Hoy os presento a un pintor que desconocía pero que después de haber leido sobre él y visto obras suyas me ha acabado gustado, y mucho. Me encantan esos pintores y escultores que no se limitan a seguir unas pautas comunes sino que crean un mundo y unas iconografías propias, de esos que ves una obra y dices: ¡es inconfundible! Creo que este es el caso del Félix Cano. Como en otras tantas ocasiones, pienso que sería más que merecida para estos grandes artistas vallisoletanos más exposiciones en las salas municipales, similares a la grandiosa muestra reciente de Cuadrado Lomas. Nació en la capital del Pisuerga el 22 de enero de 1930. Aunque desde
pequeño se sintió atraído por la pintura estudió Químicas e Ingeniería Técnica
Mecánica. La atracción por la pintura era tal que entre 1940 y 1946 estudia
dibujo y pintura con Pedro Collado, Valentín Orejas y Eugenio Ramos, recibiendo
también orientación artística con Constantino Candeira. Este último, director
del Museo Nacional de Escultura, le recomendó que dibujara las obras de la
colección permanente. Félix aceptó la propuesta y estuvo dibujando estas
durante casi dos años, hasta que terminó el bachillerato. Sobre todo le gustaba
Diego de Siloé, aunque posteriormente su interés se dirigió hacia Juan de Juni
y Alonso Berruguete.
En
1948 ingresa en la Escuela de la Academia de San Fernando de Madrid, donde
estudia un solo curso. Por entonces se encontraba en Madrid preparando el
ingreso en Ingeniería, el cual suspendió. No le quedó otra que contárselo a su
padre, quien le permitió seguir con la pintura siempre que lo compaginara con
sus otros estudios: “En casa nunca se
opusieron a mi vocación, todo lo contrario, me animaron, pero con la condición
de que no abandonara todo lo demás”.
Durante
un tiempo compaginó las mañanas en la Academia de San Fernando con las tardes
de estudio de las matemáticas. En la Academia tuvo como profesor de dibujo de
primer año a Daniel Vázquez Díaz, a quien no le gustaba nada la rapidez con que
los hacía el alumno vallisoletano y estaba continuamente insistiendo en que los
trabajara más. En cambio, el de color, que era Benjamín Palencia, si los
apreciaba. Palencia le aconsejó “estudia
y pinta lo mejor que puedas, porque cuando sepas pintar muy bien podrás hacer
lo que te parezca”.
Posteriormente
comenzó a frecuentar el taller de restauraciones del Museo del Prado para
copiar, y sobre todo, pintar. Estaba a
cargo de Seisdedos, quien le dio un gran consejo: “lo que no conserve la memoria no merece la pena pintarlo”. Con
Seisdedos aprendió a poner color al dibujo y conocer lo que son empastes,
mezclas o veladuras. Además, le descubrió a Cennino Cennini y su Tratado de la Pintura, un libro que
pronto se convirtió en el de cabecera para Cano, porque, dice, “es fundamental, te lo explica todo en cuanto
a técnica”. Allí también se ganó la amistad del director del museo, Sánchez
Cantón, y obtiene todo género de facilidades para estudiar la técnica de la
pintura en las salas de restauración del museo.
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A la puerta |
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Apunte para el retrato de Godofredo Garabito |
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Boceto para retrato de Jesús Zarzuela |
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Buscando la pela |
Dedicó
mucho tiempo a la pintura y muy poco al examen de ingreso de Ingeniería, con lo
cual lo volvió a suspender. Por eso, de acuerdo con su padre, decidió volver a
Valladolid y estudiar al tiempo Ciencias Químicas y Peritaje Industrial. Acabó
las carreras, se puso a trabajar como jefe de obra en la empresa Agroman.
En
1951 acude a una exposición colectiva en el Colegio Mayor de Santa Cruz, una
muestra que ahora describe como un revoltijo con mucho de todo y en la que no
vendió un solo cuadro. Vienen a continuación otras exposiciones, como la de
1954, celebrada en el pabellón de oficiales de aviación de la base aérea de
Tablada (Sevilla).
En
Agroman le delegaron para trabajar en el Instituto Eduardo Torroja, donde
aprendió todo sobre el hormigón y además le salió la oportunidad de trabajar en
Brasil con la empresa americana Johns-Manville International Corporation. Se
marchó para un año, aunque la estancia se prolongó nueve (1959-1968). Allí en
Brasil recuperó su afición por la pintura, no abandonándola desde entonces. Acostumbrado
a la línea clásica, salen a su encuentro mil inéditos colores, entonaciones y
cadencias. Se diría una liberación lujuriosa del color. No solamente se renueva
la paleta, sino que brota vigoroso el gusto de pintar. Además, le dio ese color
tan personal, tan único, que seguramente es la mezcla de la exuberancia del
país sudamericano con la austeridad y sencillez castellana.
