Título: Niño Jesús “de Jerusalén”
Autor: Anónimo napolitano (escultura) / ¿Clemente de Miranda? (platería)
Cronología: ¿Hacia 1754-1755? / Tercer cuarto siglo XVIII
Material: Madera policromada, cristal, tela y plata. Urna: 69 x 35 x 31 cm. Niño: 38 x 14 x 7 cm. Sillón: 32 x 21 x 13 cm. Barco: 20 x 12 x 5 cm
Lugar donde se encuentra: Convento de las Descalzas Reales (Valladolid)
Ubicado dentro de un humilde escaparate en el coro conventual se expone un magnífico “Niño de Nápoles de leño, el cual estuvo colocado la noche de Natividad en la Santa Gruta como consta de la auténtica aquí inclusa, y en otros Santos Lugares de Nuestra Redención”, según figura en una carta adjunta enviada desde Jerusalén por el franciscano fray Francisco Javier Rodríguez Ribadeneira.
Sentado en un sillón de plata ase un cetro con la mano derecha mientras que levanta la izquierda en actitud de bendición. Aunque se trata de una imagen de vestir la anatomía está perfectamente trabajada. El sonriente rostro presenta ojos de cristal, cejas alargadas y abultados y sonrosados pómulos. Los labios son finos y mantiene la boca entreabierta. El rubio cabello está tratado minuciosamente, distribuyéndose mediante finos mechones de escaso resalte. La anatomía es blanda y redondeada, y en la espalda lleva grabado un sello de lacre en el que figura el escudo de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén.
En definitiva, una imagen de devoción privada que inflamaría el sentimiento materno de las monjas que se acercaran a observarle y orarle. Pero normalmente la cándida piedad de las religiosas no se avenía con la pobre desnudez de estas tallas, por lo que casi todas ellas fueron ataviadas con ropajes y ennoblecidas con joyas, adornos e incluso pequeños objetos de mobiliario. El ajuar de este Niño es digno de estudio pues, como ya se ha avanzado, se realizó en plata (sillón, corona, cetro y sandalias), oro (anillo) y pedrería. Rodeando su rico trono se colocaron dos jarrones, un galeón (alusivo a su viaje y peregrinación) y un relicario de filigrana –aparentemente salmantina– con forma de perfumero.
Todas estas piezas son coetáneas, como denuncia su estilo plenamente rococó, y se realizarían en el tercer cuarto del siglo XVIII. Confirman esta cronología los punzones hallados en las asas de los floreros: ciudad de Valladolid (escudo coronado con farpas ondulantes) y del afamado platero Clemente de Miranda (CLTEDE/MIRDA). Es imposible aseverar que el conjunto completo salió de su obrador dado lo incompleto del marcaje y su ausencia en el resto de objetos, pero es que, además, entre los años 1753-1774 Miranda ocupó el cargo de contraste por lo que aquí no sabemos en calidad de cuál de sus dos ocupaciones estampó su sello.
BIBLIOGRAFÍA
BRASAS EGIDO, José Carlos: La platería vallisoletana y su difusión, Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1980, pp. 249-250.
DE VEGA GIMÉNEZ, María Teresa: Imágenes exentas del Niño Jesús. Historia, iconografía y evolución, Caja de Ahorros Provincial de Valladolid, Valladolid, 1984, pp. 81-82.
MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y DE LA PLAZA SANTIAGO, Francisco Javier: Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo XV. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid (2ª parte), Institución Cultural Simancas, Valladolid, 2001, p. 100.
MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y DE LA PLAZA SANTIAGO, Francisco Javier: El arte en las clausuras de los conventos de monjas de Valladolid, Museo Nacional de Escultura, Valladolid, 1983.
REDONDO CANTERA, María José: “Cuatro siglos de platería en Baltanás. La colección de la Iglesia Parroquial de San Millán”. Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, Nº 68, 1997, pp. 315, 316 y 355.
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