En pleno centro de
Valladolid, en la monasterio de San Joaquín y Santa Ana (que ya por
sí solo merece una visita), que dentro de unos días cumple 225 años, se custodian los únicos lienzos debidos a los
pinceles de Francisco de Goya que existen en Castilla y León. Esto no quiere decir
que no existieran más puesto que para el Colegio de las Calatravas de
Salamanca pintó, para sendos retablos de la iglesia, otros tres óleos,
desaparecidos durante la Guerra de la Independencia.
|
Salamanca. Colegio de las Calatravas |
El conjunto pictórico
existente en la iglesia está formado por las tres pinturas realizadas por Goya
(Santa Ludgarda, La muerte de San José y Los
Santos Bernardo y Roberto), en el lado de la epístola, y otras tres
realizadas por su cuñado Ramón Bayeu (Santa
Escolástica, La Inmaculada con San
Francisco de Asís y San Antonio de Padua y San Benito), éstas en el del evangelio. La historia de todas estas
pinturas comienza recién acabada la reconstrucción del monasterio, costeada por
la Hacienda Real. Las obras del nuevo monasterio se alargaban y mientras las
monjas se impacientaban por regresar a él, aun así no lo hacían porque consideraban
que la iglesia no estaba finalizada, puesto que los seis retablos laterales
carecían de imágenes. Por ello solicitaron que “inmediatamente se pinten y ejecuten dichas pinturas en la prontitud que
exige la necesidad”. Sabatini, máximo responsable de las obras, contestó
que no estaban incluidos en el proyecto ni en el presupuesto “los adornos y muebles de la Iglesia y
Monasterio, porque supuse, como lo hago siempre, que continuarían en servirse
de los antiguos, o que los costearía la comunidad de sus fondos si necesitase
renovarlos”. Pero las cuatro pinturas para altares que tenía la comunidad,
además de ser insuficientes en número, no podían utilizarse para este fin
porque sus dimensiones excedían las de los nuevos retablos-marco (en torno a
220 x 150 cm.).
|
Tipología de los nuevos retablos-marcos para las pinturas de Goya y Ramón Bayeu |
En el convento aún se
conservan varios cuadros que pudieron formar parte de esos cuatro altares. Uno
de ellos es el de San Joaquín y Santa Ana
llevando a la Virgen al templo (325 x 261 cm.), obra del primer cuarto del
siglo XVII cercana a los estilos de Bartolomé de Cárdenas y a Blas de Cervera. Aún
sopesando la posibilidad de que fuera una de las pinturas que conformaban los
laterales de la iglesia, con casi toda probabilidad fuera el que formaba el
retablo mayor de la misma. Otro es el de San
Benito y San Bernardo adorando al Santísimo Sacramento (245 cm. de ancho),
obra seguramente de Gregorio Ferro, el cual pintó un cuadro similar para el
altar mayor del Convento del Sacramento de Madrid. Ambos lienzos son de tal
tamaño que no pueden guardarse en ninguna sala del convento, por lo cual el
primero se encuentra instalado en el hueco de la escalera del Museo, y el segundo
en el hueco de la escalera de la clausura. Además existen otros dos cuadros de
similar tamaño (y que no podrían colocarse en los nuevos retablos) que pudieron
pertenecen al referido conjunto de cuatro pinturas que existían en la antigua
iglesia. Se trata del Cristo vestido de
sacerdote (234 x 186 cm), obra relacionada con el estilo de Felipe Gil de
Mena; y un Cristo de Burgos (249 x
188), óleo firmado por Mateo Cerezo.
