El
emblemático Monumento al Conde Ansúrez que preside nuestra Plaza Mayor y al que
cada año se le coloca una pañoleta morada el día en que se lee el pregón de las
Ferias y Fiestas de Nuestra Señora de San Lorenzo, fue realizado en el año 1903
por el que se ha considerado, y de hecho es, el “Padre de la Escultura Urbana
Vallisoletana”: Aurelio Carretero. A pesar de que la escultura fue hecha por
este prestigioso escultor, las raíces de este monumento se hunden casi medio
siglo antes, cuando surgieron los primeros intentos de dedicarle un Monumento
al fundador de la ciudad: don Pedro Ansúrez.
En
el año 1864 se sucedieron diversos intentos de levantar monumentos a grandes
personalidades que tuvieron relación con Valladolid, entre ellos Cristóbal Colón
y, por supuesto, el Conde Ansúrez. Tras debatir en el Ayuntamiento sobre el
posible monumento a Cristóbal Colón, se pasó a tratar sobre la posibilidad de
levantar una estatua al Conde Ansúrez. Sin embargo, una serie de avatares
políticos y problemas económicos retrasaron tales propósitos. En aquel momento
se acordó que la Comisión de Obras se sirva instruir el expediente oportuno
para poder elevar esta estatua que, colocada en sitio conveniente, “atestigüe lo imperecedero que es en esta
población el agradecimiento a que se hizo acreedor”. El lugar elegido para
el emplazamiento de esta estatua sería en la plaza de San Miguel, algo bastante
lógico si tenemos en cuenta que fue el núcleo fundacional de la ciudad. En ese
mismo momento se decidió abrir una suscripción popular, sin duda debida a la
mala situación económica del Consistorio.
Poco
antes, el escultor municipal Nicolás Fernández de la Oliva había presentado un
diseño de la escultura que llegó a ser aprobado, pero después la empresa se
paralizó. Dos años más tarde el Ayuntamiento retornó el asunto, tras presentar
este mismo escultor dos proyectos para el monumento, procediéndose entonces a
la reforma del entorno de su emplazamiento, ahora trasladado a la Plaza Mayor,
lugar donde en 1867, comenzaron los trabajos de formación de un pequeño jardín
que habría de ir en derredor de la estatua, así como los de colocación de
hiladas de piedra que servirían de asiento a una reja de hierro para su
protección. Fernández de la Oliva presentó a la Academia de Bellas Artes de la
ciudad para su examen el modelo del pedestal y de la estatua aprobado en 1866
por el Ayuntamiento. La estatua sería de mármol y el pedestal de orden
bizantino, figurando en los costados de su segundo cuerpo las representaciones
alegóricas de La Inteligencia y La Lealtad.
La
revolución de 1868 y las difíciles circunstancias económicas por las que
atravesaba entonces la ciudad aconsejaron olvidar dicho proyecto del que, no
obstante, subsistía en 1879 el pedestal ofrecido, pero no utilizado dos años
antes para el monumento a Cervantes. Efectivamente en 1877 se hace referencia
en un Libro de Actas del Ayuntamiento a una propuesta de construcción de una
fuente monumental en la Plaza Mayor, indicando la conveniencia de trasladar el
“pedestal que existe, con destino a una
estatua al Conde Ansúrez, a la Plazuela de Santa María”.
