Pocas veces
una exposición logra unir tan íntimamente a dos genios separados por un lapso
de tiempo tan grande, casi dos siglos. Pues bien, la muestra "Goya y Dalí.
Capricho surrealista" lo consigue. Entre el 6 de abril y el 29 de mayo se
está celebrando en la Sala de Exposiciones de Las Francesas una exposición en
la que se contraponen los archiconocidos "Caprichos" de Francisco de
Goya con las reinterpretaciones que hizo de ellos Salvador Dalí, ese loco
genial.
Dalí
admiraba tanto a Goya que decidió hacer una reinterpretación surrealista de sus
“Caprichos”. Así, entre los años 1973-1977, realiza réplicas exactas de los grabados
del aragonés mediante la técnica del heliograbado, y los modifica, añadiéndoles
color y elementos típicamente dalinianos, fácilmente reconocibles, como son los
relojes blandos, la perspectiva profunda o las escenas sexuales. De esta
manera, y según la comisaria de la exposición, da lugar “a un viraje en el matiz de la obra de la crítica al surrealismo”. Además,
cambió el titulo de los grabados para darles un nuevo significado. ¿De todos
los grabados? No, no modificó todos los títulos, respetó el
"Capricho" número 43, "El
sueño de la razón produce monstruos", dado que esta estampa es
considerada un antecedente del surrealismo.
Como
acertadamente expresa la comisaria de la exposición, “La muestra recoge la serie completa de Los Caprichos reinterpretados
por Salvador Dalí y, junto a algunos de ellos, se encuentra el original de
Francisco de Goya, permitiendo así una comparativa paralela del arte de los dos
maestros. Asimismo, junto a cada una de las estampas se observa también el
comentario en forma de leyenda que el propio Goya grabó al pie de los
originales para facilitar la comprensión de los mensajes visuales, haciéndonos
disfrutar así de interpretación más personal y definidora de tal novedad
pictórica”. Continúa explicando que Dalí “utilizó esta serie para introducir referencias de su visión de otros
pintores, como Cézanne, Millet y Velázquez; y también de su interés por
descubrimientos del siglo XX, como la mecánica cuántica”. “Una doble lectura, un doble diálogo”.
Pero, ¿sabemos
bien que son los “Caprichos” de Goya? Pues bien, los “Caprichos” es una serie
de grabados, la primera de todas las que llevó a cabo el pintor aragonés, que
consta de 80 láminas realizadas entre 1796-1799 y que representa una sátira de
la sociedad española, especialmente de la nobleza y del clero, de finales del
siglo XVIII. En el año 1799 decide poner a la venta la colección de ochenta
estampas y para ello las anuncia en el ejemplar del Diario de Madrid del miércoles 6 de
febrero de 1799. Goya titula esa serie de grabados Colección de estampas de asuntos caprichosos, inventadas y grabadas al
aguafuerte, y explica que con ellas se ha propuesto censurar los errores y
vicios humanos, que hasta entonces había sido el objeto peculiar de la poesía o
de la elocuencia. El anuncio ocupaba toda la primera plana y diez líneas más de
la segunda del Diario, anuncio desde
luego importante, y termina con los detalles concretos de la venta: “se vende en la calle de Desengaño, nº 1
tienda de perfumes y licores, pagando por cada colección de á 80 estampas 325
rs. Vn.”. El precio era el corriente de cuatro reales por grabado, pero las
estampas solían venderse en las librerías o en la Real Calcografía establecida
en la misma Imprenda Real; Goya, por lo visto, no quería perder de vista las
suyas y las ofrecería a la venta en la indicada tienda de perfumes y licores
por encontrarse ésta al lado de su casa, en la calle de Valverde, número 15. Con
las mismas indicaciones volvió a aparecer el Anuncio, bastante abreviado, en la
Gazeta de Madrid del 19 de febrero. Solo estuvo
a la venta 14 días. En 1803, por temor de que los Caprichos cayeran en manos
extranjeras, decidió ofrecer las planchas y los 240 ejemplares disponibles al
rey, con destino a la Real Calcografía, a cambio de una pensión vitalicia de 12.000
reales anuales para su hijo Javier.
Para conocer
la génesis de los Caprichos es preciso remontarse unos años, concretamente a la
década de 1780, en la cual Goya comenzó a relacionarse con algunos de los más
importantes intelectuales del país, Gaspar Melchor de Jovellanos, Juan Meléndez Valdés, Leandro Fernández de Moratín y Juan Agustín Ceán Bermúdez que lo
introdujeron en los ideales de la Ilustración.
