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lunes, 23 de marzo de 2020

"ICONOGRAFÍA ERÓTICA ROMÁNICA". Por Victoria González Zancada


Este nuevo post es quizás uno de los que más ilusión me ha hecho publicar a lo largo de la historia del blog. Con él se rompen dos reglas no escritas del mismo, acontecimiento nunca acaecido hasta la fecha, pues ni trata sobre Valladolid ni ha sido redactado por mi. Sin embargo esta excepción bien vale la pena pues el siguiente artículo, desarrollado de una manera amena a la par que rigurosa, trata sobre un tema muy sugestivo y que en los últimos años se encuentra en boga. Por si fuera poco, el texto lleva la firma de una persona a la que quiero, aprecio y admiro a partes iguales, y que, por qué no decirlo si es verdad, escribe como los ángeles. Solo me queda darle las más sinceras gracias y, a vosotros, desearos que disfrutéis con su lectura; y recordad #YoMeQuedoEnCasa

ICONOGRAFÍA ERÓTICA ROMÁNICA
                                                                                                                                 Por: Victoria González Zancada

Uno de los principales temas de la escultura románica que llama la atención de todos, son las extrañas figuras lascivas y obscenas situadas en las mismas iglesias.

Contexto Histórico:
Para comprender esa iconografía primero tendremos que analizar el contexto histórico en el que fueron creadas. Las iglesias y monasterios medievales son los principales agentes organizadores del territorio, y por tanto en los principales centros sociales; por lo que la religión inunda todos los ámbitos vitales.
Paralelamente en este siglo XI se establece una doctrina eclesiástica común a toda Europa con la reforma de Gregorio VII, que impone la castidad clerical en el Concilio de Roma de 1074, acabando oficialmente con los matrimonios eclesiásticos y la barraganería; pero las relaciones de los monjes se mantendrán por la doble moral eclesiástica hasta el siglo XIII. Hasta el siglo XIV tampoco se establecerá de manera civil una obligatoriedad de la monogamia y del matrimonio, pero sí se defenderá por la iglesia como la única relación legítima para los laicos, condenando el amancebamiento y concubinato. Esta reforma es expandida por la orden benedictina de Cluny, que instala multitud de conventos en el territorio hispano. Tienen un rígido concepto de la vida monacal, entendiendo el ascetismo como el más puro modo de vida, por lo que se refuerza dentro del cenobio y se intenta expandir a los laicos. Se basa en una represión constante del cuerpo y de sus placeres al ser solo este una prisión del alma, que puede condenarla eternamente si cae en la tentación. Volviéndose aún más tenaz al aparecer la herejía nicolaísta que no sigue los preceptos del celibato clerical.

Demonio llevandose a dos hombres apresados por sus testículos. Catedral, Tudela (Navarra)
Hombre y mujer desnudos acompañados por un demonio. Catedral, Tudela (Navarra)
Capitel de la Lujeria. Catedral, Santiago de Compostela. Fotografía tomada de www.romanicoaragones.com
Pero bajo la apariencia de esos argumentos teológicos, el control de la sexualidad se debe a razones mundanas. Se condena la actividad sexual para que el sentimiento de culpabilidad la frene, y por tanto no se caiga en un inabarcable aumento demográfico que provoque una enorme crisis en la debilitada economía de la Reconquista. Además el celibato eclesiástico y la monogamia civil responden a una intención de mantener unida la herencia, evitando que se desperdigue y por tanto se empobrezca, y a una legitimación del linaje.
Paralelamente es necesario un aumento demográfico por la propia Repoblación del territorio, buscado además por la Iglesia para enriquecerse a costa del cobro de diezmos, por lo que se instaura el matrimonio como sacramento para fomentarlo. Pero este consistía solamente en un contrato económico y social que no solía responder a un vínculo afectivo; además se veía trabado por el alejamiento por las guerras y la violencia de género legitimada por el sometimiento bíblico de la mujer al marido; lo que provoca la amplia difusión de prácticas como el adulterio y la prostitución.
La Iglesia a mayores condena cualquier actividad sexual cuyo fin no sea la procreación (homosexualidad, masturbación, sexo oral y anal...) y el aborto, mediante unas nuevas normas morales basadas en los textos bíblicos. Para castigar su incumplimiento se instaura la penitencia (aunque también se instaurarán penas legales), primero con una única realización pública al final de la vida que consistía en autoinfligirse dolor físico y renunciar a cargos sociales y bienes económicos, y después de manera íntima, constante y sucesiva mediante castigos físicos. Pero cambiará el modelo en el siglo XI al permitirse la convalidación de las penitencias por limosnas, acrecentando la brecha social. Esta penitencia acompaña a las peregrinaciones, por lo que aumenta exponencialmente el número de peregrinos que recorren el Camino de Santiago, decorándose las iglesias que visitan con programas iconográficos infernales que les recuerden la condena eterna que les espera si no remedian sus pecados.

