitario–. Estar confrontados a sus iguales, a sus mayores, a los más jóvenes, a sus amigos o a sus rivales supone un ejercicio estimulante que les gusta.
Además, todos ellos han aceptado con entusiasmo la invitación de exponer juntos bajo el estandarte de la Galería Lelong, su galería, a la que se ofrece la ofrece libertad para exponer en sus magníficas salas históricas del Museo de la Pasión y de la iglesia de las Francesas, por iniciativa de Juan González-Posada y la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid.
Había que hacer una selección, es decir, restar. La historia de la Galería Lelong ha estado marcada por grandes artistas: Joan Miró, Louise Bourgeois, Francis Bacon, Eduardo Chillida, Antonio Saura, Donald Judd, Robert Ryman, Barry Flanagan, David Hockney… No están aquí. Se ha optado por centrarse en artistas vivos y en plena actividad, sólo con la excepción del gran maestro, Antonio Tàpies, recientemente desaparecido, cuya obra poderosa y austera está representada aquí ampliamente.
Varias generaciones se suceden, década tras década: los arabescos irónicos de Pierre Alechinsky, los ensamblajes audaces y llenos de misterio de Jannis Kounellis, los equilibrios sutiles y reinados de Rebecca Horn, las abstracciones geométricas de Sean Scully, la libertad y la gracia de Günther Förg, los paisajes abstractos y puros de Etel Adnan, el gesto firme y elegante de David Nash inscrito en madera o papel, las grandes composiciones luminosas de Nalini Malani, las figuras silenciosas de Kiki Smith o Jaume Plensa, las composiciones febriles de Toguo.
Son como los instrumentos diferentes de una orquesta, interpretando cada uno su papel, incluso tan libremente que no hay partícula escrita y sin un jefe con una batuta a quien seguir. Pero de esta cacofonía alegre emerge por lo menos el amor por el arte vivo.
REBECCA HORN. Sin título (2008)
REBECCA HORN: Dance of knives (1988)
REBECCA HORN: Sin título (2010)
SEAN SCULLY: Atlas walls (1995)
SEAN SCULLY: Harris vents Shacks (1990)
KIKI SMITH: Seated nude (2005)
JANNIS KOUNELLIS: Sin título (1998)

Texto de María Toral (comisaria de la exposición)
Los museos, los centros culturales o las fundaciones permiten que podamos conocer las obras de determinados artistas. Pero eso, cada vez resulta más sencillo tener acceso a las creaciones plásticas. Además de esos lugares existen otros espacios claves para el desarrollo artístico y de los que solemos olvidarnos. Estamos hablando, como es lógico, de las galerías donde podemos adentrarnos, desde otra óptica, en el mundo del arte.
Una galería de arte es un espacio mágico donde se cumplen los deseos de los artistas de ser conocidos o de aquellos que sueñan con que sus obras pasen de su estudio a un museo o a la casa de algún coleccionista o amateur. Marcel Duchamp decía que “contra toda opinión, no son los pintores sino los espectadores quienes hacen los cuadros”. En realidad, uno de los objetivos del artista es que sus obras sean vistas por esas miradas ajenas, las de los espectadores, que no pueden encontrar en los estudios de sus creadores. De ahí la magia de las galerías. Tienen el poder de cumplir las aspiraciones de los artistas (que sus obras sean vistas) y las de los coleccionistas (poseer esas obras).
Lamentablemente, como en casi todos los sectores, hoy en día asistimos a una cierta banalización o comercialización extrema del arte donde esa magia a veces parece diluirse y dejar paso a especulaciones financieras. Sin embargo, en algunos lugares aún parece entenderse el verdadero objeto de la galería así como la auténtica función del galerista. Y eso es lo que ocurre precisamente en la Galerie Lelong.
La historia de esta galería nos remonta a los años cincuenta del siglo pasado cuando artistas como Joan Miró, Francis Bacon, Pierre Alechinsky, Antoni Tàpies o Eduardo Chillida exponían sus obras en París en el espacio que tenían en el número 13 de la rue de Téhéran. Años más tarde, en 1981, bajo la dirección de Jacques Dupin, Daniel Lelong y Jean Frémon, la galería adquiere la personalidad que aún hoy tiene. Es entonces cuando artistas contemporáneos como Jannis Kounellis, Louise Bourgeois, Günther Förg o Sean Scully empiezan a formar parte del elenco de nombres representados en este singular y prestigioso espacio.
Lejos de quedarse anclada en el pasado, la galería Lelong empezó a apostar, sobre todo a partir de los años 2000, por artistas contemporáneos internacionales. De este modo, siguió enriqueciendo su espléndida oferta artística de la mano de Jaume Plensa, Nalini Malani, Barthélémy Toguo, Etel Adnan, Rebecca Horn o Kiki Smith. Actualmente la estructura de su galería ha variado: cuenta con Jean Frémon como Presidente director general y a Patrice Cotensin como director.
ANTONI TÀPIES: Cos i banyera (1995)
ANTONI TÀPIES: Creu y fletxes (1989)
ANTONI TÀPIES: Creu y copa (2003)
JAUME PLENSA: Chloe (2014)
ANTONI TÀPIES: Cames (2001)
JUAN USLÉ: Entre tus cosas (2012)
ETEL ADNAN: Sin título (1990)
ETEL ADNAN: Sin título (2014)
ETEL ADNAN: Sin título (2014)
ETEL ADNAN: Sin título (2014)
ETEL ADNAN: Sin título (2014)
ETEL ADNAN: Sin título (1997)
ETEL ADNAN: Sin título (2001)
SEAN SCULLY: Paris Robe (2008)
SEAN SCULLY: Standing Grey (2001)

