La
Villa romana de Almenara-Puras se encuentra situada entre los pueblos de
Almenara de Adaja y Puras, en territorio jurisdiccional de ambos, en el pago
llamado “La Tierra de los Santos”, muy próxima a la carretera
Valladolid-Madrid, Km. 137. La primera noticia sobre ella nos la da en 1887
Venancio M. Fernández de Castro, el cual habla de un gran mosaico del Bajo
Imperio. Tras unas excavaciones en 1942-1943 por Gratiniano Nieto, el doctor
Palol comienza en 1969 unos trabajos continuados por Balil, Germán Delibes, M.
V. Romero y Tomás Mañanes. El convenio firmado por la Diputación con la Junta
de Castilla y León en 1990 culmina en la primavera de 2003 con la inauguración
del Museo de las Villas Romanas, anejo a la restaurada Villa de Almenara-Puras.
Hoy no nos ocuparemos de la Villa en sí, sino de las pinturas murales, género
muy escaso en la Península Ibérica y cuya calidad no puede ser comparada con
los restos conservados en Roma o en Nápoles, por ejemplo.
Primeras excavaciones en la villa romana de La Calzadilla (1943) |
Plano de la Villa Romana de Almenara-Puras |
La
decoración interior de la vivienda romana era escasa ya que las casas estaban
semivacías de elementos decorativos. Una de las formas de cubrir gran cantidad
de muros de la vivienda era mediante el enlucido de cal, en varias capas, y en
las casas principales con pintura. En la mayoría de las pinturas se usa un
sistema mixto: el color de fondo, uniforme, se aplica al fresco y el resto de
la pintura al temple.
Esta
pintura rara vez sobrepasa la realización artesanal, de ahí que no se
encuentren temas figurativos, sino y sobre todo, temas geométricos. Bien es
verdad que de la pared no hallamos más que la parte baja o zócalo, por lo que
no podemos saber cómo sería el resto de la misma.
Antes
de aplicar la pintura, la pared se revocaba con varias capas de cal., la más
próxima a la pared, que la alisa, se llama “trullissatio”. Entre ella y la
primera de las “directiones” (capa de estuco) se emplea un sistema de trabazón
formado por acanaladuras en (uve) V o espiga. Sobre ella se aplican otras
capas, en total siete. Sobre la última capa se aplica la pintura. En la parte
interior de la pared, la pintura es una faja uniforme de colores planos, ocres
o amarillo. A veces sobre él se pone una decoración geométrica, tales como
solanges, círculos colocados entre triángulos que imitaban incrustaciones de
placas de mármol de diferentes colores. Otras veces esta decoración geométrica
se dispone en un friso superior. Entre ambas decoraciones geométricas, superior
e inferior, se desarrolla el papel pintado donde se realiza la pintura
propiamente dicha.
Por
lo que se refiere a la pintura de la villa de Almenara comprobamos que la mayor
parte de las habitaciones que se han descubierto, a pesar que de las paredes
rara vez levantan más de un metro, estaban cubiertas de estuco sobre el que se
realizó la decoración pictórica. Por tanto tenemos que tener en cuenta que lo
que conocemos es la parte del zócalo y la parte superior es por ahora
desconocida.
En
una de las habitaciones, la 1ª sala trilobulada, es donde mejor se ha
comprobado cómo era la pintura. Esta se alza sobre un zócalo o rodapié oscuro
de poca altura. A continuación, “sobre
fondo claro, unas estrechas bandas oscuras delimitan cinco paneles, tres anchos
y dos estrechos, alternando. Los anchos tienen en su centro un círculo más
oscuro rodeado por una corona de círculo del mismo color que las bandas de los compartimentos;
del punto de unión de las bandas verticales con otra horizontal inferior más
ancha, nacen otras bandas oblicuas que deberían cortarse en el centro del
círculo, pero que quedan interrumpidas al tomar contacto con él. Los dos
paneles más estrechos presentan un losange inscrito cuyo vértice apoya en el
punto central de la banda inferior correspondiente al panel. Es de color más
oscuro que el fondo y está delimitado por un filete de color de las bandas; a
poca distancia de él, y por el interior del losange, corre paralelamente otro
filete; sus dos extremos se unen mediante un tercero y se obtiene de esta
manera una clara impresión de relieve”.