Mujer adúltera de la Portada de Platerías. Catedral, Santiago de Compostela
Al irse secularizando paulatinamente la sociedad desde el siglo XII por la recuperación y el desarrollo de los núcleos urbanos de origen romano, aparece la idea eclesiástica de la caída en la corrupción y la depravación de las gentes, por lo que se llega al auge de la represión y de la representación de estos temas. Pero desde el siglo XIII la cultura más laica y los avances científicos provocan un abandono de la superstición frente a la búsqueda del placer carnal, por lo que con la llegada del Gótico estas imágenes se volverán marginales o desaparecerán.

Fuentes documentales:
El primer rechazo a la sexualidad como algo impuro se encuentra en la Antigüedad Tardía, defendido por las corrientes gnósticas y estoicas que reaprovecharán los Padres de la Iglesia. Del mundo clásico se tomará también El Fisiólogo y Naturalis Historia de Plinio, donde se aplican valores morales a una serie de animales creando una simbología que derivará en los Bestiarios medievales (también con un carácter erótico).
Las primeras fuentes directas a la sensualidad son los propios textos bíblicos y hagiográficos, que recogen prácticas a modo de crítica hacia los egipcios y mesopotámicos, y que repiten el relato del santo que supera la tentación de la lujuria, por lo que las mujeres se convertirán en las protagonistas de las representaciones del pecado. Aunque hay otros con una finalidad erótica como el Cantar de los Cantares. San Agustín en La Ciudad de Dios reinterpreta el Génesis defendiendo que antes del Pecado Original el sexo no era pecaminoso al no aportar placer, pero desde la caída del género humano se corrompió; en la época medieval se simplificó esta teoría, asociando el Pecado Original (antes de orgullo ante Dios) al coito; este pecado se mantendría sucesivamente generación tras generación en la Tierra. San Gregorio Magno en Moralia in Job (a partir de las listas anteriores de Evagrio el Póntico y Juan Casiano) establecerá los siete definitivos pecados capitales, destacando la lujuria como uno principal al dañar el cuerpo y el alma, que se debe combatir mediante la ascesis. Aunque en origen solo afectaba al adulterio, se extrapola a todo disfrute de la sexualidad.

Personaje itifálico. Colegiata de San Pedro, Cervatos (Cantabria)
Los castigos de la lujuria (y por tanto sus representaciones) derivarán del Apocalipsis de San Pablo (siglo III) y el Descenso de la Virgen María al Infierno (siglo IX) donde predominan los ataques por bestias en las zonas erógenas; al igual que en la Visión de Wettin (siglo IX) y la Crónica del abad Hugo de Flavigny (siglo XI) donde ya se fija la iconografía. Además Santo Tomás de Aquino en Summa Theologiae establece la Lujuria como Pecado Capital al producir su realización más pecados, y determina los vicios más graves o “contra natura”: zoofilia, homosexualidad y masturbación; cuyo castigo será más terrible. También hay que tener en cuenta los “hadices” de la literatura islámica que consisten en descripciones del Infierno y sus distintos castigos.
Para librarse de ese castigo eterno se debía realizar el castigo temporal de la penitencia, apareciendo los Libros Penitenciales en el siglo VI con los monjes evangelizadores de Irlanda, que recogen todos los tipos de pecados y establecen una penitencia concreta para cada uno, por lo que estos libros iban dirigidos a los curas confesores para que orientaran a los fieles. Se compilan con textos de muy distintas épocas que describen los actos prohibidos con todo lujo de detalles, como el adulterio, los besos, la zoofilia, la poligamia, la abstinencia conyugal, el sexo prematrimonial, el sexo en día festivo, en cuaresma o durante el periodo menstrual, el incesto, el lesbianismo, la masturbación, la necrofilia, el “coitus interruptus”, el pensamiento pervertido, las poluciones nocturnas, la prostitución, la violación, el sacrilegio (coito de los eclesiásticos), el aborto, las segundas nupcias femeninas, el sexo anal, el sexo oral, la homosexualidad masculina, el amancebamiento, las relaciones interreligiosas, el uso de juguetes sexuales...Como en el Penitencial Albedense, Cordubense, Remense y Silense.