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Cabeza de estudio |
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Concierto de piano |
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Dawn by the riverside |
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De retirada |
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De vuelta a casa |
Todo
comenzó además casi por casualidad, por el deseo de colgar cuadros en las
paredes de la casa amueblada que la empresa puso a su disposición y a las que,
incluso, vistió con un mural. Allí conoció a Arnaldo Pena e Costa, importante
galerista que le convenció para que mostrara su obra y le organizó exposiciones
en la Galería Nacional y la de Giovanna Bonnino, de Río de Janeiro. También
expuso en la Sala de Arte Giorgio Cazini de Belo Horizonte, Museo Nacional de
Arte Moderno y Contemporáneo de Río de Janeiro y en la Casa de España de esta
última ciudad. En Venezuela lo hará en la Casa de Cataluña de Caracas.
Fue
una época intensa en la que el pintor, mientras seguía trabajando con el
hormigón, reflejaba en sus cuadros lo que le rodeaba, un mundo distinto del que
surgían constantemente ideas y motivos que, como siempre hace, transformaba
después en sus cuadros. Porque Cano contempla la vida y sus personajes y
posteriormente la describe con los pinceles –o con las espátulas, con trapos o
con los dedos, dice él–, pero no como un notario, sino como un artista que
expresa lo que siente y, por eso, transmite emociones y sensaciones a quien
contempla sus obras. En Brasil dejó importantes obras, como Boyadeiros en la Galería Nacional de Río
de Janeiro, o el mural A vida, en TV
TUPI.
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El coloquio de los perros |
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El coro de las bodas de oro |
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El II Marqués de la Vega Inclán |
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La bodega del mesón |
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La vida. Estudio para el mural del hall de los estudios de TV TUPI |
Durante
su estancia brasileña conoció además a Cándido Portinari, del que dice que
aprendió el valor de la pintura de empaste, y a Siqueiros, ya que el trabajo le
obligaba a viajar con frecuencia a México. Cuenta que siempre le iba a ver a la
cárcel, donde el creador revolucionario, pasaba la mayor parte de su vida.
En
1967 se halla de regreso en España, instalándose al año siguiente en Barcelona,
estancia que dura hasta 1980. Allí el artista trabaja en la empresa Miró Trepat
y continuaba pintando, aunque seguía mandando toda la obra a Brasil, a Giovanna
Bonnino, su marchante y galerista. Por eso conserva muy pocos cuadros de esa
época, aunque sí hay fotografías y catálogos para seguir su trayectoria.
Su
actividad pictórica se multiplica. La clientela catalana es exigente, sobre
todo cuando descubre que el artista ofrece realidades. En 1973 realizó su
primera exposición en la Galería Febo, de San Cugat del Vallés (Barcelona).
Asimismo expondrá en la sala de arte del palacio de la Torre Vella, de Salou;
Caixa d´Estalvis de Pedralbes (Barcelona); y aquí mismo en Valladolid se
presenta en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca. Acude a Medina
de Rioseco, ofreciendo una muestra en 1968, en el Casino; a Palencia, donde
expone en la sala de la Delegación del Ministerio de Información y Turismo. En
1984 se presentó una retrospectiva, en el salón del Círculo de Recreo de
Valladolid. La crítica recogió con los mayores elogios la obra del pintor, que
ya había mostrado con éxitos en salones de América y Barcelona. En 1985 se
presentaba ante el público madrileño, en la sala de Mayte Muñoz.
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Orquesta callejera a la puerta de una iglesia en Baton Rouge |
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Plegaria a la guitarra |
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Primer violín |
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Retrato de Alejandro Rojas Marcos |
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Retrato de Juan Antonio Ruiz -Espartaco- |
En
1975 le dio el primero de los dos infartos que ha sufrido y, puesto a elegir
entre el hormigón y la pintura, se quedó, lógicamente, con la segunda. Cuatro
años después, la familia se instaló definitivamente en Valladolid.
En
1985 fue nombrado académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de la
Purísima Concepción de Valladolid. Además de en esta institución, tiene obra
permanente en la Galería Nacional de Rio de Janeiro, el Museo de la Casa de
Cervantes de Valladolid, Colegio de Santa Cruz, Ateneo de Sevilla, Galería de
Rectores de la Universidad de Valladolid, Galería de Presidentes de la Junta de
Castilla y León, The Florida Museum of Hispanic and Latin American Art, etc…
Desde
1998 es miembro de honor del The Florida Museum of Hispanic and Latin American
Art, lo que significa que no sólo tiene allí obra permanente sino que participa
en muestras colectivas que se organizan cada cierto tiempo y para las que envía
cuadros recientes. Son, además, una ocasión para regresar a América y escuchar
ese jazz improvisado que tanto le gusta.