La
idea de tributar un homenaje al Conde Ansúrez no vuelve a surgir en el seno de
la Corporación hasta el año 1900; en agosto se recibe una instancia de Aurelio
Rodríguez Carretero haciendo un ofrecimiento de construcción de un monumento
para dicho personaje, ofrecimiento que, tras el informe favorable de la
Comisión de Obras, se acepta. En la Memoria que el escultor presenta manifiesta
el haberse ceñido a las posibilidades económicas del momento “conteniendo los vuelos de la imaginación
para no presentar un modelo irrealizable por su coste y sujetado a lo que
realmente puede llevarse a cabo sin sacrificio, procurando que dentro de su
sencillez reúna todas las condiciones de Monumento y a la vez tenga sabor de
época. No me he atenido estrictamente al estilo reinante de aquel siglo, pero
he trazado líneas vigorosas para que sin rodeos ni distracciones destaque la
noble figura del Conde que es lo que se quiere perpetuar”. Señala el profesor
Cano de Gardoqui que “Carretero concibió
un proyecto caracterizado por su austeridad, lo que determinó al fin y a la
postre su materialización, pero también una clara desproporción del pedestal y
del inmenso espacio de la Plaza Mayor en detrimento de la solitaria figura del
Conde”.
Boceto del Monumento |
El
23 de enero de 1901 se tiene noticia de que Carretero había comenzado a
esculpir la estatua: “El distinguido
escultor señor Carretero, por encargo del Ayuntamiento de Valladolid, ha
comenzado la estatua de Pedro Ansúrez, el fundador de la ciudad castellana. La
tiene ya abocetada, en todo su tamaño, y el trabajo realizado hace esperar que
el Sr. Carretero alcanzará un triunfo tan legítimo como el que ha obtenido con
el monumento a Zorrilla. Dicho señor saldrá esta noche para Valladolid con
objeto de recibir y comenzar las obras del panteón de vallisoletanos ilustres”
(Diario oficial de avisos de Madrid. 23 de enero de 1901). En abril de ese
mismo tenía previsto el haberla acabado: “Se
encuentra en esta capital el laureado escultor don Aurelio Carretero, quien en
el próximo mes de abril dejará terminada por completo la estatua del conde de
Ansúrez” (Noticiero salmantino: diario imparcial de la tarde. Año IV.
Número 1.100, 29 de marzo de 1901).
En
este año de 1901 se aprobó su instalación en la Plaza Mayor, pero hubieron de
transcurrir dos años más para su inauguración; retraso que se debió tanto a los
problemas que surgieron respecto al suministro del bronce, como a los debates
creados en torno a la autoría del pedestal, pues a pesar de que la memoria de
Carretero contenía su proyecto, se apuntó en 1900 la posibilidad de que fuera
el arquitecto municipal quien lo realizara. Respecto al bronce, había sido
solicitado por el Ayuntamiento en marzo de 1901 al Ministerio de la Guerra.
Habiendo sido denegado, es el mismo autor del Monumento el que se ofrece para
donarlo. El Ayuntamiento en sesión del 19 de abril acepta y agradece esta
donación y sólo un mes más tarde ya se están finalizando los trabajos de
fundición.
Los
problemas surgidos con el pedestal serán un poco más lentos de solucionar. En
1900 se apunta la posibilidad de que sea el Arquitecto Municipal quien lo
realice, pero inmediatamente surge la oposición de algunos Concejales que
sostienen que ambas cosas deben ser obra de un solo artista. En la Memoria del
proyecto, Carretero, describe, juntamente con la concepción de la estatua, la
del pedestal, para él proyecta “unos
pilarotes que sujeten las cadenas propias de los puentes levadizos hasta la
coronación almenada. En el frente la figura simbólica de Castilla narrando a
unos niños la Historia del Conde, y los hechos de sus mayores; los laterales
ostentan dos escudos orlados, ambos de laurel y roble, conteniendo el uno un
castillo y el otro un cebú, reuniendo así gloria, firmeza, nobleza y fuerza”.
A
pesar de ello este pedestal no será el que se realice ya que, el mismo
Carretero, cuando en mayo de 1901, comunica la marcha de las tareas de
fundición de la estatua, presente a la par las bases para la construcción del
pedestal, incluyendo en la primera, junto a la indicación de hacerlo con piedra
de Campaspero, el que se construya bajo el proyecto del Arquitecto Municipal.
