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martes, 16 de diciembre de 2014

ARTISTAS VALLISOLETANOS ACTUALES: Félix Cano Valentín


Hoy os presento a un pintor que desconocía pero que después de haber leido sobre él y visto obras suyas me ha acabado gustado, y mucho. Me encantan esos pintores y escultores que no se limitan a seguir unas pautas comunes sino que crean un mundo y unas iconografías propias, de esos que ves una obra y dices: ¡es inconfundible! Creo que este es el caso del Félix Cano. Como en otras tantas ocasiones, pienso que sería más que merecida para estos grandes artistas vallisoletanos más exposiciones en las salas municipales, similares a la grandiosa muestra reciente de Cuadrado Lomas. Nació en la capital del Pisuerga el 22 de enero de 1930. Aunque desde pequeño se sintió atraído por la pintura estudió Químicas e Ingeniería Técnica Mecánica. La atracción por la pintura era tal que entre 1940 y 1946 estudia dibujo y pintura con Pedro Collado, Valentín Orejas y Eugenio Ramos, recibiendo también orientación artística con Constantino Candeira. Este último, director del Museo Nacional de Escultura, le recomendó que dibujara las obras de la colección permanente. Félix aceptó la propuesta y estuvo dibujando estas durante casi dos años, hasta que terminó el bachillerato. Sobre todo le gustaba Diego de Siloé, aunque posteriormente su interés se dirigió hacia Juan de Juni y Alonso Berruguete.
En 1948 ingresa en la Escuela de la Academia de San Fernando de Madrid, donde estudia un solo curso. Por entonces se encontraba en Madrid preparando el ingreso en Ingeniería, el cual suspendió. No le quedó otra que contárselo a su padre, quien le permitió seguir con la pintura siempre que lo compaginara con sus otros estudios: “En casa nunca se opusieron a mi vocación, todo lo contrario, me animaron, pero con la condición de que no abandonara todo lo demás”.

Durante un tiempo compaginó las mañanas en la Academia de San Fernando con las tardes de estudio de las matemáticas. En la Academia tuvo como profesor de dibujo de primer año a Daniel Vázquez Díaz, a quien no le gustaba nada la rapidez con que los hacía el alumno vallisoletano y estaba continuamente insistiendo en que los trabajara más. En cambio, el de color, que era Benjamín Palencia, si los apreciaba. Palencia le aconsejó “estudia y pinta lo mejor que puedas, porque cuando sepas pintar muy bien podrás hacer lo que te parezca”.
Posteriormente comenzó a frecuentar el taller de restauraciones del Museo del Prado para copiar, y sobre todo, pintar.  Estaba a cargo de Seisdedos, quien le dio un gran consejo: “lo que no conserve la memoria no merece la pena pintarlo”. Con Seisdedos aprendió a poner color al dibujo y conocer lo que son empastes, mezclas o veladuras. Además, le descubrió a Cennino Cennini y su Tratado de la Pintura, un libro que pronto se convirtió en el de cabecera para Cano, porque, dice, “es fundamental, te lo explica todo en cuanto a técnica”. Allí también se ganó la amistad del director del museo, Sánchez Cantón, y obtiene todo género de facilidades para estudiar la técnica de la pintura en las salas de restauración del museo.

A la puerta
Apunte para el retrato de Godofredo Garabito
Boceto para retrato de Jesús Zarzuela
Buscando la pela
Dedicó mucho tiempo a la pintura y muy poco al examen de ingreso de Ingeniería, con lo cual lo volvió a suspender. Por eso, de acuerdo con su padre, decidió volver a Valladolid y estudiar al tiempo Ciencias Químicas y Peritaje Industrial. Acabó las carreras, se puso a trabajar como jefe de obra en la empresa Agroman.
En 1951 acude a una exposición colectiva en el Colegio Mayor de Santa Cruz, una muestra que ahora describe como un revoltijo con mucho de todo y en la que no vendió un solo cuadro. Vienen a continuación otras exposiciones, como la de 1954, celebrada en el pabellón de oficiales de aviación de la base aérea de Tablada (Sevilla).
En Agroman le delegaron para trabajar en el Instituto Eduardo Torroja, donde aprendió todo sobre el hormigón y además le salió la oportunidad de trabajar en Brasil con la empresa americana Johns-Manville International Corporation. Se marchó para un año, aunque la estancia se prolongó nueve (1959-1968). Allí en Brasil recuperó su afición por la pintura, no abandonándola desde entonces. Acostumbrado a la línea clásica, salen a su encuentro mil inéditos colores, entonaciones y cadencias. Se diría una liberación lujuriosa del color. No solamente se renueva la paleta, sino que brota vigoroso el gusto de pintar. Además, le dio ese color tan personal, tan único, que seguramente es la mezcla de la exuberancia del país sudamericano con la austeridad y sencillez castellana.