Además del magnífico espacio que la galería alberga en París, existe otra sede en la ciudad de Nueva York, también en un espacio extraordinario. Precisamente, la existencia de las dos galerías hace que ambas sean complementarias pero con identidades propias desde que la segunda abriera en 1985. Apertura que ha contribuido de la mano de su directora Mary Sabbatino, a mostrar las obras de artistas más jóvenes que han alcanzado un notable eco en nuestros días como Angelo Filomeno, Emilio Pérez o Kate Shepherd. También se ocupan del legado de grandes artistas como Ana Mendieta, Nancy Spero y Helio Oiticica.
Otra misión importante que algunas galerías desarrollan es la de ser editores. Este es otro de los medios que permite que el arte llegue a más lugares y a más personas gracias a los catálogos que editan las galerías cuando celebran sus exposiciones. Como no podía ser de otra manera, la Galerie Lelong es consciente de la necesidad de dejar constancia de las muestras que realizan a través de los catálogos y libros que publican. Así, tienen en su haber más de ciento y cincuenta ejemplares de la colección Repères con textos de autores tan destacados como Michel Leiris, Pierre Restany, Catherine David, Enrique Juncosa o, incluso, Octavio Paz.
Además editan obras con entrevistas y escritos de artistas como Donald Judd, Louise Bourgeois, Sean Scully o Richard Serra, contribuyendo así a una mayor labor didáctica.
No podríamos hablar de la Galería Lelong sin hacer una mención especial a uno de los grandes trabajos de investigación que han llevado a cabo y que se trata del catálogo razonado de la obra completa de Joan Miró en colaboración con los herederos del artista español.
Por último, destacar la existencia de un departamento dentro de la galería que se dedica a la obra gráfica y que cada año realizan nuevas ediciones (litografías, grabados, múltiples) en colaboración directa con algunos artistas.
Con estos antecedentes, es lógico que la Galerie Lelong pueda mostrar, en exposiciones como la que se presenta en Valladolid, algunas de las obras de su magnífica colección. En esta muestra, que puede verse por primera vez en España, el público vallisoletano podrá disfrutar de una selección de los fondos de esta galería y conocer de primera mano a algunos de los artistas más destacados que representa. Desde Antoni Tàpies a Sean Scully, pasando por obras de Nalini Malani, Rebecca Horn o Kiki Smith hasta llegar a Jaume Plensa, Juan Uslé o Barthélémy Toguo. Una filosofía en la que artistas de distintas generaciones y nacionalidades se unen para darle sentido a una galería que en todos estos años ha participado activamente y de forma muy positiva en distintas esferas del mundo del arte.
DAVID NASH: Red Rain (2011)
DAVID NASH: Red Cut Column (2011)
DAVID NASH: Sliced Frame (2013)
DAVID NASH: Icon (1993)
DAVID NASH: Corks - Circle, Triangle, Square (2014)
PIERRE ALECHINSKY: ...D´Exclamation III, ...D´Exclamation IV, ...D´Exclamation V
BARTHÉLÉMY TOGUO: Dynastie (2013)
PIERRE ALECHINSKY: Finalement (2014)
NALINI MALANI: Part Object (2007-2008)
NALINI MALANI: Radha (2006)
KIKI SMITH: Crescent Birg (2011)
GÜNTHER FÖRG

martes, 21 de julio de 2015

LA FACHADA RENACENTISTA DE LA IGLESIA DEL SALVADOR


La iglesia del Salvador muchas veces pasa inadvertida tanto para los vallisoletanos como para los turistas, a pesar de su céntrica posición dentro del casco histórico y su cercanía a lugares tan visitados como la Catedral o el Pasaje Gutiérrez. Sin embargo, se trata de uno de los templos con un patrimonio más rico y variado. Ya en ocasiones anteriores hablamos de su impresionante retablo flamenco de la capilla de San Juan Bautista, en esta ocasión trataremos sobre su espléndida fachada renacentista.
Al igual que otros muchos templos vallisoletanos, el origen de esta parroquia fue el de ermita. Según Canesi, la erección de la ermita, puesta bajo la advocación de Santa Elena, tiene lugar en el año 1245, convirtiéndose en parroquia el año de 1336, dedicada al Divino Salvador. Lo más antiguo que se conserva es, aparte de las catacumbas, la capilla de San Juan Bautista, que según la inscripción se concluye en 1487. El resto del templo se edifica ya en la primera mitad del siglo XVI, modificación que conllevó consigo la elevación de la fachada.

