lunes, 8 de marzo de 2021

Alonso Berruguete y Roma. Roma y Alonso Berruguete. Historia de una fascinación

 

Alonso Berruguete (ca. 1490-1561) y Roma, Roma y Alonso Berruguete. El viaje del pintor y escultor castellano a la Ciudad Eterna resultó completamente decisivo para su carrera, no ya solamente desde el punto de vista de su evolución como artista, ya que allí pudo aprender las novedades que por entonces se estaban produciendo en la escultura italiana en general y romana en particular, sino porque tuvo la ocasión de admirar una serie de pinturas, esculturas y restos arqueológicos de los cuales tomó buena nota en sus apuntes y que a su vuelta a España tuvo la ocasión de reutilizar para sus propias obras, reinterpretando a su gusto el vocabulario clásico aprendido. En muchos casos se trataba de piezas pertenecientes a la Antigua Roma -algunas permanecían al aire libre, pero otras formaban parte de colecciones particulares, ya fueran de cardenales o de familias nobles-, civilización de la que por entonces se estaban descubriendo numerosas restos -por ejemplo el caso del Laocoonte, invención que se produjo el 14 de enero de 1506 en el jardín de Felice de Fredis, próximo a la Basílica de Santa María la Mayor-, pero en otros a la más rigurosa contemporaneidad ya que se trataba de obras de algunos de los grandes genios del momento, caso de Miguel Ángel (1475-1564) y Rafael (1483-1520), a quienes conoció bien ya que debió de trabajar o colaborar con ellos.

AGESANDRO, ATENODORO Y POLIDORO DE RODAS. Laocoonte y sus hijos (siglo I a.C.). Museo Pío-Clementino, Roma
MARCO DENTE. Descubrimiento del Laocoonte (ca. 1525). Fotografía tomada de http://www.coleccionfurio.com

El retablo mayor del Monasterio de San Benito el Real (1526-1532) es un buen ejemplo de lo que acabamos de exponer puesto que en él encontramos vínculos con obras romanas pictóricas, esculturas y también arquitectónicas puesto que la estructura general del retablo a base de dos cuerpos flanqueando un ábside cóncavo rematado en una gran venera, el elemento más llamativo del conjunto, tenía numerosos precedentes, algunos más próximos en el tiempo, caso del Nicchione que Bramante (1444-1514) construyó en el patio del Belvedere de El Vaticano, y otros más lejanos como el nicho rematado por una venera que cerraba la Sala de Aquiles de la Domus Aurea (64-68 d.C.), y que, según Manuel Arias, podría tratarse del remoto punto de partida. La similitud no solamente la encontramos en la solución estructural sino también en la forma de la venera e, incluso, en la decoración de sus gallones a base de motivos a candelieri y bandas de entrelazos. El gran mérito de Berruguete fue el de traspasar esta arquitectura en piedra y sus motivos decorativos a la madera policromada. La pagana venera neroniana se cristianizaba en el retablo por servir de base al Calvario que lo remataba y, además lograba convertir el diáfano espacio del templo gótico en renacentista.

MARIANO  DE COSSÍO. El retablo del Monasterio de San Benito según la hipótesis de Constantino Candeira (Comienzos del siglo XX). Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Reconstrucción virtual del retablo proyectada por el Museo Nacional de Escultura

DONATO BRAMANTE. Nicchione del Patio del Belvedere (Comienzos del siglo XVI). Vaticano

ALONSO BERRUGUETE.  Venera que remataba el cuerpo central

Pero no solo el remate central del retablo, la gigantesca venera, parece tener un origen romano, también lo pueden poseer los frontones triangulares que culminaban los cuerpos laterales puesto que son altamente similares a los que pintó Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina. Estos mismos frontones nos sirven para enlazar con las influencias romanas en el apartado escultórico del retablo puesto que las parejas de soldados afrontados que reposan sobre los frontones nos remiten a las parejas de personajes afrontadas que el propio Buonarroti compuso en los lunetos de la bóveda de la Capilla Sixtina (1508-1512). Precisamente de este recinto tomó algunas otras referencias, caso de los Ignudi semiarrodillados y con los brazos a la espalda que le sirvieron para componer al Isaac del Sacrificio de Isaac. Asimismo, dentro de los citados frontones se disponían parejas afrontadas de Sibilas en pie y en estado de meditación con una de las manos sujetando el mentón. En este caso la fuente de inspiración de estas figuras, que pueden derivar de la representación de Polimnia, pudo ser una serie de sarcófagos decorados con figuras de Musas conservados en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma que, según señala Manuel Arias, era sobradamente conocidos por los artistas del Renacimiento.

ALONSO BERRUGUETE. Frontones laterales del retablo

MICHELANGELO BUONARROTI. Personjes desnudos afrontados en el techo de la Capilla Sixtina (1508-1512). El Vaticano

ALONSO BERRUGUETE. Soldados afrontados

ALONSO BERRUGUETE. Sibilas

AGOSTINO MUSI. Mujer apoyada en una columna (Primera mitad del siglo XVI). Biblioteca Nacional

ANÓNIMO ROMANO. Musa pensativa (mediados del siglo II a.C.). Museo del Prado, Madrid


ALONSO BERRUGUETE. El Sacrificio de Isaac
MICHELANGEO BUONARROTI. Ignudi del techo de la Capilla Sixtina (1508-1512). El Vaticano