En
las recientes excavaciones se han recuperado un gran número de fragmentos de
estas pinturas murales, caídas sobre los pavimentos de mosaico. Algunas de
estas pinturas, procedentes en su mayoría de la habitación octogonal
pavimentada con el mosaico de Pegaso, se muestran en el Museo de las Villas
Romanas de Almenara-Puras. Otros fragmentos que todavía no han sido casados se
conservan en el Museo de Valladolid y se mostraron en una exposición sobre la
Villa.
La
decoración de esta gran sala de aparato estaba organizada en varios frisos.
Lugar preeminente ocupa una sinuosa guirnalda vegetal de aspecto naturalista
sobre fondo oscuro: ramas que se enrollan sobre sí mismas formando una especie
de roleos o zarcillos que cobijan figuras de animales, de los que sólo se nos
muestra la parte anterior del cuerpo: un felino, un herbívoro, un posible
cánido... Fuera de los zarcillos se muestran una serie de figuras de aves y
tallos poblados de hojas verdeazuladas y vistosas flores rojas.
Enmarcando
este friso figurado, se disponen dos orlas que imitan revestimientos de placas
de mármol de diversos tipos y vistosos colores, recortadas para formar motivo y
temas de carácter geométrico: rectángulos alargados horizontales que contienen
rombos con círculos inscritos, cuadrados... todos ellos enmarcados a su vez por
estrechas cenefas de otros colores.
Por
debajo se muestra un zócalo más sencillo, que simula una alternancia de placas
cuadradas de mármoles rojos y verdes. Y en la parte superior, de nuevo un
esquema geométrico en el que una serie de rectángulos aparecen enmarcados por
rectángulos más alargados, cuadrados, cenefas..., volviendo a aparecer los
rectángulos alargados conteniendo rombos con círculos inscritos, sólo que ahora
en disposición vertical. El resultado es una decoración colorista y abigarrada
que ilustra muy bien cómo debía de ser el interior de las estancias de la villa.
PINTURA
MURAL ROMANA
A
continuación vamos a hacernos una leve idea de en qué constaba la pintura mural
romana y sus etapas, puesto que los fragmentos vallisoletanos no nos lo
permiten.
Las
pinturas de la antigüedad pocas veces han sobrevivido, ya que este es un medio
mucho menos durable que la piedra o el bronce usado en las esculturas. Pero gracias
a la antigua ciudad romana de Pompeya podemos rastrear la historia de
la pintura mural romana. La ciudad fue enterrada por completo bajo
la ceniza volcánica en el año 79, cuando hizo erupción el Vesubio, esto
permitió preservar, durante miles de años, los vivos colores de las pinturas en
las casas y monumentos de la ciudad, hasta su redescubrimiento. Estas
pinturas muestran una secuencia ininterrumpida de dos siglos de evidencia. Es
gracias al académico alemán del siglo XIX, August Mau, que hoy contamos con una
clasificación de los cuatro estilos de pintura mural pompeyana.
Los
cuatro estilos que observó Mau en Pompeya no eran exclusivos de la ciudad y
también se pueden observar en otros lugares como Roma y algunas provincias; sin
embargo, en Pompeya y las ciudades aledañas enterradas por el Vesubio exhiben
la mayor fuente de evidencia del periodo Las pinturas murales en Pompeya
que Mau categorizó fueron verdaderos frescos (o buon fresco) lo que significa
que el pigmento fue aplicado en yeso fresco para fijar la pintura al
muro. A pesar de la durabilidad de esta técnica, la pintura no deja de ser
un medio frágil, por lo que una vez expuesta a la luz y al aire se puede
desvanecer significativamente, es por ello que las pinturas descubiertas en
Pompeya fueron ciertamente un hallazgo sin igual.
