En el post de hoy vamos a
estudiar la obra que nos dejó en Valladolid el arquitecto palentino Jerónimo
Arroyo, uno de los más arquitectos modernistas más importantes de Castilla y
León, y también de España.
Jerónimo Arroyo López, nace
en la casa nº 50 de la palentina Calle Mayor el 14 de enero de 1871. Era el
segundo hijo de Ambrosio Arroyo de la Hera y Julia López Cabeza, un matrimonio
de familia acomodada. Comenzó sus estudios de bachiller en 1881 en el Instituto
General y Técnico de Palencia, donde obtuvo el título de Grado de Bachiller en
1884, destacando en las asignaturas de Poética y Retórica, y también en la de Lengua
Francesa.
En 1885, tras convencer a su
padre, ingresa en la Escuela General Preparatoria de Ingenieros y Arquitectos
de la Universidad Central de Madrid. En 1892 acababa sus estudios en esta
Escuela e ingresaba en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Durante los dos
años en que permaneció en esta escuela no aprobó ninguna asignatura, debido a
que se dejó embriagar por la bohemia madrileña de la época. En 1894, tras suspender todas las asignaturas en sus estudios de arquitectura, pasa a la Escuela Superior
de Barcelona. El primer año de carrera
(1895) lo compagina con un trabajo de delineante. Finaliza la carrera en 1899,
obteniendo el título de arquitecto el 1 de agosto.
En el año en que el
Ayuntamiento de Barcelona establece el premio anual de arquitectura, premio que
inaugura Gaudí con la Casa Calvet, Arroyo presentó para el proyecto fin de
carrera un diseño de Estación Central de Barcelona. El tribunal estaba
compuesto, entre otras personas, por Lluis Doménech i Montaner, Francisco de
Paula del Villar Lozano (iniciador del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia
y director de la Escuela), Casademunt y Bassegoda.
De vuelta a Palencia, el 8
de noviembre de 1899 es nombrado arquitecto provincial aunque ya venía
desempeñando este cargo desde el 11 de noviembre de 1898, fecha en que dimite
Francisco Reynals y Toledo. Poco después, el 1 de marzo de 1900, es nombrado
arquitecto municipal interino, tomando posesión del cargo el día 5 de este mes.
En la misma fecha también pasará a ocupar el puesto de arquitecto diocesano que
dejaba libre el vallisoletano Juan Agapito y Revilla en febrero de 1900 tras su
marcha al Ayuntamiento de Valladolid.
En numerosas ocasiones
Arroyo ejercería las funciones de arquitecto del municipio. El Ayuntamiento de
Palencia, en virtud de la Real Orden de 1881, conforme a la cual los municipios
podían valerse del arquitecto provincial a falta del propio, solicitará a
Arroyo que llenase el vacío desde la dimisión de un arquitecto hasta la
provisión definitiva de la plaza.
En octubre de 1900, recién
casado, el matrimonio realiza su viaje de bodas a París, Roma y Suiza. El
viaje, figura siempre inexcusable en la vida de un arquitecto, le brindaba en
esta ocasión la oportunidad de testimoniar uno de los momentos más decisivos en
la historia del Modernismo: la Exposición Universal de París de 1900. Un París
engalanado que enseñaba al mundo la Torre Eiffel (vestigio de la Exposición de
1889), la Galería de Máquinas (destruida en 1910), la gran novedad del Metro
(la primera línea Vincennes-Maillot se inauguró el 9 de julio de 1900) con los
accesos y pabellones de Guimard, o el recién estrenado restaurante Maxim´s
(obra de León Sonnier y Louis Marnez de 1899), estandarte de la Belle Epoque.
Su paso por Barcelona acusó
la influencia de las grandes figuras del momento: Gaudí, Doménech i Montaner,
Puig i Cadafalch… La Escuela de Barcelona, aunque no exenta de un cierto
academicismo, permanecía abierta a influencias extranjeras, enriqueciéndose
gracias al constante flujo de intercambios culturales con el resto de países europeos.
