Hoy
presentamos una entrada especial en honor de mi amigo Sergio Núñez, al cual la
Junta de Castilla y León le ha publicado en PDF su tesis doctoral, titulada La
pintura mural tardogótica en Castilla y León: provincias de Valladolid, Segovia
y Soria. De momento tan solo ha salido publicada en unas curiosas tarjetas de
la que sale una pestaña que hace las funciones de USB, próximamente se pondrá on-line a
disposición de todo el mundo en la página web de la Consejería de Cultura de la
Junta, cuando así sea tendréis noticias con su correspondiente link. A esta
tesis la guardo especial cariño pues tuve la suerte de acompañarle a conocer
los conjuntos pictóricos y hacer fotografías de los mismos. Lo dicho, para
conmemorar tal acontecimiento a continuación Sergio nos ofrece el estudio de
las curiosas pinturas murales de la iglesia de Santa Marina de Sacramenia (Segovia).
La iglesia de Santa Marina, en origen articulada en una sola nave cubierta con armadura de madera y rematada por el ábside semicircular precedido por un tramo recto presbiterial, se estructura a día de hoy en una nave principal y otra subsidiaria adosada al costado de la Epístola de la fábrica templaria. Esta volumetría fue resultado de la intervención acometida en el edificio en época moderna, una actuación que proporcionó a la iglesia una imagen que permaneció casi intacta hasta la reforma emprendida entre finales de la década de los 80 e inicios de la década de los 90 de la centuria pasada. Fue con ocasión de esta intervención, cuando se produjo el hallazgo, tras el retablo mayor barroco, del extraordinario programa pictórico. Fue entonces, cuando las pinturas murales quedaron sujetas a un detallado proceso de limpieza y de consolidación. Este proceso garantizó la integridad de un mural distinguido por su singular desarrollo en el hemiciclo absidal. Frente a como fue concebida la referida superficie muraria en otros templos románicos, esta, como se ve en templos aragoneses o burgaleses, está recorrida por hasta cinco arcos de medio punto (apoyan en seis columnas asentadas sobre un banco corrido) que condicionaron la disposición del programa pictórico. Asimismo, habría que añadir la primigenia presencia de un retablo mueble, del que aún se discierne su huella, que sería coetáneo de los murales y consistente con los mismos, y que exigiría la apertura de dos vanos en los dos arcos ciegos sitos en los extremos del hemiciclo absidal. Dicha articulación propició, al no existir casi superficie disponible en el hemiciclo absidal, la conversión de las enjutas de los arcos de medio punto abiertos en los extremos del semicilindro absidal en soporte pictórico.
DESCRIPCIÓN E ICONOGRAFÍA.
Hemiciclo
absidal
La
superficie muraria que encierran los dos arcos de medio punto sitos en los extremos
septentrional y meridional del semicilindro absidal, aquellos en los que se
abrieron los dos vanos, fue ornada mediante sucesivas bandas verticales
constituidas por motivos pictóricos abstractos (a saber, cintas ondulantes),
que fueron seccionadas al ensancharse los dos vanos en época barroca. Semejante
proceso, fundado en la instalación del retablo mayor barroco y completado con
la decoración del derrame de ambas ventanas mediante motivos pictóricos
geométricos extemporáneos al programa pictórico medieval, alteró el formato
primitivo de unas aperturas que fueran concebidas con el propósito de conferir
iluminación al ábside.
El
hecho de que el vano central quedara totalmente cegado por retablo mayor
dispuesto de una forma contemporánea a la ejecución de las pinturas murales,
estimo que propició la distinta ubicación del episodio de la Anunciación, normalmente
situado en las cercanías del vano central de la capilla mayor. Este episodio se
emplaza en las enjutas del arco de medio punto sito en el extremo meridional
del hemiciclo absidal, en íntima relación con el vano que se abre en su
interior. Esta disposición, materializada en la inclusión de la Virgen en la
enjuta derecha y en la presencia del arcángel San Gabriel en la izquierda,
tendría como fin integrar la luz que irradia a través de dicho vano en el
programa pictórico, instituyéndola, en virtud del simbólico reconocimiento de
la misma, como una revelación de la divinidad que asistiría a la difusión de su
mensaje por el arcángel San Gabriel. De las consideraciones antes advertidas
bien pudiera justificarse el emplazamiento de un tema en que la Virgen, nimbada
y ataviada con una túnica roja y un manto blanco estampado, se muestra con sus
dos manos juntas en respuesta a la irrupción del arcángel. Este detendría su
concentrada y embelesada lectura de las Sagradas Escrituras, de las que parece
no hay pretensión alguna por evocarlas mediante la representación de un atril.