Compartió con ellos la oposición al fanatismo religioso, a la superstición, a
la Inquisición y a algunas órdenes religiosas. Pretendían leyes más justas y un sistema
educativo acorde con el individuo. Todo ello lo criticó humorísticamente y sin
piedad en estas láminas. Consciente del riesgo que asumía y para protegerse,
dotó a algunas de sus estampas con rótulos imprecisos, sobre todo las sátiras
de la aristocracia y del clero. También diluyó el mensaje ordenando
ilógicamente los grabados. De todas formas, sus contemporáneos entendieron en
los grabados, incluso en los más ambiguos, una sátira directa a su sociedad y
también a personajes concretos, este último aspecto el artista siempre lo
rechazó.
Por
“asuntos caprichosos”, Goya quería decir asuntos inventados por la fantasía, o
sea, por el capricho, y no copiados ni de la naturaleza ni de otras obras, e
insiste en que él “ha tenido que exponer
a los ojos formas y actitudes que sólo han existido hasta ahora en la mente
humana, oscurecida y confusa por la falta de ilustración o acalorada con el
desenfreno de las pasiones”. Goya pretende, pues, presentar al público una
serie de ochenta estampas originales, más o menos fantásticas, en las cuales
ridiculiza los errores humanos comunes en toda sociedad y consagrados por “la autoridad, la ignorancia o el interés”.
Al declarar su propósito de censurar errores y vicios humanos, Goya repite lo
que siempre han declarado los escritores satíricos y cómicos, a saber, que sus
composiciones no ridiculizaban los defectos particulares de uno u otro
individuo, puesto que “la pintura (como
la poesía) escoge en lo universal lo que
juzga más a propósito para sus fines: reúne en un solo personaje fantástico
circunstancias y caracteres que la naturaleza presenta repartidos en muchos…”.
Los
Caprichos, que fueron realizados mediante una técnica mixta de aguafuerte, aguatina y retoques de punta seca, carecen de una estructura
organizada y coherente, pero posee importantes núcleos temáticos. Los temas más
numerosos son: la superstición en torno a las brujas,
que le sirve para de forma tragicómica expresar sus ideas sobre el mal; la vida
y el comportamiento de los frailes; la sátira erótica que relaciona con la prostitución y el papel de la celestina; y en menor número la sátira social de los matrimonios
desiguales, de la educación de los niños, de la Inquisición. Algunos
Caprichos satirizan vicios
universales como la borrachera y la gula, la ociosidad o la lujuria, la vanidad
o la hipocresía por medio de escenas o acciones reales o posibles en la
actualidad; otros versan sobre tópicos del momento, la defectuosa educación de
los niños o los perjuicios que resultan de la ignorancia y la superstición;
pero todos ellos están concebidos desde el mismo punto de vista ilustrado, es
decir, como aberraciones o enfermedades de la razón humana que se pueden y se
deben corregir y desterrar. Goya se limitó a mostrar escenas tenebrosas
aparentemente cotidianas ideadas en unos escenarios extraños e irreales.
Prácticamente
en la primera mitad presentó sus grabados más realistas y satíricos criticando
el comportamiento de los seres humanos desde el prisma de la razón. En la
segunda parte muestra grabados fantásticos donde abandonó el punto de vista
racional y siguiendo la lógica del absurdo pintó visiones delirantes con seres
extraños. El grupo más original donde la fantasía goyesca alcanzó la máxima
expresión con las invenciones más desbordantes se conoce como Brujerías o
Sueños.
En la
primera parte, uno de los grupos más numeroso y más autobiográfico es el
dedicado a la sátira erótica. El amargo desengaño amoroso con la duquesa de Alba está planteado en varias estampas donde principalmente critica
la inconstancia de la mujer en el amor y su impiedad con los amantes. La
feminidad es planteada como señuelo donde la dama seduce sin comprometer su
corazón. Además y como contrapunto aparece en segundo plano la confidente y
guía de la amores femeninos, la vieja celestina.
Un segundo
grupo critica los convencionalismos sociales, Goya lo hace deformando hasta la
exageración los rasgos de los que encarnan los vicios y torpezas humanas. La
contemplación de estos individuos no ofrece lugar a dudas, la ferocidad con que
están presentados nos lleva de forma irremediable a condenarlos sin remisión.
En las imágenes que se presentan a continuación se critican los matrimonios de
conveniencias y la lascivia masculina.
BIBLIOGRAFÍA
- HELMAN, Edith: Los “Caprichos” de Goya, Salvat, Barcelona, 1971.
- http://www.eldiario.es/cultura/Caprichos-Goya-reinterpretacion-Dali-primera_0_463354324.html
- http://www.realacademiabellasartessanfernando.com/es/goya/goya-en-la-calcografia-nacional/caprichos/
- https://es.wikipedia.org/wiki/Los_caprichos
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