Con la entrada de hoy “comienzo” una
nueva serie de temas en el blog. Me he propuesto, de aquí en adelante, enseñar
más joyas de la provincia (que precisamente no son pocas), puesto que hasta
ahora me he centrado casi exclusivamente en la capital. Los vallisoletanos
deberíamos de dar gracias de tener todo el patrimonio artístico que tenemos en
la provincia, puesto que poseemos de casi todas las épocas, y encima es que son
obras de primer nivel. ¡Valoremos lo nuestro!, es la única manera de darlo a
conocer, ¡que no todo lo bueno está fuera!. Y valga esto mismo para Castilla y
León.
En la iglesia parroquial de Corcos del
Valle se encuentra un precioso retablo, dedicado a la Virgen María, del último
cuarto del siglo XVI. Se trata de un pequeño retablo (250 x 315 cms.)
renacentista dorado y policromado, con una disposición en casillero dividiendo
la arquitectura de su banco mediante ménsulas y anchas pilastras jónicas, y el
cuerpo principal en tres calles separadas por columnas estriadas con tercio
inferior tallado sobre pedestales que dan lugar a un segundo banco. Tanto en
los dos bancos como en las entrecalles se disponen tableros para pinturas. Los
entablamentos se decoran con cabezas aladas de serafines las cuales y al igual
que las cintas, los motivos frutales y la composición general del diseño
manierista de la traza, pueden fecharse dentro del último tercio del siglo XVI.
Como autor de la mazonería del retablo
se pueden señalar a los talleres palentinos o vallisoletanos de la segunda
mitad del siglo XVI. Entre estos se podría deslizar la idea de que fuera el “escultor y arquitecto” Manuel Álvarez el
que realizara la traza del retablo. En dicho retablo figuran elementos que Álvarez
suele utilizar en los suyos: elementos arquitectónicos similares (columnas
estriadas con el tercio inferior tallado) y motivos ornamentales en sus
entablamentos a base de cabezas de querubines como se puede ver en su retablo mayor de la iglesia parroquial
de Santoyo o en el retablo de la
iglesia de Santa María de Villalcázar de Sirga.
Las pinturas están atribuidas al
magnífico pintor vallisoletano Gregorio Martínez (1547-1598), el cual posee
unas marcadas referencias escurialenses y florentinas. Hay que matizar que no
todas las pinturas poseen la misma calidad, por lo que habrá que pensar que
hubo participación de taller en aquellas que ofrecen un nivel de perfección
inferior en su dibujo desigual o en la rudeza de las expresiones. También se
puede pensar que todas forman parte de un conjunto menor, de tamaño reducido,
que acusaría un interés del autor equiparable con la paga que pudo percibir.
Pese a las evidentes diferencias, todas presentan el mismo carácter esmaltado,
destacando las que representan la Misa de
San Gregorio y la Huída a Egipto.
Probablemente el retablo no fue
realizado para la iglesia parroquial, puesto que no se le cita en ninguna de
las antiguas visitas pastores de la iglesia, se ha pensado que pudiera provenir
de algún monasterio, como el jerónimo de Nuestra Señora de Prado, o del vecino
monasterio cisterciense de Palazuelos, si bien es cierto que la presencia de
pintura con temas de santos franciscanos podría apuntar en otra dirección.
Seguramente llegaría a Corcos en el siglo XIX, para paliar la pérdida de obras
de arte que sufrió el templo durante la invasión francesa y como consecuencia
del proceso desamortizador.
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San Francisco penitente |
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San Antonio de Padua adorando al Niño |
Las pinturas, realizadas al óleo sobre
tabla, se distribuyen de la siguiente manera: en el banco, el Nacimiento de Jesús, la Misa de San Gregorio a la que asiste el
supuesto donante del retablo, y la Visitación
de la Virgen a Santa Isabel; en los entrecuerpos, segundo banco, San Francisco penitente y San Antonio de Padua adorando al Niño;
en la calle izquierda de su cuerpo principal, la Anunciación
de la Virgen y la Asunción; y en
la calle derecha, la Huída a Egipto y
la Imposición de la casulla a San
Ildefonso; en el tímpano del frontón superior, el Padre Eterno.