Esta eclosión artística que envolvió los años universitarios de Arroyo,
encaminará indudablemente su quehacer arquitectónico hacia la corriente
modernista. La actitud de Arroyo corroborará las palabras de I. de
Solá-Morales: “La influencia de Doménech
i Montaner como profesor en el modo de proyectar de sus discípulos es tan
evidente y comprobable a través de los proyectos que se guardan en la Escuela
de Arquitectura, que bien puede hablarse de por lo menos dos generaciones
claras y patentemente marcadas por sus enseñanzas”.
Las primeras obras de Arroyo
muestran las cualidades estéticas del Art Nouveau. El diseño de las forjas de
hierro en los pabellones de la Fábrica de Piedra Artificial, en la casa de
Agustín Herrero o en la Granja Experimental Agrícola lleva impreso el
movimiento vegetal y la sinuosidad del “coup de fouet”.
El afán de revitalización
del gótico y del románico promulgado desde el Modernismo estuvo muy presente en
la arquitectura de Arroyo. Emulando la faceta arqueológica que emprendiera
Doménech i Montaner, realizando apuntes, estudios y cerca de un millar de
placas fotográficas en su viaje al Románico pirenaico, Arroyo también exploró
en un decisivo viaje al norte de la provincia el Románico palentino. Multitud
de fotografías de templos realizadas por él se constituyeron en claro referente
para el diseño de obras neorrománicas: Hospital de San Blas, Hospital
Psiquiátrico Provincial, Villa de Ángel Merino en Villafruela. También de la
tradición medieval, pero en este caso de los Países Bajos, rescatará otro juego
lingüístico, el muro piñón escalonado.
El ansia regeneracionista
que provocó el desastre colonial de 1898 desembocó, en el quehacer
arquitectónico, en una tendencia de corte tradicionalista, que buscaba en los
elementos del plateresco y del barroco la decoración necesaria para los
problemas que el momento planteaba. Así, pues, una nueva época se refugiaba en
el neo plateresco, buscando la apariencia y seguridad que le proporcionaba uno
de los períodos más florecientes de la historia de España, y tomaba como modelo
el plateresco salmantino. El Palacio de la Diputación Provincial, la Casa de
Correos y Telégrafos de Valladolid, y la reforma que realizara en el Convento
de las Agustinas Canónigas, muestran las líneas de un depurado neo plateresco,
que Jerónimo Arroyo empleó frecuentemente en sus composiciones.
Sus últimos años
profesionales contemplaron la consolidación de la arquitectura del Movimiento
Moderno. Arroyo fue desviando su repertorio lingüístico, adecuándose a los
nuevos condicionantes de la arquitectura de preguerra, que exigía una mayor
frialdad en el empleo del ornato, confiriendo a sus obras la necesaria
sobriedad y sencillez. Arroyo fallece en la capital del Carrión el 26 de marzo
de 1945.
Entre sus obras más
importantes se encuentran el Palacio de la Diputación Provincial de Palencia y
el Colegio Villandrando, también en Palencia.
Jerónimo Arroyo fue todo un
“hombre del renacimiento”, puesto que a su trabajo como arquitecto habría que
sumarle sus facetas como político, periodista y escultor. Arroyo se integró en
la clase política de la Restauración y consciente de la posibilidad de este
proceso renovador, irá dirigiendo sus pasos en defensa de los intereses
palentinos. En la vida política de Jerónimo Arroyo aparecen muchos nombres
propios, pero de entre éstos dos son los que cobran más importancia: Abilio
Calderón Rojo y Santiago Alba y Bonifáz.
En las elecciones de marzo
de 1914, Jerónimo Arroyo se decide a participar en el juego político dentro de
las filas del Partido Conservador, liderado por Dato y que tenía a Abilio
Calderón, cuñado de Arroyo, como jefe provincial. Calderón ofreció a Arroyo el
puesto de candidato a diputado a Cortes por el distrito de Astudillo-Baltanás.