Pinturas murales del jardín de la Villa de Livia en Primaporta (Roma. Hacia 38-30 a.C.) |
Mau
observó cuatro estilos distintos en las pinturas que sobrevivieron en
Pompeya. Los dos primeros fueron populares durante la Republica, los
cuales surgieron a partir de las tendencias griegas (ya que Roma acababa de
conquistar Grecia); mientras que los otros dos se pusieron de moda durante el Imperio.
Su descripción cronológica de la progresión estilística ha sido desde entonces
cuestionada por los eruditos pero generalmente confirman la lógica del enfoque
de Mau con algún refinamiento y adiciones teóricas. Más allá de seguir la
evolución de los estilos, las categorización de Mau se enfocó en el modo en que
el artista dividió el muro, así como el uso de la pintura, el color, la imagen
y la forma, ya sea para abrazar o para contrarrestar la superficie plana de la
pared.
Primer
Estilo o “Estilo de incrustación” (150-90 a.C.)
Mau
denominó al Primer Estilo "Estilo de incrustación" y creía que sus
orígenes databan del periodo helenístico, en el siglo III a.C. en
Alejandría. El Primer Estilo se caracteriza por muros pintados de brillante
colorido en una mezcla de mármol falso. Cada rectángulo de “mármol”
pintado se unía mediante molduras de estuco las cuales añadían un efecto
tridimensional. En templos y otros edificios oficiales, los romanos usaron
mármoles importados, muy costosos y de diversos colores para decorar los muros.
Los
romanos comunes no podían costear este gasto, así que decoraban sus hogares con
imitaciones pintadas de los lujosos mármoles amarillos, morados y rosas. Los
pintores adquirieron tal habilidad para imitar ciertos mármoles que las grandes
losas rectangulares las reprodujeron vetadas y jaspeadas sobre la pared,
exactamente como si fueran piezas de roca verdadera. Los mejores ejemplos
del Primer Estilo pompeyano pueden encontrarse en la Casa del Fauno y la
Casa de Salustio, ambas localizadas en Pompeya.
Casa de Salustio (Pompeya) |
Casa de Salustio (Pompeya) |
Casa del Fauno (Pompeya) |
Segundo
Estilo o “Estilo arquitectónico” (90-25 a.C.)
Este
Segundo Estilo se separó del Primer Estilo aunque incorporó algunos elementos
como los bloques de imitación de mármol a lo largo de la base de los muros. Mientras
que el Primer Estilo adoptó lo plano de la pared, el Segundo Estilo pintó
imágenes que generaran en el espectador la ilusión de estar mirando a través de
una ventana. En el Segundo Estilo descrito por Mau, los elementos
arquitectónicos distribuidos en las pinturas generan imágenes fantásticas en
las columnas, edificios y estopas.
Uno
de los ejemplos más famosos del Segundo Estilo es el dormitorio de P. Fannius
Synistor en Boscoreale (ahora reconstruido en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York),
en el que el artista utiliza múltiples puntos de fuga. Esta técnica
cambia la perspectiva dentro de la habitación, y muestra desde balcones a
fuentes y columnatas que se pierden en la distancia, la mirada del espectador
se mueve continuamente a través de ella, pues apenas puede registrar lo que hay
dentro de una habitación pequeña.
Pinturas murales del dormitorio de la Villa de P. Fannius Synistor en Boscoreale |
Las
pinturas Dionisiacas de la Villa de los Misterios de Pompeya también se
incluyen en el Segundo Estilo por su ilusionismo. Las figuras son ejemplos de
megalografía, un término griego que se refiere a las pinturas de tamaño
real. El hecho de que las figuras sean de tamaño real, y la forma en que
las figuras están sentadas frente a las columnas que dividen el espacio, da la
sensación de que la acción se lleva a cabo alrededor del espectador que entra
al cuarto.
