El jueves 14 de enero de 2021 se inauguró en la Sala de Exposiciones de la Diputación Provincial de Valladolid del Palacio de Pimentel, llamada “Sala Ortega Coca” en honor de la ilustra profesora de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid María Teresa Ortega Coca, la exposición “Félix Cuadrado Lomas. Pinturas. Homenaje a Pilar Benavente”, en la cual la institución provincial homenajea al insigne pintor vallisoletano, el más destacado de la ciudad desde mediados del siglo pasado, reuniendo una cuidada selección de su obra que abarca sus más de 60 años de profesión. Sin embargo de lo dicho, la exposición resulta ser un doble homenaje, de la Diputación al pintor, y del propio artista a su mujer, fallecida recientemente y a la cual podemos observar en el magnífico retrato que su marido la hizo: Pilar Benavente retratada con flores (1993).
A través de las pinturas podemos observar a la perfección la evolución que el pintor ha efectuado a lo largo de tantas décadas dedicadas a este noble arte. Nada tienen que ver sus primeras pinturas, en las cuales percibimos la influencia de Van Gogh, Dufy o Utrillo a un maestro que ha concebido un universo personal con un estilo propio que él mismo define como “Línea, forma y color”. Pero no sólo ha creado un estilo propio, sino que ese “Universo Lomas” también hace referencia a las temáticas que trató en su obra, alguna de las cuales es creación propia. Así, tenemos sus paisajes apodados “Tierras construidas”, los retratos, los desnudos, los toreros -en los cuales lo último que le interesa es el mundo del toreo sino el barroquismo de la fiesta-, los bodegones, “carnes y huesos”, sus queridas mulas, las barcas de Nazaré, las viñas, los borrachos de las tabernas, amén de otros cuadros alegóricos en los cuales homenajeó a algunos de sus pintores predilectos: Homenaje a Valdés Leal (1959), Homenaje a los Manieristas (1987), Homenaje a Antonio Pereda (1991), Homenaje a Berruguete (1992).
Primavera postimpresionista en Castilla (2014) |
Chopos en el regato (2016) |
Paisaje con Roble (1988) |
Sin lugar a dudas la pintura más importante de la exposición es Toreros antes del paseíllo (1987), un retrato colectivo del Grupo Simancas, del cual nuestro pintor fue el miembro más célebre. Cuadrado Lomas tuvo la ocurrencia de retratar a sus amigos -en el Grupo Simancas todos eran amigos- de forma conjunta y original, por lo que decidió caracterizarles de toreros, y aprovechar los trajes de luces y los capotes para introducir determinados simbolismos.
Toreros antes del paseíllo (1987) |
Félix Cuadrado Lomas nació en Valladolid, en la actual calle de Panaderos junto a la Plaza del Caño Argales, el 4 de diciembre de 1930. Primogénito del matrimonio formado por Crescencio Cuadrado y María Lomas, su primer contacto con el dibujo, y por lo tanto con la pintura, estuvo propiciado por su abuelo paterno, Epifanio, que le dibujaba animales para entretenerle cuando le venía a visitar. Sus inicios “profesionales” estuvieron marcados por la realización de modestos trabajos relacionados con la pintura aplicada al escaparatismo: pancartas para las rebajas o rótulos de precios. Sin embargo, todo cambió a principios de 1957 ya que montó en la Casa Galicia, en compañía de su amigo el pintor Luis Sanz, la que sería su primera exposición. En ella mostró alguna de sus obras más célebres como la Cabeza de mi tía Leocricia (1957) y el Bodegón de los chorizos (1956). Meses después presentó otra exposición en el Ayuntamiento en la que dio a conocer una serie de pinturas que representaban diversos enclaves de Valladolid (Paisaje del Campo Grande, 1957; Paisaje del Poniente, 1957; o Fin de Feria, 1958) y en las que quedaba patente una clara influencia postimpresionista, especialmente de Van Gogh, pero también de otros artistas como Raoul Dufy o Maurice Utrillo, este último famoso por sus paisajes urbanos de París. Para rastrear los inicios de su estilo más característico y personal hubo que esperar hasta 1959 en que pintó Cortados de Cabezón: “Esta pintura que parece tan simplona tiene gran importancia. De la mitad del cuadro para abajo es cuando interpreto ya la tierra en planos, con una visión ya moderna. Fue como una revelación con el caballete delante del paisaje”.
