Es
una novedad crucial: entre el Renacimiento y la Ilustración va a emerger una
"civilización del cuerpo" que ordena el pensamiento, atraviesa las
ciencias, golpea los sentidos, se expresa en imágenes violentas o sensuales, e inventa,
con ello, un nuevo espacio de sensibilidad y saber. En el curso de estos años,
el cuerpo se apodera del escenario de la imaginación artística para quedarse
largo tiempo, en una trayectoria dinámica de apasionantes cambios y
evoluciones.
La
exposición exhibe la inmensa riqueza formal e imaginativa del tema a través de
sus múltiples facetas: la componente estética de los tratados anatómicos de los
artistas; las conjeturas sobre las proporciones ideales de la figura; el
influjo de la estatuaria clásica; la teatralización corporal de las pasiones;
la relación entre el desnudo y lo sagrado; el uso contrarreformista del imaginario
anatómico como estímulo de la devoción del creyente; la excepcionalidad de la
corporeidad femenina asociada a la reproducción y su deslizamiento hacia una
observación erótica; el nacimiento del hombre-máquina, o, finalmente, el lazo
entre color pictórico y apoteosis de la carne.
La
exposición reúne casi un centenar de obras maestra: esculturas, dibujos,
tratados anatómicos, cartillas de dibujo, reliquias, muñecos artísticos,
fragmentos de retablo, estudios fisionómicos, vaciados en escayola o figuras articuladas.
Los autores seleccionados -Ribera, Valverde de Amusco, Juan de Arfe, Becerra, Silveira,
Crisóstomo Martínez, Maíno, Pedro de Mena, Berruguete o Juan de Juni- prueban
el arraigo en España de este fenómeno, si bien se da voz a las relaciones con
otros focos inspiradores, como el italiano o el flamenco -Vesalio, Bandinelli,
Tintoretto, Veronese-, y a artistas extranjeros presentes en las colecciones
reales españolas, como Cambiaso o Rubens.
La
exposición se mantendrá abierta en la sede del Palacio de Villena hasta el 4 de
noviembre en horario de:
- Martes
a viernes: de 11 a 14 h. y de 16.30 a 19.30 h.
- Sábados:
de 11 a 14 h. y de 16.30 a 21 h.
- Domingos:
de 11 a 14 h.
A
continuación veremos, a través de los paneles de la exposición, las diferentes
secciones de la misma:
Desnudos,
anatomía, pasiones
Ningún
problema ha ocupado tanto el arte occidental como el cuerpo. Pero fue entre el
Renacimiento y la Ilustración cuando este “objeto” experimentó una mutación
decisiva, un proceso de invención acorde con
la visión humanista y moderna del mundo. Bajo el lema “conócete a ti mismo”, la
nueva cultura descubrió en lo humano un espectáculo inagotable, amparado por la
ética de la dignidad personal y la libertad de pensamiento.
Las
artes afrontaron este desafío con audacia e imaginación, conjugando sus
búsquedas con las propuestas de los geómetras, las lecturas de los clásicos y
de los filósofos de la naturaleza y los hallazgos de la anatomía. Compartían
todos ellos la preeminencia de la observación, de la mirada, de la experiencia,
de los sentidos.
Nace
así una “civilización del cuerpo”, muy firme y optimista, sí, pero atravesada
de espinosas dudas morales y de paradojas: una civilización que trata con
muertos para poder dar forma a los vivos, que convierte la energía vital en una
fórmula matemática, que castiga el cuerpo para glorificarlo, que mezcla ciencia
y crimen, que funde erotismo y disección anatómica, que se adentra en el
incontrolable mundo de las pasiones para legislar sus gestos.
