miércoles, 12 de febrero de 2014

LA CAPILLA MAYOR DE LA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE ALAEJOS: El retablo mayor (Esteban Jordán y Francisco del Rincón, 1589-1607) y el artesonado


Hoy una nueva entrada después de haber pasado unos días en la ciudad más bonita del mundo: Roma. El post de hoy va a tratar sobre una de las grandes obras (que son bastantes) que posee el bellísimo pueblo de Alaejos, una de mis localidades preferidas y a la que guardo especial cariño, sobre todo por su amabilidad.
El retablo mayor de la parroquia de Santa María de Alaejos, una de las obras maestras del romanismo vallisoletano, fue contratado en el año 1589 por el escultor ¿francés?, aunque afincado en Valladolid, Esteban Jordán. No lo llegaría a finalizar debido a su fallecimiento, por lo que los encargados de acabarlo fueron el ensamblador Cristóbal Velázquez y el escultor Francisco del Rincón. Todavía en 1600 se traslada parte de él desde Valladolid, y por las mismas fechas se acababa de pagar a los herederos de Jordán lo que se debía al difunto. La policromía y dorado corrieron a cargo del pintor vallisoletano Francisco Martínez quien firmó el contrato en febrero de 1604 con el compromiso finalizarlo en tres años. Se trata de una de las últimas obras de Esteban Jordán y se la considera una réplica del monumental retablo de la iglesia de Santa María de Mediavilla de Medina de Rioseco. A juicio del profesor Martín González esta obra de madurez de Jordán es “sin duda la obra más fina (y) más sazonada” del escultor.

Su arquitectura es muy clásica, derivada de la que ideó Gaspar Becerra para el retablo mayor de la catedral de Astorga. El retablo, de perfil facetado, se adapta perfectamente a la forma del ábside de la capilla. Se articula a través de un poderoso banco, dos cuerpos, tres calles, de las cuales la central es de doble anchura que las demás, y ático rematando la máquina lígnea. Todo se concibe como una fachada en la que se superponen soportes, entablamentos, frontones y remates. En el primer cuerpo los apoyos son columnas corintias, en el segundo estípites y columnas entorchadas. Los frontones son triangulares o curvos, a veces alternando.

Las esculturas, tanto de bulto redondo como de relieve, se compartimentan de forma rigurosa en sus portadas y recuadros de tal manera que la sensación es de perfecto orden geométrico y simetría. Los temas responden a lo impuesto por el Concilio de Trento para regular la iconografía de retablos e imágenes en las iglesias. Aunque en gran medida obra de taller, muestran los rasgos del manierismo romanista seguido por Jordán. Las figuras son monumentales y calmadas, sin ningún tipo de expresión. Los paños muy amplios y con escasos y muy ampulosos pliegues. Las escenas se componen por acumulación de figuras que llenan todo el espacio del que disponen sin atreverse a salir de él, como lo hacían las de Juan de Juni.
El banco está presidido por los altorrelieves de la Anunciación en el lado del Evangelio y la Visitación en el de la Epístola. En los plintos de las predelas, que están labrados tanto en la cara visible como en los enveses, se representan a diferentes santos. Aunque la mayoría ha perdido su atributo identificativo, reconocemos a San Andrés con la cruz aspada, San Judas Tadeo, con la alabarda con la que le decapitaron en la ciudad persa de Suanis, Santo Tomás, Santiago Alfeo o el Menor con la maza con la que fue rematado a golpes tras ser lapidado y, finalmente, a los Santos Juanes que cierran el banco por ambos extremos. Los relieves de San Pedro y San Pablo flanquean la custodia, que ocupa el centro del banco. En el relieve de la Anunciación, la Virgen aparece de hinojos apoyada en un atril. Es curiosa la postura en cuclillas del arcángel, quien se sitúa a la misma altura que Aquélla, lo que no es nada habitual, de modo que hay una cierta simetría entre ambas imágenes, de delicadas facciones. No falta el búcaro de azucenas que pregona la castidad mariana.

La Anunciación
La Visitación
La Custodia es de grandes dimensiones, en forma de templete, con dos cuerpos. El inferior luce en la portezuela la Última Cena, en la que distinguimos a Jesús, a San Juan (que dormita sobre el Señor), y a Judas con su típica bolsa de monedas. Las hornacinas, hoy vacías, están separadas por columnillas dóricas en tanto que las del cuerpo superior por jónicas. Un friso de triglifos y metopas recorre el borde superior del piso bajo. Hay que lamentar la desaparición de todas las estatuas que habitaban en los huecos, entre las que descollaban un Cristo a la columna y unos Evangelistas que el profesor Martín González califica de “primor escultórico”.

San Pedro
San Pablo
En el primer cuerpo se sitúa el Nacimiento de Jesús (lado del Evangelio) en donde la Virgen sujeta al Niño mirando de frente a los espectadores. El buey y la mula se asoman a una ventana junto a otros pastores, uno de los cuales lleva un cordero a hombros, un detalle muy característico de los retablos de Esteban Jordán. En el lado de la Epístola acontece la Dormición de la Virgen, en la que los apóstoles muestran rostros estereotipados muy propios también en este escultor. Ambas cajas están enmarcadas por columnas cortinitas de fuste entorchado y tercio bajo ornado y rematadas por arriba con frontones curvos en cuyo tímpano se alojan dos ángeles rodeados de abundantes frutos que sostienen una tarjeta debajo de la cual hay una cabeza de fauno.