Pinturas murales dionisiacas de la Villa de los Misterios (Pompeya) |
Tercer
Estilo o “Estilo ornamentado” (25 a.C.– 40 d.C.)
El
Tercer estilo abrazó la superficie plana del muro a través del uso de amplios
planos monocromáticos de color, tales como el negro o el rojo oscuro salpicados
por diminutos e intrincados detalles. Este estilo era arquitectónico pero más que implementar
elementos arquitectónicos reales que pudieran verse en lo cotidiano (y que
funcionaran desde el punto de vista de la ingeniería), incorporó frontones y
columnas fantásticas y estilizadas que solamente podrían existir en el espacio
imaginario de una pared pintada. Ciertamente el arquitecto romano Vitrubio no
era admirador del Tercer estilo, por lo que criticaba las pinturas que
representaban monstruosidades en vez de cosas reales. Por ejemplo, cañas
puestas en lugar de columnas; apéndices estriados con hojas rizadas y volutas,
en vez de frontones; candelabros que sostenían representaciones de santuarios
y, hasta arriba de los frontones, numerosos tallos verdes y volutas que crecían
desde las raíces teniendo figuras humanas insensatamente sentadas sobre ellas. El
centro de las paredes comúnmente representaba pequeñas viñetas, como paisajes
sacro-idílicos, las cuales son escenas bucólicas representando al campo, el
ganado y los pastores, templos, santuarios y colinas. El Tercer Estilo también
muestra la introducción de los temas e imaginería egipcios al incluir escenas
del Nilo, así como deidades y elementos egipcios. Los mejores ejemplos los encontramos en la Casa de Marcus Lucretius Fronto en Pompeya.
Pinturas murales de la casa de Marcus Lucretius Fronto (Pompeya) |
Cuarto
Estilo o “Estilo intrincado” (a partir del año 40)
Este
Cuarto estilo representa la combinación de los tres estilos previos. Al igual
que en el Primer estilo, los bloques de imitación de mármol a lo largo de la
base de las paredes encuadran escenas naturalistas arquitectónicas del Segundo
estilo, a la vez que combinan los enormes planos de color y los finos detalles
arquitectónicos del Tercer estilo. También el Cuarto estilo incorpora paneles
de retratos centrales, aunque en una escala mucho más grande que en el Tercer
estilo y con una gama más amplia de temas, al incorporar imágenes de la
mitología, género, paisajes y bodegones. Según Plinio el Viejo este último
estilo había sido desarrollado por el excéntrico, aunque talentoso, pintor
llamado Famulus quien decoró el famoso Domus Aurea de Nerón. Algunos de los
mejores ejemplos provienen de la Casa dei Vettii de Pompeya.
Pinturas murales de la Casa dei Vettii |
BIBLIOGRAFÍA
- MAÑANES, Tomás: La villa romana de Almenara-Puras (Valladolid), Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 1992.
- WATTENBERG GARCÍA, Eloisa y PÉREZ RODRÍGUEZ, Fernando: Villas romanas de Valladolid: guía de la exposición, Museo de Valladolid, Valladolid, 2013.
- https://es.khanacademy.org/humanities/ancient-art-civilizations/roman/wall-painting/a/roman-wall-painting-styles
Te recomiendo que para las pinturas de la villa de Almenara de Adaja-Puras, consultes la nueva publicación de C. García Merino y M. Sánchez Simón: La villa romana de Almenara de Adaja-Puras. A través de los archivos del tiempo, editada por la Diputación de Valladolid en abril de 2015. También lo publicado en el Congreso Internacional de la Asociación para el Estudio de la Pintura Mural en el Mundo Antiguo publicado en Zaragoza en 2007.
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