Cabeza de estudio
Concierto de piano
Dawn by the riverside
De retirada
De vuelta a casa
Todo comenzó además casi por casualidad, por el deseo de colgar cuadros en las paredes de la casa amueblada que la empresa puso a su disposición y a las que, incluso, vistió con un mural. Allí conoció a Arnaldo Pena e Costa, importante galerista que le convenció para que mostrara su obra y le organizó exposiciones en la Galería Nacional y la de Giovanna Bonnino, de Río de Janeiro. También expuso en la Sala de Arte Giorgio Cazini de Belo Horizonte, Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Río de Janeiro y en la Casa de España de esta última ciudad. En Venezuela lo hará en la Casa de Cataluña de Caracas.
Fue una época intensa en la que el pintor, mientras seguía trabajando con el hormigón, reflejaba en sus cuadros lo que le rodeaba, un mundo distinto del que surgían constantemente ideas y motivos que, como siempre hace, transformaba después en sus cuadros. Porque Cano contempla la vida y sus personajes y posteriormente la describe con los pinceles –o con las espátulas, con trapos o con los dedos, dice él–, pero no como un notario, sino como un artista que expresa lo que siente y, por eso, transmite emociones y sensaciones a quien contempla sus obras. En Brasil dejó importantes obras, como Boyadeiros en la Galería Nacional de Río de Janeiro, o el mural A vida, en TV TUPI.

El coloquio de los perros
El coro de las bodas de oro
El II Marqués de la Vega Inclán
La bodega del mesón
La vida. Estudio para el mural del hall de los estudios de TV TUPI
Durante su estancia brasileña conoció además a Cándido Portinari, del que dice que aprendió el valor de la pintura de empaste, y a Siqueiros, ya que el trabajo le obligaba a viajar con frecuencia a México. Cuenta que siempre le iba a ver a la cárcel, donde el creador revolucionario, pasaba la mayor parte de su vida.
En 1967 se halla de regreso en España, instalándose al año siguiente en Barcelona, estancia que dura hasta 1980. Allí el artista trabaja en la empresa Miró Trepat y continuaba pintando, aunque seguía mandando toda la obra a Brasil, a Giovanna Bonnino, su marchante y galerista. Por eso conserva muy pocos cuadros de esa época, aunque sí hay fotografías y catálogos para seguir su trayectoria.
Su actividad pictórica se multiplica. La clientela catalana es exigente, sobre todo cuando descubre que el artista ofrece realidades. En 1973 realizó su primera exposición en la Galería Febo, de San Cugat del Vallés (Barcelona). Asimismo expondrá en la sala de arte del palacio de la Torre Vella, de Salou; Caixa d´Estalvis de Pedralbes (Barcelona); y aquí mismo en Valladolid se presenta en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca. Acude a Medina de Rioseco, ofreciendo una muestra en 1968, en el Casino; a Palencia, donde expone en la sala de la Delegación del Ministerio de Información y Turismo. En 1984 se presentó una retrospectiva, en el salón del Círculo de Recreo de Valladolid. La crítica recogió con los mayores elogios la obra del pintor, que ya había mostrado con éxitos en salones de América y Barcelona. En 1985 se presentaba ante el público madrileño, en la sala de Mayte Muñoz.

Orquesta callejera a la puerta de una iglesia en Baton Rouge
Plegaria a la guitarra
Primer violín
Retrato de Alejandro Rojas Marcos
Retrato de Juan Antonio Ruiz -Espartaco-
En 1975 le dio el primero de los dos infartos que ha sufrido y, puesto a elegir entre el hormigón y la pintura, se quedó, lógicamente, con la segunda. Cuatro años después, la familia se instaló definitivamente en Valladolid.
En 1985 fue nombrado académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid. Además de en esta institución, tiene obra permanente en la Galería Nacional de Rio de Janeiro, el Museo de la Casa de Cervantes de Valladolid, Colegio de Santa Cruz, Ateneo de Sevilla, Galería de Rectores de la Universidad de Valladolid, Galería de Presidentes de la Junta de Castilla y León, The Florida Museum of Hispanic and Latin American Art, etc…
Desde 1998 es miembro de honor del The Florida Museum of Hispanic and Latin American Art, lo que significa que no sólo tiene allí obra permanente sino que participa en muestras colectivas que se organizan cada cierto tiempo y para las que envía cuadros recientes. Son, además, una ocasión para regresar a América y escuchar ese jazz improvisado que tanto le gusta.