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Retrato de Nicomedes Sanz y Ruiz de la Peña |
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Retrato de Pedro Zuloaga |
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Retrato de Pere Blanch Torres |
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Retrato de Santiago López González |
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Retrato del Dr. Joan Pla i Guixart |
Entre
los premios recibidos destaca la Medalla de Oro de la Unión Artística
Vallisoletana, una de esas distinciones que acepta de buen grado porque llegan
sin tener que competir, ya que sería incapaz de presentarse a un concurso.
Cano
Valentín es pintor de paciente estudio, de concepción elaborada. No se pueden
omitir recuerdos del pasado. Su admiración por la pintura holandesa, y
especialmente por Rembrandt, está patente. Ni oculta su entusiasmo por Goya,
tanto por su pastosa técnica, como por el misterio en que envuelve a sus lienzos.
Su arte ha nacido con la disciplina del dibujo. De éste saltó al grabado. Pero
es el óleo su medio de expresión habitual, aplicado sobre tela. En su pintura
se dan cita evocaciones, fantasías, paisajes (de tierra y mar), pero sobre todo
retratos. Son obras tomadas del natural, donde ha de liberar al personaje de la
atadura de la posesión. Allí son frescos de composición, variados en actitudes,
en encuadres, en entonaciones y colores.
Su
obra, decididamente expresionista, aborda principalmente la figuración humana
en el vivir cotidiano. En sus cuadros se muestra como un entrañable cronista de
la realidad actual, sencilla y emotiva, fruto de su convivencia con el
campesino y el hombre del pueblo. Cultiva asimismo el retrato y ocasionalmente
el paisaje.
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Retrato del ganadero Victorino Martín |
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Sintiendo el violoncello |
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Sra. de Pestaña |
Es
un pintor de luces y sombras, un creador de ambientes en los que cobran vida sus
personajes, algunas veces solitarios, como el bebedor sin futuro o el que
contempla cómo se extingue una vela. Pero casi siempre forman parte de una
escena, de antiguos compañeros de colegio o universidad que improvisan un coro
en las bodas de oro, de frailes que leen el periódico en un claustro, de
jugadores de carta, de monaguillos o de mendigos.
Crea
en sus cuadros, llenos de fuerza, volúmenes y espacios y destaca en ocasiones
algunas zonas, las que ocupan los personajes, para convertir los fondos en trazos
de color. Se acerca así a la abstracción, lo mismo que en algunos de sus
paisajes, bellísimos, aunque sólo los pinte cuando recuerda un lugar que le
impactó especialmente, porque prefiere añadir figuras y convertirlos en el
sitio al que regresa, por ejemplo, un pastor con sus ovejas. Es capaz tanto de
transmitir la emoción de una procesión de Semana Santa como de criticar con
humor y sutil ironía todo lo que no le agrada del mundo que le rodea. Es el
mejor crítico de sí mismo y cree que la variedad y la sinceridad son las
cualidades que más destacan en su obra. Entiende la pintura con una forma de
comunicación: “Es el cable que une al
pintor con el espectador. Cada cuadro, por malo que sea, tiene su espectador.
¿Y quién decide si un cuadro es bueno o malo? Yo diría que un cuadro es malo
cuando está sobado, sometido, cuando no responde a la personalidad de quien lo
ha pintado”.
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Torero jubilado |
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Un solitario |
Otra
de sus aficiones son los toros, pero se acerca a ellos de una manera tan
personal como a todo lo demás, para representar, por ejemplo, la soledad del
banderillero jubilado o la plaza vacía. Ha mostrado también el tinglado de la antigua farsa, ha pintado castillos e
iglesias, ha hecho algunos bodegones, tan originales como el resto, y ha
expresado el dolor de “La hora nona”. A veces ha rozado lo macabro a través de
un verdugo, se ha acercado a la historia en una talla, se ha dejado arrastrar
por la fantasía o ha plasmado la alegría del baile o de un encierro festivo.
