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lunes, 6 de marzo de 2017

ORAZIO BORGIANNI. El "Caravaggismo" en Valladolid


En Valladolid se conserva, según dijera el gran investigador de la pintura barroca española Alfonso Emilio Pérez Sánchez, “el más importante conjunto de pintura italiana de comienzos del siglo XVII conservado en nuestra patria”. Y, no, en esta ocasión no nos estamos refiriendo a la magníficacolección de pintura barroca toscana que se guarda en el Convento de las Descalzas Reales, sino a los fantásticos lienzos que realizara el excelente pintor tenebrista italiano Orazio Borgianni (1578-1616) para el Convento de Porta Coeli. Sabemos que don Rodrigo Calderón se los encargó a Borgianni en torno a 1611 a través de don Francisco de Castro, duque de Taurisano, y embajador español en Roma entre 1609-1616. El propio Francisco de Castro, y su secretario, Juan de Lezcano, también poseyeron algunas pinturas de Borgianni, lo que lleva a pensar en el éxito que tuvo el romano entre los españoles asentados en la Ciudad Eterna.
Don Rodrigo Calderón, a la sazón Marqués de Siete Iglesias, quiso dotar a “su templo” de las mejores obras de arte posibles. Y desde luego lo consiguió, si hay una iglesia medio italiana en Valladolid es la de Porta Coeli, su interior es fastuoso. Aunque fundado en 1603 por doña Mariana de Paz, viuda del regidor don Juan Bautista Gallo, bajo la Regla de San Francisco, cuando ésta cedió la fundación y patronato perpetuo del convento a don Rodrigo Calderón, éste pasó a seguir la Orden de Santo Domingo, previos breves firmados por el Papa en 1608 y 1609. Don Rodrigo no era un cualquier, su padre, don Francisco Calderón, fue capitán en los tercios de Flandes. El futuro Marqués de Siete Iglesias nació el 18 de julio de 1578 en Amberes. Al poco de nacer, sus padres regresaron a España, concretamente a Valladolid, ciudad en la que pasaría buena parte de su niñez e infancia. En 1591 cursó estudios de Gramática en la Universidad, pero a los trece años se trasladó a Madrid para formar parte del servicio de don Francisco Gómez de Sandoval, Marqués de Denia. Fallecido Felipe II en 1598, al erigirse en sucesor Felipe III, el Marqués de Denia afianzaría su posición, logrando el valimiento único del monarca. De esta suerte don Rodrigo pasaría a ser un satélite de su política. En 1599 don Francisco Gómez de Sandoval obtenía el título de Duque de Lerma. Seguidamente iniciaría su política de trasladar la Corte de Madrid a Valladolid. Los intereses personales del Duque de Lerma y de los Calderón impulsarían este objetivo, que se convirtió en realidad el año 1601. Don Rodrigo Calderón hizo de Valladolid asiento de su política, dado el arraigo familiar, y de Porta Coeli su panteón familiar y todo un centro de arte cortesano.

¿GREGORIO FERNÁNDEZ?. Esculturas funerarias de Don Rodrigo Calderón y su esposa
PEDRO PABLO RUBENS. Don Rodrigo Calderón
Cuando se realizó la definitiva fundación del convento, el 6 de mayo de 1615, don Rodrigo hizo entrega de “las casas e iglesias nueva que para este efecto ha edificado desde sus cimientos (…) a su propia costa y de todos los retablos de piedra y pinturas que están en la dicha iglesia, y de las tapicerías y ornamentos (…) que están en la sacristía, candeleros de plata, cristal, bronce y ébano y otros muchos ornamentos y aderezos de altar y coro que hasta ahora su señoría les tiene entregados y de todas las pinturas e imágenes que están por todo el dicho convento, y de las piedras de jaspes y mármoles”. La generosidad de don Rodrigo no quedó ahí, puesto que también concedió al convento 3.600 ducados de renta perpetua al año.
Una vez realizada una breve semblanza del patrón que hizo posible este trocito de Roma en Valladolid, volveremos a los cuadros que nos ocupan. Las pinturas las hallamos distribuidas en los tres retablos (mayor y colaterales) que posee el templo dominico, los cuales fueron llevados a cabo en mármol de Extremoz por el ensamblador vallisoletano Juan de Muniátegui, quien en su testamento otorgado el 7 de mayo de 1612 refiere que aún se le debían 280 reales de resto “de los retablos de Portaceli”. 

