A
pocos kilómetros de Medina del Campo nos topamos con un pueblo, Ventosa de la
Cuesta, que fue señorío del gran escultor, y también pintor, Alonso Berruguete
desde 1559. En su iglesia parroquial, lugar elegido por el escultor para
enterrarse, se encuentra un bellísimo retablo dedicado al Arcángel San Miguel. El
conjunto es un claro ejemplo de las altas cotas de calidad que alcanza la
pintura castellana en los primeros años del siglo XVI, cuyas muestras se
encuentran repartidas por los lugares más insospechados.
El
retablo se dispone en el lado del Evangelio, dispuesto esquinado a la altura
del crucero. Ceán Bermúdez lo atribuyó erróneamente a Alonso Berruguete
rechazando dicha atribución Martí y Monsó y Agapito y Revilla. La estructura en
la que se organiza el retablo responde a un tratamiento de gran verticalidad. Consta
de tres cuerpos y tres calles (la central más ancha), compuesto de ocho tablas
y una escultura del Arcángel dispuesta en la hornacina central del retablo,
bajo una venera. De las ocho tablas se dedican al ciclo del General de los
Ejércitos Celestiales un total de cinco, siendo las otras tres dedicadas a diferentes
santos.
El
espacio se compartimenta con el uso de pilastras y medias columnas decoradas
por completo en su fuste con motivos vegetales. Ya a comienzos del siglo XVII
se realizaría el frontón triangular y remates de bolas que sirve de frontón al
retablo. El repertorio ornamental, tanto de los elementos sustentantes como de
las chambranas que rematan las tablas, se realiza con el uso de finas labores a
candelieri, tomadas de un temprano vocabulario renacentista, en el que todavía
no están presentes las formas mucho más complejas de grutescos o mascarones. La
decoración de los elementos arquitectónicos coincide con la propuesta mostrada
en el propio interior de las tablas, especialmente visible en el escenario
arquitectónico en el que se desarrolla la escena de Santa Ana, la Virgen y el
Niño o la Misa de San Gregorio.
Las
tablas, fechadas hacia el año 1530, fueron tempranamente atribuidas al llamado
Maestro de Becerril por Matías Díaz Padrón. La personalidad de Juan González
Becerril y la atribución reciente de nuevas obras a su producción, ponen de
manifiesto su importancia en el panorama pictórico castellano de los primeros
años del siglo XVI. Las fuentes de inspiración responden fundamentalmente a
esquemas de procedencia centroeuropea, con un escaso conocimiento de las
innovaciones italianas, patente en la propia representación del Castillo de
Sant´Angelo como la mencionada fortaleza medieval, muy alejada de la visión
real del edificio. No obstante hay referentes a la escultura clásica en el
adorno señalado de los elementos arquitectónicos, en el uso frecuente de las
veneras o en la decoración de elementos importantes como el trono de Santa Ana
con los caballos que rematan el sitial, uno de ellos en elegante corbeta. La
misma procedencia tiene que tener el uso de la perspectiva en algunas de las
composiciones, empleada con un rigor que excede del mero truco de taller,
utilizado con errores por los pintores hispanoflamencos.
En
el primer cuerpo aparecen tres representaciones con diferentes devociones, que
no presentan unidad entre sí. En el centro se halla la escena de la Santa Ana, la Virgen y el Niño se
encuentra llena de interesantes referencias arquitectónicas y de anécdotas de
cotidianeidad. A sus lados la flanquean las tablas que representan la Misa de San Gregorio y el Milagro de San Cosme y San Damián.
Los
dos cuerpos superiores se dedican a ilustrar el ciclo hagiográfico de San
Miguel Arcángel, en torno a la dinámica escultura que preside el conjunto. Se
trata de una interesante representación del Arcángel blandiendo la espada sobre
el demonio, con bastantes puntos en común con la peculiar estética
berruguetesca. Sobre la escultura se encuentra la tabla que representa la batalla celestial de San Miguel con los
ángeles rebeldes. A su izquierda la expulsión
de Adán y Eva del Paraíso iniciaría la secuencia de la actividad de San
Miguel en el sentido cronológico de la historia humana, como instrumento de los
designios divinos.
A
partir de aquí las tablas restantes narran escenas relacionadas con las
apariciones de San Miguel. La primera y más célebre es la que cuenta el llamado
Milagro del Monte Gárgano, en la
Apulia italiana, donde un cazador se vio herido al intentar dar alcance a un
toro refugiado en una cueva, donde se apareció el Arcángel, a quien desde ese
momento se dedicaría un Santuario. Es probable que la siguiente tabla esté
relacionada con el mismo suceso, y que ilustre la procesión de acción de
gracias celebrada después del acontecimiento milagroso. Sin embargo algunos
matices en el cambio del escenario natural podrían indicarnos que en realidad
se trata de la aparición de San Miguel en
el Mont Sant Michael en Francia, cuyos orígenes también se relacionan con
la figura de un toro.
La
última de las escenas ilustra la aparición
del Arcángel sobre el mausoleo romano de Adriano, conocido desde entonces
como el Castillo de “Sant´Angelo”, en presencia del papa San Gregorio Magno
durante una epidemia de peste. En este caso la interpretación del reconocido
edificio romano como un baluarte medieval, está muy lejana de la realidad del
edificio, que el artista no conocería ni siquiera a través de las estampas de
monumentos de Roma que le darían popularidad en toda Europa.
BIBLIOGRAFÍA
- URREA FERNÁNDEZ, Jesús (coord.): Patrimonio restaurado de la provincia de Valladolid. Retablos (vol. 1), Diputación de Valladolid, Valladolid, 2008.
No deje de visitar Ventosa de la Cuesta en Semana Santa, podrá ver el Monumento y seguro que disfrutaremos de una buena entrada en su blog. Muchas gracias por la información que ofrece. Un saludo.
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