En las elecciones de 1916,
Arroyo resultó elegido diputado a Cortes por el distrito de Carrión. De nuevo
en las elecciones de 1918, Jerónimo Arroyo salió elegido diputado a Cortes para
el distrito de Carrión-Frechilla. En las elecciones de 1919 no logró salir
elegido diputado. En las elecciones al Congreso de 1920 no concurrirá, pero en
cambio sí se decidió a presentarse como candidato al Senado, resultando elegido
Senador del Reino. Jerónimo Arroyo volvió a ser nombrado diputado a Cortes por
el distrito de Carrión-Frechilla en las elecciones de 1923.
Tras la caída de Primo de
Rivera, Arroyo será concejal del Ayuntamiento de Palencia durante un breve
espacio de tiempo. El Ayuntamiento se constituía el 17 de marzo de 1930,
criticando Jerónimo Arroyo duramente, el que hubieran quedado excluidas de la
Corporación las instituciones obreras. El enfrentamiento con su cuñado
Calderón, desatado en 1915, convirtió a los hermanos políticos en enemigos
políticos. La gravedad de la deserción política de Arroyo culminó en el
abandono del Partido Conservador, y en su proclamación como jefe provincial del
Partido Liberal.
IGLESIA DE LA RUBIA (1915)
En 1915 Jerónimo Arroyo
proyecta la iglesia de la Rubia. El 29 de julio de aquel año Juan Julián
Fernández, contratista de la obra, solicita al Ayuntamiento de Valladolid
licencia para la construcción de la iglesia, para lo cual acompaña el proyecto
de ésta, firmado en Palencia por Jerónimo Arroyo en julio de 1915. Las fachadas
principal y posterior de la iglesia discurren paralelas a la calle Julián
Morales (actual Joaquín María Jalón) y Carretera de Rueda. El templo se edificó
en los que eran terrenos de Anselmo León (quien los cedió gratuitamente),
lindantes con la carretera de Puente Duero.
El Ayuntamiento concedió la
licencia de construcción el 23 de agosto de 1915, y, poco después, el 16 de
octubre, la Diputación Provincial, propietaria de la carretera lindante con el
templo, otorgó el pertinente permiso para su edificación.
La iglesia se inserta en la
época en que proliferaron en Valladolid las construcciones religiosas, sobre
todo fuera del casco antiguo, en los barrios. Tenemos como ejemplos el Convento de las Siervas de Jesús, el Convento de María Inmaculada, la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar y el
Colegio de Santa Teresa de Jesús. El
barrio de “La Rubia”, integrado entonces por doscientos vecinos, pertenecía a la
parroquia de San Ildefonso, distante unos tres kilómetros del barrio. Esta
considerable distancia, que dificultaba la práctica de los preceptos
religiosos, junto al crecimiento que experimentaba la zona, determinó la
construcción del templo.
Esta pequeña iglesia de
estilo neogótico se desarrolla sobre una planta rectangular de 12 metros de
anchura, disponiéndose nueve contrafuertes a lo largo de los laterales.
Presenta una cubierta de tejado a dos aguas, alcanzando la iglesia una altura
de 22,30 m. Dos grandes arcos ojivales, con tres arquivoltas, en la fachada
principal dan acceso a un pórtico donde está ubicada la puerta de entrada.
