El presente post va a tratar sobre dos bellísimos
grupos góticos de la Piedad que se conservan en la provincia vallisoletana pero
que proceden de talleres germánicos. Se trata de los conservados en el Museo
Nacional de Escultura y en la iglesia parroquial de la Visitación de Villanueva
de Duero. Diversos estudios coinciden en señalar el notable parecido de estas con las
numerosas “piedades” de fines del siglo XIV y principios del XV que se
encuentran en un área que comprende todo el este y sur de Alemania, llegando
incluso hasta la Alta Italia. A estas dos, y a manera de reseña, podemos recordar otra existente en el Museo de Arte Sacro ubicado en iglesia de Santiago de la localiad palentina de Carrión de los Condes.
Piedad. Iglesia de Santiago. Carrión de los Condes (Palencia) |
El
origen y desarrollo de este tema, tanto en sí mismo, como en relación con el de
las “bellas Madonnas”, es en la actualidad cuestión de animado debate. Las
opiniones se dividen entre los que mantiene que el lugar de origen fue Bohemia
y que los sucesores de Peter Parler crearon hacia 1380 en Praga el llamado
“estilo bello”, en el que se incluyen estas imágenes de la Piedad, llamadas
también “bellas piedades” –denominación que matiza la de “piedades
horizontales” que se les dio en principio–, y los que defienden que el centro
de producción era Salzburgo, desempeñando Viena un papel importante en el
desarrollo del género. También constituye otra cuestión polémica, el problema
de la prioridad cronológica de una imagen respecto de otras, la formación de
grupos en torno a algunas de ellas y la existencia de uno o varios talleres. Passarge
indicaba que lo característico de todas ellas es que mantienen el cadáver de
Cristo, sobre el regazo, en posición horizontal de ascenso oblicuo, el rico
plegado de los vestidos de la Virgen partiendo de las rodillas, y el rasgo
idealizador que supone la manifestación moderada de dolor. Coinciden todas
ellas en el tipo de material empleado que es caliza o arenisca. Las denomina
“piedades horizontales”. La aludida denominación de "Bellas Piedades"
hace referencia a que se trata de figuras hermosas, de delicada e intensa
expresión, envueltas en vestiduras de abundantes pliegues y decorativos ritmos
curvos a través de los que se consigue imprimir un refinado movimiento a los
cuerpos.
Piedad Křivákova. Museo Umeni Olomouc (República Checa) |
El tema de la Piedad surgió al parecer como imagen
independiente a finales del siglo XIII, los ejemplos más antiguos evidencian un
tremendo dramatismo expresado a través de rostros demacrados y anatomías
deformadas. De estas primeras representaciones se evolucionó a finales del
siglo XIV y comienzos del XV hacia un modelo mucho más dulcificado, dentro de
la corriente cortesana internacional y en concordancia con el estilo de las
llamadas "bellas Madonnas", en las que la Virgen es representada con
los rasgos de una adolescente asustada, cuya indumentaria se ordena con
elegancia como puede apreciarse en la disposición ondulada de los velos,
rematados en un característico borde rizado, y en los pliegues de los mantos
que se extienden en abanico desde ambas rodillas. Todo parece indicar que el
tema llega a la escultura castellana a través de una serie piezas cuyas
características ofrecen una evidente relación con los modelos anteriormente
señalados. El problema es delimitar si los ejemplares conservados en Castilla,
recientemente estudiados por Weniger, son obras importadas o por el contrario
pudieron ser realizadas por escultores de origen extranjero activos en España.
Por el momento y hasta que no se realicen análisis petrológicos exhaustivos, no
es posible dar una respuesta concluyente, aunque los datos que en la actualidad
se conocen parecen demostrar la utilización de un material calcáreo
extremadamente blando, muy similar al de las piedades de Bohemia. En todo caso,
lo que parece fuera de toda duda es que fueron piezas especialmente estimadas.
La propia noticia de la donación de la escultura del Museo por parte de Juan II
a la capilla fundada en el convento de San Benito de Valladolid por Sancho de
Rojas, obispo de Palencia y arzobispo de Toledo, testimonia el aprecio por la
obra del propio rey y de un alto prelado, que tuvo además un notable
protagonismo en las empresas artísticas del momento. La constancia del traslado
de Sancho de Rojas a Toledo en 1415, facilita una pauta cronológica para fechar
la pieza en los años anteriores.
PIEDAD DEL MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA (h. 1406-1415)
Esta
Piedad (87 x 78 x 44 cms.) procede del Monasterio de San Benito el Real de
Valladolid, de donde se sacó a raíz de la Desamortización. En 1851 se
encontraba ya en la capilla del Museo, concretamente en el retablo de San
Antón, de igual procedencia. Juan Agapito y Revilla fue el que la identificó
con la imagen de Nuestra Señora de las Angustias que se citaba en la antigua
documentación del Monasterio de San Benito el Real.
El
origen de esta Piedad se encuentra en una capilla del claustro, que después se
llamó de los Condes de Fuensaldaña y que fue fundada por don Sancho de Rojas
cuando era obispo de Palencia (1397-1415). Antes de ser nombrado arzobispo de
Toledo, cuya sede ocupó hasta su muerte en 1422, logró que Juan II donase una
imagen de Nuestra Señora de las Angustias y él personalmente costeó un retablo
para dicha imagen, además de hacer una capilla a los pies de la iglesia vieja.
