viernes, 18 de septiembre de 2015

EXPOSICIÓN: ÁLVARO DELGADO. Fabulador del Hombre


Durante todo el mes de septiembre tenemos la suerte de contar en la Sala de Exposiciones de la Diputación de Valladolid (Palacio de Pimentel) con una muestra de uno de los pintores españoles más destacados de la segunda mitad del siglo XX y también de la actualidad. Por suerte, aunque se trata de un pintor de avanzadísima edad, sigue produciendo obra y con unas cotas de calidad bastante altas como podréis comprobar dado que la mayoría de la obra es de estos últimos años.

El pintor en cuestión es el madrileño Álvaro Delgado, cuya obra ha estado expuesta en nuestra ciudad en numerosas ocasiones. Como podréis comprobar, se trata de un pintor que conjuga en sus obras un fuerte expresionismo y un maravilloso uso del color. A veces sus cuadros parecen sinfonías de color, en los cuales el tema es una mera excusa para desplegar las más diversas tonalidades, no le asusta ningún color. Magníficos ejemplos de esto son los cuadros titulados Leda (2014), Mendigo carolingio (1991) o Pelayo con el Rey (2014). En la primera de las tres obras citadas es impresionante la manera de incluir fuertes morados y verdes fosforitos sin que desentonen en absoluto. Sinceramente, es de esos pocos pintores actuales de los que me encantaría poseer un cuadro, sus colores me transmiten optimismo y luz.

Leda (2014)
Mendigo carolingio (1991)
En cuanto a los retratos propiamente dichos, los cuales se hayan todos ellos agrupados en una especie de “muro” de grandes figuras del siglo XX, solo se puede decir una cosa: con pocos trazos, a su manera, logra captar perfectamente el físico y la psicología de sus personajes. No se equivocan los que dijeron de Delgado que es uno de los renovadores del género del retrato en España.

Felipe II (2015)
Dalí (2014)
Picasso con gato (2012)
Stalin (2010)
Gadafi (2013)
Si os interesa esta exposición podéis leer una visión más personal en el blog amigo “La Manzana de la Discordia", realizado por Noelia, una gran historiadora del arte.
A continuación, se inserta el texto con el que se publicita la exposición en su folleto. Finalmente, hablaremos brevemente del pintor y de su estilo, cuyo grueso ha sido extraído de Wikipedia. Nadie la nombra y casi todos la utilizamos cuando no tenemos otra fuente.
Álvaro Delgado regresa de nuevo a Valladolid para mostrar su trazo nervioso que se convierte en el silencio que vive en los espacios de Castilla, su rompedor carácter que exagera los rasgos físicos y el alma de sus retratos.
Ocho años después, la Sala de Exposiciones del Palacio de Pimentel vuelve a encontrarse con esa visión tan particular del arte que Álvaro Delgado viene desarrollando desde hace más de 75 años y que se podría resumir en sólo tres premisas: la lucha antiacademicista, la renovación del arte sin romper con la tradición y un acercamiento permanente a las nuevas formas de expresión, aunque manteniéndose siempre en continua evolución dentro de las diferentes corrientes de la figuración expresionista.
Pero además, en su obra, hay otra constante permanente. Pese a su gran diversidad temática, siempre muestra una corriente humanística que se convierte en el denominador común que unifica y da coherencia a su obra y a los diferentes géneros que aborda.
Es por ello que dentro de su obra destaca, sobre todo, el retrato, con el que bucea dentro del ser humano para descubrir sus inquietudes, su tiempo, sus menajes. El artista es, en el fondo, cómplice de sus personajes, del ser humano en general, lo que le permite mostrar todos los matices del hombre. Y son esa complicidad y la profundidad de su mensaje las que hacen de Álvaro Delgado un referente imprescindible en la pintura española del último siglo”.