La Adoración de los Pastores
La calle central de esta altura exhibe dos casilleros en forma de arco de medio punto en cuyo interior descansan San Juan Bautista con el cordero en su brazo izquierdo y un santo anónimo. Unas bandas de triglifos y metopas dan paso a unos frontones semicirculares sobre los que se recuestan unas parejas de angelitos a la manera miguelangelesca. La caja rectangular medial es para la Asunción y Coronación de María, que aquí se presentan unidas en una sola narración. La Virgen, que recuerda a la realizada por Gaspar Becerra para de la Catedral de Astorga, está flanqueada por seis ángeles que la ayudan a subir. A la altura de su cabeza están Jesús y Dios Padre en actitud de coronarla. El friso de separación de ambos cuerpos enseña decoración de frutos y trapos colgantes. Cuatro grandes columnas corintias y estriadas compartimentan este primer piso.

Santo sin identificar
San Juan Bautista
Asunción y Coronación de la Virgen
Encima se sitúa una especie de segundo banco ornamentado con figuras de las Virtudes; así, de izquierda a derecha contemplamos la Fe portadora del cáliz, la caridad en el medio y la Esperanza con el ancla. Flanquean a la Caridad dos entablamentos adornados con niños desnudos que parecen empujar a unos carneros.
Ya en el segundo cuerpo, en el lado del Evangelio se encuentra la Epifanía, donde se contraponen los tres Magos a la izquierda y la Sagrada Familia a la derecha, ambos grupos en sentido descendente. Las figuras del primer plano –Melchor, María y el Hijo– exceden tanto el tablero que da la sensación de que fueran a despeñarse. El relieve opuesto es el del Abrazo ante la Puerta Dorada, donde los esposos ocupan todo el centro. Detrás, un pastor con una oveja a hombros, el ángel anunciador del embarazo de Santa Ana y una mujer a la derecha que mira.

La Adoración de los Reyes Magos
El Abrazo ante la Puerta Dorada
En la calle central de este piso se abren tres calles. Las laterales acogen a San Francisco y Santa Catalina encerrados bajo arcos de medio punto. Aquí, en cambio, no hay frontones, como sucedía en el primer cuerpo, y sí unos motivos decorativos consistentes en dos ángeles que sostienen un pequeño medallón con un jarrón dentro, muy similares a los que están tallados en el friso de unión de la predela con el primer cuerpo.

San Francisco
Santa Catalina
El tabernáculo central está dedicado a Jesús entre los Doctores, con personajes labrados de una manera análoga colocados simétricamente al bies y de cuatro en cuatro para dar el protagonismo a Cristo niño. Los relieves de este cuerpo, como apunta Martín González, tienen mayor resalte que los del cuerpo inferior, estando las estatuas del primer plano completamente al exterior de la portada.

Jesús entre los Doctores
El ático, con presencia de muchas imágenes, presenta un carácter triunfal muy propio del Renacimiento. Sobre los estípites centrales el Rey David con el arpa y el profeta Elías y, encima de las esquinas, Adán y Eva. Los cuatro Doctores de la Iglesia (San Agustín, San Jerónimo, San Gregorio Magno y San Ambrosio) se sientan por parejas sobre el remate de las calles laterales. Unos óvalos nos muestran al Ecce Homo y a Cristo con la cruz a cuestas, ambos son obra de Francisco del Rincón. El Calvario se compone, como es normal, del Crucificado, la Virgen y San Juan. Detrás hay cuatro recuadros con ángeles portando los Arma Christi (también obras de Rincón) y, en el tímpano del frontón recto, Dios Padre en su clásica postura de bendecir con la diestra y coger la bola del orbe con la izquierda.

Padre Eterno
Adán
Eva
Ecce Homo y Padres de la Iglesia
Jesús camino del Calvrio y Padres de la Iglesia
El retablo enlaza visual y materialmente por su parte con la armadura de madera dorada y policromada que cubre el presbiterio y con las pinturas murales de los lados. La armadura tiene planta octogonal apoyada sobre trompas en el lado de la nave central. A partir de su núcleo central de mocárabes se suceden radialmente celdas poligonales que contienen bustos, frisos con cabezas de ángeles y paños de ornamentación mudéjar. El arrocabe está concebido como un juego de arquerías de medio punto en el que se disponen figuras de Santos y la Virgen con el Niño. La labra es un poco tosca, pero el efecto deslumbrante procede de la visión de conjunto y de la calidad del dorado y policromía contratados como los del retablo mayor por Francisco Martínez en 1604.

BIBLIOGRAFÍA
  • CASTÁN LANASPA, Javier: Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo XXI. Antiguo partido judicial de Nava del Rey, Diputación de Valladolid, Valladolid, 2006.
  • MARTÍN JIMENEZ, Carlos Manuel y MARTÍN RUIZ Abelardo: Retablos Escultóricos: renacentistas y clasicistas, Diputación de Valladolid, Valladolid, 2010.

4 comentarios:

  1. El retablo es todo un espectáculo pero la armadura es ya de quitar el hipo. Muchas gracias por mostrarlo con tantísimo detalle. Una gozada auténtica.

    ResponderEliminar
  2. Impresionante y singular cúpula. Aparece fantástica, pero restaurada y limpia tiene que tirar de espaldas

    ResponderEliminar
  3. Fantastico retablo,el cual no tuve ocasion de visitar durante mi visita a Alaejos,tierra natal de mi padre,qpd,pero que Dios mediante pienso admirar este año en Mayo durante las fiestas de la Casita

    Santiago Mangas

    ResponderEliminar
  4. Sinceramente, me ha quedado asombrado de tanta belleza y este gran autor como fue Gaspar Becerra.
    Un lugar, como tantos pueblos de Castilla y León, donde el arte es el denominador comun

    ResponderEliminar