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jueves, 11 de abril de 2019

SEMANA SANTA EN VALLADOLID: Nuestra Señora de los Dolores. A propósito de una atribución: Pedro de Ávila, hacia 1715-1740


La Virgen de los Dolores de la Cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz y Nuestra Señora de los Dolores es una de las imágenes más enigmáticas de cuántas desfilan en las procesiones de Semana Santa de Valladolid. Dejando de lado su procedencia, pues no es el objetivo del presente estudio aunque en otra ocasión se pueda hablar más a fondo de la pieza –si estáis interesados en el asunto recomiendo fervientemente visitar la entrada correspondiente dedicada por el blog Cofradías Sacramentales, de Gloria y Devocionales de Valladolid–, de lo que ahora queremos tratar es acerca de su autoría.
Desde hace décadas esta bellísima y devotísima efigie mariana viene siendo continuamente adscrita a una época y autor que para nada concuerdan cuando se estudia mínimamente la escultura, a pesar de ser una imagen de bastidor. Como decía, no se puede seguir manteniendo que es una escultura tallada hacia el año 1600 pues no vemos en sus facciones ni uno solo de los rasgos distintivos que se dieron en estos momentos: ni manieristas, ni romanistas ni siquiera de un primer naturalismo barroco. En alguna ocasión, además, esta Virgen ha querido ser vista como la Virgen de los Dolores que poseyó la Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de la Piedad, escultura que parece que realizó a finales del siglo XVI un escultor llamado Pedro Gómez de Osorio, del que, por cierto, ninguna noticia más poseemos.
Descartando esta idea, y sugiriendo tan solo que la imagen pudiera proceder de la iglesia de San Esteban el Real (primitivo Colegio de San Ambrosio de jesuitas, y actualmente Santuario Nacional de la Gran Promesa), templo de complicada historia debido a diferentes incidentes que acaecieron en ella como radicaciones temporales de cofradías, traslado de bienes artísticos desde otros templos cercanos, incendios, etc..., queremos plantear con firmeza la atribución de la Virgen de los Dolores a Pedro de Ávila (1678-1755), el escultor más importante del foco vallisoletano durante el primer tercio del siglo XVIII, al cual tan solo una ceguera acaecida en el año 1740 le retiró del oficio, viéndose sustituido en esa posición de privilegio dentro de la escuela vallisoletana por el genial Pedro de Sierra (1702-1760/1761), quien a su primera formación en el taller familiar de riosecano en el obrador de su padre, Tomás de Sierra, sumó un aprendizaje en el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso al lado de los escultores franceses René Frémin y Jean Thierry, y posteriormente en el Transparente de la catedral de Toledo sirviendo de oficial a Narciso Tomé.
 
Fotografía tomada de https://valladolidsanta.blogspot.com/2019/04/cuaresma-2019-quinario-en-honor-de-la.html
Fotografía tomada de https://valladolidsanta.blogspot.com/2019/04/cuaresma-2019-quinario-en-honor-de-la.html
Fotografía tomada de https://valladolidsanta.blogspot.com/2019/04/cuaresma-2019-quinario-en-honor-de-la.html
La atribución a Pedro de Ávila se basa no solamente en un estudio formal sino también en el parecido que muestra su rostro con otras imágenes de Dolorosas de vestir que también se le atribuyen. Así, para empezar, la imagen muestra los clásicos rasgos estilísticos que Ávila mantuvo durante su segunda etapa productiva. Así, el rostro adopta la forma de un óvalo casi perfecto, tiene ojos almendrados y los párpados inferiores abultados; nariz recta, potente, geometrizada, y con un tabique nasal ancho y aplastado; aletas nasales levemente pronunciadas, y fosas perforadas para aportar mayor verismo. Boca entreabierta, insinuándose los dientes e incluso es visible la punta de la lengua. Labios muy finos, con las comisuras pronunciadas, y el surco nasolabial remarcado. Cejas enarcadas para dar mayor sensación de tristeza, etc... Como vemos, todos y cada uno de los estilemas se encuentra presenta en la bella imagen titular de la citada cofradía y que todas las noches del Viernes de Dolores, siempre que el tiempo permite, desfila por las calles de su barrio de las Delicias. Además de todo ello, el rostro se ve surcado por una serie de lágrimas postizas, elemento que aunque no muy frecuente en la escultura vallisoletana sí que podemos apreciar en numerosas imágenes de Pedro de Ávila, caso de la Santa María Magdalena conservada en el vestuario de canónigos de la catedral, la Virgen de la Soledad de la iglesia del Salvador o alguno de los diversos bustos de Dolorosa que se le atribuyen. Tampoco habría que descartar que las lágrimas fueran colocadas en una intervención posterior a la ejecución de la imagen.
 
PEDRO DE ÁVILA. Virgen de la Soledad. Iglesia del Santísimo Salvador, Valladolid
PEDRO DE ÁVILA. Virgen de la Soledad. Iglesia de Santiago, Valladolid
PEDRO DE ÁVILA. Virgen de bastidor.
PEDRO DE ÁVILA. Inmaculada Concepción. Monasterio de Santa Brígida, Valladolid
Tal y como se puede observar en las diferentes imágenes que traemos a colocación para comparar con la Virgen de los Dolores de la Cofradía de la Exaltación el parecido es más que razonable. Por todo ello a día de hoy lo más plausible es señalar que es obra de Pedro de Ávila y fechable hacia los años 1715-1740.