BIOGRAFÍA
Álvaro Delgado Ramos nació el 9 de junio de 1922 en Madrid. A pesar de estar más interesado en la figura y el retrato que en el paisaje, se acercó al grupo de pintores conocidos como segunda Escuela de Vallecas, reunidos por Benjamín Palencia y Francisco San José, embrión de la Escuela de Madrid, de la que también formó parte, como protagonista e impulsor.
Pintor de paisajes, bodegones y especialmente retratos de un amplio círculo de pintores, críticos de arte y personalidades de la vida cultural española, o de monografías temáticas como sus series sobre Los fusilamientos del tres de mayo de Goya (1960), o los campesinos de La Olmeda. Con un trazo nervioso y fuertemente expresionista, Delgado exagera los rasgos físicos y el alma del personaje. El género del retrato fue tan decisivo para él que le dedicaría su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1974. El haber pertenecido a la Escuela de Madrid, que supuso una rebeldía contra los academicistas, se interpretó en los primeros años de la transición como haber estado comprometido con el franquismo. Todo lo contrario.
Inició estudios de comercio, en los primeros meses de 1936, en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, pero al estallar la Guerra Civil se vio obligado abandonarlos para trabajar en los almacenes donde su padre era encargado.

Ramirense con pájaro (2007)
Ramiro I (2000)
Camino de Luarca (2014)
Al conocer que comienzan las clases de la escuela de Artes y Oficios, se matriculó en dibujo de estatua, disciplina en la que obtendría el Premio Extraordinario. Posteriormente, se matriculó en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid y entre 1937 y 1939 asistió a los cursos libres que impartía Daniel Vázquez Díaz, del que tomará su admiración por las nuevas corrientes pictóricas que en ese momento venían de París, en particular el cubismo, presente en su primera etapa.
Los estudios realizados durante la contienda no le fueron convalidados, por lo que Álvaro Delgado tuvo que realizar una prueba de ingreso en la Escuela de San Fernando, la cual no superó. En el examen teórico había sostenido que el Greco era mejor que Velázquez, algo imperdonable en la Academia, en ese momento. Pero él consideró que también tuvo importancia su procedencia de una familia comprometida con la causa republicana.
Entre 1939-1942 reanuda junto a Benjamín Palencia la Escuela de Vallecas. Esta experiencia cobra una importancia vital en la trayectoria artística de Álvaro Delgado, como refugio, impulso y continuidad en su formación una vez paralizados los estudios junto a Vázquez Díaz. Acompañaban a Álvaro Delgado, Gregorio del Olmo, Francisco San José, Carlos Pascual de Lara y Enrique Núñez Castelo. Estos jóvenes vieron en Benjamín Palencia la persona indicada para guiar sus pasos, puesto que ya había sentido junto al escultor Alberto Sánchez, durante la República, los mismos deseos de renovación artística. Benjamín Palencia en 1939 intentaba evitar que los postulados de la primera experiencia vallecana se perdieran, salvando así el vacío de la Guerra. Sus seguidores buscaban la liberación de la ciudad, y el campo se les presentaba como el paraíso perdido. Allí entraban en contacto directo con el hombre y la tierra que les suministraba temas, y motivos. El paisaje castellano se constituye en eje entorno al cual giran las ideas que van hacer posible la renovación del arte, con una clara intención antiacademicista y una apuesta por las aportaciones vanguardistas, en particular el cubismo, la pintura matérica y el fauvismo.

Mendigo ramirense con búho (1997)
Paisaje de la Braña (2004)
Álvaro Delgado abandona la aventura vallecana en 1942. En 1945 realiza su primera exposición individual en la Galería Clan. En el mes de noviembre de este mismo año, Álvaro Delgado participa en la “Exposición de la Joven Escuela madrileña” en la Galería Buchholz, origen de la Tercera Escuela de Madrid. Tres son los maestros reconocidos unánimemente por críticos, historiadores y artistas: Vázquez Díaz, Benjamín Palencia y Pancho Cossío, a los que muchos suman a Gutiérrez Solana. De ellos aprendieron más que un estilo, la manera de enfrentarse al arte con una nueva visión. Vázquez Díaz y Benjamín Palencia coincidían en un marcado antiacademicismo, amor a la tradición y en su interés por las vanguardias. De Cossío aprendieron la importancia de la técnica en la pintura y la sensualidad con que trataba la materia, tratamiento con el que podían conseguir diversos efectos, entre ellos el sentido intimista, dotando a sus obras de un particular lirismo. Finalmente, de Solana toman la tendencia hacia la monocromía. Todas estas enseñanzas constituyen los pilares sobre los que se asienta “La Joven Escuela de Madrid”. Las influencias de estos maestros, que con el tiempo se dejan ver claramente, en principio no lo eran tanto ya que el grupo presentaba un panorama muy heterogéneo y ecléctico.
El año 1947 fue emblemático para Álvaro Delgado. El impulso vendría de la mano de Eduardo Llosent, director del Museo de Arte Moderno, quien le presentó en el IV Salón de los Once, de la Academia Breve de Crítica de Arte y le abrió las puertas para que realizara una exposición individual en el Museo de Arte Moderno que se celebraría del nueve al veinticuatro de junio del mismo año.
En 1949 fue becario del Gobierno Francés en París. Vivió en la Rue Mazarine, nº 9, barrio de Saint Germain, en el estudio del pintor Marcel Bouissou. Allí, se dejó conquistar por Picasso, y se acrecentó su interés Rouault, Derain y Cézanne.