Retrato de Nicomedes Sanz y Ruiz de la Peña
Retrato de Pedro Zuloaga
Retrato de Pere Blanch Torres
Retrato de Santiago López González
Retrato del Dr. Joan Pla i Guixart
Entre los premios recibidos destaca la Medalla de Oro de la Unión Artística Vallisoletana, una de esas distinciones que acepta de buen grado porque llegan sin tener que competir, ya que sería incapaz de presentarse a un concurso.
Cano Valentín es pintor de paciente estudio, de concepción elaborada. No se pueden omitir recuerdos del pasado. Su admiración por la pintura holandesa, y especialmente por Rembrandt, está patente. Ni oculta su entusiasmo por Goya, tanto por su pastosa técnica, como por el misterio en que envuelve a sus lienzos. Su arte ha nacido con la disciplina del dibujo. De éste saltó al grabado. Pero es el óleo su medio de expresión habitual, aplicado sobre tela. En su pintura se dan cita evocaciones, fantasías, paisajes (de tierra y mar), pero sobre todo retratos. Son obras tomadas del natural, donde ha de liberar al personaje de la atadura de la posesión. Allí son frescos de composición, variados en actitudes, en encuadres, en entonaciones y colores.
Su obra, decididamente expresionista, aborda principalmente la figuración humana en el vivir cotidiano. En sus cuadros se muestra como un entrañable cronista de la realidad actual, sencilla y emotiva, fruto de su convivencia con el campesino y el hombre del pueblo. Cultiva asimismo el retrato y ocasionalmente el paisaje.

Retrato del ganadero Victorino Martín
Sintiendo el violoncello
Sra. de Pestaña
Es un pintor de luces y sombras, un creador de ambientes en los que cobran vida sus personajes, algunas veces solitarios, como el bebedor sin futuro o el que contempla cómo se extingue una vela. Pero casi siempre forman parte de una escena, de antiguos compañeros de colegio o universidad que improvisan un coro en las bodas de oro, de frailes que leen el periódico en un claustro, de jugadores de carta, de monaguillos o de mendigos.
Crea en sus cuadros, llenos de fuerza, volúmenes y espacios y destaca en ocasiones algunas zonas, las que ocupan los personajes, para convertir los fondos en trazos de color. Se acerca así a la abstracción, lo mismo que en algunos de sus paisajes, bellísimos, aunque sólo los pinte cuando recuerda un lugar que le impactó especialmente, porque prefiere añadir figuras y convertirlos en el sitio al que regresa, por ejemplo, un pastor con sus ovejas. Es capaz tanto de transmitir la emoción de una procesión de Semana Santa como de criticar con humor y sutil ironía todo lo que no le agrada del mundo que le rodea. Es el mejor crítico de sí mismo y cree que la variedad y la sinceridad son las cualidades que más destacan en su obra. Entiende la pintura con una forma de comunicación: “Es el cable que une al pintor con el espectador. Cada cuadro, por malo que sea, tiene su espectador. ¿Y quién decide si un cuadro es bueno o malo? Yo diría que un cuadro es malo cuando está sobado, sometido, cuando no responde a la personalidad de quien lo ha pintado”.

Torero jubilado
Un solitario
Otra de sus aficiones son los toros, pero se acerca a ellos de una manera tan personal como a todo lo demás, para representar, por ejemplo, la soledad del banderillero jubilado o la plaza vacía. Ha mostrado también el tinglado  de la antigua farsa, ha pintado castillos e iglesias, ha hecho algunos bodegones, tan originales como el resto, y ha expresado el dolor de “La hora nona”. A veces ha rozado lo macabro a través de un verdugo, se ha acercado a la historia en una talla, se ha dejado arrastrar por la fantasía o ha plasmado la alegría del baile o de un encierro festivo.
Sin embargo su género pictórico favorito es el de los retratos. Así ha perpetuado las imágenes de famosos representantes de la música, la cultura, la política, el deporte o la empresa. Desde rectores de Universidad y presidentes de Comunidad hasta mesoneros tan populares como Cándido, pianistas como Miguel Frechilla o Pedro Zuloaga o toreros como Roberto Domínguez. Para hacerlos casi siempre en casa del retratado, en su ambiente, tiene además su propio método, basado en una larga charla con el protagonista mientras él va tomando apuntes y haciendo bocetos. Luego, con ellos y la idea de la composición comienza el cuadro y todavía antes de terminarlo tiene otra entrevista y una nueva conversación.

