Dentro de la clausura del Monasterio de las Huelgas Reales existe una
pequeña capilla, fundación de doña Isabel de Mendoza (la cual está sepultada en
el suelo de la capilla), abadesa del monasterio, la misma que manda
realizar el retablo mayor de la iglesia. Consta que ella hace fabricar la
capilla, que pone bajo la advocación del Nacimiento y que primeramente fue de
San Juan. Tanto la capilla, como el retablo y la reja se hicieron a sus
expensas.
La entrada se realiza por una portada en forma de arco del triunfo al
cual se le añade un frontón triangular rematado por tres bolas, estando encima
de la del medio el escudo de la patrona de la capilla. En el interior de
frontón se dispone el escudo de la orden de San Bernardo dentro de un óvalo al cual
escoltan dos puntas de diamante triangulares. Estas mismas puntas, que se
convierten en tópico de la arquitectura vallisoletana después de los Nates y
Praves, se encuentran en las albanegas del arco de acceso a la capilla. Toda la
fachada está ricamente policromada en cuatro colores: azul, rojo, verde y
dorado.
El arco de acceso posee una reja de hierro, decorada con el
escudo de la abadesa, en uno de cuyos cuarteles se ven las armas de los
Mendoza. El interior se nos presenta como un ámbito con planta de cruz griega.
El centro está cobijado por una bóveda de crucería cuatripartita, teniendo cada
uno de los compartimentos otras dos puntas de diamante triangulares. Cada uno
de los cuatro lados de la capilla está cubierto por una bóveda de cañón, siendo
algo más ancha la del altar mayor. A la altura de la imposta existe una
inscripción, borrada en algunas zonas, que recorre todo el perímetro de la
capilla. También el interior está ricamente policromado con diversos colores,
destacando los brillos dorados que lo llenan todo. Las decoraciones son geométricas
y vegetales, nada escapa a la decoración, existe un horror vacui.
En dicho altar mayor se encuentra el retablo que da nombre a la
capilla. Se trata de un retablo de un solo cuerpo (2,51 m. de ancho), con un
relieve en el centro del Nacimiento de Cristo (1,87 x 1,02 m.), rematado
en forma semicircular. Cuatro pilastras forman entrecalles. Falta la tabla
central del banco. A los lados, pinturas de la Virgen recibiendo la comunión
de manos de San Juan Evangelista revestido de sacerdote (25 x 24 cms.), y
de la Virgen ofreciendo la leche a San Bernardo. Embutidos en el mismo
retablo, dos relieves de cera, en forma de escaparates. Representan a San
Juan Bautista en el desierto, 21 x 15 cms., y las Lágrimas de San Pedro,
20 x 16 cms. De gran calidad el último, pueden ser piezas napolitanas
importadas, de la segunda mitad del siglo XVII, aunque sabemos que hubo
cultivadores en España de este género.
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San Juan Bautista en el desierto |
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Las lágrimas de San Pedro |
El relieve del Nacimiento es obra de Gregorio Fernández. En el
centro del relieve está el Niño en cuna en forma de cesto. La Virgen le adora,
con las manos plegadas. A la izquierda hay un pastor, ofreciendo un cordero;
lleva una cantimplora colgando del cinto y cubre sus piernas con polainas.
Junto al Niño hay un ángel, de rodillas. Más arriba están San José y otro
pastor. La cabeza de éste deriva de Juni, se cubre con bonete de hombre de
campo, empuña una gaita gallega. En el fondo se divisa la choza, con techo de
ramaje, y un fondo arquitectónico. En el cielo se mantienen ángeles entre
nubes. La policromía raya en lo suntuoso. Encarnaciones mates, y ricos brocados.
En el manto de la Virgen luce pedrería fingida.
La talla alcanza un virtuosismo extremado, especialmente en los
cabellos. Es el Fernández manierista, de formas suaves y facciones pequeñas
(bocas, nariz y ojos). La obra entra de lleno en su primera época. Como fecha
límite habrá que poner la de 1614, que es cuando se hace el retablo mayor. En
cuanto a la atribución, no ofrece la menor duda. Aparte de las razones
estilísticas está el dato de que manda hacer esta obra la misma abadesa que
encarga el retablo mayor. El modelo de relieve sería empleado por Fernández en
el retablo mayor de San Miguel, de Vitoria.