Especifica también que “la parte de
adorno y talla será de hierro oxidado por ser más consistente y las columnas en
lugar de piedra serán de mármol para darle más riqueza; la inscripción del
frente y los lados las designará el Excmo. Ayuntamiento”.
El
expediente de Agapito y Revilla para la construcción del pedestal se inicia en
1903, siendo aprobado su proyecto en febrero de este año. Unos meses más tarde
el arquitecto solicita al Ayuntamiento que determine los relieves de la obra
para encargar la remodelación de Aurelio Carretero; se aprueban los motivos
indicados por el autor: en la parte de la acera de San Francisco, año de 1903 y
una inscripción que pone: “La ciudad de Valladolid erige este monumento a la
memoria de su protector y magnánimo bienhechor el Conde D. Pedro Ansúrez.
Siglos XI-XII”, frente a la Casa Consistorial una placa con el escudo actual de
la ciudad y en los costados dos relieves que presentan uno el acto conocido de
la vida del conde de presentarse ante el rey, marido de doña Urraca con soga al
cuello y otro representando las obras de la iglesia de Santa María la Mayor de
Valladolid, con la torre de la Antigua al fondo; “ambas fundaciones más
artísticas que hizo el Conde de esta villa”. En la realidad lo que destaca el
primer relieve es la figura del Conde a caballo, (apenas si resalta el detalle
de la soga) y en el segundo no se identifican por ningún rasgo las obras del
fondo, apareciendo también el Conde en primer plano y en altorrelieve,
revisando algo que parecen ser unos planos. Todos los relieves van firmados por
su autor: “A. Carretero”.
El
pedestal es de base cuadrada, pero adopta forma piramidal el basamento y el
soporte de la estatua. El cuerpo principal lleva en sus esquinas columnas
pareadas que apoyan capiteles vegetales de inspiración románica que a su vez
sostienen arcos lobulados con escudos ladeados en su interior. Los cuatro frentes
ostentan sendos relieves en bronce. En la parte de la acera de San Francisco,
el relieve muestra un escudo coronado con el lema Año de 1903 y la inscripción dedicatoria del monumento: “La ciudad de Valladolid erige este monumento
a la memoria de su protector y magnánimo bienhechor el Conde D. Pedro Ansúrez.
Siglos XI-XII”, así como una figura femenina sentada. Frente a la Casa
Consistorial, una placa con un escudo actual de la ciudad con hojas de
recuerdos goticistas. Los dos relieves restantes narran escenas de la vida del
Conde. Escenifica el primero la presentación de Ansúrez ante el Rey, montando a
caballo y con soga al cuello. En el segundo debían figurar las obras de la
iglesia de Santa María la Mayor con el perfil de la torre de la Antigua al fondo;
no obstante, la escena de las obras no remite a un edificio en concreto, y el
relieve se reduce a la figura del Conde en primer plano y en altorrelieve
examinando lo que pueden ser unos planos; un cantero labrando a su derecha y
una escalera tras la que puede verse un edificio en construcción.
La
inauguración tuvo lugar a mediodía del 30 de diciembre de 1903. El periódico
“El Imparcial” daba así noticia de aquel momento: “La comitiva trasladóse después a la plaza Mayor, para inaugurar la
estatua del conde Ansúrez, fundador de Valladolid. Cuando la comitiva llegó a
la plaza, en la acera de San Francisco y en los balcones de la plaza esperaba a
presenciar la ceremonia un gentil inmenso. La estatua modelada por el escultor
señor Carretero, se halla emplazada en el centro de la plaza, mirando hacia la
calle de Santiago. El pedestal, obra del arquitecto municipal, Sr. Revilla,
mide seis metros de altura, y le adornan cuatro bajo relieves, representando
dos de ellos al conde Ansúrez en los principales episodios de su vida, y
ostentando en los otros dos la dedicatoria y el escudo de Valladolid,
respectivamente. Protege el monumento un jardincillo provisional con cerca de
alambre. Al descubrirse la estatua a los acordes de la Marcha Real, apareció la
efigie del Conde Ansúrez, en arrogante postura, traje guerrero y empuñando en
la diestra mano el pendón de Castilla. Por desgracias de familia no ha podido
asistir al acto el arquitecto Sr. Carretero. Repútanse los actos reseñados como
un magnífico término de la gestión del Ayuntamiento, cuyo actual presidente Sr.