El retablo mayor, al igual que los colaterales, constituyen toda una excepción en el mundo vallisoletano puesto que, si aquí solía tratarse de retablos realizados en madera y donde la escultura tenía un papel principal, este de Porta Coeli es todo lo contrario: está realizado en materiales nobles, mármoles de diferentes colores, y además su tema principal es una gran pala de altar, a la manera de la Corte y de Italia. El retablo se distribuye en un banco, en el que aparecen cuatro pequeñas pinturas en los netos (la Visitación, la Inmaculada, los Desposorios, y la Huida a Egipto), que seguramente fueron realizados por un pintor vallisoletano, así como sendos escudos en mármol del Marqués de Siete Iglesias en los extremos; un cuerpo con tres calles, las laterales con dos pisos con un total de cuatro esculturas de santos dominicos, y en la central una gran pintura de Orazio Borgianni ilustrando la Asunción de la Virgen (350 x 200 cm). Ya en el ático campea un gran grupo del Calvario en escultura en la hornacina principal, y a los lados otras dos pinturas de Borgianni: la Anunciación y el Nacimiento de la Virgen.

La Asunción
La Anunciación
El Nacimiento de la Virgen
Pasando a los retablos colaterales, el de la izquierda está dedicado a San Francisco y el de la derecha a Santo Domingo. Aunque puede llegar a sorprender la presencia de un retablo dedicado al fundador de los franciscanos no es nada extraordinario, y además hemos de tener en cuenta que en un principio el convento estuvo sujeto a la Orden de San Francisco. Aunque los llamamos retablos, su parte arquitectónica no pasa de ser el mero encuadramiento de los dos lienzos que componen cada una de las dos máquinas. El de San Francisco nos presenta en su pala central a San Francisco recibiendo los Estigmas (311 x 200 cm), y en la superior, de menor tamaño la Circuncisión. Mientras tanto, en el de Santo Domingo observamos a la Virgen entregando el rosario a Santo Domingo (311 x 200 cm.), y en el ático la Presentación de la Virgen en el templo.

San Francisco recibiendo los estigmas
La Circuncisión
Retablo de Santo Domingo
La Virgen entregando el Rosario a Santo Domingo
La Presentación de la Virgen en el templo
Hay otra obra en el convento que ha sido relacionada con Borgianni, y más concretamente con su círculo. Se trata de una gigantesca Anunciación que se conserva en la escalera del cenobio y que ya figuraba en la entrega de bienes que realizó don Rodrigo en 1616.

La Anunciación
Pero, ¿quién fue Borgianni?. Orazio Borgianni (1578-1616) fue uno de los pintores de mayor relumbrón que trabajaron en la Ciudad Eterna durante el paso del siglo XVI al XVII. Aunque formado en el manierismo romano, la influencia que ejercería sobre él la estancia de Caravaggio en Roma entre 1591-1606, resultaría decisiva para que tomara para sí el tenebrismo caravaggesco. Ese cambio del manierismo al naturalismo caravaggesco se nota especialmente a partir de 1604. En 1593 consta su presencia en Sicilia, donde firmó su primera obra documentada: San Gregorio en su estudio de Catania. Borgianni vino a España en dos ocasiones: la primera entre 1598-1603, y la segunda entre 1605-1607. La primera vez que vino, atraído por la prodigalidad de Felipe II hacia los italianos en la decoración del Monasterio de El Escorial, fue en compañía de un grupo de pintores que tenían intención de hacer fortuna y regresar después a su país de origen. Junto a Cavarozzi y Nardi, forma la tríada de artistas italianos relevantes que vinieron a España y afianzaron la relación de la pintura española con la italiana del momento. Borgianni, al contrario que el longevo Nardi, no se asentó en España de manera definitiva. Durante esta etapa tuvo la oportunidad de estudiar la obra de El Greco y de los maestros venecianos Tiziano, Tintoretto y los Bassano. En junio de 1603, junto con Patricio Cajés, Antonio Ricci y otros pintores madrileños solicitó al rey licencia para redactar las ordenanzas de la academia de pintura que se proponían crear en Madrid para “aumento de dicho arte y porque hay muchos daños que remediar”. También junto a Cajés figuró en 1603 como tasador de los bienes del Marqués de Poza. Durante estos momentos su estilo aún estaba impregnado de un tardo manierismo no distante del de El Greco.