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Retablo mayor de la iglesia de San Miguel, de Vitoria. El relieve del Nacimiento se encuentra a la izquierda |
A los lados del relieve se sitúan sendas esculturas que representan a Santiago
apóstol y a San Pablo. La cronología de ambas debe estar cercana al
año 1600. Bajo el relieve debió de haber algún relieve o pintura del que en la
actualidad carece.
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San Pablo |
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Santiago apóstol |
El “altar mayor” de la capilla se completa con dos cuadros, embutidos
con su marco en la pared. El de la derecha representan la Anunciación
(98 x 123 cms.), mientras que el de la izquierda se trata de Cristo
apareciéndose a San Ignacio (98 x 123 cms.). La iconografía de este último
es interesante por cuanto además de aparecer Cristo con la cruz a cuestas, en
el cielo se presenta tras un rompimiento de gloria Dios padre. Ambos cuadros se
pueden fechar en el segundo cuarto del siglo XVII, pudiéndose atribuir el de la
Anunciación al prestigio pintor vallisoletano Diego Valentín Díaz.
Los lados de la epístola y del evangelio de la capilla se disponen de
manera idéntica. En cada uno de los dos arranques de la bóveda se encuentra una
hornacina, cerrada en semicírculo, practicada en la pared. En el centro se
dispone una puerta, a la que rodean tres cuadros, uno a cada lado y otro
encima.
En el lado del evangelio encontramos en las hornacinas a un Cristo atado a la columna y un Niño Jesús bendiciendo con una mano
mientras que con la otra sujeta una bola del mundo. Los cuadros representan al Salvador, a un Niño Jesús de la Pasión y a una Virgen
con el Niño cuya advocación desconozco. El Cristo a la columna (42 cms.), realizado en madera policromada, es
una obra atribuible a Alejo de Vahía hacia el año 1500. El Niño Jesús de la Pasión, pintura sobre lienzo. A hombro y en la
mano porta los instrumentos; pisa la bola del mundo, 72 x 58 cms.; marco
pintado al trampantojo; segunda mitad del siglo XVII.
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Niño Jesús bendiciendo |
En el lado de la epístola tenemos a un Santo diácono y a San Roque
(fines del siglo XVI; en el pecho, teca para reliquia) en las hornacinas,
mientras que los cuadros, que en este caso son dos porque no hay sobre la
puerta, representan la lactación de San
Bernardo y a San Jerónimo escribiendo.
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Santo Diácono |
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San Roque |
BIBLIOGRAFÍA
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: El escultor Gregorio Fernández,
Ministerio de Cultura, Madrid, 1980.
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y DE LA PLAZA SANTIAGO, Francisco Javier: Catálogo
Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo XV. Monumentos religiosos de la
ciudad de Valladolid (2ª parte), Institución Cultural Simancas, Valladolid,
2001.
Mágnifica entrada.Enhorabuena tambien por este blog que nos ayuda a descubrir la riqueza ( tan desconocida a veces) de la ciudad en la que vivimos...nos enseña a valorarla un poquito mas.
ResponderEliminarUn saludo
http://abogadadbarra.blogspot.com.es/
El escudo de la abadesa se puede leer: Velasco, Mendoza, Alvarado y Castilla (éste de los descendientes del rey don Pedro), así que esta señora sería probablemente de varonía Velasco, aunque se llamase Mendoza.
ResponderEliminarDa gusto ver en cada entrada los temas que tratas y los reportajes fotográficos.
Acuérdate de los "frikis heráldicos" y proporciónanos buenos materiales cuando se tercie, como en este lugar insospechado.
Un saludo y gracias por el blog.
CREO QUE LA LECTURA QUE HACE "ANÓNIMO" DE LAS ARMERÍAS DE LA ABADESA YERRA EN EL PRIMER CUARTEL. NO CREO QUE CORRESPONDA A VELASCO, SINO AL LINAJE DE QUIJADA. SE ARMABAN ESTOS, COMO ES SABIDO, DE UN JAQUELADO DE AZUR Y PLATA. AQUÍ VEMOS QUE EL JAQUELADO ES DE AZUR Y ORO, PERO CREO QUE POR ERROR.
ResponderEliminarENHORABUENA POR EL BLOG.