viernes, 25 de septiembre de 2015

EL MONUMENTO AL CONDE DON PEDRO ANSÚREZ, SEÑOR DE VALLADOLID


El emblemático Monumento al Conde Ansúrez que preside nuestra Plaza Mayor y al que cada año se le coloca una pañoleta morada el día en que se lee el pregón de las Ferias y Fiestas de Nuestra Señora de San Lorenzo, fue realizado en el año 1903 por el que se ha considerado, y de hecho es, el “Padre de la Escultura Urbana Vallisoletana”: Aurelio Carretero. A pesar de que la escultura fue hecha por este prestigioso escultor, las raíces de este monumento se hunden casi medio siglo antes, cuando surgieron los primeros intentos de dedicarle un Monumento al fundador de la ciudad: don Pedro Ansúrez.
En el año 1864 se sucedieron diversos intentos de levantar monumentos a grandes personalidades que tuvieron relación con Valladolid, entre ellos Cristóbal Colón y, por supuesto, el Conde Ansúrez. Tras debatir en el Ayuntamiento sobre el posible monumento a Cristóbal Colón, se pasó a tratar sobre la posibilidad de levantar una estatua al Conde Ansúrez. Sin embargo, una serie de avatares políticos y problemas económicos retrasaron tales propósitos. En aquel momento se acordó que la Comisión de Obras se sirva instruir el expediente oportuno para poder elevar esta estatua que, colocada en sitio conveniente, “atestigüe lo imperecedero que es en esta población el agradecimiento a que se hizo acreedor”. El lugar elegido para el emplazamiento de esta estatua sería en la plaza de San Miguel, algo bastante lógico si tenemos en cuenta que fue el núcleo fundacional de la ciudad. En ese mismo momento se decidió abrir una suscripción popular, sin duda debida a la mala situación económica del Consistorio.

Poco antes, el escultor municipal Nicolás Fernández de la Oliva había presentado un diseño de la escultura que llegó a ser aprobado, pero después la empresa se paralizó. Dos años más tarde el Ayuntamiento retornó el asunto, tras presentar este mismo escultor dos proyectos para el monumento, procediéndose entonces a la reforma del entorno de su emplazamiento, ahora trasladado a la Plaza Mayor, lugar donde en 1867, comenzaron los trabajos de formación de un pequeño jardín que habría de ir en derredor de la estatua, así como los de colocación de hiladas de piedra que servirían de asiento a una reja de hierro para su protección. Fernández de la Oliva presentó a la Academia de Bellas Artes de la ciudad para su examen el modelo del pedestal y de la estatua aprobado en 1866 por el Ayuntamiento. La estatua sería de mármol y el pedestal de orden bizantino, figurando en los costados de su segundo cuerpo las representaciones alegóricas de La Inteligencia y La Lealtad.
La revolución de 1868 y las difíciles circunstancias económicas por las que atravesaba entonces la ciudad aconsejaron olvidar dicho proyecto del que, no obstante, subsistía en 1879 el pedestal ofrecido, pero no utilizado dos años antes para el monumento a Cervantes. Efectivamente en 1877 se hace referencia en un Libro de Actas del Ayuntamiento a una propuesta de construcción de una fuente monumental en la Plaza Mayor, indicando la conveniencia de trasladar el “pedestal que existe, con destino a una estatua al Conde Ansúrez, a la Plazuela de Santa María”.

La idea de tributar un homenaje al Conde Ansúrez no vuelve a surgir en el seno de la Corporación hasta el año 1900; en agosto se recibe una instancia de Aurelio Rodríguez Carretero haciendo un ofrecimiento de construcción de un monumento para dicho personaje, ofrecimiento que, tras el informe favorable de la Comisión de Obras, se acepta. En la Memoria que el escultor presenta manifiesta el haberse ceñido a las posibilidades económicas del momento “conteniendo los vuelos de la imaginación para no presentar un modelo irrealizable por su coste y sujetado a lo que realmente puede llevarse a cabo sin sacrificio, procurando que dentro de su sencillez reúna todas las condiciones de Monumento y a la vez tenga sabor de época. No me he atenido estrictamente al estilo reinante de aquel siglo, pero he trazado líneas vigorosas para que sin rodeos ni distracciones destaque la noble figura del Conde que es lo que se quiere perpetuar”. Señala el profesor Cano de Gardoqui que “Carretero concibió un proyecto caracterizado por su austeridad, lo que determinó al fin y a la postre su materialización, pero también una clara desproporción del pedestal y del inmenso espacio de la Plaza Mayor en detrimento de la solitaria figura del Conde”.