Al margen de la Virgen María, a cuya derecha se dispone el jarrón de azucenas
que tendría como objeto simbolizar su pureza, el arcángel, nimbado, alado y
ataviado con un manto rojo ornado, procede, desde su posición en la enjuta
izquierda de dicho arco, a difundir el mensaje divino contenido en la ondulante
filacteria que sujeta con la mano izquierda. En esta filacteria todavía se
intuyen los restos de una ilegible salutación angélica. En respuesta esta, bien
pudiera entenderse, el ilegible mensaje de la filacteria ubicada junto a la
Virgen María.
Anunciación |
En
las enjutas del arco de medio punto situado en el extremo septentrional del
hemiciclo absidal, se conservan dos escenas concernientes al siguiente pasaje de
la hagiografía de San Nicolás: el instante en el que tres jóvenes o
clérigos fueron descuartizados por un posadero y resucitados por el santo. Con
arreglo a un orden de lectura de izquierda a derecha y, aun no existiendo
referencia textual alguna sobre un pasaje cuyos orígenes pudieran situarse en
la equívoca interpretación del episodio en el que tres oficiales son
injustamente condenados a muerte y salvados por el santo, el autor narra en una
primera escena, situada en la enjuta izquierda, el instante en que el citado
posadero procede a descuartizar a uno de los jóvenes o clérigos. Este
suceso, plasmado mediante la representación de una figura sosteniendo a una
segunda (lo hace por uno de sus tobillos) a la que descuartiza sobre una
ensangrentada tabla de cortar, precede a un segundo (sito en la enjuta derecha)
que alude al momento en el que San Nicolás resucita a los tres jóvenes o
clérigos. Dicha escena muestra a San Nicolás, nimbado y caracterizado
con la vestimenta y los atributos que atestiguan su condición de obispo de
Mira, bendiciendo a los tres jóvenes o clérigos que, incorporados de un
saladero semejante al de la escena anterior, muestran sus manos en actitud
orante.
Bóveda
de cuarto de esfera absidal
El
hecho de que apenas existiera superficie muraria susceptible de recibir
decoración pictórica en el hemiciclo absidal estimo que fue el motivo principal
del singular desarrollo del programa iconográfico en la bóveda de cascarón
absidal. Semejante superficie muraria, usualmente reservada para albergar la
representación de un monumental Cristo en majestad flanqueado por
el pertinente Tetramorfos, se organiza de la siguiente forma: mientras
en el tercio superior todavía se distinguen los restos de un Cristo en
majestad encerrado en una mandorla y flanqueado por el Tetramorfos,
en el tercio inferior se conserva una alargada franja horizontal que encierra
diferentes escenas relativas a la vida de Santa Margarita de Antioquía o
Santa Marina. Con este apelativo será conocida Santa Margarita en
la iglesia oriental.
La
franja horizontal, comprendida entre un renglón superior que aloja una
inscripción en letra gótico mayúscula que fecha el conjunto mural (“…mill e
cuatrocientos e trenta e seis annos…”) y otro inferior que alberga una segunda
inscripción ilegible, acaso, realizada con fines decorativos y no con
propósitos comunicativos, permitiría a todo el que accediera en el edificio la
rápida comprensión del ciclo hagiográfico al sucederse los distintos episodios
que lo conforman en un único registro que abarca la anchura de la bóveda.
Olibrio prendado de Santa Marina encarga que se la traigan a su presencia |
El dragón expele a Santa Marina |
Fue,
en efecto, San Marina una duplicación de Santa Margarita de Antioquia,
santa que, según la leyenda, fue educada por la nodriza en el
cristianismo. Su padre, enterado de este episodio y enojado por este cambio
de fe, la expulsó de su casa, dedicándose a partir de ese momento a
cuidar las ovejas de su nodriza. Un día, paseando a caballo, el prefecto romano
Olibrio quedó seducido por su belleza mientras esta cuidaba del ganado.