Uno de sus lugares animados por la vida cotidiana
Viernes Santo en Castilla [A mi me parece Rioseco]
Y cuando se apague... ¿Qué?
¡A la suya!
Ha hecho también ilustraciones, como las del libro Portugal, la bella desconocida, de José Delfín Val, el relato de un viaje publicado en el año 2001, y en el que, a través de sus dibujos, es posible contemplar el barrio de Alfama, recordar a Pessoa o asistir a la Batalla de Toro con un abanderado manco. También ha ilustrado la novela Aquellos días azules, del mismo autor, que refleja sus vivencias infantiles de la posguerra en Salamanca.
Según Martín González, Félix Cano es “temperamento abierto, sobrio en el gesto, medido en la expresión, sin límites en la generosidad. Su brillante mirada no da opción a la duda. Ante él, surge espontánea la charla. Hombre culto, le gusta escuchar y sólo dice lo que al interlocutor pueda interesar. Hay en él el instinto de la prudencia”.

Félix Cano leyendo su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid

BIBLIOGRAFÍA
  • CANO VALENTÍN, Félix: Por qué y cómo del cuadro presentado a esta Real Academia y otras reflexiones de taller, Real Academia de la Purísima Concepción, Valladolid, 1986.
  • PLAZA SANTIAGO, Francisco Javier de la y ORTEGA COCA, María Teresa: “La pintura del siglo XX, en Valladolid”. En LÓPEZ ANTUÑANO, José Gabriel: Valladolid, arte y cultura: Guía cultural de Valladolid y su provincia (2 tomos), Diputación de Valladolid, Valladolid, 1998.
  • VILORIA, María Aurora: “Félix Cano”. En DELFÍN VAL, José: Personajes vallisoletanos, III, Valladolid 2008, pp. 157-171.
  • VV.AA.: Dibujos [Exposición de pintores y escultores de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción], Caja España, Valladolid, 1993.
  • VV.AA.: Pintores y escultores de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción [Sala de Exposiciones Palacio de Pimentel, del 21 de marzo al 9 de abril de 1996], Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 1996.

3 comentarios:

  1. Tengo la inmensa fortuna de que sea contertulio habitual en la nuestra del Círculo de Recreo a las 13,00 horas en Valladolid. Aunque pone su teléfono despertador a las 14,00 horas -hora fijada para el fin de la tertulia- es raro el día en que lo oímos. La amenidad, tan culta, de su charla compartida hace oídos sordos. Familiar, aun político, muy próximo, lo es más por captar de forma tan magistral "el alma" de los personajes (pastores y labradores...) que expresan sus cuadros. Óleos a los que sólo les falta hablar y...¡hablan! Difícil no enamorarse de sus creaciones. Dios nos lo conserve muchos años. Amistad entrañable. Con el mayor afecto. Carlos.
    r

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  2. Tengo la inmensa fortuna de que sea contertulio habitual en la nuestra del Círculo de Recreo a las 13,00 horas en Valladolid. Aunque pone su teléfono despertador a las 14,00 horas -hora fijada para el fin de la tertulia- es raro el día en que lo oímos. La amenidad, tan culta, de su charla compartida hace oídos sordos. Familiar, aun político, muy próximo, lo es más por captar de forma tan magistral "el alma" de los personajes (pastores y labradores...) que expresan sus cuadros. Óleos a los que sólo les falta hablar y...¡hablan! Difícil no enamorarse de sus creaciones. Dios nos lo conserve muchos años. Amistad entrañable. Con el mayor afecto. Carlos.
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  3. En la -Bibliografia- , no figura el libro monográfico de tapas duras con sobrecubierta con solapas y la imagen del cuadro DEL TORERO JUBILADO DE 32,5 X 23,5 X 2 cm. con 90 pp; titulado CANO comentado por J. Llopis S. de la colección Artistas de Hoy. Editado por Gal Art en 1993. Depósito Legal B-15.323-93. Este libro no puede faltar en cualquirr bibliografia de este magnifico pintor.

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