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PETER PAUL RUBENS. La Fortuna (ca. 1636-1638) |
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ALBERTO DURERO. Maniquí articulado (ca. 1525) |
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BARTOLOMEO PASSEROTTI. Lección de anatomía (ca. 1550-1592) |
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ALONSO CANO. San Juan de Dios (1652-1658) |
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ALONSO BERRUGUETE. San Sebastián (1629-1632) |
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JAN MASSYS. Casta Susana (ca. 1535-1545) |
Cuerpos
en el taller del artista
Así
como durante las centurias precedentes, los cuerpos representados en las artes
parecían carecer de huesos, de carne y piel, desde los inicios del siglo XV
-cuando todos los saberes partieron en busca de la naturaleza-, se despertó
entre los artistas una insaciable curiosidad por el cuerpo humano. Ello
requería rescatar a su oficio de la visión artesanal y mecánica, modernizar su
formulación y su trabajo en el taller y fundar su oficio sobre bases más
intelectuales y ambiciosas.
Con
este bagaje convirtieron a la figura humana en su obsesión. No sólo se
interesaron por su apariencia exterior, sino también por lo que se adivina bajo
la piel: la disposición de huesos, músculos y nervios. Para ello, ampliaron su
campo de observación y se empaparon de saberes de alto nivel: la ciencia del
dibujo y el canon de las estatuas antiguas; la historia, la geometría y la
observación de la naturaleza; y, sobre todo, la anatomía y la práctica de la
disección.
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ESCUELA DE MIGUEL ÁNGEL. Estudios anatómicos (siglo XVI) |
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DIEGO DE SILOE. Cristo atado a la columna (ca. 1530) |
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TALLER MADRILEÑO. Cristo atado a la columna (segunda mitad del siglo XVII) |
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CORNELIS CORT. La práctica de las Artes (1573) |
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ALBERTO DURERO. De symetria partium in rectis formis humanorum corporum (1534) |
La
anatomía y su sombra
Las
célebres disecciones anatómicas de Vesalio inauguraron la fascinación por el
cuerpo humano, que se instaló en el corazón mismo del conocimiento y adquirió
una visibilidad inédita. No se insistirá bastante en la estrecha relación entre
las artes figurativas y las ciencias de la observación, como la anatomía, que
construyen entre ambas una “cultura de la mirada” sin precedentes. Ahora bien,
la anatomía escapaba a las categorías comunes del saber. Era la práctica
científica más inquietante. Aunque estudiaba un objeto biológico primordial, el
ser humano, su adentramiento en el organismo conducía a una fábrica íntima,
llena de sensaciones confusas e intrigantes. Hendir el cuerpo y excavar en él
era (y sigue siendo) un acto cruel, grave y penoso, del que ninguno, actores o
espectadores, salía indemne. Por ello, tuvo siempre un estatuto muy singular,
hecho de misterio y audacia.
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ANÓNIMO NAPOLITANO. Martirio de San Bartolomé (primera mitad del siglo XVIII) |
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ANÓNIMO, DISCÍPULO DE MIGUEL ÁNGEL. La Flagelación (siglo XVI) |
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PIERRE II PONCET. Retrato del anatomista Vesalio (1645) |
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BARTOLOMEO SUARDI "BRAMANTINO". Cristo Resucitado (ca. 1490) |
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FELIPE GIL DE MENA. Martirio de fray Juan Bautista Inglés (1646) |
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ISIDRO DE VILLOLDO. Milagro de los santos Cosme y Damián (ca. 1547) |
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JOSÉ DE RIBERA. La Piedad (1633) |
Hombres
en acción, cuerpos-máquina
¿Qué
nos lleva a echar a correr, a girar la cabeza, a estirar un brazo? Aristóteles
explicaba así el origen del movimiento: “Los hombres se mueven porque
experimentan cambios en su fantasía”. Es decir, el motor que moviliza a los
individuos es el deseo, un impulso que les obliga a salir de sí mismos y
ponerse en acción.
Por
eso, las palabras “movimiento” y “emoción” tienen la misma raíz: emovere, en
latín. Esta es la verdad más natural de los cuerpos: moverse, “e-mocionarse”.