El prefecto, que pidió que trajeran a la joven ante su presencia, pudo
constatar que la muchacha declinaba su propuesta de matrimonio alegando
que ya se había entregado a la religión cristiana y que no se postraría
“nunca más que al Dios verdadero, ante el cual la tierra se estremece,
los mares tiemblan de miedo y las criaturas se postran…”.
En
respuesta al desafío, Olibrió mandó que fuera atormentada, siendo más tarde
conducida a un calabozo, donde la muchacha exhortó al Creador que le enseñase
al enemigo contra el que combatía. En ese momento apareció un terrible dragón
que la engulló, pudiendo salir de sus entrañas al perforar su vientre con la
ayuda bien de un crucifijo o bien de la señal de la cruz. Tras el citado
suceso, la santa, que siguió negándose a ofrecer sacrificios a los dioses
paganos, fue nuevamente torturada y, por último, decapitada.
La flagelación de Santa Marina |
De
esta manera, con arreglo a un orden de lectura de izquierda a derecha y,
teniendo en consideración la sola representación de escenas concernientes al
martirio y pasión de Santa Margarita, la primera escena reproducida
aludiría no tanto al encuentro entre el prefecto y Santa Margarita, como
así aparece en otros conjuntos pictóricos de igual temática, como al instante
en el que Olibrio, montado a caballo y prendado de la joven, encomienda que se
la trajeran ante su presencia. El citado episodio considero que se
materializaría en una escena en la que el prefecto, montado, a tenor de la suntuosa
apariencia de los arreos de caballería, sobre el caballo localizado a la
izquierda de la escena, encomienda a uno de sus sirvientes, representado sobre
un caballo a galope, salir en busca de Santa Margarita.
A
continuación y, obviando los tormentos de los que fue víctima la santa tras
declinar la propuesta que le hiciera el prefecto y negarse a abjurar del
cristianismo, el autor recogió el momento en el que el Dragón expele a Santa
Margarita. El autor, en lugar de reproducir el momento en el que la santa,
aislada en el calabozo, es engullida por Satán convertido en dragón, recogió un
episodio en el que resulta llamativa la forma como la santa es expelida, pues
no parece que fuera el vientre perforado por la cruz que apunta Réau o por la
señal de la cruz que citan tanto Vorágine como los Flores Sanctorum,
sino mediante una especie de un utensilio difícilmente identificable.
Discusión entre Santa Marina y Olibrio |
Liberada
del vientre del dragón, Santa Margarita, que siguió desoyendo las
pretensiones de Olibrio, fue sometida a numerosas y violentas vejaciones (fue
flagelada, suspendida por los pelos de un cadalso, quemada con antorchas, así
como sumergida en una cuba de aceite hirviendo), de las que este mural parece
que tan solo se hace eco de su Flagelación.
Ello
lo hace a través de una escena en la que la santa, nimbada y con su
cuerpo cubierto de heridas, acaso, motivadas por la aplicación de las teas
encendidas, está siendo víctima del violento maltrato ejercido por dos verdugos
con lo que parecen ser sendos flagelos. Considerando idónea semejante
interpretación temática, resulta extraña la inscripción “PABLO” situada sobre
la efigie de la santa. A la escena de la Flagelación, le sigue otra en
la que Santa Margarita, vestida con una túnica roja y nimbada, parece
estar inmersa en una discusión con una figura que habría que identificar con el
prefecto Olibrio. El mencionado enfrentamiento dialéctico se aprecia en el
gestode la santa, quien con su mano derecha apunta hacia lo que parece es un
libro, así como en el modo como fue plasmado el prefecto Olibrio, quien
participaría de dicho debate mediante la representación de su mano izquierda
con ademán inquisitorial hacia la santa. La referida escena antecede en el
mural a la escena en la que Olibrio encarga la inmediata decapitación
de Santa Margarita. En dicha escena, el prefecto, escoltado por dos
soldados que sujetan una lanza con su mano derecha y vestido con una
indumentaria compuesta por holgadas mangas pérdidas, aparece sentado en clara
sintonía con la manera como solían ser representadas las dignidades. Desde su
asiento, Olibrio, mediante el gesto que efectúa con su mano derecha, apunta
hacia un tercer soldado que, caracterizado con una espada, sería el encargado
de decapitar a la santa temiendo, como recoge Vorágine, “que los milagros se
repitieran y se repitieran también las conversiones masivas [el milagro de la conversión
de cinco mil hombres al cristianismo]”.