Músico del renacimiento (2010)
La década de los cincuenta supuso Álvaro Delgado el reconocimiento de su obra no sólo a nivel nacional sino también internacional. En 1950 repitió exposición en el Museo Nacional de Arte Moderno. A partir del verano de 1955 se instaló en Navia, donde pasó con frecuencia largas temporadas. Ese mismo año obtuvo el Gran Premio de pintura en la Bienal de Arte del Mediterráneo en Alejandría por la obra Bodegón (Taberne). A la Bienal se habían presentado artistas de la talla de Derain, Chagall y Dufy.
En la década de los sesenta, Álvaro Delgado alternó su actividad entre Asturias y Madrid. Los éxitos obtenidos le afirmaban en su postura figurativa, ahora plenamente expresionista y de fuertes raíces hispánicas. Parte de vivencias personales que se han ido gestando en su interior -La Guerra Civil española, la posguerra, la Segunda Guerra Mundial- y que necesita exteriorizar, por eso su actitud va a ser de protesta y su pintura una especie de rebelión frente a la violencia.
En 1960 obtuvo una Beca de la Fundación March que había solicitado para realizar cuadros de gran formato sobre la obra de Goya que toma como referente y recrea Los fusilamientos del dos de Mayo.
En 1965, Álvaro Delgado se establece en la Villa de la Olmeda de las Fuentes (Madrid). Para el artista supondría una fuente inagotable de inspiración, que le ayudó a afianzarse en un expresionismo que venía proyectando desde inicios de la década.

Eros y Thanatos (2013)
Judith y los viejos (2013)
En 1968 expone en Nueva York, en la Galería Barbisson y en Barcelona, en la Sala de Conciertos y el Camarote Granados, del Hotel Manila. La muestra marca la línea ascendente en el tema del retrato. Otro acontecimiento potenciaría su éxito en este género. A través de una llamada del Ministerio de Asuntos Exteriores se le propuso hacer un retrato de Haile Selassie, Emperador de Etiopía. El artista aceptó entusiasmado, trasladándose a Mallorca donde se alojaba. Álvaro Delgado realizó sobre este personaje 5 dibujos y 4 óleos que supusieron un gran impulso para su carrera. A partir de este momento, el Cuerpo Diplomático y el Gobierno le hacen encargos y así comienza su época de retratos oficiales y aparece como indiscutible en este campo.
En 1970 presenta en Madrid, en la Galería Richelieu, una exposición monográfica de retratos. Hombres de negocios, políticos, intelectuales, religiosos, entre otros, entran a formar parte de su dossier. En 1971 expone en Madrid en el Museo Español de Arte Contemporáneo "La crónica de La Olmeda". En 1973 ingresa, como miembro de número, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Lee su discurso el 16 de julio de 1974 bajo el título "El retrato como aventura polémica". Este mismo año expone en Madrid, en el Club Urbis "30 retratos" que marcan, sin lugar a duda, un hito en el retrato español del siglo XX. En 1974 presenta en Madrid, en la Galería Columela, su apostolado, “Doce hombres de la Olmeda”, el Cristo y “La Guerra”. El artista ahora profundiza en el conocimiento del hombre al que ve como un ser enigmático y contradictorio. Haciendo suya la pregunta del grabado de Goya "¿Por qué?”, se cuestiona ¿Por qué el hombre tiene que construir su historia matando, torturando, humillándolo o destruyendo al prójimo?
Álvaro Delgado, tras instalarse en La Olmeda, continúa visitando esporádicamente Navia. En 1975 sus habitantes quisieron agradecerle la labor divulgativa nombrándole "Hijo Adoptivo". Desde este momento tanto su vida, como su obra se desdobla entre ambos lugares. Entrado el S. XXI la labor de Álvaro Delgado sigue siendo reconocida con premios y distinciones. Su obra se expone dentro y fuera de España. En el 2002 recibe la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla. En el 2003 es seleccionado por el Ministerio de Asuntos Exteriores dentro del programa “Arte español para el Exterior” y recorrerá, desde Valladolid, con su serie “¿Por qué?” varios países americanos durante el 2004: Museo Alejandro Otero de Caracas (Venezuela). Sala de Exposiciones del Malecón 2000 de Guayaquil (Ecuador); Museo Nacional de Ecuador en Quito. Y en el 2005 en Spanish Institute, Nueva York (USA). En el 2009 recibe el Homenaje a “La Antigüedad Académica” de la Real Academia de San Fernando y en el 2011 expone en la Fundación Díaz Caneja, como homenaje a este artista, compañero y amigo.

