miércoles, 26 de diciembre de 2018

UNA ESCAPADA "EXPOSITIVA" A MADRID: "Faraón. Rey de Egipto", "Redescubriendo el Mediterráneo" y "Dorothea Tanning"


Con motivo de la Navidad me gustaría recomendaros un plan muy interesante. Se trata de una visita a Madrid para ver la serie de magníficas exposiciones que actualmente alberga. Son legión, por lo que tan solo hablaremos de tres de ellas que además están próximas a acabar, sin embargo no podéis perderos otras como la del pintor gótico Bartolomé Bermejo en el Museo del Prado, la del pintor neoclásico-romántico Rafael Tegeo en el Museo del Romanticismo, la de Banksy en la Feria de Madrid, la titulada "París pese a todo" en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia o la de la genial pintora Art-Déco Tamara de Lempicka en el Palavio Gaviria. La que no pienso recomendaros es la de Leonardo da Vinci, toda exposición sin dirección seria y científica no merece la pena.
 

FARAÓN. Rey de Egipto
CAIXA FORUM. Del 17 de octubre de 2018 al 20 de enero de 2019. Lunes a Domingo, de 10 a 20 h.
Faraón. Rey de Egipto explora el simbolismo y el ideario de la monarquía egipcia, al tiempo que se ocultan detrás de los objetos y de las imágenes que ha dejado como herencia esta antigua civilización.
A través de las estatuas y los monumentos, los faraones construían con esmero sus identidades, y proyectaban una imagen idealizada de sí mismos, bien como guerreros poderosos, proyectores de Egipto contra sus enemigos, bien como adoradores fervientes de los dioses, intermediarios entre ellos y el resto de la humanidad. Tras estas representaciones de la realiza, sin embargo, la realidad era mucho más compleja.
 
Cabeza del faraón Mentuhotep II. Arenisca. Dinastía XI. Hacia 2055-2004 a.C.
Paleta de Narmer. Limolita. Dinastía I. Hacia 3100-2890 a.C.
Capitel de Hathor. Granito rojo. Dinastía XXII (reinado de Osorkon II). Hacia 874-850 a.C.
Los gobernantes de esta tierra no fueron siempre hombres: la famosa reina Hatshepsut, por ejemplo, rigió los destinos de Egipto como faraón entre c. 1472 y 1458 a.C., aunque en los monumentos oficiales apareciera representada casi siempre como un hombre. Tampoco eran siempre egipcios, los faraones: en épocas de inestabilidad política y guerra civil, Egipto fue conquistado por potencias extranjeras, y gobernado por monarcas que rivalizaban entre sí, como los kushitas de Nubia (el norte del actual Sudán), que una vez dueños del país formaron la Dinastía XXV (c. 716.-656 a.C.).
Al margen de su origen, o de que fueran hombres o mujeres, los monarcas se definían mediante la adopción de símbolos reales; así, por ejemplo, inscribían sus nombres en cartuchos, o llevaban en la frente el ureo, una figura de cobra erguida. Si bien algunos faraones fueron objetos de veneración –como Tutmosis III, que dio su máxima extensión al imperio egipcio, o Amenhotep I, que tras su muerte fue adorado como un Dios–, otros se vieron condenados al olvido. Fue el caso de Akhenaton, causante de un profundo trastorno religioso al introducir el culto al disco solar Atón como único dios nacional.
Babuino en cuclillas. Cuarcita roja. Dinastía XVIII (reinado de Amenhotep III). Hacia 1390-1352 a.C.
Relieve del faraón Osorkon II procedente del portal de su Fiesta Sed. Granito rojo. Dinastía XXII. Hacia 874-850 a.C.
Relieve con la representación de una princesa del faraón Akhenaton. Arenisca. Dinastía XVIII (reinado de Amenhotep IV/Akhenaton). Hacia 1352-1336 a.C.
Los objetos expuestos reflejan la diversidad consustancial a la monarquía egipcia. Junto a estatuas monumentales, bellos relieves en piedra de antiguos templos  relucientes joyas de oro, la exposición presenta objetos menos habituales: las incrustaciones de colores que se usaron para decorar el palacio de un faraón, por ejemplo, nos da un atisbo de cómo se vivía en la corte real; las misivas grabadas en escritura cuneiforme sobre tablillas de arcilla dan fe de la intensa actividad diplomática entre Egipto y Babilonia durante la Dinastía XVIII (c. 1550-1295 a.C.); el arco de madera de uno de los comandantes militares del faraón nos habla de lo importante que era contar con un ejército fuerte para mantener la seguridad de las fronteras del país; un papiro que deja constancia de un juicio por robar en un templo, y las imágenes de gobernantes persas, griegos y romanos que actuaron como faraones, nos recuerdan, cada uno a su manera, los múltiples retos que entrañaba gobernar una de las mayores civilizaciones que ha conocido el mundo.
Estatua del funcionario de la corte Senenmut con la princesa Neferure. Granodiorita. Dinastía XVIII (reinado de Hatshepsut). Hacia 1472-1458 a.C.
Estatua del funcionario del gobierno Sennefer. Granodiorita. Dinastía XVIII (reinado de Tutmosis III). Hacia 1479-1425 a.C.


