El retablo mayor de la iglesia de
Fuentes de Valdepero es el tema que he elegido para comenzar el mes de agosto,
haciendo por lo tanto hago una breve parada (un kit kat jaja) en la serie
dedicada a la iglesia de Santiago. Esta entrada es el primer artículo
que en una revista en papel. La revista, titulada Horizontes, es una
publicación anual realizada por el pueblo de Fuentes Valdepero (Palencia),
en el que se habla de la historia del pueblo, su patrimonio y demás. Por último pediros que no olvidéis visitar Fuentes de Valdepero, que además
de ser un pueblo muy cercano a Palencia, os quedareis sorprendidos de la
cantidad de tesoros que acumula la iglesia parroquial.
ARQUITECTURA DEL RETABLO
El retablo fue realizado por el ensamblador
vallisoletano Alonso del Manzano, uno de los mejores ensambladores
vallisoletanos de comienzos del siglo XVIII, y que trabajó abundantemente tanto
para la ciudad de Valladolid como para las actuales provincias de Palencia y
Valladolid. Manzano contrató el retablo en 1711, cobrando por su hechura 28.000
reales. Manzano se tuvo que ajustar a la traza de Lucas Ortiz de Boar, maestro
de arquitectura. La obra se terminaría en 1715 según consta en los protocolos notariales
de Santiago Asencio, escribano de Medina de Rioseco: “Digo que habiéndose
rematado la obra y fábrica de un retablo para la iglesia de Fuentes de
Valdepero, que ha corrido a ejecución y cargo de Alonso del Manzano, Arquitecto”.
El retablo asombra desde el momento en
que se accede a la iglesia debido a su tamaño colosal, que es debido en gran parte
al uso del estípite gigante. El retablo tiene la particularidad de que se usa
el estípite gigante, relegando a la columna salomónica a un papel meramente
ornamental en las hornacinas. Toda la talla del retablo presenta un carnoso
abultamiento, muy propio del estilo de Manzano. Los motivos, aunque sujetos a
la traza general de Lucas Ortiz, pertenecen al estilo decorativo de Manzano.
Las ménsulas de las estatuas son grandes mascarones, de enorme boca, que ya
utilizó en el retablo de las Claras, de Peñafiel y en el de Santiago de
Valladolid.
El retablo se adapta perfectamente al
ábside, se divide en tres cuerpos y en tres calles. Es una lástima que no se
llegase a dorar, aunque a pesar de todo sigue siendo un espectacular remate
artístico para la iglesia. El retablo se compone de tres cuerpos claramente
diferenciados:
Banco. En él encontramos dos relieves y
las grandes ménsulas que serán el apoyo de los estípites gigantes del piso
superior, dichas ménsulas van decoradas con motivos vegetales crespos y cabezas
de ángeles, todo ello de gran volumen.
Cuerpo principal. Está dividido en tres
calles, las laterales llevan dos pisos de hornacinas con los diferentes santos
dentro, éstas hornacinas de remate semicircular están delimitadas por dos
columnas salomónicas, la calle principal lleva una sóla hornacina que a su vez
es un transparente, también de remate semicircular y delimitada a los dos lados
por dos columnas salomónicas, hay que señalar que todo el cuerpo principal se
articula mediante cuatro estípites de orden gigante, los dos estípites de los
extremos están más salientes que los dos centrales. Encima de la hornacina de
la Asunción se halla una tarjeta sobre placa recortada.
Ático. Según costumbre de Manzano el
remate es en forma de cascarón, que se adapta a la perfección al ábside de la
iglesia, éste cascarón lleva en el centro un relieve de la Coronación de la
Virgen, y en la parte superior y rematando el retablo un relieve de Dios Padre
en la Gloria, aparte de esto aparecen asentados los cuatro evangelistas sobre
unas cornisas que son el remate a los estípites del piso inferior, hay que
señalar que la moda de situar figuras sobre los estípites (o sobre columnas)
del cuerpo principal viene ya de largo, y que quizás fue Gregorio Fernández el
que más utilizó esa forma de remate, solía situar sobre las cornisas y a plomo
ángeles.
ESCULTURA DEL RETABLO
Las esculturas fueron realizadas por Manuel
de Ávila, el cual recibiría a cambio 600 ducados, es decir, 6.600 reales (el
ducado valía 11 reales). En uno de los libros parroquiales de la iglesia existe
un inventario de las alhajas existentes en esta iglesia que nos confirma la
autoría y el precio establecido: “dice que existe una Escritura de ajuste
entre don José Gatón, cura de la iglesia, y Manuel de Ávila, vecino de
Valladolid, relativa a la escultura del retablo por la cantidad de 600 ducados
según testimonio del escribano de Palencia Francisco Antonio Montero en 1724”.