Lateralmente se accede a este pórtico por idénticos arcos. Un rosetón de cinco
metros de diámetro (el rosetón se construyó con dimensiones más reducidas,
aunque en el proyecto se reflejaba esta medida) se disponía en la fachada
principal, roto inferiormente por un gablete, que no enmarca las puertas, como
en muchas otras construcciones góticas, sino una hornacina cerrada con arco de
medio punto en la que se ubica la imagen de la Virgen. El hastial se presenta
escalonado, hasta el campanario, formado éste por dos arcos ojivales. Sobre el
campanario, una balaustrada con diagonales, decora el citado campanario
rematado por una cruz. El mismo diseño que en la balaustrada aparece en dos
pequeños ventanales. Aquí hay también diferencias con el proyecto original: en
los planos de Arroyo tan solo figura el remate superior. En los laterales se
disponen nueve contrafuertes entre los que se disponen ocho vidrieras
típicamente góticas, alojadas en grandes ventanales formados por dos arcos
apuntados y un rosetón cuadrifolio.
En el testero hay también
tres botareles. Esta fachada tiene una concepción muy sencilla. Solamente un
pequeño rosetón aparece en el hastial, permaneciendo el resto del paramento
completamente “limpio” de cualquier tipo de adorno. Todo el paramento exterior
presenta un enfoscado imitando sillería.
Aunque las intervenciones de
Arroyo como arquitecto diocesano brindan grandes ejemplos de arquitectura
religiosa en múltiples facetas: capillas, asilos, conventos, etc., esta obra y
la iglesia de Alar son las únicas iglesias de nueva planta que levanta.
CASA DE CORREOS Y TELÉGRAFOS (1916-1922)
Durante la etapa como
ministro de Gobernación de Santiago Alba se impulsará la construcción de Casas
de Correos y Telégrafos en varias capitales que carecían de adecuadas
instalaciones para este servicio. El 7 de marzo de 1913, el Ayuntamiento de
Valladolid cedía al estado el solar sobre el que debería construirse el nuevo
edificio.
En el libro de Casimiro
González García-Valladolid Guía General,
publicado en Valladolid en 1922, se cita la cesión de los terrenos por parte
del Ayuntamiento al Gobierno: “En 1913,
el Ayuntamiento cedió al Gobierno, para construir sobre ellos un edificio con
destino a oficinas de Correos y Telégrafos, los solares que resultaron del
derribo de las antiguas casas-posadas del Ángel, de la Cruz y de las Ánimas,
contiguas a la iglesia de Jesús, en la Plaza de la Rinconada”.
El 17 de abril de 1915 una
comisión formada por Alba, Silió, Royo Villanova y Vallejo visitaba en Madrid
al entonces director General de Comunicaciones Sr. Orduño para solucionar la
problemática que presentaba el solar del futuro edificio, pues éste tenía 954 m2,
no alcanzando por tanto los 1.000 m2 que exigía la ley.
Al concurso, que había
convocado el Ministerio de Gobernación para el Proyecto de Casa de Correos en
Valladolid, se presentaron ocho arquitectos con sus respectivos anteproyectos,
entregando sus trabajos en noviembre de 1915. El 5 de enero de 1916 el Director
General de Comunicaciones notificaba el fallo del jurado, el cual estimó que
los mejores trabajos eran el de Jerónimo Arroyo y el de Luis Ferrero y Tomás,
considerando la fusión de los dos anteproyectos como la mejor solución, pues
éstos tenían muchos puntos en común.: “dada
la gran analogía que existe en la disposición de las plantas y distribución de
sus respectivos anteproyectos de Casa para Correos y Telégrafos en Valladolid,
elegidos por el Jurado y al haber adoptado también para el desarrollo de las
fachadas e interiores el arte español llamado plateresco, lo que permitiría
fácilmente fusionar en uno los elementos de los dos, se les conceda que en lugar
de presentar cada uno su proyecto formulen uno solo firmado por ambos y
adaptando lo mejor que cada cual de aquéllos contenga”.
El gobierno de Dato caerá a
finales de 1915, volviendo Alba a desempeñar la cartera de Gobernación, quien
dictaría la Real Orden aprobando el proyecto de Casa de Correos y Telégrafos
para Valladolid presentado por Jerónimo Arroyo y Luis Ferrero. La subasta de
las obras se celebró el 1 de julio de 1916, adjudicándosele al contratista
vallisoletano Mariano Tranque. El acta de replanteo de la obra se levantó el 11
de octubre de 1916. La nueva Casa de Correos fue inaugurada el 4 de febrero de
1922.