Boceto del Monumento
El 23 de enero de 1901 se tiene noticia de que Carretero había comenzado a esculpir la estatua: “El distinguido escultor señor Carretero, por encargo del Ayuntamiento de Valladolid, ha comenzado la estatua de Pedro Ansúrez, el fundador de la ciudad castellana. La tiene ya abocetada, en todo su tamaño, y el trabajo realizado hace esperar que el Sr. Carretero alcanzará un triunfo tan legítimo como el que ha obtenido con el monumento a Zorrilla. Dicho señor saldrá esta noche para Valladolid con objeto de recibir y comenzar las obras del panteón de vallisoletanos ilustres” (Diario oficial de avisos de Madrid. 23 de enero de 1901). En abril de ese mismo tenía previsto el haberla acabado: “Se encuentra en esta capital el laureado escultor don Aurelio Carretero, quien en el próximo mes de abril dejará terminada por completo la estatua del conde de Ansúrez” (Noticiero salmantino: diario imparcial de la tarde. Año IV. Número 1.100, 29 de marzo de 1901).
En este año de 1901 se aprobó su instalación en la Plaza Mayor, pero hubieron de transcurrir dos años más para su inauguración; retraso que se debió tanto a los problemas que surgieron respecto al suministro del bronce, como a los debates creados en torno a la autoría del pedestal, pues a pesar de que la memoria de Carretero contenía su proyecto, se apuntó en 1900 la posibilidad de que fuera el arquitecto municipal quien lo realizara. Respecto al bronce, había sido solicitado por el Ayuntamiento en marzo de 1901 al Ministerio de la Guerra. Habiendo sido denegado, es el mismo autor del Monumento el que se ofrece para donarlo. El Ayuntamiento en sesión del 19 de abril acepta y agradece esta donación y sólo un mes más tarde ya se están finalizando los trabajos de fundición.

Los problemas surgidos con el pedestal serán un poco más lentos de solucionar. En 1900 se apunta la posibilidad de que sea el Arquitecto Municipal quien lo realice, pero inmediatamente surge la oposición de algunos Concejales que sostienen que ambas cosas deben ser obra de un solo artista. En la Memoria del proyecto, Carretero, describe, juntamente con la concepción de la estatua, la del pedestal, para él proyecta “unos pilarotes que sujeten las cadenas propias de los puentes levadizos hasta la coronación almenada. En el frente la figura simbólica de Castilla narrando a unos niños la Historia del Conde, y los hechos de sus mayores; los laterales ostentan dos escudos orlados, ambos de laurel y roble, conteniendo el uno un castillo y el otro un cebú, reuniendo así gloria, firmeza, nobleza y fuerza”.
A pesar de ello este pedestal no será el que se realice ya que, el mismo Carretero, cuando en mayo de 1901, comunica la marcha de las tareas de fundición de la estatua, presente a la par las bases para la construcción del pedestal, incluyendo en la primera, junto a la indicación de hacerlo con piedra de Campaspero, el que se construya bajo el proyecto del Arquitecto Municipal. Especifica también que “la parte de adorno y talla será de hierro oxidado por ser más consistente y las columnas en lugar de piedra serán de mármol para darle más riqueza; la inscripción del frente y los lados las designará el Excmo. Ayuntamiento”.

El expediente de Agapito y Revilla para la construcción del pedestal se inicia en 1903, siendo aprobado su proyecto en febrero de este año. Unos meses más tarde el arquitecto solicita al Ayuntamiento que determine los relieves de la obra para encargar la remodelación de Aurelio Carretero; se aprueban los motivos indicados por el autor: en la parte de la acera de San Francisco, año de 1903 y una inscripción que pone: “La ciudad de Valladolid erige este monumento a la memoria de su protector y magnánimo bienhechor el Conde D. Pedro Ansúrez. Siglos XI-XII”, frente a la Casa Consistorial una placa con el escudo actual de la ciudad y en los costados dos relieves que presentan uno el acto conocido de la vida del conde de presentarse ante el rey, marido de doña Urraca con soga al cuello y otro representando las obras de la iglesia de Santa María la Mayor de Valladolid, con la torre de la Antigua al fondo; “ambas fundaciones más artísticas que hizo el Conde de esta villa”. En la realidad lo que destaca el primer relieve es la figura del Conde a caballo, (apenas si resalta el detalle de la soga) y en el segundo no se identifican por ningún rasgo las obras del fondo, apareciendo también el Conde en primer plano y en altorrelieve, revisando algo que parecen ser unos planos. Todos los relieves van firmados por su autor: “A. Carretero”.