La escultura del retablo la podemos
dividir en dos tipos: la de bulto redondo: los cuatro santos de las calles
laterales, la imagen de la Asunción y los cuatro evangelistas del ático; y por
otra parte los relieves, que son tres: dos en la parte inferior y otro en el
cascarón.
Los relieves del retablo son tres: la
Coronación de la Virgen por parte de la Santísima Trinidad, situado en el
cascarón del retablo; la Anunciación del Arcángel Gabriel a la Virgen María; y la
Visitación de María a su prima Santa Isabel. También habría que añadir el Padre
Eterno que aparece en el remate del cascarón, el cual se encuentra sin
policromar.
La Visitación |
Los relieves de la zona inferior son
mediorrelieves, aunque en algunas partes se alcanza el altorrelieve. En ellos
se nota una pesadez en los pliegues. Los fondos aparecen pintados para aumentar
la perspectiva, recurso barroco que nos indica una pobreza técnica, pero que a
su vez es también un ejemplo de barroquismo, pues es una síntesis de varias
artes, en este caso de escultura y pintura. Coloca las figuras en primer
término, confinando al fondo la pintura. Los relieves están tallados en
bajorrelieve, siendo una excepción la talla de las cabezas, las cuales aparecen
en altorrelieve dando casi impresión de ser de bulto redondo, esto quizás se
utilice para dar impresión de movimiento a la escena Los tres relieves aparecen
ricamente policromados con colores muy típicos ya del siglo XVIII. La
policromía de las imágenes se basa en la utilización de colores planos, en el
caso de los vestidos además se les adorna con motivos florales en otros colores
y motivos a punta de pincel en oro.
El Padre Albano penaba que los relieves
no pertenecían al retablo y que incluso podrían proceder del antiguo retablo
del siglo XVI y haber sido superpuestos a éste nuevo. Según mi opinión sí que
son originales de este retablo, es más, son obra también de Manuel de Ávila. Los
rostros concuerdan con lo que nos tienen acostumbrado los Ávila y especialmente
su hermano Pedro, y sobretodo guarda gran parecido con el rostro de la Virgen
del relieve de la Anunciación del retablo de Santa Clara de Tordesillas.
La Anunciación |
En el caso del relieve de la Coronación
de la Virgen, los tres aparecen situados sobre nubes, Dios padre y Dios hijo a
una altura superior a la de la Virgen para poder colocar la corona a la Virgen,
y en el punto más alto la paloma de Espíritu Santo viendo toda la escena. La
policromía es escasa, también se utilizan colores planos y el dorado aparece
relegado únicamente al borde de las túnicas. El rostro de la Virgen guarda
relación con la producción de los Ávila.
La Coronación de la Virgen |
Las esculturas de bulto redondo las
podemos dividir en dos grupos, las de los laterales, es decir, San Pablo, San
Pedro, el Salvador y San Isidro; y las del cuerpo superior, las cuales son las
imágenes de los cuatro evangelistas con sus respectivos símbolos. También
habría que añadir la imagen de la Virgen de la Asunción, la cual ocupa la caja
central, la cual según el Padre Albano “no es del mismo autor y tampoco se
conoce el escultor que la hizo, es barroca y de buena talla, y anterior al
retablo”. A mi parecer tiene razón en que es barroca y de buena
talla, aunque creo que es de la época del retablo y estoy convencido de que
también es obra de Manuel de Ávila, puesto que el rostro sigue la tipología
utilizada en los rostros de las Vírgenes que aparecen en los relieves inferiores.
Todas las imágenes poseen un gran
monumentalismo. En estas esculturas todavía se pueden ver ciertos rasgos
provenientes de Gregorio Fernández, a pesar del tiempo pasado, también en
algunas de ellas se pueden rastrear los modelos usados a finales del siglo XVII
por su padre Juan, como es el caso del San Isidro, el cual lo toma de la imagen
titular de la ermita de San Isidro de Valladolid, aunque no llega a su calidad
técnica; también toma modelos de su hermano Pedro, como es el caso del San
Pedro, cuyo antecedente lo podemos ver en el retablo mayor de la iglesia de San
Felipe Neri de Valladolid. A continuación vamos a hablar de una manera más
detallada sobre las imágenes:
San Pedro y San Pablo. No pueden faltar
estos dos santos, que son dos de los populares y que aparecen en la mayoría de
retablos barrocos. Cada uno se sitúa a un lado, como enfrentados, San Pedro en
lado del evangelio, porta las llaves en su mano izquierda y en la derecha
sostiene un libro, aparece con la pierna derecha adelantada, la cabeza es
majestuosa y recuerda a la del San Pedro realizada por su padre para el retablo
mayor de la Colegiata de Lerma. Lleva vestido azul y túnica de color rojizo,
toda ella surcada con motivos decorativos de oro. San Pablo viste de la misma
manera y con los mismos colores, debía de llevar espada en la mano derecha y en
la mano izquierda un libro, aunque ambos atributos así como esta última mano
están desaparecidas. Ambas imágenes hacen el ademán de andar, teniendo una pierna
avanzada. Los paños de ambas esculturas son quebradizos, de corte agudo y
pliegue pequeño, lo que hacen que se acerquen bastante al estilo de su hermano
Pedro de Ávila.