Ya Canesi alabó la fachada al decir que “es de las más preciosas que hay en España, en dictamen de los más peritos en el arte de la arquitectura, toda de cantería muy bien labrada, y por remate un corredor de lo mismo con labores exquisitas”. González García-Valladolid advirtió un letrero que hay dentro del frontón, con las fechas de 1541 y 1559. Sabemos que el arquitecto de esta fachada es Juan Sanz de Escalante, pues en 1576 se acuerda pagar a la hija del cantero 300 ducados, de lo que se debía a su padre, por razón del pleito que sobre el pago de la obra se produjo. La obra habrá sido efectuada en las fechas consignadas, es decir, comienzo en 1541 y terminación en 1559. El citado Juan Sanz de Escalante era vecino de Valladolid, pero procedía de Escalante, en la merindad de Trasmiera.

Se dispone en forma de gran tablero de cantería, al que se adosa la portada, a modo de retablo. Adopta una disposición binaria, a base de dos puertas, con columnas muy esbeltas. Se valoran el plano, la columna exenta y los huecos. Dos óculos hay en el segundo cuerpo. El arquitecto ha compuesto limpiamente el juego compositivo, con un criterio sin duda palladiano. Por ello esta fachada tiene un gran interés, pues apela ya a la desnudez y a la proporción, basada en el módulo cuadrado. En medallones, se disponen motivos de la Pasión, en el dintel de las puertas. El tercer cuerpo lleva ventana, flanqueada por pares de columnas. En el muro, dentro de tarjetas, se hallan las inscripciones: “Hic est Filius meus diletus” y “Soli Deo honor et glorian”. Se remata con una balaustrada, que permite unificar la fachada. Los tramos se separan por medio de jarrones. Emerge un cuerpo decorado con un relieve del Padre Eterno, a manera de esbelta peineta.

En esta fachada palladiana, una de las más bellas de la ciudad, se encuentran unas esculturas dispuestas de una forma muy escenográfica: en el primer cuerpo, una Anunciación, con las figuras entre columnas, un tanto oprimidas tal y como había impuesto Juan de Juni en su estilo. Encima se desarrolla un grupo de la Transfiguración, dispuesto de modo espectacular, indicando que su posición fue ideada por el propio arquitecto: los tres apóstoles van colocados sobre el entablamento del segundo cuerpo. Jesús está colocado en relieve en el centro, sobre el entablamento del tercer cuerpo, y a ambos lados del mismo, se encuentran las esculturas de Elías y Moisés. En el ático el busto del Padre Eterno. Dadas las relaciones existentes con el sepulcro de los Poza, Martín González situó estas esculturas dentro de la órbita de Francisco Giralte, pues a este escultor se atribuía tradicionalmente aquel sepulcro. Posteriormente, el profesor Parrado del Olmo las sitió dentro de la órbita de Manuel Álvarez. Según él muestran un estilo algo arcaizante para la fecha, teniendo en cuenta que Juan de Juni llevaba años trabajando en la ciudad, y que era el momento en que Esteban Jordán acaparaba la mayor parte de los encargos de la misma.

Sin embargo, por lo general, la ejecución es buena aunque con desigualdades entre las esculturas de la parte superior, aún muy influidas por Berruguete, y la Anunciación, cuyo ángel es algo tosco. La composición de la Transfiguración, con las figuras en posturas muy forzadas, para buscar la relación entre las mismas, recuerda posiciones normalmente utilizadas por Álvarez y su círculo en las obras que se podrían fechar en torno a la década de los 60. Y desde luego, los plegados parecen dispuestos de modo más naturalista, pese a su movimiento, que los del sepulcro de los Poza, lo que se justifica por los años que debieron mediar entre una obra y otra.
Pueden compararse con algunas esculturas del retablo de Santoyo, que debía de estar haciéndose en fecha cercana a esta obra, y se observan relaciones, sobre todo, con el banco de aquel retablo, es decir, con las partes que se consideran más antiguas en el mismo, mientras que no son tan claras con los relieves del tercer cuerpo o con los guardapolvos. Por ello, la fecha de 1573, sólo debe ser tomada como “post quem”, aún lejano, y su ejecución acercarla al momento del relieve de Castromocho.

BIBLIOGRAFÍA
  • MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y URREA FERNÁNDEZ, Jesús: Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo XIV. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid (1ª parte), Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1985.
  • PARRADO DEL OLMO, Jesús María: Los escultores seguidores de Berruguete en Palencia, Universidad de Valladolid, Valladolid, 1981.