Sirena de dos colas que representa la lujuria. Iglesia de San Esteban Protomártir, Pineda de la Sierra (Burgos)
La medicina medieval también trata la sexualidad, basándose en el médico clásico Galeno, que consideraba el sexo necesario para mantener un buen estado de salud. Esta idea se mantiene con Constantino el Africano en Liber Coitu que recoge los malestares y trastornos que produce la abstinencia. Bernardo de Gordonio (Liber Medicinae) defenderá que el coito debe ser moderado para no provocar más males que beneficios. Pero estas teorías no siguen un rigor científico sino que se inventan enfermedades y caen en las curas supersticiosas, buscando solo un argumento médico que refuerce la vida ascética cristiana. Otras teorías pseudocientíficas recuperan la misoginia de Aristóteles y Plinio, defendiendo que las mujeres están completamente dominadas por su deseo sexual infinito, y que incluso su sexo puede ser peligroso para el hombre al transmitir enfermedades venéreas; por lo que las representaciones eróticas las protagonizarán las mujeres.
Pero no todas las fuentes presentan una visión negativa de la sexualidad. Desde El Cantar de los Cantares se ha contemplado el coito como el modo de alcanzar a Dios, al ser el más puro acto de amor y caridad, y aportar el máximo placer que puede recibir un mortal. Esta idea será continuada por San Bernardo, planteando que el primer paso para alcanzar el amor a Dios es el amor carnal, mediante el sacramento del matrimonio y el mandamiento de la procreación. Paralelamente en la Pascua de Resurrección se realizaba una liturgia obscena y de amplio contenido sexual para celebrar el retorno del Señor, la cual no se frena efectivamente hasta el Concilio de Trento.

Coito. Colegiata de San Pedro, Cervatos (Cantabria)
El mejor ejemplo de la libertad sexual que se llevaba a cabo en la práctica, y el interés social que suscitaba el tema, es El Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita (ya del siglo XIII) que exalta el disfrute de los placeres mundanos en un mundo lleno de peligros y desgracias. Creará una tradición literaria continuada por El Corbacho del Arcipreste de Talavera, y las Coplas de Mingo Revulgo y Provincial. También hay una literatura más popular de corte satírico que se burla de las actitudes sexuales prohibidas o no, y de la doble moral que inunda la sociedad. Los libros cortesanos (realizados por hombres y mujeres) ya presentan un carácter puramente erótico y sensual, e incluso afectivo.
Desde el siglo XIII la literatura eludirá la represión eclesiástica, apareciendo manuales sexuales y textos médicos que explican los actos. Hay que tener presente que las normas morales vigentes son totalmente independientes de la realidad cotidiana, ya que pueden dominar la vida pública pero no la privada. Se ha de tener en cuenta que estos textos no son copiados directamente por las imágenes, ya que los artesanos seguramente no los conocían, pero inspirarán una mentalidad sexual común a la época medieval.