Canesi la localizó junto al capítulo y señaló que la fecha de la fundación tuvo
que oscilar entre 1407 y 1415. En 1588 pasó esta imagen a estar colocada en el
retablo colateral de la Epístola de la nueva iglesia, dedicado a San Antonio
Abad, lo que originó un pleito en 1606 entre los patronos de la capilla de
Fuensaldaña y los monjes del convento. De allí pasó al Museo.
La composición presenta a la Virgen como una niña de
expresión tierna, asustada y llorosa, vestida con un manto de amplísimos
pliegues y un velo de borde ondulado y doblado en su caída, que se repite como
una marca en este tipo de creaciones. Es muy típica también la
manera de distribuir los pliegues de la falda de la Virgen a modo de abanico,
partiendo de cada una de las rodillas. María
sostiene en su regazo a un Cristo muerto, naturalista en su tratamiento
anatómico y rígido en su posición, siguiendo fielmente las descripciones de los
textos místicos del momento, como las célebres Revelaciones de la Virgen a
Santa Brígida de Suecia: “Cuando le
bajaron de la cruz… le cerré la boca y le arreglé los ojos. Pero sus yertos
brazos no puede doblarlos para que descansaran sobre el pecho, sino sobre el
vientre. Las rodillas tampoco pudieron extenderse, sino que quedaron dobladas
como habían estado en la cruz”. Weise no se atrevió a afirmar de una manera
rotunda que fuesen obras importadas porque, aunque le inclinaban a ello la
semejanza del plegado del ropaje y la disposición del cuerpo de Cristo sobre el
regazo de la Virgen, creía advertir algún rasgo autóctono de realismo español
en el rostro. Hay que advertir que las pequeñas diferencias que pueden
observarse en relación con algunos ejemplares austro-bohemios son perfectamente
equiparables a las que existen entre las propias esculturas conservadas en la
zona de origen.
Desde
el punto de vista cronológico, existe una perfecta correspondencia entre la
fecha que puede suponerse por comparación de su estilo con las de Austria y
Bohemia –cuyo momento de máximo esplendor está comprendido entre 1390 y 1430– y
la que aportan las noticias que de ellas se conservan, ya que, al parecer, su
colocación en la capilla debió de hacerse antes de 1415 en que Sancho de Rojas
pasó a la sede de Toledo, pero después de 1406, puesto que fue el rey Juan II
el que donó la imagen a petición del obispo.
Cuantos
han estudiado esta imagen están de acuerdo también en señalar la semejanza con
otra que se encuentra en la capilla de la Piedad de la catedral de Toledo,
fundada por el tesorero, canónigo y obrero mayor de la catedral, Alfonso
Martínez, que murió en 1456.
PIEDAD DE LA IGLESIA PARROQUIAL DE VILLANUEVA DE DUERO
La
Piedad (75,5 x 67 x 34 cms.) de Villanueva de Duero se encuentra ubicada en el
retablo colateral de la Epístola. Era la titular de la Cartuja de Aniago, de
donde pasó a la iglesia de Villanueva a consecuencia de la Desamortización. La historia de la imagen está relacionada con la del
Convento. Se sabe que el lugar de Aniago perteneció a principios del siglo XV a
Valladolid y que don Juan de Cepeda, obispo de Segovia y Chanciller Mayor de la
reina doña Catalina, madre y tutora de Juan II, deseando implantar allí el
oficio gótico, que ahora llaman mozárabe, lo compró en 1409. Comenzó este
Obispo a levantar la iglesia, de la cual no dejó acabada más que la capilla
mayor, y en ella hizo un altar de madera donde puso la imagen de Nuestra
Señora, “que es la Quinta Angustia”,
imagen de grandísima devoción regalada por el rey de Aragón don Fernando de
Antequera al referido obispo Vázquez de Cepeda para el monasterio-hospital que
había fundado en el lugar de Aniago, convertido tras su muerte en cartuja. Las
obras de la iglesia y claustro se comenzaron en 1425 y pocos años más tarde,
con la protección real quedó totalmente terminada la iglesia.
La
imagen, realiza en arenisca policromada, es un poco más pequeña que la del
Museo de Escultura y sus características se acomodan también a las llamadas
“bellas piedades” austro-bohemias. Sin embargo, como observa Matthias Weniger,
sus características no encajan por completo con lo que se conoce con la
producción centroeuropea, si bien la Piedad de Villanueva es la más
cercana a los citados modelos.
Coincide
con la del Museo Nacional de Escultura, en la posición de la mano derecha sobre
el antebrazo de Cristo, pero desde el punto de vista del estilo ambas imágenes
son diferentes, pudiendo establecerse entre ellas disparidades semejantes a las
que se aprecian entre las esculturas que se localizan actualmente en Alemania,
Austria o la República Checa. La cronología que sugieren
las fechas de la compra de terrenos y del reinado de Fernando de Aragón para la
Piedad de Villanueva de Duero, viene a coincidir con la aportada por las
noticias del convento de San Benito. Gracias a una reciente restauración se puede apreciar en toda su calidad la
policromía original, incluidas las gruesas gotas de sangre caídas sobre la
cabeza y los hombros de la Virgen. Se enlaza así con la devoción por la sangre
de Cristo, símbolo de la redención del hombre, que adquirió gran difusión a partir
del siglo XIV.
BIBLIOGRAFÍA
- ARA GIL, Clementina Julia: Escultura gótica en Valladolid y su provincia, Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1977.
- HERNÁNDEZ REDONDO, José Ignacio: “Piedad”. En VV.AA.: Las Edades del Hombre. Passio, Fundación Las Edades del Hombre, Valladolid, 2011, p. 254.
- WEB DEL MNE: museoescultura.mcu.es
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