|
San Joaquñin y Santa Ana llevando a la Virgen al templo. Atr. Blas de Cervera y Bartolomé Cárdenas |
|
San Benito y San Bernardo adorando al Santísimo Sacramento. Atr. Gregorio Ferro |
|
Madrid. Iglesia del Sacramento. San Benito y San Bernardo adorando al Santísimo Sacamento. Imagen tomada de http://www.viendomadrid.com/2010/03/catedral-castrense-de-las-fuerzas.html |
|
Cristo vestido de Sacerdote. Atr. Felipe Gil de Mena |
|
Cristo de Burgos. Mateo Cerezo |
El 12 de abril de 1787 Sabatini
propuso que “en caso de acceder S.M. a la
solicitud de la Comunidad, podrán encargarse los seis que se necesitan a los
pintores don Ramón Bayeu y don Francisco de Goia respecto de que gozan sueldo y
tengo confianza de su habilidad a quienes luego que se les pase la orden daré
las dimensiones y noticias que necesitan para su desempeño”. Semanas más
tarde, el 6 del junio siguiente, Goya hablaba del encargo a su amigo Martin Zapater:
“para el día de Santa Ana, an de estar
tres cuadros de figuras del natural colocados en su sitio y de composición, el
uno el tránsito de San Josef, otro de San Bernardo y otro de Santa Ludgarda y
aún no tengo nada empezado para tal obra y se a de hacer porque lo ha mandado
el Rey con que mira si estaré contento”.
|
Martín Zapater retratado por su buen amigo Goya |
Algunos autores han visto
en el encargo una especie de concurso entre pintores, ya que tras ser Ramón
Bayeu excluido de los trabajos en San Francisco el Grande se ha llegado a
pensar que nunca perdonaría a Goya. Si nos damos cuenta, en este trabajo de San
Joaquín y Santa Ana al que primero se menciona es a Ramón, no sólo eso, sino
que además sus lienzos son los que están colocados en el lado del evangelio, lo
que posiblemente nos indique que su posición fuera predominante respecto a
Goya.
No se conoce quien decidió
los temas que habían de representarse en las pinturas, aunque se ha pesando que
fuera el mismo Sabatini. Cuatro de los lienzos forman parte de un programa
totalmente adecuado a la orden Bernarda propietaria del monasterio, pues se
dedican a santos benedictinos y cistercienses, en “paridad” de orden religiosa
y de género. Tres de ellos, San Benito,
Santa Escolástica –ambos en el lado
del Evangelio– y San Bernardo, fueron
fundadores, mientras que Santa Ludgarda
–en el lado de la Epístola, al igual que el anterior– se distinguió por sus
visiones místicas. Entre ellos se intercalan, ocupando la posición central en
cada lado, un tema de la Virgen y otro de San José. La elección de la Inmaculada Concepción, acompañada por
San Francisco y San Antonio de Padua –obra de Ramón Bayeu, al igual que las
otras dos pinturas del lado del Evangelio– resulta lógica en un ámbito dedicado
a los padres de la Virgen. En correspondencia con el lienzo mariano, se alza la
Muerte de San José.
|
Francisco deGoya. San Bernardo y San Roberto socorriendo a un pobre |
|
Francisco de Goya. El tránsito de San José |
|
Francisco de Goya. Santa Ludgarda |
|
Ramón Bayeu. San Pablo Ermitaño |
|
Ramón Bayeu. Santa Escolástica |
|
Ramon Bayeu. La Virgen con San Francisco de Asís y San Antonio de Padua |
En referencia al cuadro de la Muerte de San José hay que reseñar que no fue la única vez que Goya trató el tema, puesto que en ese mismo año de 1787 se fecha un boceto con idéntica iconografía. No sabemos a que cuadro correspondería el boceto, quizás fuera una primera idea para realizar el de Santa Ana, si bien nada tiene que ver uno con otro, asique todo indica que Goya debió de realizar otra obra representando la muerte del santo.