Pilar de la Lujuria (procedente de la Colegiata de Armentia, Vitoria). Museo Arqueológico Nacional, Madrid
Detalle del pilar. Fotografía tomada de https://www.flickr.com/photos/enriquecdc

Extensión geográfica y cronológica:
La escultura erótica se centra en el Camino de Santiago ya que es el motor difusor del Románico desde Francia e impulsor de una gran actividad artística. Pero hasta el siglo XII no se instaura el Camino Francés, utilizándose el Camino Costero al ser más seguro ante los ataques de los árabes, lo que explica que muchos de estos conjuntos de escultura erótica se encuentren en la costa. La otra vía que acumula las construcciones es la calzada románica que desde Herrera de Pisuerga llega al puerto de Suances, conectando la meseta con el mar, por lo que era un camino muy transitado por comerciantes. Además hay un núcleo menos comunicado pero con una gran importancia artística en el Valle de Liébana.
Otras causas de la extensión de esta temática en el norte pueden ser las migraciones de francos cátaros a esta región, trayendo su mayor libertad sexual (pero acaban siendo desterrados por Fernando III); o que por su carácter rural y aislado, el clero del norte no siga rígidamente la ortodoxia, permitiendo estos temas populares.
También se ha hecho hincapié en la despoblación que acaba sufriendo el norte ante el desplazamiento de población hacia el sur con el avance de la Reconquista, por lo que la concentración de imágenes se debe a la necesidad de un aumento de la fecundidad.
Las primeras obras aparecen a finales del siglo XI en ámbitos monásticos, expandiéndose desde el siglo XII por las parroquias a lo largo del Camino de Santiago y a partir de ahí hacia los núcleos rurales; manteniéndose hasta mediados del siglo XIII, abarcando el Románico Pleno (el estilo que llega desde Francia y se instala en el Camino) y Tardío (la expansión del Románico Pleno más allá del Camino de Santiago).

Fotografía tomada de www.panibericana.com
¿Mono? Colegiata de San Pedro, Cervatos (Cantabria). Fotografía tomada de www.paniberica.com
Coito. Fotografía tomada de www.paniberica.com
Personaje masturbándose. Fotografía tomada de www.paniberica.com
Según Marta Poza aparece como tema moralizante para los monjes, predominando las imágenes del castigo de la lujuria, pero con la progresiva secularización social se expande hacia ámbitos laicos (parroquias) representándose la propia realización del pecado, para que el mensaje sea más sencillo y claro.
En el último cuarto del siglo XI estas representaciones solo se encuentran en los canecillos y los capiteles, expandiéndose desde el siglo XII por toda la portada y adquiriendo un mayor tamaño para captar la atención de los fieles que se acumulan en el acceso.

Los tipos iconográficos:
•        La Lujuria: Representa el castigo infernal de este pecado mediante una mujer (aunque también hay escasas representaciones de hombres, como aquella perteneciente a la primitiva portada occidental de la Catedral de Santiago) desnuda y con el pelo suelto, cuyos pechos son mordidos por serpientes y a veces sus genitales por un sapo, aunque estos animales se suelen intercambiar en las distintas obras. No tiene una finalidad erótica ya que es un desnudo horrible y grotesco que busca el rechazo y temor del espectador.
Aparece por primera vez en territorio hispano en la girola de la catedral de Santiago (imitando la escultura de Saint-Sernin de Toulouse), desde donde se expande convirtiéndose en el pecado más representado. Puede acompañar al pecado de la Avaricia al ser los dos pecados más graves según San Gregorio, como aparece en el monasterio de San Isidoro de Dueñas. Otras veces acompaña a la Anunciación o Epifanía a modo de contraposición entre la pureza virginal y el pecado lujurioso, o para simbolizar el Pecado Original y su redención por Cristo, con este sentido aparece en la Catedral de Jaca.
También se asocia a este tipo iconográfico la figura femenina de la portada de Platerías en la Catedral de Santiago, al aparecer también semidesnuda y con el pelo revuelto, y portar la supuesta calavera de su amante que debe besar dos veces al día (según el relato del Liber Sancti Jacobi del castigo al adulterio), pero es más probable que represente a una Magdalena Penitente.