Olibrio encarga la decapitación de Santa Marina |
Los
dos tercios superiores de la bóveda de cuarto de esfera absidal de Santa Marina
de Sacramenia quedaron reservados para la representación de una composición que
tuvo como protagonista a Cristo en majestad (su efigie esta arruinada
por una extensa laguna pictórica en la que apenas se distingue su nimbo
dorado), una categoría que se traduciría en el magno tamaño que estimo tuvo su
efigie a juzgar por la gran dimensión de la laguna pictórica que lo arruina y
en la centrada posición que ocupaba en la citada bóveda. Aunque los vestigios
pictóricos conservados impiden concretar a qué tipo iconográfico pertenecería
la nimbada y sedente efigie de Cristo (aún se aprecia la mandorla que lo
encerraba), la sola conservación del Tetramorfos y la no inclusión de un
repertorio pictórico habitualmente asociado al tipo iconográfico de Cristo
haciendo ostensión de las llagas de Pasión (me refiero a los ángeles
portando las arma christi o tocando las tubae llamando al juicio)
sugerirían, a mi parecer, su originaría pertenencia a los patrones
iconográficos dominantes en las composiciones que buscaban encumbrar la segunda
visión apocalíptica como referencia al final de los tiempos. De ser correcta
esta interpretación, cimentada en una variante iconográfica enraizada en el
período románico y perpetuada a lo largo de los siglos XIII, XIV e incluso XV, Cristo
en majestad estaría bendiciendo con su mano derecha, al tiempo que
sosteniendo un orbe con su mano izquierda. Escoltando su colosal efigie, el
autor ubicó a los símbolos de los cuatro evangelistas, de los cuales tan solo
se han conservado los dos seres vivientes que fueran en origen representados a
la izquierda de Jesús (a la derecha del espectador). La identificación de ambos
vivientes, representados con nimbos y alas, con el toro de San Lucas,
abajo, a la derecha y, a buen seguro, con el águila de San Juan,
arriba, a la derecha, permitiría sugerir la primitiva disposición del Tetramorfos
con arreglo a la tradicional ordenación anotada por Reáu: arriba, a la
izquierda, el hombre de San Mateo; abajo, a la izquierda, el león de San
Marcos; arriba, a la derecha, el águila de San Juan y abajo, a la
derecha, el toro de San Lucas.
Cristo en majestad rodeado del Tetramorfos |
CATALOGACIÓN ESTILÍSTICA E ICONOGRÁFICA.
A
diferencia de otros conjuntos murales recogidos en este estudio, el programa
pictórico cuyo análisis me ocupa conserva una inscripción que lo fecha en los
años 30 del siglo XV (1436), momento en que las mangas perdidas que
caracterizan a la vestimenta de Olibrio en la última escena alcanzaron una
extraordinaria fortuna.
Con
todo, el mural evidencia un cierto poso retardatario visible en la restringida
paleta cromática utilizada para componer los atuendos de las figuras, en la
cierta rigidez corpórea y gestual de las efigies, o en el empleo de fondos
neutros (están cubiertos por “una especie de lirio o flor de lis” que parece se
repite de forma asidua) y, por ende, en la ausencia de referencias espaciales.
Estos rasgos se contraponen, no obstante, a otros más audaces como: la
pretensión por evocar una cierta sensación de profundidad mediante la
superposición de los pies de algunos personajes, así como las garras del dragón
y las pezuñas del toro de San Lucas sobre los renglones que comprenden
la franja horizontal en la que se narra la vida de Santa Margarita. Con
todo, dicho mural, concebido en los años 30 del siglo XV, se ajusta a presupuestos
estilísticos internacionales que apenas tuvieron resonancia.
Excelente información y fotografías, ¡gracias!
ResponderEliminarExcelentísima entrada, gracias!
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