|
La muerte de San José (1787). Flint Institute of Arts, Estados Unidos |
La presencia de
una pintura dedicada al padre adoptivo de Cristo en este contexto pudo estar
determinado por la devoción del monasterio vallisoletano, para componer, en
unión de la representación de la Virgen y de los padres de ésta, una evocación
del tema de la Sagrada Parentela,
aunque la comunidad ya poseía un cuadro representando a la sacra familia. Entre
los fondos del convento también se encuentran dos esculturas de San José,
además de varias pinturas con escenas en las que participa.
|
San José con el Niño. Primer cuarto siglo XVIII. Escuela madrileña |
|
San José. Primera mitad siglo XVII. Anónimo |
|
San José con el Niño. Siglo XVIII. Anónimo |
|
San José con el Niño. Anónimo |
Hay que
reflejar que los rostros del lienzo del Tránsito de San José representan a la familia de Goya. Por lo tanto Jesús sería el propio Goya, pero no solo eso, sino que además la fisionomía del
cuerpo de Cristo correspondería a la de Goya. La Virgen efigiaría el
rostro de la madre de Goya (Gracia Lucientes), y San José la del padre (José
Goya). El rostro de San José es tan terrible que me lleva a pensar que Goya
pudiera haber presenciado esa misma escena.
Los lienzos pintados
por Goya han tenido tanto defensores como detractores. Mayer, Sánchez Cantón o
Camón Azar entre los primeros. Éste último llegó a hablar de ellos como uno de
los conjuntos más armoniosos de la pintura española. Viñaza, Von Loga o
Beruete, por el contrario, han llegado a difamarlas y dudar de su originalidad,
ya que según Beruete las monjas encargaron unas copias en la Revolución de 1868
para salvaguardar los originales, aunque de estoy no hay otras noticias. Yo por
supuesto me sumo a los tres primeros puesto que son obras de una calidad y
originalidad fuera de dudas, además si hay tres nombres reconocidos por la
historiografía del arte en España son los de los tres primeros.
Para acabar pongo aquí
un fragmento escrito por Francisco de Cossío en el cual describe los cuadros: “No existen en Valladolid otras obras
pictóricas que posean el interés de estos tres Goyas de Santa Ana. Representan
los lienzos a San Bernardino, Santa Ludgarda y el Tránsito de San José. Le
fueron encargados por el rey el año de 1787, y Goya debió pintarlos con cierta
precipitación, pues la obra había de estar terminada en la fiesta de Santa Ana,
y aún no se había comenzado en los primeros días de junio. Sin embargo, acusan
la técnica sólida y segura del maestro, que ya en un período de madurez pinta
con suprema facilidad; y, dentro de los caracteres de la pintura religiosa de
este artista, presentan algunas notas especiales, de sumo interés, para
estudiar un momento, quizá, único en su técnica. Admira en estos tres lienzos
el equilibrio que se observa entre las ideas y el medio de expresión, y en la
Santa Ludgarda, especialmente, blanca figura envuelta en una dulce claridad,
ultraterrena, llega el pintor a la cumbre de la inspiración mística”.
BIBLIOGRAFÍA
- ÁLVAREZ VICENTE, Andrés
y MARTÍN PÉREZ, Fernando: Historia de la
Cofradía del Santo Entierro. Sede y pasos, Cofradía del Santo Entierro,
Valladolid, 2010
- COSSIO, Francisco de: Guía de Valladolid y provincia (1922),
Grupo Pinciano, Valladolid, 1990
- REDONDO CANTERA, María
José: La “Muerte de San José”, de Goya, en el monasterio de San Joaquín y Santa
Ana de Valladolid. Propuestas para sus fuentes, Estudios de historia del arte: homenaje al profesor de la Plaza
Santiago, Valladolid, 2009, pp. 245-252
He visto con gusto la entrada dedicada a las obras de nuestra iglesia y monasterio de San Joaquin y Santa Ana, aunque las tengo de sobra conocidas siempre me gusta verlas, y encontrar esta página ha sido casual, tengo un blog del Monasterio y puesto una entrada haciendo referencia y enlazando con este blog.
ResponderEliminar