La Lujuria. Monasterio de San Isidro, Dueñas (Palencia). Fotografía tomada de https://www.flickr.com/photos/rabiespierre/
La Lujuria. Concatedral de San Pedro, Soria
•        Exhibicionistas y onanistas: Son personajes desnudos (o subiéndose la ropa) itifálicos (como los de los canecillos de San Martín de Frómista) o con las piernas levantadas para reflejar su sexo de enorme tamaño para resaltarlo, o que directamente se están masturbando (como en San Martín de Elines).
El personaje femenino a veces se sustituye por una sirena de dos colas por su simbología de la lujuria, como en la iglesia de San Esteban Protomártir de Pineda de la Sierra (Burgos). Se estimula el carácter sexual por los gestos, al adelantar los labios, y mesarse la barba o atusarse el cabello. Sus actitudes son solemnes y erguidas y su rostro complaciente, sin mostrar ningún rastro de humillación o arrepentimiento, por lo que pueden estar relacionadas con la liturgia de la Pascua de Resurrección. Por sus ropas se pueden distinguir aquellos personajes laicos, religiosos, solteros y casados.

Sirena de dos colas. Iglesia de San Juan ante portam latinam, Arroyo de la Encomienda (Valladolid)
Sirena de dos colas. Iglesia de San Vicente, Serrapio (Asturias)
Ídem
Exhibicionistas. Iglesia de San Cornelio y San Cipriano, Revilla de Santullán (Palencia)
Personaje masturbandose. Colegiata de San Martín de Elines (Cantabria)
•        Animales relacionados con la lujuria: Basados en los simbolismos morales del Bestiario Medieval. Pueden representar a las criaturas realizando el coito, o simplemente tienen una simbología de la fecundidad de origen primitivo basada en su profusa fertilidad, como los gatos, aves nocturnas y acuáticas, conejos, serpientes, osos, cerdos, ranas y sapos; destacando los monos itifálicos y machos cabríos. Otros vienen de la tradición clásica como el venado de Artemisa y los centauros.

Cabra tocando el arpa. Basílica de San Prudencio de Armentia (Vitoria)
Oso. Colegiata de San Pedro de Teverga, Teverga (Asturias). Fotografía tomada de www.asturnatura.com
Ave peleando con una serpriente. Iglesia de Santa María la Real. Piasca (Cantabria)
Buho. Iglesia de Santa María la Real, Piasca (Cantabria)
Venado. Iglesia de Santa María la Real, Piasca (Cantabria)
Cerdo. Colegiata de San Pedro de Teverga, Teverga (Asturias). Fotografía tomada de www.asturnatura.com
Mono. Colegiata de San Martín de Elines, San Martín de Elines (Cantabria). Fotografía de https://cellopraha.wixsite.com
Mono realizando una autofelación. Monasterio de Santa María la Real de la Oliva, Carcastillo (Navarra). Fotografía tomada de https://cellopraha.wixsite.com
Sapo. Iglesia de San Esteban Protomártir, Bañueños de Rudrón (Burgos). Fotografía tomada de https://cellopraha.wixsite.com
•        Coitos y otras actividades sexuales: Se representa de manera literal, ya sea de modo heterosexual u homosexual, y en posturas muy diversas alejadas del “decúbito supino” aceptado por la Iglesia; además integran a personajes religiosos; e incluso llegan a incluir sexo anal y oral.

Coito. Colegiata de San Pedro, Cervatos (Cantabria)
•        Músicos, bailarines y saltimbanquis: La reforma gregoriana considera pecaminosa la música instrumental (por lo que en la Iglesia solo se usa la vocal) al vincularse al baile que exhibe el cuerpo en movimiento incitando a la sensualidad (apareciendo en un capitel de San Juan de Moarves de Ojeda), por la misma razón se condenan los contorsionistas y saltimbanquis, como los de la iglesia de Santiago en Carrión de los Condes. La danza también se asocia a la tentación basándose en el episodio bíblico de la danza de Salomé. Algunos personajes pueden aludir a los goliardos, cuyos cantos también eran de índole obscena.

Bailarines. Iglesia de San Juan Bautista, Moarves de Ojeda (Palencia)
Bailarina contorsionista. Iglesia de San Salvador, Ejea de los Caballeros (Zaragoza)
Bailarinas. Iglesia de Santa María ma Mayor, Uncastillo (Zaragoza). Fotografía tomada de www.romanicoaragones.com
•        Embarazos y partos: Representan a mujeres desnudas embarazadas o el parto de un realismo grotesco. Pueden estar vinculadas las festividades litúrgicas de origen pagano que buscan estimular la fertilidad y facilitar el proceso de maternidad (Santa Brígida); o pueden reflejar las consecuencias del resto de actos representados, como se aprecia en el canecillo de la iglesia de Artaiz (Navarra) donde el bebé nace con un cuchillo de la mano para estimularse esa idea de castigo.