Palacio de Correos y Telecomunicaciones en 1928 |
El edificio se ciñe a la
alineación de un solar altamente irregular. Éste se presentaba como un
cuadrilátero de lados desiguales, al que el proyecto achaflanó una de sus
esquinas, para situar en él la entrada principal. De esta manera, el edificio
presenta la planta de un pentágono, con tres lados a la Plaza de la Rinconada,
y otros dos a la calle del Caballo de Troya y a la Prolongación de la calle del
Poniente.
La Casa de Correos consta de
sótano y tres pisos. En el sótano se dispusieron los servicios de orden
interior, tales como negociados de distribución, servicio de cartería, embalaje
de sacas, etc. En la planta baja se encuentran las dependencias relacionadas
con el público: oficinas de recepción de telegramas, cabinas telefónicas,
oficina de Giro Postal, oficina de Caja de Ahorros, certificados, etc. Los
despachos de dirección, del administrador, del secretario y de los jefes de servicio
se situaban en el piso principal. El segundo piso estaba destinado a viviendas.
En planta, el edificio se
articula en torno a un gran hall de lados paralelos a las fachadas del
edificio. La entrada principal da acceso a este amplio hall de doble altura,
cubierto con un gran lucernario. Un pasaje previsto para la entrada de
carruajes, que discurre de la fachada de la calle del Caballo de Troya a la de
la calle del Poniente, separa las oficinas postales y Aduanas del resto de las
dependencias. Desde este pasaje también se accede a la escalera, que llega
hasta las viviendas del segundo piso. Tres buzones se sitúan en el exterior del
edificio, bajo un porche, en la esquina de la plaza de la Rinconada y
prolongación de la calle del Poniente. Dos escaleras de un solo tramo curvo,
que dan acceso al piso principal, se sitúan en el vestíbulo, entre la puerta
principal y el gran hall.
En la construcción del
edificio se empleó piedra berroqueña o granito en los zócalos de fachada, en
los zócalos del paso piedra de Campaspero, piedra de Hontoria de la Cantera en
elementos decorativos, y piedra artificial de la Fábrica de Arroyo.
En fachada, el piso
principal y la planta baja aparecen unificados. Una arquería de arcos de medio
punto con sencilla clave se dispone en el piso principal. En cada módulo el
arco de medio punto recoge el ventanal de la planta baja que aparece
adintelado. Estos ventanales presentan unas impresionantes rejerías
platerescas, que contribuyen a manifestar el lujo del edificio. Dando acceso al
porche de la esquina aparecen dos arcos de medio punto, uno en cada fachada.
Sobre cada uno de los arcos
del piso principal, aparece en el segundo piso un arco de medio punto, de
dimensiones más reducidas. En este nivel desaparece el revoco para mostrar el
ladrillo. Los arcos de tres roscas de ladrillo se disponen sencillamente,
enlazándose entre ellos con una cornisa de cuatro hiladas de ladrillo que une
la línea de impostas. En los entrepaños aparecen azulejos cerámicos mostrando
motivos decorativos con dibujos florales y escudos.
Los tres frontones que
aparecen en el núcleo de la fachada principal rompen las ventanas del segundo
piso. Bajo estos frontones y enmarcados por pilastras se sitúan tres arcos de
medio punto, cuyos ventanales iluminan el vestíbulo de entrada y las escaleras
de acceso a las oficinas del piso principal.