Sin
embargo su género pictórico favorito es el de los retratos. Así ha perpetuado
las imágenes de famosos representantes de la música, la cultura, la política,
el deporte o la empresa. Desde rectores de Universidad y presidentes de
Comunidad hasta mesoneros tan populares como Cándido, pianistas como Miguel
Frechilla o Pedro Zuloaga o toreros como Roberto Domínguez. Para hacerlos casi
siempre en casa del retratado, en su ambiente, tiene además su propio método,
basado en una larga charla con el protagonista mientras él va tomando apuntes y
haciendo bocetos. Luego, con ellos y la idea de la composición comienza el
cuadro y todavía antes de terminarlo tiene otra entrevista y una nueva
conversación.
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Uno de sus lugares animados por la vida cotidiana |
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Viernes Santo en Castilla [A mi me parece Rioseco] |
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Y cuando se apague... ¿Qué? |
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¡A la suya! |
Ha
hecho también ilustraciones, como las del libro Portugal, la bella desconocida, de José Delfín Val, el relato de un
viaje publicado en el año 2001, y en el que, a través de sus dibujos, es
posible contemplar el barrio de Alfama, recordar a Pessoa o asistir a la
Batalla de Toro con un abanderado manco. También ha ilustrado la novela Aquellos días azules, del mismo autor,
que refleja sus vivencias infantiles de la posguerra en Salamanca.
Según
Martín González, Félix Cano es “temperamento
abierto, sobrio en el gesto, medido en la expresión, sin límites en la
generosidad. Su brillante mirada no da opción a la duda. Ante él, surge
espontánea la charla. Hombre culto, le gusta escuchar y sólo dice lo que al
interlocutor pueda interesar. Hay en él el instinto de la prudencia”.
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Félix Cano leyendo su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid |
BIBLIOGRAFÍA
- CANO
VALENTÍN, Félix: Por qué y cómo del
cuadro presentado a esta Real Academia y otras reflexiones de taller, Real Academia
de la Purísima Concepción, Valladolid, 1986.
- PLAZA
SANTIAGO, Francisco Javier de la y ORTEGA COCA, María Teresa: “La pintura del
siglo XX, en Valladolid”. En LÓPEZ ANTUÑANO, José Gabriel: Valladolid, arte y cultura: Guía cultural de Valladolid y su provincia
(2 tomos), Diputación de Valladolid, Valladolid, 1998.
- VILORIA,
María Aurora: “Félix Cano”. En DELFÍN VAL, José: Personajes vallisoletanos, III, Valladolid 2008, pp. 157-171.
- VV.AA.:
Dibujos [Exposición de pintores y
escultores de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción], Caja
España, Valladolid, 1993.
- VV.AA.:
Pintores y escultores de la Real Academia
de Bellas Artes de la Purísima Concepción [Sala de Exposiciones Palacio de
Pimentel, del 21 de marzo al 9 de abril de 1996], Diputación Provincial de
Valladolid, Valladolid, 1996.
Tengo la inmensa fortuna de que sea contertulio habitual en la nuestra del Círculo de Recreo a las 13,00 horas en Valladolid. Aunque pone su teléfono despertador a las 14,00 horas -hora fijada para el fin de la tertulia- es raro el día en que lo oímos. La amenidad, tan culta, de su charla compartida hace oídos sordos. Familiar, aun político, muy próximo, lo es más por captar de forma tan magistral "el alma" de los personajes (pastores y labradores...) que expresan sus cuadros. Óleos a los que sólo les falta hablar y...¡hablan! Difícil no enamorarse de sus creaciones. Dios nos lo conserve muchos años. Amistad entrañable. Con el mayor afecto. Carlos.
ResponderEliminarr
Tengo la inmensa fortuna de que sea contertulio habitual en la nuestra del Círculo de Recreo a las 13,00 horas en Valladolid. Aunque pone su teléfono despertador a las 14,00 horas -hora fijada para el fin de la tertulia- es raro el día en que lo oímos. La amenidad, tan culta, de su charla compartida hace oídos sordos. Familiar, aun político, muy próximo, lo es más por captar de forma tan magistral "el alma" de los personajes (pastores y labradores...) que expresan sus cuadros. Óleos a los que sólo les falta hablar y...¡hablan! Difícil no enamorarse de sus creaciones. Dios nos lo conserve muchos años. Amistad entrañable. Con el mayor afecto. Carlos.
ResponderEliminarr
En la -Bibliografia- , no figura el libro monográfico de tapas duras con sobrecubierta con solapas y la imagen del cuadro DEL TORERO JUBILADO DE 32,5 X 23,5 X 2 cm. con 90 pp; titulado CANO comentado por J. Llopis S. de la colección Artistas de Hoy. Editado por Gal Art en 1993. Depósito Legal B-15.323-93. Este libro no puede faltar en cualquirr bibliografia de este magnifico pintor.
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