Queipo, al cesar mañana en su cargo deja memoria tan grata entre los
vallisoletanos, que solo puede compararse a la del inolvidable Miguel Íscar”.
Desde
su inauguración, el entorno del monumento ha sufrido diversas reformas
paralelas a las de la Plaza. En 1906 se colocó una verja de hierro dulce que lo
acotaba, pero fue sustituida más tarde por unos jardincillos que rodeaban la
estatua, a su vez suprimidos en fecha reciente. En 1991, estatua y pedestal
fueron sometidos a un cuidadoso proceso de limpieza y restauración por parte de
la empresa E. Capa S.A.A, bajo la supervisión de la Dirección General de
Patrimonio y Promoción Cultural.
El
Conde Ansúrez es una escultura trazada con líneas vigorosas. Tiene una sencilla
concepción, apenas hay elementos que distraen su observación. Viste a la usanza
de la época de Alfonso VI y va armado con espada y escudo. Se trata de una
figura retórica, muy didáctica en el sentido del narrativismo decimonónico, con
el cuerpo echado hacia atrás y la pierna derecha algo adelantada. Porta en la
mano derecha el pendón de Castilla, mientras que con la izquierda mantiene
enrollado el documento de fundación. La figura es reposada y tranquila, con el
pendón castellano en una mano y recogiendo con la otra el manto condal, signo
de nobleza. En líneas generales el Monumento resultará discreto y a nuestro
parecer excesivamente sencillo en orden a la importancia que el personaje
representado tuvo para Valladolid.
El
modelo del Conde Ansúrez tuvo mucho éxito, tal fue así que Carretero regaló
sendas copias en miniatura al rey Alfonso XIII (“El escultor Sr. Carretero
regaló al Rey un proyecto y modelo de la estatua del conde Ansúrez, que se
inaugurará durante la próxima feria”) y al Museo de Arte Moderno de Madrid
(“Real orden disponiendo se acepte, con destino al Museo de Arte Moderno, la
estatua titulada D. Pedro Ansúrez, de
D. Aurelio R. V. Carretero”).
Ya
en el pedestal, en sus cuatro lados figuran relieves en
bronce. El 1º es un escudo de Valladolid con hojas de recuerdos
goticistas. El 2º es un escudo coronado que tiene una banda con la leyenda “Año
de 1903”; en la parte baja figura la dedicación del
monumento: “La ciudad Valladolid erige este monumento a la memoria de su
protector y magnánimo bienhechor el Conde D. Pedro Ansúrez. Siglos XI-XII” y una figura femenina sentada con ropajes
semitransparentes. El 3º representa el momento en
que Ansúrez se presenta al Rey con una soga al cuello, apenas perceptible en el
relieve, en el que destaca la movida postura del
caballo montado por el conde. Y en el 4º se estipulaba que figuraran las obras del templo de
Santa María y al fondo la torre de la Antigua, aunque en la realidad quedó
reducido a una escena de obras en la que, en primer plano, aparece Ansúrez
contemplando lo que pueden ser unos planos y a la derecha un cantero labrando;
en el lado opuesto, una escalera que indica el fondo en el que parece verse un
edificio en obras.
BIBLIOGRAFÍA
- CANO DE GARDOQUI, José Luis: La escultura pública en la ciudad de Valladolid, Universidad de Valladolid, 2000.
- VIRGILI BLANQUET, María Antonia: Desarrollo urbanístico y arquitectónico de Valladolid (1851-1936), Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 1979.
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