San Pedro |
San Pablo |
Los otros dos santos son San Isidro y
Salvador. San Isidro fue también una advocación muy popular en la época, puesto
que a él se dirigían los rezos para que hubiera buenas cosechas y en ocasiones
de sequía para que lloviera. Lleva atributos típicos de labrador como es el
arado, en la otra mano lleva una especie de lanza. Pelo de mechones con raya al
medio. Bigote y barba sin dividir. Viste a la usanza de la época, con
indumentaria de labriego: chaqueta corta con cuello de encaje pequeño; calzas
ajustadas al muslo con botas altas hasta la entrepierna. Vestido rojizo, con
dibujos dorados a pincel, ceñido con un cíngulo. Botones desde el cuello a la
cintura. Sin dudas el modelo deriva del que usó su padre para el San Isidro de
la ermita del mismo nombre de Valladolid, y que a su vez deriva del creado por
Gregorio Fernández para la iglesia de Santa María, de la localidad palentina de
Dueñas. Todavía se deja ver en esta obra tan alejada en el tiempo, sobretodo en
el elegante ademán y en los convencionalismos del rostro, incluso en los
cabellos caídos sobre la frente, caracteres propios de Fernández.
El Salvador es ya una advocación más
complicada de ver tanto en los retablos como en esculturas aisladas. La imagen,
que se sitúa en el lado del evangelio, aparece con las manos en situación como
de sorpresa.
San Isidro |
El Salvador |
En la parte superior se sitúan los
cuatro evangelistas, todos ellos portando en su mano izquierda un libro,
símbolo del evangelio escrito por cada uno de ellos, en la derecha la pluma, y
a sus pies los cuatro ángeles zoomorfos. San Mateo aparece con el hombre,
aunque en ocasiones se dice que es un ángel debido a las alas con las que se le
representa, aparece el hombre porque en la genealogía de los antepasados de
Cristo que estableció, insiste acerca de su humanidad; San Marcos aparece con
el león, simboliza que San Marcos comienza con la misión de san Juan cuya voz
resuena en el desierto para prepara los caminos del Señor y es semejante al
rugido del león, y también porque se creía que el león de los bestiarios
resucitaba con sus rugidos a los niños que nacían muertos; San Lucas aparece
con el buey, animal de sacrificio, porque habla del sacrificio de Jesucristo; y
finalmente tenemos a San Juan con el águila, porque el vuelo de su pensamiento
se pierde entre las nubes, o porque osó mirar a la divinidad de frente, como el
águila al sol.
San Juan y San Lucas |
San Marcos |
San Mateo |
Los evangelistas se mueven
graciosamente, llevan un movimiento de las piernas dos a dos, los dos más a la
derecha adelantan la pierna izquierda, y los dos más a la izquierda adelantan
la derecha. Estas esculturas siguen las mismas características del resto del
retablo en cuanto a monumentalidad, composición, policromía a base de colores
planos, utilización de pliegues pequeños y agudos, etc… quizás señalar que para
el San Juan se utilizan los colores típicos que suele llevar San Juan en sus
representaciones, que suelen ser el verde para el vestido y el rojo para la
túnica.
En resumen hay que destacar que la
estatuaria y la arquitectura están sabiamente conjuntadas, y que sin llegar a
ser obras maestras, sí que son de una gran calidad. Además tienen el “plus” ser
obras de un escultor poco estudiado hasta ahora y que posee un catálogo muy
escaso.
Las imágenes fueron doradas hacia 1757,
año en el que el obispo don Andrés Bustamante manda “que se doren los santos
que se hallan en el altar mayor” y en la visita de 1761 “que se dore el
retablo mayor”. Al no existir los libros de fábrica de ese tiempo, no conocemos
ni la fecha exacta ni el autor del dorado.
BIBLIOGRAFÍA
- GARCÍA ABAD, ALBANO: Fuentes de Valdepero: Inventario documentado de la Iglesia de Nuestra Señora de la Antigua, León, 1998.
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: “La policromía en la escultura castellana”, Archivo Español de Arte, Madrid, 1953, pp. 295-312.
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Escultura barroca castellana, Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, 1959.
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Escultura barroca en España, 1600-1770, Cátedra, Madrid, 1991.
- RÉAU, Louis: Iconografía de los santos. A-F, Ed. del Serbal, Barcelona, 1997.
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