Mujer parturienta. Iglesia de San Martín de Tours, Artaiz (Navarra)
Mujer embarazada. Iglesia de San Cornelio y San Cipriano. Revilla de Santullán (Palencia)
•        Monstruo andrófago: Refleja la entrada al Infierno que se realiza mediante la ingesta del pecador por parte de un demonio; esta entrada se asociará a la vagina por parte de los eclesiásticos para simbolizar que en el coito se encuentra el acceso al mal que conlleva un castigo eterno.
Monstruo andrófago. Iglesia de San Miguel, Estella (Navarra)
Monstruo andrófago. Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Durantón (Segovia). Fotografía tomada de https://cellopraha.wixsite.com

Antecedentes culturales y artísticos:
Frente a la rígida religión oficial, la religión popular mantiene las tradiciones paganas por la fuerte superstición de las gentes, por lo que la Iglesia se ve obligada a cristianizarlas para mantener a los fieles (destacando las fiestas romanas relacionadas con la fecundidad como las Lupercalia, Bacanales, Saturnalia...).
Las tradiciones egipcia e india que mitifican y sacralizan la sexualidad serán traídas hasta la Península por los árabes, los cuales conciben el sexo como un placer que ha creado Alá para que lo disfruten, llenando los palacios con obras eróticas.
Desde la Prehistoria se representan los temas sexuales en los ídolos de la fertilidad que reflejan falos, pero aún sin un componente erótico; presentan un carácter sagrado de protección que se mantendrá en el arte griego con el dios Príapo y en Roma con los genios fálicos, apareciendo en algunas iglesias con el mismo sentido. Esa función protectora aparecerá también en los atributos femeninos con la diosa anglosanoja Sheela-na-nagig que espanta al mal y la muerte con su vulva creadora de vida; aunque estos personajes femeninos que enseñan su sexo también pueden derivar de la diosa griega acéfala Baubo cuyos ojos son sus pechos y su boca la vulva. Otras obras prehistóricas de carácter fertilizante son las mujeres embarazadas y los coitos, que también se mantendrán hasta el Románico.

Fresco de Príapo (siglo I). Casa de los Vettii, Pompeya
Un ejemplo de una reinterpretación cristiana y moralizante de un tipo iconográfico clásico es el símbolo de la lujuria. Deriva de la Gea griega y Tellus romana (madre tierra) que aparece como una mujer desnuda que amamanta diversos animales, entre los que se encuentran las serpientes (su alusión a la fertilidad viene de las divinidades cretenses). Se recuperará en el arte carolingia en las escenas de la Redención del género humano, donde esta figura se acompaña de Adán, Eva y los atributos del Pecado Original para simbolizar que la Tierra fue el lugar del Pecado frente a la pureza del Cielo (como en el Evangeliario de Bernward de Hildesheim de 1015). Finalmente la iconografía se confunde tomándose la mujer con serpientes en los pechos como símbolo del Pecado Original, y asociándose a la Lujuria. Otro tema que se copiará literalmente del arte griego pero con un sentido procaz es el del Espinario, convirtiéndose la espina del pie en una excusa para la figura para enseñar sus genitales. Estos temas clásicos serán recuperados por la Iglesia ya que ella misma también busca reconocerse como la heredera del Imperio Romano.