Una torre de clara
inspiración neoplateresca, se yergue sobre el eje de la puerta principal,
presentando en el alzado a Plaza de la Rinconada tres vanos y remate de
pináculos y greca. Las trazas neoplaterescas y renacentistas se advierten en
toda la composición del edificio. Así aparecen multitud de elementos del
lenguaje clásico, tales como frontones, claves, pináculos, pilastras… Una
balaustrada con dibujos de greca recorre todo el perímetro del edificio,
rematando la composición de esta obra.
En la actualidad el edificio
presenta grandes cambios con respecto a su primera concepción. La torre y la
decorada balaustrada desaparecieron para construir un piso más. González
Delgado afirma correctamente que este hecho fue una “irreverente actuación de la postguerra que destrozó en gran parte el
espíritu de esta elegante e importante obra”.
LA “CASA DEL PRÍNCIPE” (1906)
La “Casa del Príncipe” es
uno de los más bellos e importantes logros modernistas de la ciudad. Situada en
la actual Acera de Recoletos nº 11 esquina a calle Colmenares, fue mandada
levantar en 1906 por Eladio Fernández de Laza, quien deseaba construir en ese
solar un edificio destinado a casa de alquiler y a locales comerciales. El
expediente de esta obra contiene tres hermosos planos. Se refieren a plantas,
secciones y alzados. Están presentados e negativo y constituyen un magnífico
ejemplo de delineación. Los planos fueron realizados en Palencia en abril de
1906, siendo aprobados por el arquitecto municipal vallisoletano, Juan Agapito
y Revilla el día 21 de ese mismo mes.
La obra presenta un claro
paralelismo con la realizada en 1905 por el que fuera su profesor en Barcelona,
Lluis Doménech i Montaner, la premiada casa A. Lleó-Morera (Barcelona, Paseo de
Gracia nº 35). El solar sobre el que se
asentó la casa es un cuadrilátero cuya superficie total mide 625,93 m2
destinándose a patio y chaflán 127,38 m2, quedando la superficie
abierta reducida a 498,55 m2. El edificio dispone de sótano –sólo en
la primera crujía–, planta baja y cuatro pisos. Las alturas de los pisos son
las siguientes: planta baja 6 m., planta principal 3,85 m., planta segunda 4
m., planta tercera 3,60 m., planta cuarta 4 m., y terrado 1,50 m.
El edificio posee un
constante ritmo ondulante, conseguido por el remate de la cornisa, por los
balcones de línea curva y por la integración del elemento circular en rotonda
que suaviza la esquina, situándose en planta baja el portal de entrada bajo la
rotonda. Es en la esquina donde se sitúa el centro compositivo y eje del
edificio.
Esta obra se muestra
decididamente próxima a las influencias del modernismo catalán: elegantes
líneas estilizadas, formas sinuosas, motivos florales, tallos que se
retuercen…, aparecen profusamente en toda la composición, tanto en piedra
artificial como en hierro. El hierro es utilizado buscando esa delicada
sensación de movimiento vegetal, en los pilares de fundición con capiteles
vegetales, en la forja de los balcones… A modo de marquesina enlazando la
rotonda con el portal de entrada, aparece este material con motivos florales y
líneas curvas, fingiendo sujetarla.
La parte baja de la casa se
destina a comercio. Para obtener una mejor visibilidad en los escaparates, se
han introducido pilares de hierro fundado. La puerta se sitúa muy oportunamente
en la esquina a ambas calles, circunstancia frecuente en la arquitectura del
momento. El suelo del portal se decora con un mosaico de la época (arte muy
cultivado por el modernismo), y en él figuran las iniciales E. F., que
corresponden al nombre y apellido del promotor, y a la fecha de 1908.
Sobre este portal monta un
torreón volado, semicilíndrico. Los antepechos se adornan con guirnaldas
obtenidas en hormigón, y presentan huecos amplísimos, cerrados con cristalería.
El torreón, verdadero ejemplo de elegancia y ligereza, finge sostenerse sobre
repisas de hierro, de finísima motivación botánica. Remata en airosa cúpula.