Desde entonces su vida se convirtió en una sucesión interminable de exposiciones (hasta hace poco organizaba al menos una al año) y viajes (Las Hurdes, León, Nazaré, Francia, Italia, México), pero también en un largo camino en el que fue adquiriendo un estilo y sello propio inconfundible que le ha llevado a convertirse en uno de los grandes maestros de la pintura castellanoleonesa. A lo largo de seis décadas de incansable oficio ha creado una obra de temática heterogénea en la cual ha sabido evolucionar desde un realismo convencional, muy sui generis, mezclado con una poética postimpresionista y expresionista de potente colorido, hacia un estilo propio cuyas bases son la geometría, la pureza constructivista, “la línea, la forma y el color”. Él mismo reconoce que esa frase podría ser “una buena definición de mi pintura. En el paisaje, en el retrato y en todo. El remate de todo es el color plano o con volumen”. En otra ocasión refirió que “siempre pinto lo que quiero expresar usando la línea, la forma y el color, me basta con ellos. Si no puedes expresar con eso es que no puedes expresar nada. Pero también hay que tener en cuenta la gracia, la armonía, la composición, el equilibrio, la perspectiva y muchos elementos más. Es muy importante saber componer”. También ahí destaca puesto que estructura sus lienzos de una manera audaz mediante una compleja simplicidad compositiva basada en la compartimentación geométrica de las superficies.
Bodegón con membrillos, maíz y pared encalada (2012) |
Bodegón de pan, vino y mantel (2013) |
Bodegón de guindas, osamentas y espigas en trampantojo (2013) |
Debido a esa pureza geométrica y desnudez volumétrica no sería descabellado definirle como “el Cézanne castellano”. De hecho, su visión del paisaje parece entroncar con la del francés: “La arquitectura popular de los pueblos es geometría. Las formas geométricas de los tejados a dos aguas, a una, son conos truncados, a veces una pirámide… mira los palomares. Para comprender esto hay que conocer la geometría euclidiana: observa las casas de Castilla, sus aristas y puntos”. “Tanto el paisaje como las casas son formas creadas que existen geométricamente, el tetraedro, un cilindro, una esfera, que son los cuerpos puros. Las formas puras cristalizan en paralelepípedos”.
A la limpieza espacial y a la importancia dada al dibujo también hemos de sumar el despliegue cromático, con combinaciones bellamente matizadas llenas de armonía a base de gamas suaves y tonalidades hábilmente contrastadas. Si en sus inicios aplicaba unos colores potentes que lo inundaban todo y predominaban sobre el dibujo, con el paso del tiempo los colores quedarán encapsulados en el interior de las formas geométricas separados por potentes líneas negras, y, además habrá una tendencia no sólo hacia la monocromía sino también hacia el color plano. Cuadrado Lomas señala que los colores que predominan en su obra son “el ocre y el amarillo porque son los que más se dan en el paisaje que pinto. También se dan los verdes. Pero cada color tiene sus cualidades y sus perspectivas. El color nunca es puro porque actúa con la luz, siempre hay grises es el valor, si los analizas, todos son grises, que es el color que predomina”. Recientemente, en el documental Tierras construidas (Arturo Dueñas, 2015), declaraba que ya poco le importa el color porque utiliza el que le da la gana, aunque desde nuestra óptica no corresponda a lo usual, por ejemplo, un rostro en color verde en vez de color carne.
Retrato de castellana "Leocricia Lomas" (1958) |
Desnudo (2017) |
Meretriz durmiendo (1959) |
Otra de las notas distintivas de su estilo es que nunca se aparta de la realidad, por muy abstracta que pueda parecer la obra. Lo que sucede es que la ha adaptado a su visión y la ha sintetizado al extremo, realizando en ella un importante ejercicio de pureza constructivista. De hecho, en alguna de sus series más recientes, estoy pensando en estos momentos en los diez dibujos de Tierras construidas, ha concebido el paisaje mediante unas simples líneas quebradas sabiamente acompañadas por un total dominio del color.
Mulas en campo castellano (1959) |
Bodegón de cabeza de lechazo (1976) |
Asador de castañas (1962) |
Caballo muerto (1960) |
Aunque nunca suelo compartir mis sentimientos en el blog, en esta ocasión quiero señalar que el día de la inauguración de la exposición fue uno de los días más felices de mi vida por cuanto al fin pude conocer, gracias a la mediación de una amiga, al ilustre pintor al que tanto admiro, tal es así que es el artista por el que siento una mayor devoción. Así, tuve la fortuna de poder compartir unas breves palabras con él, y también agradecerle el detallazo que tuvo conmigo unas semanas antes de firmarme el artículo que le dediqué en la revista Read & Made Nº 8 (Diciembre 2020) que publica la Asociación Reunart de la Universidad de Valladolid, asociación compuesta por historiadores del arte de la referida universidad y amantes de la Historia del Arte en general. Aprovecho para dejaros la portada de la revista y señalaros que si deseáis conseguir un ejemplar os pongáis en contacto conmigo. Su precio es tan solo de 5 euros.
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