El pedestal es de base cuadrada, pero adopta forma piramidal el basamento y el soporte de la estatua. El cuerpo principal lleva en sus esquinas columnas pareadas que apoyan capiteles vegetales de inspiración románica que a su vez sostienen arcos lobulados con escudos ladeados en su interior. Los cuatro frentes ostentan sendos relieves en bronce. En la parte de la acera de San Francisco, el relieve muestra un escudo coronado con el lema Año de 1903 y la inscripción dedicatoria del monumento: “La ciudad de Valladolid erige este monumento a la memoria de su protector y magnánimo bienhechor el Conde D. Pedro Ansúrez. Siglos XI-XII”, así como una figura femenina sentada. Frente a la Casa Consistorial, una placa con un escudo actual de la ciudad con hojas de recuerdos goticistas. Los dos relieves restantes narran escenas de la vida del Conde. Escenifica el primero la presentación de Ansúrez ante el Rey, montando a caballo y con soga al cuello. En el segundo debían figurar las obras de la iglesia de Santa María la Mayor con el perfil de la torre de la Antigua al fondo; no obstante, la escena de las obras no remite a un edificio en concreto, y el relieve se reduce a la figura del Conde en primer plano y en altorrelieve examinando lo que pueden ser unos planos; un cantero labrando a su derecha y una escalera tras la que puede verse un edificio en construcción.
La inauguración tuvo lugar a mediodía del 30 de diciembre de 1903. El periódico “El Imparcial” daba así noticia de aquel momento: “La comitiva trasladóse después a la plaza Mayor, para inaugurar la estatua del conde Ansúrez, fundador de Valladolid. Cuando la comitiva llegó a la plaza, en la acera de San Francisco y en los balcones de la plaza esperaba a presenciar la ceremonia un gentil inmenso. La estatua modelada por el escultor señor Carretero, se halla emplazada en el centro de la plaza, mirando hacia la calle de Santiago. El pedestal, obra del arquitecto municipal, Sr. Revilla, mide seis metros de altura, y le adornan cuatro bajo relieves, representando dos de ellos al conde Ansúrez en los principales episodios de su vida, y ostentando en los otros dos la dedicatoria y el escudo de Valladolid, respectivamente. Protege el monumento un jardincillo provisional con cerca de alambre. Al descubrirse la estatua a los acordes de la Marcha Real, apareció la efigie del Conde Ansúrez, en arrogante postura, traje guerrero y empuñando en la diestra mano el pendón de Castilla. Por desgracias de familia no ha podido asistir al acto el arquitecto Sr. Carretero. Repútanse los actos reseñados como un magnífico término de la gestión del Ayuntamiento, cuyo actual presidente Sr. Queipo, al cesar mañana en su cargo deja memoria tan grata entre los vallisoletanos, que solo puede compararse a la del inolvidable Miguel Íscar”.

Desde su inauguración, el entorno del monumento ha sufrido diversas reformas paralelas a las de la Plaza. En 1906 se colocó una verja de hierro dulce que lo acotaba, pero fue sustituida más tarde por unos jardincillos que rodeaban la estatua, a su vez suprimidos en fecha reciente. En 1991, estatua y pedestal fueron sometidos a un cuidadoso proceso de limpieza y restauración por parte de la empresa E. Capa S.A.A, bajo la supervisión de la Dirección General de Patrimonio y Promoción Cultural.
El Conde Ansúrez es una escultura trazada con líneas vigorosas. Tiene una sencilla concepción, apenas hay elementos que distraen su observación. Viste a la usanza de la época de Alfonso VI y va armado con espada y escudo. Se trata de una figura retórica, muy didáctica en el sentido del narrativismo decimonónico, con el cuerpo echado hacia atrás y la pierna derecha algo adelantada. Porta en la mano derecha el pendón de Castilla, mientras que con la izquierda mantiene enrollado el documento de fundación. La figura es reposada y tranquila, con el pendón castellano en una mano y recogiendo con la otra el manto condal, signo de nobleza. En líneas generales el Monumento resultará discreto y a nuestro parecer excesivamente sencillo en orden a la importancia que el personaje representado tuvo para Valladolid.

El modelo del Conde Ansúrez tuvo mucho éxito, tal fue así que Carretero regaló sendas copias en miniatura al rey Alfonso XIII (“El escultor Sr. Carretero regaló al Rey un proyecto y modelo de la estatua del conde Ansúrez, que se inaugurará durante la próxima feria”) y al Museo de Arte Moderno de Madrid (“Real orden disponiendo se acepte, con destino al Museo de Arte Moderno, la estatua titulada D. Pedro Ansúrez, de D. Aurelio R. V. Carretero”).

Ya en el pedestal, en sus cuatro lados figuran relieves en bronce. El 1º es un escudo de Valladolid con hojas de recuerdos goticistas. El 2º es un escudo coronado que tiene una banda con la leyenda “Año de 1903”; en la parte baja figura la dedicación del monumento: “La ciudad Valladolid erige este monumento a la memoria de su protector y magnánimo bienhechor el Conde D. Pedro Ansúrez. Siglos XI-XII” y una figura femenina sentada con ropajes semitransparentes. El 3º representa el momento en que Ansúrez se presenta al Rey con una soga al cuello, apenas perceptible en el relieve, en el que destaca la movida postura del caballo montado por el conde. Y en el 4º se estipulaba que figuraran las obras del templo de Santa María y al fondo la torre de la Antigua, aunque en la realidad quedó reducido a una escena de obras en la que, en primer plano, aparece Ansúrez contemplando lo que pueden ser unos planos y a la derecha un cantero labrando; en el lado opuesto, una escalera que indica el fondo en el que parece verse un edificio en obras.


BIBLIOGRAFÍA
  • CANO DE GARDOQUI, José Luis: La escultura pública en la ciudad de Valladolid, Universidad de Valladolid, 2000.
  • VIRGILI BLANQUET, María Antonia: Desarrollo urbanístico y arquitectónico de Valladolid (1851-1936), Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 1979.

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