Escultóricamente hablando, sin lugar a dudas la obra que más le impresionó y de la cual encontramos un mayor rastro a lo largo de su producción es el ya referido grupo del Laocoonte (Agesandro, Atenodoro, Polidoro de Rodas. Siglo III d.C.), tal es así que el título de la exposición que le dedicó en 2017 el Museo Nacional de Escultura aludía a esa influencia capital que el mármol romano había ejercido sobre él: Hijo del Laocoonte: Alonso Berruguete y la antigüedad pagana. Aunque en otros retablos encontramos manifestaciones escultóricas que poseen una relación más estrecha con el referido grupo, en este de San Benito no cabe duda de que se inspiró en uno de los hijos del sacerdote de Apolo, concretamente en el situado a su derecha según la visión del espectador, para componer uno de los Apóstoles del banco. Otros dos de los Apóstoles que Berruguete dispuso en ese banco parecen remitirnos a otra de las grandes esculturas de la Antigua Roma, el Apolo Belvedere (Leocares. Hacia 120-140 d.C.), como así es perceptible en la posición del cuerpo, de la cabeza y de los brazos, el derecho recogido y el izquierdo alargado. También es posible encontrar ecos del “pathos” del rostro del Laocoonte en las cabezas del San Jerónimo penitente y del Abraham del Sacrificio de Isaac, ya que en ambas se observa ese característico y violento giro del cuello, y la boca abierta que representa un tremendo dolor, físico en el caso del Padre de la Iglesia y emocional en el del Patriarca.

AGESANDRO, ATENODORO Y POLIDORO DE RODAS. Hijo de Laocoonte

ALONSO BERRUGUETE. Profeta
LEOCARES (atrib.). Apolo Belvedere (120-140). Museos Vaticanos

ALONSO BERRUGUETE. ¿Apóstol o Profeta? del retablo mayor del Monasterio de San Benito. Victoria and Albert Museum, Londres

AGESANDRO, ATENODORO Y POLIDORO DE RODAS. Cabeza de Laocoonte

ALONSO BERRUGUETE. Cabeza de Abraham

En uno de los relieves más conocidos del retablo, el antiguamente conocido como La Conversión de Totila y que hoy posee el título San Benito convierte al godo Zalla, también encontramos una influencia de la Antigua Roma y es que la posición semiderrumbada del caballo al que se ase el caído Zalla se encuentra íntimamente relacionada con la del caballo que acompaña a la Amazona Santacroce. También a la Antigua Roma y más concretamente a la Imperial nos remiten los cuatro bustos de profetas inscritos dentro de clípeos que remataban el segundo cuerpo del retablo, los cuales son claramente deudores de los infinitos bustos de Emperadores romanos que aún se conservaban en Roma cuando la visitó el genio de Paredes de Nava.

ALONSO BERRUGUETE. San Benito convierte al godo Zalla

ANÓNIMO. Amazona Santacroce

ALONSO BERRUGUETE. Busto de profeta

ANÓNIMO. Busto del emperador Marco Aurelio (ca. 161-169). Museo del Prado, Madrid

Para finalizar, también queremos aportar un ejemplo de la influencia que ejerció la pintura romana sobre Berruguete, y más concretamente sobre la tabla que pintó efigiando a San Marcos. En ella ha dispuesto a una figura femenina que reproduce de manera literal a otra presente en la pintura de El Parnaso (1511) que elaboró Rafael para las Estancias Vaticanas. La mujer, que dirige su mirada al texto que está escribiendo el evangelista, se acerca al santo elevando la mano derecha a la vez que adelanta la pierna izquierda y que retrasa la derecha mientras mantiene el talón en el aire.

ALONSO BERRUGUETE. San Marcos

RAFAEL SANZIO. Figura femenina del fresco del "Parnaso" de las Estancias Vaticanas (1511). El Vaticano


BIBLIOGRAFÍA

ARÍAS MARTÍNEZ, Manuel: “Alonso Berruguete y la asimilación del mundo clásico como ejemplo de circulación artística”. En VV.AA.: Taller europeo: intercambios, influjos y préstamos en la escultura moderna europea, Museo Nacional de Escultura, Valladolid, 2012, pp. 127-144.

ARIAS MARTÍNEZ, Manuel: “La recepción de las fuentes clásicas y de los grandes maestros en la escultura. El caso del primer renacimiento castellano”, en Actas del congreso Nápoles-Roma 1504, Salamanca, 2004, pp. 254-256.

ARIAS MARTÍNEZ, Manuel: “Las claves iconográficas del retablo de San Benito el Real, de Alonso Berruguete”, Boletín del Museo Nacional de Escultura, Nº 9, 2005, pp. 12-27.

ARIAS MARTÍNEZ, Manuel: Alonso Berruguete: Prometeo de la escultura, Diputación de Palencia, Palencia, 2011.

AZCÁRATE RISTORI, José María de: Alonso Berruguete: cuatro ensayos, Dirección General de Bellas Artes, Madrid, 1963.

BOLAÑOS, María y ARIAS MARTÍNEZ, Manuel: Hijo del Laocoonte: Alonso Berruguete y la antigüedad pagana [catálogo de la exposición del Museo Nacional de Escultura, 5 de julio-5 de noviembre de 2017], Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Madrid, 2017.

GARCÍA GAÍNZA, María Concepción: “Alonso Berruguete y la antigüedad”, Boletín del Museo Nacional de Escultura, Nº 6, 2002, pp. 15-21.

REDONDO CANTERA, María José: “El Arte de la Roma Antigua y Moderna en la obra de Alonso Berruguete”. En PALOMERO PÁRAMO, Jesús (ed.): Roma qvanta fvit ipsa rvina docet, Universidad de Huelva, Huelva, 2016, pp. 13-51.

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