REDESCUBRIENDO EL MEDITERRÁNEO
FUNDACIÓN MAPFRE. Del 10 de octubre de 2018 al 13 de enero de 2019. Lunes: 14 a 20 h. Martes a Sábado: 10 a 20 h. Domingos y festivos: 11 a 19 h.
"Redescubriendo el Mediterráneo". Viajar es un impulso anclado en el imaginario colectivo de todos los pueblos del Mediterráneo desde hace miles de años. Se trata no solo de un viaje físico, también mental, hacia una tierra prometida que llenará al viajero de experiencias, hacia un paraíso terrenal visto a menudo como la emulación de la Arcadia. En el paso del siglo XIX al XX se produjo en Europa un redescubrimiento del mar, y en concreto del Mediterráneo, que no se había dado hasta el momento, y que trasciende el ámbito estético.
La exposición realiza un recorrido por esa pintura que, en el cambio de siglo, y con sus distintas peculiaridades, convirtió el Mediterráneo en motor de renovación del arte. Un modo de reconciliar la mirada al pasado con un presente cambiante y lleno de contradicciones, en nombre de un clasicismo que se inscribe por derecho propio en la modernidad. De una manera u otra, los artistas presentes en la muestra adoptaron el Mediterráneo, sus aguas y su cultura como uno de los motivos principales de sus composiciones, marcando un momento decisivo dentro de la evolución del arte y deleitándose en un instante de armonía, de paz y de belleza en el curso de las tantas veces atormentada historia del arte moderno.
 
JOAQUÍN TORRES GARCÍA. Apolo y dos ninfas (1914)
JOSEP CLARÀ. La Diosa (1910-1911)
JOAQUÍN SOROLLA. Clotilde y Elena en las rocas (1905)
Siguiendo este hilo conductor, la muestra se abre con España, donde el litoral mediterráneo es, en ocasiones, mero espacio natural que acoge a los artistas locales en sus salidas a pintar al aire libre. Un lugar para el trabajo pero también, y sobre todo, para el placer, para el baño y los niños jugando y corriendo por la playa; es el caso de la pintura de Joaquín Sorolla, Cecilio Pla o Ignacio Pinazo. Sin embargo, nacer en el Mediterráneo también parecía proporcionar unas marcadas señas de identidad. Así lo entendió en Cataluña el Noucentisme, con Joaquín Torres-García y Joaquim Sunyer a la cabeza, creando incluso un ideario y una imagen nacional basada en paisajes tranquilos y equilibrados, en una vida sencilla y natural que se quería heredera de la Antigüedad inmutable.
 
SALVADOR DALÍ. Bañistas de Es Llaner (1923)
PAUL SIGNAC. L´entrée du port de Marseille (1911)
PAUL SIGNAC. Saint-Tropez. Les pins parasols aux Canoubiers (1897)
PAUL CÉZANNE. Château Noir (1905)
VINCENT VAN GOGH. Les roulottes, campement de bohémiens aux environs d´Arles (1888)
La visión de este mundo idealizado en los artistas catalanes Joaquim Mir o Hermen Anglada Camarasa durante sus estancias en Mallorca se aproxima más, en cambio, a la de los pintores franceses. La isla se convierte en un símbolo de esa Arcadia que tanto anhelan, pero también en un espacio en el que experimentar con los colores puros, dejarse seducir por la naturaleza salvaje y exuberante, buscar la luz clara que desvela los matices más ricos, los contrastes más sugerentes. Es, y lo podemos apreciar en otra sección de esta muestra, la misma experiencia de Monet a su llegada a Bordighera, como también la de Signac en Saint-Tropez o de Derain en L´Estaque, del Braque de antes del cubismo, de Renoir en Les Collettes o de Pierre Bonnard en Le Cannet. Para los italianos, con los que continúa el recorrido expositivo, el Mediterráneo parece más bien una idea, un concepto que preside la manera de pintar. Sea cual sea el tema, el Mediterráneo como reencuentro con el clasicismo y las propias raíces parece guiar la mano de artistas como Giorgio de Chirico, Carlo Carrá o Massimo Campligi.
 