Tañedora de gaita (2013)
Cisneros (2014)

ESTILO
El centro de la obra de Delgado es el retrato, justamente la temática que aborda la presente exposición. El pintor presenta al hombre de forma individual, como reto y aventura, y de forma anónima, expresando toda su problemática, en las figuras. Álvaro Delgado renueva el tema del retrato, tradicional en el arte español, liberándole de la sumisión al modelo y de las limitaciones que imponía el ideal clásico, para centrarse en el estudio psicológico de sus personajes. En sus lienzos ha inmortalizado desde las personas más próximas, a las más altas esferas del poder.
En general, su pintura destaca por un fuerte dominio de la técnica, en la que se impone la estructura cubista, el valor gestual y la fuerza del color. Aunque Álvaro Delgado también es muy reconocido por su renovación temática, en particular la del género del retrato. Así como por su fuerte personalidad dentro de las corrientes expresionistas. Y es que en la trayectoria artística de Delgado, que se debate entre la figuración y la abstracción, el expresionismo siempre ha estado presente, tanto por su pensamiento comprometido como por su carácter vitalista.

Mendigo carolingio tocanto la armónica (1992)
El caballero (1998)
Entre 1957-1968 se acerca al expresionismo. Éste se le presenta como solución, frente al triunfo de la abstracción, permitiéndole mantenerse fiel a sus principios figurativos, enlazar con la tradición y conectar arte y vida. De 1970-1980, Álvaro Delgado alcanza su madurez estilística. Podemos hablar de expresionismo pleno, tanto en las formas como en el contenido. Gaya Nuño le incluye en la figuración desfigurada, entendiendo como tal aquella figuración que está muy próxima a la abstracción. Efectivamente, la forma de hacer deshaciendo, de dibujar pintando y pintar dibujando se impone como nota distintiva en su estilo. En los bodegones es donde mejor se aprecia la distorsión expresionista: los objetos se amontonan, se entrelazan, o se superponen, parecen perderse en un aparente caos, pero las rígidas estructuras geométricas se imponen a base de unos trazos maestros, que dirigen y ordenan la composición. Entre 1980-1987 la figuración expresionista de Álvaro Delgado pone su acento en el aspecto cromático. La gama castellana asciende hasta los tonos rojos que, colocados junto a los verdes, actúan como complementarios potenciando la luminosidad y el dramatismo. El negro se interpone entre el fondo y las figuras.
En los últimos años, Álvaro Delgado sigue tensando la cuerda de la figuración dando un paso más en su trayectoria expresionista que se manifiesta en una libertad absoluta en cuanto al uso del gesto y el color que llegan adquirir autonomía propia. El tema o el motivo pasan a un segundo plano, dejándose intuir por la carga emocional del color o el ritmo de las líneas que el artista deja reducidos a sus esencias. No obstante, también se aprecia de nuevo un deseo de regresar a formas más hechas, a una revalorización del vacío, en suma, a una depuración.

Pelayo con el Rey (2014)
Campesino estupefacto (2013)


Información de utilidad:
Sala de Exposiciones Palacio de Pimentel
Del 1 al 30 de septiembre de 2015
Calle Angustias, 44. Valladolid
Laborables de 12 a 14 h. y de 19 a 21 h. Lunes cerrado
Domingos y festivos de 12 a 14 h y de 19 a 21 h.
Visitas guiadas: Jueves, Viernes y Sábado a las 19:30 h.


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