Diríase un modernismo de esencia rococó. La rotonda incorpora en cada nivel los
mismos dinteles que en el resto de los huecos. Juego que ayuda a mostrarnos la
idea orgánica de la rotonda como volumen enfatizado y focalizador y, a la vez,
perfectamente integrado en el esquema compositivo global.
El último piso se distingue
del tratamiento de los otros niveles, ayudando a manifestarse como remate o
coronamiento. En este nivel, los balcones son de forja de hierro y se
interrumpe la continuidad del módulo de miradores para pasar a ser un balcón,
excepto en la rotonda. En estos aparece un ventanal en forma de arco túmido,
elemento que encontramos en la obra de muchos arquitectos modernistas: Romeu
Ribot, Doménech i Montaner, Paul Cauchie, P. Hankar, Gustave Strauven… Los
dinteles, en piedra artificial, dejan de ser meros arquitrabes o arcos rebajados,
como en los anteriores niveles, y se muestran con un fresco aire gótico,
retorcidos con formas florales, que recuerdan al neogótico de Joseph Puig i
Cadafalch, sobre todo, en la Casa Macaya (1899-1901, Barcelona, Paseo Sant Joan
nº 106).
A cada calle presenta la
casa otros miradores, con estructura de hormigón y caprichosos temas botánicos.
Los antepechos se completan con red metálica con trama de rombo, muy usada en
el modernismo. El arquitecto ha combinado adecuadamente el color: piedra en el
cuerpo bajo, piedra artificial, hormigón blanqueado, y ladrillo prensado, de
color rojo. La cornisa se inflexiona con curvas y contracurvas, a la manera
rococó.
OTRAS OBRAS REALIZADAS EN
VALLADOLID
- En 1908 pide licencia al Ayuntamiento vallisoletano para colocar una portada de madera en la farmacia de Pedro de la Rosa, en la calle Miguel Íscar, nº 3.
- En 1912 realiza una reforma de los bajos del Edificio de Telefónica de Valladolid. C/ de la Constitución nº 9.
- En 1914 el presidente de la Sociedad Protectora del Obrero, Narciso de la Cuesta, le manda hacer unas reformas en el Frontón Fiesta Alegre, el cual pertenecía, por entonces, a dicha asociación. Este mismo año, el presidente de la Sociedad “Círculo de Recreo”, Ricardo Vera Rodríguez, para revocar y decorar la planta baja del edificio sito en calle Duque de la Victoria, arquitecto: Jerónimo Arroyo
- Entre 1918-1924 realiza un barrio obrero junto con Fernando de Unamuno.
- En 1926 lleva a cabo la ampliación del edificio de la “Electra Popular Vallisoletana”. Ese mismo año realiza una casa para José Alonso Rodríguez en la C/ Muro.
- En 1940 Arroyo solicita licencia, que le fue denegada, para la adquisición de unos terrenos con el fin de instalar una estación de servicio para vehículos de tracción mecánica entre la calle del Hospital Militar, paseo de España (actual paseo Arco de Ladrillo) y las cocheras del tranvía.
- Realiza el taller de montaje para los Ferrocarriles del Norte.
- Obras de reforma del Hotel del Siglo (Hotel Inglaterra).
BIBLIOGRAFÍA
- GONZÁLEZ DELGADO, José Antonio: Jerónimo Arroyo López: arquitecto, Editora del Carrión, Palencia, 1999.
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo XIII. Monumentos civiles de la ciudad de Valladolid, Diputación de Valladolid, Valladolid, 1983.
Excelente trabajo, muchas gracias
ResponderEliminarSoy de Palencia y me gusta la obra de este arquitecto, un trabajo muy interesante, enhorabuena.
ResponderEliminarincólume ,precioso.
ResponderEliminarRealmente interesante.
ResponderEliminarMagnifico trabajo.
ResponderEliminarSe sabe de dónde viene el nombre de "Casa del Príncipe"?
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