Alberti aconsejaba a los artistas que diesen diversidad a las composiciones de
figuras, para lograr un arte agradable a los ojos. Para ello, es crucial que el
cuerpo tenga una estructura interna articulada. Como dirá Vesalio, “es una gran
ventaja para el hombre estar formado por numerosos huesos”.
Avanzado
el siglo XVII, la explicación del movimiento cambió y empezó a verse desde una
perspectiva mecánica. Solo se podía explicar el cuerpo si se concebía como un
reloj. Esta teoría, formulada por Descartes, veía el organismo humano y todo su
funcionamiento como una máquina moviente. Y esta idea fascinará tanto al arte
como a las ciencias.
La
Edad de Oro de los autómatas. La idea de máquina moviente fascina en el siglo
XVIII. Los filósofos indagan la diferencia entre las máquinas y los seres
vivos. Es la edad de oro de los autómatas, en la que la mecánica se combina con
el arte y la escultura.
El
relojero suizo Jaquet-Droz fabricó un niño escritor que, bajo su elegante
levita, oculta más de tres mil piezas minúsculas, encajadas en su propio
cuerpo.
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BENITO SILVEIRA. San Antonio Abad (segunda mitad del siglo XVIII) |
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ANÓNIMO ROMANISTA. Liberación de San Pedro (ca. 1575-1600) |
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ALESSANDRO ALLORI. El Descendimiento (ca. 1550) |
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ANTONIO POLLAIUOLO. Combate de hombres desnudos (ca. 1470-1480) |
El
gran teatro de las emociones
Desde
mediados del siglo XVI, gana terreno el poderoso mundo de los afectos. No
bastaba con tener las riendas de un cuerpo físicamente “conseguido”. Y,
enseguida, la llegada del siglo barroco traerá consigo una mayor conciencia de
la vida y un “nerviosismo espiritual” sin precedentes.
Es
el cuerpo el que da cuenta de lo que sucede en el alma, actuando como el
“espejo de los sentimientos”. La relación de cada individuo con su emoción se
localiza en partes físicas, de modo que, a través de las facciones del rostro,
de los gestos de las manos, de las posturas y ademanes, sabemos lo que el alma
siente: ira, miedo, arrobo, alegría, celos.
Para
enriquecer esta expresividad corporal, las artes visuales potenciaron los
recursos más dramáticos de su oficio -una luz sabiamente dirigida o una mancha
intensa de color-, pero también se sirvieron de otras artes: del teatro y su
fuerza elocuente, o de la oratoria y su expresión en púlpitos y en cátedras.
Bajo
el ímpetu contrarreformista, la Iglesia se adentró por esa brecha y ocupó con
gran empeño el territorio de los sentimientos, convirtiendo al cuerpo en un
depósito de emociones y mensajes espirituales, teñidos de ambigüedad.
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PEDRO DE MENA. Virgen Dolorosa (segunda mitad del siglo XVII) |
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PEDRO ROLDÁN. Cabeza de apóstol (último tercio del siglo XVII) |
La
fascinación por el cuerpo herido
Las
artes figurativas tejieron una intensa alianza entre el cuerpo, lo sagrado y la
violencia. Es una paradójica relación del cristianismo con el cuerpo, la
desnudez sirvió doblemente como himno al hombre en tanto que criatura divina y
como un territorio de la culpa. Cristo, en su agonía y muerte en la cruz,
constituye la cima de la desnudez sagrada. Pero es también la belleza varonil
en su mejor expresión. Él personifica el enigma del cristianismo, la
Encarnación -la voluntad de Dios de hacerse “carne”-, un misterio que suscita
en el creyente una intensa pasión por su inmolación física, que siempre ofrece
una nota de espectacularidad.
Esta
fascinación por el cuerpo abierto se extiende a héroes, figuras bíblicas o
mártires cristianos. El arte recrea suplicios sangrientos, carnes mortificadas,
suicidios y éxtasis. El saber anatómico le ayudará a concretar los signos del
dolor. De entre todas las formas de violencia, el ritual de la decapitación
causa el máximo horror, pero también una atracción inconfesable.