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Padre Eterno |
En la calle central se dispondría una
escultura cuya advocación, al no haberse conservado ésta, se desconoce. Sin
embargo, puesto que en la tabla que serviría de respaldo a aquélla se aprecia
un deslumbrante rompimiento de luz bordeado de cabezas de querubines, es muy
probable se dispusiese originalmente una escultura de la Inmaculada cuya
presencia complementaría adecuadamente de la vida de la Virgen que tienen las
restantes pinturas, si se exceptúan los santos franciscanos y la Misa de San Gregorio,
cuyo argumento se adecúa perfectamente con su colocación sobre la mesa del
altar. En la actualidad ocupa esta hornacina central una escultura, parece que
de la misma época del retablo, que representa a la Virgen con el Niño.
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Virgen con el Niño |
La disposición de las tablas del
banco puede estar descabalada puesto que
la pintura de la Visitación debería estar situada en la calle izquierda y la
del Nacimiento en la derecha en cuyo caso la lectura iconográfica del conjunto
se realizaría de manera más ordenada.
El programa iconográfico comienza por la
Anunciación, que no alude
exclusivamente a un episodio de la vida de la Virgen sino que al ser el momento
de la Encarnación representa el origen de la vida de Cristo; atestiguado en el
Evangelio de San Lucas, algunos detalles se han tomado de los Evangelios
apócrifos (el Protoevangelio de Santiago y el Evangelio de la Natividad de
María) como el lirio (símbolo de la pureza de la Virgen) o el momento en que
tiene lugar el suceso que, por razones litúrgicas, se sitúa a la hora del
ángelus.
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La Anunciación |
A continuación, se representa el
episodio de la Visitación de la
Virgen a su prima Santa Isabel. Después la historia del Nacimiento, en el cual el Niño Jesús aparece dispuesto en el suelo
irradiando una luz que baña toda la escena; la Virgen no está arrodillada, como
es habitual, sino en pie, ocupando toda la escena; detrás a su izquierda, San
José en un segundo plano y envuelto por un marcado claroscuro; al otro lado,
dos pastores.
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La Visitación |
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El Nacimiento |
La historia de la Huída a Egipto sólo se menciona en el Evangelio de San Mateo y de
una manera muy concisa: “(…) toma al niño
y a su madre y huye a Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes (…)”,
el resto de la historia procede de los evangelios apócrifos. En esta ocasión se
representa el momento en que la palmera se inclina para que la Sagrada Familia
pueda coger sus frutos aunque, curiosamente, San José ofrece al Niño, no a la
Virgen, una manzana en lugar de dátiles.
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La Huida a Egipto |
El programa iconográfico del retablo
prosigue con las pinturas dedicadas a la Asunción
y al episodio de Nuestra señora
imponiendo la casulla a San Ildefonso. En la primera la Virgen se
representa con los brazos alzados, saliendo una figura de gran corporeidad y de
facciones duras y angulosas, repitiéndose el modelo femenino en la segunda
tabla en la que figura una Virgen de tipo matrona romana de una gran rotundidad
corporal.
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La Asunción |
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La Imposición de la casulla a San Ildefonso |
La pintura central del banco del
retablo, la Misa de San Gregorio, se
aparta del programa iconográfico mariano que une las restantes tablas. En esta
pintura hay una peculiaridad, se trata de un personaje arrodillado en devota
actitud que asiste a la referida ceremonia religiosa caracterizado como clérigo
revestido de alba y que indudablemente aludirá a la persona que mandó fabricar
el retablo. Su identidad, hasta el momento, es desconocida, aunque sus rasgos
fisionómicos muy marcados aluden a la identidad de un personaje real.
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La Misa de San Gregorio |
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Detalle del supuesto donante |
BIBLIOGRAFÍA
- URREA FERNÁNDEZ, Jesús (coord.): Retablos: Patrimonio restaurado de la
provincia de Valladolid. 1, Diputación, Valladolid, 2008.
tiene un espacio fantástico , muy bueno , y ensalzando la gran historia que esta tierra posee, hay otro espacio muy similar a este -el rincón de la imagen- , les recomiendo lo visiten pueden llegar a ser buenos aliados en estas lides , ya que tiene intereses muy afines a ustedes y son de la zona también
ResponderEliminarmuchas gracias por dejarnos disfrutar de su trabajo
Maravilloso blog, enhorabuena, soy restauradora , apasionada del arte y sobre todo de la escultura, la de veces que he visitado el museo de escultura Valladolid, he tenido la suerte de restaurar mucha escultura, mi debilidad es el siglo XVI, sobre todo Gil de Siloé.
ResponderEliminarAhora estoy restaurando una tabla atribuida a Gregorio Martínez, pintor que no conocía y del que estaba buscando información, por lo que encontré esta página que me parece muy buena.
De nuevo enhorabuena y desde ahora seguiré tu blog. Saludos.