CHARLES CAMOIN. Port de Marseille (1904)
OTHON FRIESZ. Femme à la chaise longue (1907)
JOSEP DE TOGORES. Couple à la page (1922)
MASSIMO CAMPIGLI. Le spose dei marinai (1934)
Tanto la obra de Matisse como la de Picasso, con quienes se cierra la exposición, aglutinan aspectos de los pintores anteriormente citados, como si con ellos el Mediterráneo llegara a su culminación. Por un lado, la placidez que transmiten las composiciones de Matisse, con su gusto por la pintura y por la vida. Por otro, la ambivalencia de las obras de Picasso: narrativas algunas, también clásicas y primitivas a un tiempo, en ellas se muestra toda la agresividad y la melancolía del artista, en permanente desafío creativo y vital. Mientras Matisse celebra la naturaleza, Picasso parece no encontrar reposo y alterna estilos, buscando, sin hallarlo, el deleite de la pintura. Y en esta dialéctica que habita en el seno del clasicismo, de un lenguaje al que los artistas vuelven una y otra vez mientras se abren a la modernidad.
 
JULIO GONZÁLEZ. Montserrat criant nº 2 (1936-1940)
PABLO PICASSO. Tête de femme (1957 y 1962)
PABLO PICASSO. La Baie de Cannes (19 de abril al 9 de junio de 1958)
HENRI MATISSE. Nature morte aux grenades (noviembre de 1947)


DOROTHEA TANNING. Detrás de la puerta, invisible, otra puerta
MUSEO NACIONAL REINA SOFIA. Del 3 de octubre de 2018 al 7 de enero de 2019. Lunes a Sábado y festivos, de 10 a 21 h.
Dorothea Tanning. Detrás de la puerta, invisible, otra puerta, la primera gran retrospectiva de la surrealsta americana Dorothea Tanning (1910-2012), incluye más de ciento cincuenta obras realizadas por la artista entre 1931 y 1997. La exposición presenta sus sesenta años de carrera e ilustra el lugar central que Tanning ocupó en la vanguardia internacional. Como surrealista prominente animó al espectador a mirar más allá de lo obvio, escribiendo: "Pretendía llevar al observador hasta un espacio donde todo se oculta, se revela, se transforma súbita y simultáneamente; donde se puede contemplar una imagen nunca vista hasta ahora". Sin embargo, Tanning también trazó direcciones nuevas y distintas al surrealismo, retratando invariablemente a la mujer como una fuerza activa, creadora.
 
Birthday (1942)
Maternity (1946-1947)
The Philosophers (1952)
Musical Chairs (1951)
Eine Kleine Nachtmusik (1943)
La exposición, organizada en ocho secciones temáticas, se abre con un delicado Self-Portrait (Autorretrato, 1936) realizado a lápiz, y concluye con un autorretrato final, Woman Artist, Nude, Standing (Mujer artista, desnuda, de pie, 1985-1987). Sin embargo, el arte de Tanning trasciende lo biográfico, dialogando con una amplia gama de fuentes literarias, que van desde las novelas de Anna Radcliffe y Horace Walpole hasta los poemas de Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud, así como los debates de su círculo surrealista en Estados Unidos y Francia. A partir de estos objetos de interés, Tanning destila el simbolismo del motivo de la puerta y de su poder para dividir o destruir el espacio público y el privado.
 
Lumiére du foyer (1952)
Diseño de escenario para The Witch, ballet de John Cranko (h. 1950)
Emma (1970)
Chambre 202, Hôtel du Pavot (1970-1973)

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