El Pecado Original. Ermita de Santa Eulalia, Barrio de Santa María (Palencia)
Espinario. Colegiata de San Pedro, Cervatos (Cantabria)
Distintas teorías sobre su función y carácter:
•        Carácter moralizante: Según esta teoría se representan los actos prohibidos por la Iglesia y sus castigos para evitar que los fieles los cometan, siguiendo la religiosidad casi maniquea del Románico que contrapone constantemente el Bien y el Mal. Por lo que su realismo se debe a su fin identificador de los distintos pecados; lo que explicaría las escenas de castigo y parto (consecuencias del pecado). Esto se relacionaría con su situación en la iglesia al disponerse fuera (pecados de la humanidad) frente a la pureza interior de la casa de Dios, pero esa teoría no explica las imágenes que se han encontrado en los interiores. Otra idea consiste en que se sitúan fuera ya que los penitentes no tenían acceso a la misa, y así reiteraban su sentimiento de culpa (Beatriz Medina Gurrea).
Coito. Iglesia de la Asunción, Castillejo de Robledo (Soria)
Según Jesús Herrero Marcos esta finalidad moralizante se demuestra ya que los comitentes que establecían el programa eran los curas, y si los escultores mostraban cualquier atisbo de originalidad o libertad expresiva perderían el trabajo. Leticia Tobalina Pulido argumenta esta función defendiendo que todos los demás temas iconográficos de la iglesia son didácticos, por lo que este también aportaría una enseñanza moral, aunque en un lenguaje que entiendan los fieles. Inés Monteira Arias añade a esta justificación que las figuras no buscan destacar la sensualidad, sino lo grotesco y feo para dar una visión deformada de la sexualidad. Pero Mª Ángeles Menéndez Gutiérrez desmonta esta teoría ya que estos programas no responden al esquema iconográfico románico de pecado-castigo, sino que se representa en mayor medida el primero.
•        Crítica al Islam: Claudio Lange creó esta teoría basándose en los atuendos de los personajes (algunos circuncidados) de San Esteban de Gormaz en Soria, y la iglesia de San Miguel de Corullón en el Bierzo. La reforma gregoriana también contempló el problema de la presencia islámica en la Península, y el creciente número de conversiones a la religión musulmana por lo que se lleva a cabo una campaña propagandística que legitime la Reconquista. Esta se basará en la crítica a la libre sexualidad musulmana, haciendo hincapié en su modo de vida polígamo y en concubinato, junto con sus sensuales bailes. En contraposición, E. Barrenechea plantea el origen islámico de estas representaciones que habrían sido expandidas en el norte por los mozárabes, pero en vez de una crítica a la otra religión adoptarían su concepto teológico del sexo y la música como una ascensión mística.

Personaje. Iglesia de San Miguel, Corullón (León)
•        Escenas de la vida cotidiana: Al ser las iglesias y monasterios los únicos comitentes artísticos se ven obligados a aglutinar todo el arte, tanto religioso como profano, al ser el principal espacio público de los núcleos de población. Hernando Garrido basa esta concepción en que las escenas eróticas se combinan con otras de combates, oficios y actividades de ocio; contraponiendo este mundo vulgar del pueblo al mundo superior de Dios (escenas religiosas). También plantea que podrían tener un carácter supersticioso de protección ante los demonios, atrayéndolos y por tanto evitando que atacaran a los fieles, o alejando al mal de la iglesia al reconocer el edificio como propio. (se vincula con la tradición pagana).
Personas exhibiendo sus sexos. Ermita de San Pedro, Puente Arenas (Burgos). Fotografía tomada de www.arteguias.com
Miguelez Cavero plantea que las obras sexuales fueran totalmente naturales en la época medieval, pero desde el Concilio de Trento se les aportó ese carácter moralizante para adaptarlas a la nueva ideología más conservadora, por lo que muchas sufrieron censuras y destrucciones. Ruiz Montejo concibe estas imágenes como producto de una justificación moral, bajo la que se esconde un fin satírico y cómico que entretenga y distraiga de sus penas tanto a los escultores como los espectadores, por lo que se tiende al máximo realismo y originalidad.