¿Autorretrato?. Museo del Prado

San Gregorio en su estudio de Catania
San Cristóbal. Museo del Prado
San Francisco recibiendo los estigmas. Museo del Prado
Tras regresar a Roma en 1603 entró en contacto con la pintura caravaggesca, solo así se explica que durante su segunda etapa española (1605-1607) demostrara conocer perfectamente los modos y maneras de Caravaggio. De este periodo destacan, según Alfonso Pérez Sánchez y Benito Navarrete, obras tan expresivas y avanzadas en la estética naturalista como el San Cristóbal de la iglesia de Gelves (Sevilla), el Santo Domingo penitente de colección particular madrileña, el San Francisco, adquirido por el Museo del Prado, o el soberbio David y Goliat de la Academia de San Fernando. Tras regresar a Roma en 1605 no perdió la clientela española, de hecho, en 1611 fue cuando don Rodrigo Calderón le encargó las pinturas para los retablos de su fundación de Porta Coeli. Señala la web del Museo del Prado que la figura de Borgianni “es esencial como puente de unión entre las novedades del naturalismo tenebrista italiano y la evolución en ese sentido de la pintura española del siglo XVII”. Su estilo en estos momentos destacaba por un intenso caravaggismo, así como por su adhesión al natural y su interés por la iluminación tenebrista, fuertemente contrastada y procedente de un intenso foco de luz, exterior generalmente al cuadro e invisible para el espectador. Asimismo, sus composiciones están realizadas con colores cálidos y tipos humanos no idealizados.

San Carlos Borromeo. Chiesa di San Carlo alle Quattro Fontante. Roma
San Carlos Borromeo
Cristo Crucificado (h. 1600). Museo de Cádiz
El hecho de poseer numerosos contactos con la clientela española favoreció la llegada de gran cantidad de pinturas de Borgianni a España. Así, podemos reseñar el supuesto Autorretrato conservado en el Museo del Prado, institución que también posee los estupendos lienzos de San Cristóbal y San Francisco recibiendo los estigmas (hacia 1605); el Cristo Crucificado (hacia 1600) del Museo de Cádiz; el Descanso en la huida a Egipto del Museo de Jaén; o el David y Goliat del Museo de la Real Academia de San Fernando de Madrid, el cual viene a representar, por su iluminación tenebrista, el punto máximo de la influencia de Caravaggio en la pintura de Borgianni.
También merecen destacarse las dos versiones de San Carlos Borromeo, una de ella conservada en la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane (1611-1612), o las dos obras expuestas en la Galleria Nazionale d´Arte Antica de Roma: un Autorretrato (1615) y la Sagrada Familia (hacia 1615).

Autorretrato (1615). Galleria Nazionale d´Arte Antica. Roma
David derrotando a Goliat. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid
Descanso en la Huída a Egipto. Museo de Jaén
Sagrada Familia (1615). Galleria Nazionale d´Arte Antica (Roma)

BIBLIOGRAFÍA
  • CATURLA, María Luisa: “Borgianni en Valladolid”, B.S.A.A., Tomo X, 1943-1944, pp. 99-102.
  • MORALES, Alfredo: “Un nuevo San Cristóbal de Horacio Borgianni”, Archivo Español de Arte, Tomo 59, Nº 236, 1986, pp. 415-417.
  • PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso Emilio: “Más sobre Borgianni y Nardi”, Archivo Español de Arte, Tomo 38, Nº 150, 1965, pp. 105-114.
  • PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso Emilio: “Nuevas obras de Oracio Borgianni en España”, B.S.A.A., Tomo XXXVIII, 1972, pp. 527-530.
  • PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso Emilio: Borgianni, Cavarozzi y Nardi en España, Instituto Diego Velázquez, Madrid, 1964.
  • PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso: Pintura barroca en España (1600-1750), Ediciones Cátedra, Madrid, 2010.
  • SÁNCHEZ LATORRE, Margarita: “Temas navideños en el Museo de Jaén”. En CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, Francisco Javier (coord.): La Natividad: arte, religiosidad y tradiciones populares, Real Centro Universitario Escorial-María Cristina, 2009.

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