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JUAN DE VALDÉS LEAL. Cabeza de San Juan Bautista (s/f) |
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FRANCISCO DE ZURBARÁN. Paño de la Verónica (1658) |
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JUAN ALONSO DE VILLABRILLE Y RON. Cabeza de San Pablo (1707) |
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LUCA GIORDANO: David con la cabeza de Goliat (segunda mitad del siglo XVII) |
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JOSÉ DE RIBERA. San Sebastián asistido por Santa Irene y su criada (ca. 1630-1640) |
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PEDRO DE MENA. Ecce Homo (ca. 1673) |
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CARLETTO VERONESE. Santa Águeda (1590-1593) |
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FRANCESCO DEL CAIRO. Muerte de Lucrecia (mediados del siglo XVII) |
Carnosità:
figuras de la plenitud
La
palabra italiana carnosità
define la materialidad de la carne, la morbidez de una silueta, la encarnadura
de un cuerpo, la plenitud de un fruto. En su significado artístico, se mezclan
la propia carne, las sutilezas del color, la sensualización erótica, la
jugosidad táctil de la pintura, las formas de la carnosidad escultórica.
Por
extensión y paralelamente, enlaza con la excepcionalidad
del cuerpo femenino, asociado con la procreación y su deslizamiento hacia una
mirada erótica, una asociación que se advierte también en los anatomistas que
diluyen la frontera entre concupiscencia y disección.
En
pintura, fue la revolución veneciana del siglo XVI -encabezada por Tiziano y
ampliamente seguida en el Barroco- la que inauguró la afinidad natural entre
femineidad y exaltación de la carne. Una clave de este giro fue el color, esa
“pequeña insurrección”, hasta entonces relegada a un segundo plano y
considerada un foco de desorden para el arte. Pero artistas como Rubens
convirtieron el color en un lugar privilegiado para el encuentro entre la
estética y la seducción, y les permitió apropiarse de la voluptuosidad carnal,
hasta entonces sublimada.
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ESCUELA CASTELLANA. La Visitación de la Virgen a Santa Isabel (segunda mitad del siglo XV) |
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PETER PAUL RUBENS. Demócrito y Heráclito (1603) |
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JUAN DE JUNI. Busto de Santa Ana (ca. 1540-1545) |
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DOMENICO TINTORETTO. Dama descubriendo el seno (ca. 1580-1590) |
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ARTEMISIA GENTILESCHI. Alegoría de la Pintura (ca. 1630-1640) |
Goya,
punto y aparte
Este
viaje artístico concluye en Gota, estación final en el intenso proceso de la
construcción moderna del cuerpo. El arte emprende ahora un rumbo distinto que
demuestra cuánto de conseguido y útil fue el empleo de la Era Moderna y cuánto
tuvo de artificio y necesidad histórica. Al arte que se vislumbra con Goya no
le servirán, como lo hicieron antaño, ni el dogma anatómico, ni el temperamento
humano, ni la codificación de las pasiones. El largo ciclo de la “invención
corporal” empieza a desvanecerse e inicia una historia distinta. El cuerpo
entendido al modo clásico pierde la primacía de que había gozado hasta
entonces. Goya introduce un punto y aparte. Con él, se abre una puerta a otro mundo.
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FRANCISCO DE GOYA. Magdalena penitente (ca. 1797-1800) |
Un reportaje espléndido que invita a acercarse y a degustar la exposición. Enhorabuena por este buen trabajo que, ante todo, es un buen estimulante para visitar esta exposición temporal. Muy completo. Enhorabuena.
ResponderEliminarMil gracias, estupendo acicate para visitar y recordar la exposición. Tengo una duda: ¿sabes a qué museo pertenece el "David con la cabeza de Goliat" de Giordano? Creo que en la cartela señalaban que pertenecía al propio Museo Nacional de Escultura (o que estaba depositado en él), pero ahora, consultando el catálogo del MNE y del Prado, no encuentro ninguna referencia y no sé si me falla la memoria. Mil gracias por adelantado.
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