Coito. Iglesia de San Miguel, Fuentidueña (Segovia)
Ángel del Olmo García presenta otras ideas muy diversas a las que podrían responder las esculturas. El sexo, al igual que la muerte, podría simbolizar una igualación social, ya que se mezclan personajes de distintos estamentos y etnias. También pueden responder a un sentido calendárico al asociarse las figuras que se levantan la ropa para calentar sus partes pudendas al fuego con el invierno, lo que se correspondería con el contexto rural y agrícola. Además ha identificado a la figura itifálica con el personaje de la literatura popular Marcolfo, que debía de ser un enano de gran falo que provocara las risas del pueblo.
•        Fomento de la reproducción: Ángel del Olmo García interpreta las figuras como escenas de la vida conyugal, que buscan un aumento demográfico, por lo que se corresponden con las imágenes de embarazos y partos. Esa identificación con la fertilidad se aprecia en el propio canon femenino, al destacarse el vientre y la vagina frente a los pechos lisos. No son jóvenes de belleza delicada y sensual, sino madres abundantes y poderosas que transmiten la idea de seguridad y protección. Pero en esta época se produce un crecimiento demográfico natural debido a la mejora económica, lo que haría innecesaria esta reiteración, aunque como la mortalidad era muy alta por el hambre, la guerra y la peste, se debía afianzar el relevo generacional. Leticia Tobalina Pulido desmonta esta teoría basándose en que muchos de los actos representados como la masturbación y la homosexualidad no facilitarían esa fecundidad.
•        Simbología espiritual: G. Atienza defiende que las imágenes responden al concepto oriental de la trascendencia mística alcanzada mediante el sexo. Se basa en la simbología del propio edificio, al simbolizar la bóveda o la parte más alta de la iglesia a Dios, los canecillos que están justo por debajo serían el modo para llegar hasta él. Junto a esta idea, justifica que la presencia de demonios en los propios canecillos se debe a una imagen del amor como vencedor del mal. Pero esta teoría no explica la presencia de otros temas comunes en esos canecillos, o las figuras eróticas situados en otras partes del muro. Además ese concepto teológico es demasiado complicado para que pudieran comprenderlo los fieles, e incluso los escultores.

Demonio. Iglesia de Santa María Magdalena, Tudela (Navarra)
•        Tema puramente erótico: Los principales defensores de esta teoría son Del Olmo García y Varas Verano, fundamentándose en que las imágenes no solo representan una actitud sexual, sino que también estimulan el deseo erótico del espectador. Se trata de un tema inherente al género humano por lo que aparece en el arte de todas las culturas, aunque de una manera más o menos aceptada y celebrada, pero irrefrenable ya que la actividad artística necesariamente representa las inquietudes y la vida humanas. La sexualidad sagrada que aparece en la Prehistoria, se mantendrá hasta el arte romano, y desde el desarrollo del cristianismo permanecerá latente en la sociedad, buscando el momento para reaparecer. También se plantea la existencia de un espíritu transgresor en los artistas, al representar los actos prohibidos por la religión, saltándose las rígidas e injustas normas morales, aunque de manera mínima.
Orgia. Iglesia de Santiago de los Caballeros, Zamora. Fotografía tomada de https://educomunicacion.es
Personaje haciéndose una autofelación. Iglesia de los San Cornelio y San Cipriano. Revilla de Santullán (Palencia)
Personaje masturbándose. Iglesia de San Cornelio y San Cipriano, Revilla de Santullán (Palencia)
En estas páginas hemos acabado con la concepción tradicional del arte románico como puramente sacro y encorsetado, dando visibilidad a una temática, totalmente natural en la época que fue creada, pero que la historiografía posterior ha introducido en su ideología puritana. A lo largo de la historia de la humanidad siempre se ha realizado arte erótico, con un carácter más o menos público o condenatorio, al ser un tema inherente al propio ser humano, por lo que siempre seguirá siendo necesario.

Bibliografía:
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Poza, M. (2010) “La lujuria”. Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. 2, nº 3, pp. 33-40.
Tobalina, L. (2015). “Entre pecados y pecadores: el sexo en la Edad Media y su representación en la plástica escultórica románica” en: V.V.A.A. Amor y sexualidad en la Historia, colección Temas y perspectivas de la Historia IV, pp. 461-477. Salamanca: Hergar Ediciones Antema.

2 comentarios:

  1. Interesante artículo! En mi blog he dedicado un apartado a los canecillos con temática erótica de Galicia. Aquí os dejo el enlace por si os interesa. https://galiciapuebloapueblo.blogspot.com/p/blog-page_42.html

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  2. Corroboro y subscribo lo que se ha mencionado arriba de mi compañera de clase sobre la calidad de su trabajo. Merece ser admirada también por su capacidad de trabajo. Sin duda he aprendido también con esta entrada algo distinto al Barroco y a Valladolid que de manera igualmente maravillosa se trata en este blog.

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